María nos enseña la gratuidad de la entrega

miércoles, 25 de febrero de 2009
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En aquellos días, se levantó María y se fue con prontitud a la región montañosa, a una ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel.

Y sucedió que, en cuanto oyó Isabel el saludo de María, saltó de gozo el niño en su seno, e Isabel quedó llena de Espíritu Santo; y exclamando con gran voz, dijo:  "Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu seno; y ¿de dónde a mí que la madre de mi Señor venga a mí”.

Lucas 1, 39 – 43

Sin duda Fátima y Lourdes han sido dos de las grandes manifestaciones de María en el que se repite aquel gesto de salir presurosa al encuentro de quien la necesita. En éste caso en Lourdes María sale al encuentro de los que están enfermos y en ese brotar de ese manantial de agua en aquel lugar, aquel paraje montañoso en Francia María regala la Gracia de la sanidad que es el corazón de su hijo, el traspasado por la lanza donde brota sangre y agua.

El sacramento de la sanidad, de la salvación que Dios nos ofrece. Lourdes sería como un símbolo, un signo real eficaz de la acción transformadora de Dios que brota del corazón de Jesús. María, la que visita a su pueblo en Lourdes, con la Gracia de la sanidad y que nos invita a nosotros a abrirnos a su presencia que nos visita nos regala una Gracia de generosa y alegre visita.

El título de nuestra catequesis hoy es María nos enseña la gratuidad de la entrega y el primer punto de hoy es María una presencia generosa y alegre.

Ella no entro a casa de Isabel con aire de mujer importante o quejándose por los kilómetros recorridos para llegar a la casa de su prima explicando las cosas que tuvo que acomodar antes de partir y así poder estar allí para el servicio anteponiendo una actitud que sutilmente ponía tensión en su persona más que el acontecimiento de Dios en su vida.

En realidad por el contrario María en su actitud alegre contagia y comunica con transparencia el centro de lo que está pasando. María se corre del eje central y pone o se deja llevar por la centralidad del acontecimiento de la encarnación que ha tomado su vida. Dios la ha visitado con su amor y con su misericordia haciéndola madre del redentor.

Es la centralidad del misterio de Dios en su vida la que le permite moverse con libertad en gratitud regalarle a Isabel y a cada uno de nosotros a quienes nos visita una presencia de Gracia que conmueve lo más profundo de nuestro ser.. Isabel la primera testigo de ésta conmoción interior generada por la presencia mariana que nos ofrece a Jesús: apenas oí tu saludo el niño saltó de alegría en mi seno.

La presencia de María en la vida de los creyentes es una presencia generosa, de gratuidad. Es el modo como Dios en su misericordia se comunicó con ella el poderoso ha hecho obras grandes por mi su misericordia ahora llega a sus fieles de generación en generación porque se ha detenido en el corazón de su servidora dice María.

Ella experimenta la misericordia de Dios por todos en su corazón y éste sentir profundo suyo de la generosidad y gratuidad de Dios misericordioso le desborda el alma y por eso María se comunica en alegría y en servicio a quien la necesita en éste día de hoy particularmente a las personas enfermas. María sale al encuentro también a través de la radio a los que están postrados, a los que se sienten solos, a los que perciben que su vida está herida por alguna sensación de depresión, de sin sentido.

María descubre un camino de alegría en la fe al modo como ella se vincula al amor generoso y gratuito de Dios felíz de ti por haber creído que se cumplirá lo que se te fue anunciado por parte del Señor. Que esa felicidad mariana de visita suya en gratuidad por la misericordia de Dios nos alegre también a nosotros el corazón en el momento que necesitamos de esa presencia para superar los dolores que trae aquejada la enfermedad cualquiera sea ésta, física o psíquica o también espiritual.

Que el Señor nos regale en María hoy una presencia de consuelo y de paz con su visita como lo hizo con Isabel. María trae una presencia de Dios generosa y alegre. El signo de la presencia mariana en el corazón de la vida es la alegría y la misma generosidad por parte de nosotros.

