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Catequesis
María mujer del Adviento, María mujer de la Esperanza.
jueves, 15 de diciembre de 2011
María es la mujer de la Esperanza y es la mujer del Adviento, con la fiesta de la Inmaculada hemos terminado el mes de María y nos hemos adentrado en el mes de María para adentrarnos en distintos perfiles que nuestra Madre tiene y quiere configurarnos al modo suyo que como discípulos suyos y anunciadores del misterio de Jesús nos convierte en misioneros. Este ha sido el lema que acompañó las catequesis durante el mes de María, discípulos de María / misioneros de Cristo, en ese caminar junto a María nos abrimos en la catequesis de hoy a este viernes de transición sobre unos aspectos diversos que nos llevan hasta el 24 de diciembre para recibir a aquel que viene.
Vamos a entrar en la celebración del Adviento y toda la riqueza que tiene el Adviento, la catequesis de hoy es una bisagra entre las marianas y las del adviento, y por eso la catequesis de hoy se llama María mujer del Adviento, María mujer de la Esperanza.
Comenzamos a caminar hasta el 24 de diciembre de la mano de Maria, nos lleva a disponer el corazón frente a aquel que viene, esto es el tiempo del Adviento, un tiempo de preparación en la certeza de que el Señor está cerca.
Queremos abrir el corazón y el pecho en dos para recibir el anuncio del Señor que viene, el que vino vendrá por segunda vez y está viniendo, este es el Adviento. Cómo viene y adónde viene en tu vida? cuál es tu expectativa frente a la llegada del Señor? qué es lo que se está por cumplir como promesa en tu vida?, qué esperas que se cumpla en tu vida? Ese es el Adviento que nos dispone a la celebración de un nuevo nacimiento. El nacimiento es justamente el cumplimiento de las promesas que Dios tiene puestas y sembradas en tu corazón, simplemente, sencillas, cotidianas nuestras, sobre todo aquellas que tienen que ver con la restauración de la vida vincular en el ámbito de la familia, la restauración de la vida vincular en el ámbito de la comunidad, allí están las grande promesas, el cumplimiento de el final de la tarea de un año arduo y la coronación del mismo por gracia de Dios, a todos los objetivos que nos planteamos y a todos los desafíos que se nos ponían por delante en el comienzo del 2011.
Cuáles son las realidades que quedan por cumplir de las promesas que Dios puso en tu corazón, donde sentís que tiene que ser Navidad en los tiempos que vendrán y cómo disponer tu interior para recibir desde la esperanza la llegada de aquel que viene cada día.
El corazón esperanzado de María se expresa en la voz de su prima Isabel, tal vez sea ella quien con mayor claridad descubre esta perspectiva teologal en el corazón de la Madre. María es la mujer de la esperanza e Isabel en su visita y en el primer saludo se entrecruzan en un abrazo que las hermana y le dice :"Feliz de tí por haber creído que se cumplirán las promesas del Señor" y caminar en la esperanza de las promesas que Dios nos ha puesto en el corazón porque nos quiere en plenitud de felicidad es caminar en esta fe mariana a la que Dios nos invita a transitar en este tiempo que nos lleva hasta el 24 de diciembre, lugar celebrativo familiar, lugar donde Dios quiere ver verdaderamente completado en nosotros la obra que él viene desarrollando en lo que hace al cumplimiento de la etapa del camino que se cierra en este 2011.
La gracia que pedimos esta mañana para poder ser felices en el acto creyente de que Dios es capaz de llevar a término lo que él mismo comenzó. Claro que en el andar desde el comienzo del año hasta aquí, seguramente hemos ido intentando caminar siendo fieles a lo que Dios nos puso como desafíos por delante y un tropezón, un desaliento, un no haber acertado los caminos que nos hacen felices, nos puede haber demorado un poquito pero este tiempo es donde restauramos las expectativas y le pedimos a Dios que él nos haga ir hacia adelante , más allá de lo que pudimos con nuestro propio esfuerzo y con nuestras debilidades.
Queremos hacer un acto creyente en que Dios es el todopoderoso.
Él que todo lo puede es capaz de llevar a término lo que no pudimos nosotros, como dice Pablo, a pesar de querer hacer el bien, hago el mal, no hago el bien que quisiera, hago el mal que no quiero, porque somos contradictorios. Porque como dice Ignacio de Loyola, estamos divididos, somo como dos, tantas veces aparecemos fraccionados en nosotros mismos intentando ser lo que Dios nos pide nos sale ser lo que la naturaleza humana herida por el pecado nos invita a hacer y aspirando a la plenitud nos encontramos con los límites propios alcanzando solo algunos aspectos hasta donde dan nuestras fuerzas. Es allí donde el tiempo del adviento, el tiempo de la esperanza que nos lleva a ver el cumplimiento de la plenitud de nuestro ser, lo que no pudimos hacerlo por nosotros mismos, Dios el todopoderoso – si creemos en su poder – es capaz de hacerlo en medio nuestro.
