28/08/2024 – Desde la ciudad cordobesa de Villa Allende, la cantante pampeana Lily Escu reflexionó sobre el texto de Lucas 1, 39 al 56, más conocido como el Magnificat, donde la joven María proclama con un cántico la grandeza del Señor al manifestarse el inicio de su plan salvífico. “Este canto de alegría brota de un corazón puro como el de la Madre y habla claramente de su vínculo con Dios. María canta de alegría, mientras las circunstancias que la rodeaban eran totalmente contradictorias; embarazada, comprometida, no casada, embarazada del Espíritu Santo. Nadie le iba a creer, pero claramente a ella eso no le importaba, la mirada de los hombres y sus consecuencias, no le importaba, solo le importaba la mirada de Dios. Dejó todo en manos de su Padre, se ocupó no solo de creer en Dios, sino de creerle a Él. Si lo que le ocurría era voluntad de Dios no podía más que cantar de alegría, porque Dios es amor, y en el amor todo está bien. Siempre todo esta bien para quien camina en el amor porque camina en Dios”, señaló Lily.
“María comprendió rápidamente su lugar y su misión. Nos enseña a no mirar tanto los beneficios recibidos de Dios, sino a Dios mismo. Es bueno alegrarse de los dones, siempre y cuando los pongamos al servicio de Dios. Ella es ejemplo de descentramiento. No se quedó procesando lo que le estaba pasando, sino que salió a servir, a acompañar a su prima, embarazada, caminando hacia la montaña, dejó el qué dirán y sus consecuencias en manos de Dios. Ella, no se quedó procesando lo que le ocurría, sino mientras procesaba, iba sirviendo. Y Dios se ocupó: Le habló a José en sueños “No temas en recibir a María en tu casa, porque el niño que lleva en su vientre es fruto del Espíritu Santo”. María nos enseña a reconocer nuestra fragilidad, nuestra pequeñez. A no mirarnos a nosotros mismos”, dijo la artista.