El segundo punto de nuestro encuentro es María una presencia servicial y alegre. María comunica la capacidad de donarse en gratuidad en el servicio. No es una declamación de principios lo que ella hace sino una demostración concreta en un gesto concreto. En éste caso particular el elocuente gesto de entrega y servicio a su prima Isabel. A esto se llegó María a la casa de Isabel para servirla y servirla con humildad.

El servicio alegre nace de un corazón que se dona en la confianza sin esperar nada a cambio. Es desde éste corazón incontaminado de egoísmo, el corazón mariano, desde donde somos nosotros formados para donar y donarnos sin que lo entregado suponga la expectativa de recibir algo a cambio.

Cuando nosotros nos entregamos y nos donamos en éste sentido la donación que hacemos de nuestro ser y de lo que entregamos es con alegría. Cuando la entrega que hacemos es una entrega en expectativa a recibir algo a cambio la alegría al menos si no termina a desaparecer se opaca podríamos decir. La entrega generosa desinteresada es la entrega acompañada por éste don de la alegría, del gozo.

María fijate cuando llega a la casa de Isabel lo que despierta: salta de gozo el niño en el seno de Isabel. Isabel misma se la percibe en éste sentido también a ella gozosa y alegre y declara cual es el modo en que recibe a María en su casa cómo el ambiente se llena de esa alegría María lo testifica a través del canto del Magníficat.

Todo es alegría. Hay un motor que genera ésta alegría: es la generosidad de su entrega sin reservas y sin esperar nada a cambio porque Dios ha encontrado un corazón donde poder ofrecerse a si mismo en el estilo propio que Dios tiene para ofrecerse hacia dentro del misterio trinitario es decir donde las personas se dan el Padre Hijo y Espíritu Santo a si mismo todas eternamente dándose y recibiéndose mutuamente sin ningún tipo de obstáculo en el modo de ser de entrega de una para con otra.

Esto es amor. Por eso cuando hablamos de entrega generosa y servicial, la de María, entrega alegre, estamos hablando de una entrega al modo y al estilo de Dios en un ser humano. En María en éste caso. Este modo y éste estilo mariano lo quiere Dios para nuestro modo de convivencia y en ese sentido Maria se transforma en una educadora y en 1 modelo de entrega que la hace como bien decimos nosotros en las letanías marianas: la puerta del cielo.

El cielo es gozo y alegría. Gozo, paz y justicia dice Pablo hablando de que se tata éste Reino de los cielos que habla Jesús. Esta presencia de gozo y alegría que es el cielo la tiene a María como su puerta es decir es desde donde se nos abre el gozo la paz y la alegría en su plenitud. En éste sentido María es un lugar por donde Dios nos quiere conducir para regalarnos ésta condición en la que Dos nos quiere habitualmente viviendo. Dios no nos quiere de vez en cuando gozosos, alegres.

Dios nos quiere siempre en esa actitud. Dios quiere que nuestro estado habitual de vida sea el gozo, la paz y la alegría. A ese estado le llamamos desde la perspectiva de la espiritualidad consolación, el consuelo interior es el modo como Dios nos quiere viviendo y María en ese sentido se presenta como una puerta que se nos abre para encontrarnos con ésta dimensión. Con ésta perspectiva de estado interior que Dios nos quiere viviendo.

El modo como María lo hace a esto es el servicio y entonces con esto Dios nos está diciendo que la puerta de la plenitud y del gozo, de la alegría a nosotros se nos abre cuando entramos en ésta dinámica de servicio pero no de cualquier servicio sino de un servicio alegre y concreto.

María no va con el discurso: soy la madre del Señor vengo a presentarme a vos a partir de lo que el Ángel me ha dicho que sorpresivamente me visito El me visitó en mi casa y de repente me envolvió con la Gracia del Espíritu Santo para regalarme ésta condición de ser madre de Dios . María está en estado de oscuridad por presencia en exceso de luz. Por eso para ella no hay discurso. Solo hay modos de traducir lo que está pasando y encuentra en el servicio el modo de hacerlo porque éste es el hijo de Dios. Por eso para ella no hay discurso solo hay modo de traducir lo que está pasando y encuentra en el servicio el modo de hacerlo porque este éste es el estilo de Dios.