Isabel cuando expresa: Feliz de tí por haber creído que se cumplirán las promesas que Dios puso en tu corazón, no hace otra cosa que leer lo que el anuncio del ángel ha dejado grabado en el corazón de María, a quien ella responde con absoluta certeza en la fe: hágase en mí lo que el Señor ha dicho. Cuando el cumplimiento de las promesas, la plenitud de la vida en el aquí y en el ahora de ver en pleno la obra que Dios está haciendo en nuestra propia familia, en nuestra propia historia, en la vida de los que amamos, cuando esas promesas llegan a término es que Dios puso su mano, y es allí donde se juega el desarrollo de la propia historia y de la historia de la humanidad, en dejar que el Señor sea el Señor de la historia.
En qué lugares de la historia personal Dios tiene que adquirir señorío. Muchas veces decimos, las cosas en el matrimonio no andan del todo bien… la pregunta sería: Quién está liderando el espacio del vínculo, cuántas veces el carácter, cuántas veces el capricho, cuántas veces el querer tener razón, cuántas veces un proyecto demasiado limitado en el ámbito de lo material o del confort, o del trabajo para un mejor bienestar y no siempre con la pregunta instalada en medio del vínculo, qué quiere el Señor de nosotros, qué quiere Jesús de nosotros, qué le pide Dios a nuestro matrimonio. Cuando señorea la vida matrimonial y Jesús se hace Señor en el vínculo de la vida matrimonial, todas las sombras que ocupan el corazón de este tiempo vincular se empiezan a disipar porque el misterio de la alianza en Cristo es verdaderamente el proyecto de llegar a ser no dos, sino el gran y misterioso proyecto de dos ser uno.
En el ámbito de la familia cuando las relaciones con los hijos se ven golpeadas por un mundo que tiene un código de valores diversos a los que nosotros intentamos inculcar, en los valores que creemos que son los que verdaderamente nos hacen ser mas y mejores personas, sentimos que se nos desvanecen las fuerzas y empezamos a no creer en lo que hemos hechos y a pensar que en algún punto nos hemos equivocado, no acertamos, que hay otro que se está llevando el trofeo en el corazón de los hijos con otros códigos de valores que están instalados según el mundo propone en el hedonismo, el materialismo, la sexualidad entendida bajo cualquier sentido y muchos vicios del sin sentido con que los jóvenes se encuentran hoy transitando el mundo sin saber a dónde van y entonces un poco de alcohol y algo de droga suele ser la respuesta al no saber por dónde ni para que, decimos entonces qué hicimos? A no ser que lo hecho hasta aquí, que se hizo con la mejor de las intenciones y en la búsqueda de los mejores valores con las herramientas que tuvimos, digamos una vez mas hoy, lo pongo en tus manos Señor y creo en que vos sos capaz de recibir esto mismo que intenté hacer en la educación de mis hijos para que en ese lugar con las semillas que planté, vos hagas crecer mi pequeña semilla de mostaza para que cubra todos los valores de la vida que vos propones en el corazón de aquellos que están llamados a ser plenos en vos, nuestros hijos, que te los confiamos y te los entregamos. Es en el señorío de Dios donde se instalan el cumplimiento de las promesas que el Señor tiene para con nosotros.
Cuando te preguntas, y al final Dios qué quiere de mi vida, cómo es que Dios se entrecruza en mi camino, qué es lo que espera de mí, Es tiempo de recuperar la espera, y no de cualquier manera sino en el lugar de María, la mujer de la esperanza nos invita a esperar. No esperar en algo que Dios nos dé, sino en Dios que nos da todo lo que nos hace falta para nuestra vida, que es distinto.
Ha llegado el tiempo de renovar la esperanza, no en algunos regalos que Dios pueda hacernos sino renovarla en él, el dueño de todos los dones y de todos los regalos, de los que nos hacen falta y de los que ni suponemos Dios está dispuesto a darnos si abrimos el corazón a él y le decimos, como María, que se haga tu querer y tu voluntad.
Con vos madre, reza la oración y nos abre a esta perspectiva de María señora y educadora de la esperanza.
Madre, ¡cómo me cuesta decirle sí al Señor!
Como cuesta decir sí más allá de las palabras,
Decir si con los hechos,
con actitudes, con gestos,… ¡con la vida!
Enseñame a esperar en el Señor,
a confiar en su palabra,
a dejarme guiar por su Espíritu,
a llenarnos de su buen amor y alegría
Enseñame a escuchar su voz,
en la realidad de todos los días,
en el sufrimiento de tantos,
en las ansias de liberación y cambio,
en la sed de justicia de las mayorías,
Enseñame a orar Madre
para discernir donde poner los esfuerzos
y descubrir mi lugar y misión
Enseñame a orar
para no desalentarme
en las dificultades y contratiempos.
María, camina cerquita mío,
acompañame madre buena,
fortalecé mi esperanza
para que sea el motor de mi entrega
el pozo donde beber para seguir,
el refugio donde descansar y retomar fuerzas.
Anudá mi esperanza
al proyecto del Padre.
Dame firmeza y hasta tozudez
para seguir adelante.
Llená mi corazón
de la esperanza que libera
para vivir el amor solidario.
Lo que se espera
se consigue con esfuerzo,
con trabajo y con la vida.
Me confío en tus manos
para que me hagas fuerte en la fe
comprometido en la solidaridad
y firme, muy firme
en la esperanza del Reino. Amén.
María en todo el tiempo de gestación, alumbramiento, educación, seguimiento y ofrenda de su hijo Jesús, fue madurando la experiencia de la salvación a favor de todos y en esto se hizo madre de la esperanza por ser madre del esperado.
El lugar donde aparece María actuando a favor de la espera es en el cenáculo de oración en Pentecostés, allí María está orando con los discípulos en plena comunión con ellos, después de la resurrección de Jesús, a la llegada de la espera del prometido, el Espíritu Santo. el que va a terminar por configurar el rostro de Jesús en el corazón mismo de la vida comunitaria. Nosotros cada vez que recorremos camino con María en la oración hacemos ese mismo andar, nos mantenemos a la espera unos con otros, pidiendo unos por otros el cumplimiento de las promesas del Señor para nuestra vida.
En este sentido ser familia de Radio María, en oración incesante del rosario, potencia en nosotros las capacidades de darle la bienvenida a aquel que viene a llevar a plenitud lo que nos ha prometido. Qué nos ha prometido el Señor, ser felices en Él.
¿Dónde maduró el corazón mariano que se ve tan claramente brillando en el cenáculo de Pentecostés? Ha madurado como maduran todas las obras de Dios al pie de la prueba y en la tribulación. Si hay un lugar donde se ha plasmado la fortaleza de la esperanza del corazón mariano ha sido al pie de la cruz, y es en ese lugar de tu dolor y de tu sufrimiento, de tu propia cruz, del peso que te toca llevar lo no deseado, lo no querido, pero que Dios te invita a aceptarlo de todo corazón, donde María se hace compañera de camino y te invita a esperar en medio del dolor, del sufrimiento, de la pena, a esperar en paciencia sabiendo que Dios va a actuar, va a hacerse presente, María que está brillando en esperanza en Pentecostés, ha plasmado en el dolor de la cruz, ese valor grande que hoy la sostiene orando con los discípulos a la espera del prometido.
Esta condición mariana de la Esperanza, expresada particularmente en su capacidad orante junto a los discípulos y junto a su pueblo, y la invitación que recibimos todos de María en este tiempo del Adviento de estar en vela junto a ella en la oración incesante. Orar con insistencia junto a otros para que verdaderamente Dios se haga presente, allí donde venimos un tanto demorados en el cumplimiento de las promesas que Dios nos tiene reservadas.
En el libro del Apocalipsis aparece una llave que nos abre a esta experiencia de ver cómo Dios adelanta los tiempos cuando en la oración nosotros maduramos en el Espíritu junto a otros el cumplimiento de las promesas del Señor.
Dice el texto del Apocalipsis "El Espíritu y la esposa oran diciendo Maranata, quiere decir ven Señor Jesús, el espíritu es el Espíritu Santo, la esposa es María , es la Iglesia, El Espíritu y la comunidad oran "Ven Señor Jesús", decir "Ven Señor Jesús" es invitarlo a que lleve a término el cumplimiento de su promesa, justamente desde ese lugar se alienta la esperanza.
De allí que es tan importante encontrar un espacio para permanecer en la oración junto a otros, con María – madre de la esperanza – nosotros en común haciéndonos eco de un montón de expectativas que hay en el corazón mismo del pueblo radio mariano, le decimos al Señor Maranata, Ven Señor Jesús.
Me despido hasta el lunes, todo se mueve ante la llegada del que esperamos, vamos a ir viendo aspectos distintos que generan el hecho de la presencia de Jesús.
Dios los bendiga.
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