El estilo de Dios es la entrega y la ofrenda y la entrega y la ofrenda sin miramientos. Esto es lo que la hace alegre y permite que el ambiente que María visita se llene de gozo y alegría. Así nos quiere el Señor a nosotros también y por eso particularmente a los enfermos hoy les llega éste mensaje.

El mensaje mariano de Lourdes es un mensaje de gozo y alegría porque es ofrenda de Dios en la presencia de la madre que nos visita y esa visita suya quiere llenar tu ambiente de una esperanza nueva también en medio del dolor y tal vez en la parte terminal de tu dolor del cual sos conciente que tu dolor y enfermedad es un dolor y enfermedad terminal.

Sin embargo también en esa situación se puede estar en gozo, paz y alegría Ayer visitábamos a 1 viejita de 95 años y nos decía postrada en la cama hace 4 años decía estoy esperando que el Señor me busque pero no lo decía con pena como quien llora la existencia sino como quien espera alegre. Se puede estar en la etapa final de la vida también con un espíritu de gozo y de paz y de alegría. Su rostro era luminoso, su pulcritud en la camita.

Todo su cuerpo brillaba por el cuidado de su persona. Se notaba que era una abuela llena de Dios y entregada a Dios. Una presencia de María es una presencia que tiene éstas características de entrega, ofrenda, abandono en Dios y de la alegría que nace de una fe renovada y en éste sentido la presencia de María que nos visita, ella que ha sido visitada por Dios es una presencia que nos renueva en la fe.

Todas las manifestaciones marianas son para renovar la fe de su pueblo de Dios que se renueva viéndola a ella ofrecida y entregada pero no viéndola como algo que está fuera de nosotros mismos sino dejando que esa presencia suya nos contagie el corazón y el alma y nos impulse de hecho a nosotros también decir que se cumpla en mi lo que has dicho y ponernos en marcha para hacer de la dinámica de Dios que es entrega y servicio nuestro modo y nuestro estilo. Cuando es así el corazón se llena de alegría.

El tercer punto es María nos educa desde la gratuidad de su amor

Es la madre del Salvador de la que estamos hablando. Nadie ha recibido de parte de Dios una presencia tal que el mismo Dios toma su carne para desde ahí nacer para los hombres. Es única ésta presencia. Ahora el que era hijo de Dios gracias al si de María su entrega, su ofrenda se hace hijo del hombre.

Este es el motivo por el cual María sale presurosa. Es la grandeza del amor de Dios. Así es el corazón de María. Un corazón desbordante, generoso. La generosidad del corazón de María nace de la del amor de Dios que ha ganado su corazón. Ella entregada en un si incondicional al querer de Dios vive ésta dimensión del Dios que es siempre más y que la hace ir hasta su prima no porque haya elegido con esfuerzos aunque haya tenido que hacer esfuerzos por llegar sino porque ha sido movida por ésta sobreabundancia de amor que la hace salir presurosa de si misma.

En éste sentido María no es la mujer del intimismo. No se encierra en si misma. Es la mujer de la entrega, de la ofrenda generosa y sin límites que la hace ir siempre un poco más allá. Su partida rápida a la casa de Isabel corresponde a ésta lógica incomprensible del amor que la habita interiormente. María nos enseña que los más grandes regalos del amor de Dios  se los disfruta desde el compartir sencillo y humilde en el servicio. Un gran regalo que Dios nos hace no es para que nos quedemos en nosotros mismos. Es para vivirlo como Dios vive el amor en entrega y ofrenda. En éste sentido María es educadora.

Nos educa en la gratuidad del amor de Dios. La sencillez y la humildad crecen en el amor que se dona en gratuidad y nos protegen de dos grandes males de la espiritualidad el intimismo que nos encierra individualmente en un vínculo con Dios donde nadie penetra que espiritualiza la vida interior y de la imposición del misterio de Dios por la fuerza que es como la cara contraria.

Por un lado nos guardamos todo Dios para nosotros mismos  o la contra cara de esto el misterio de Dios impuesto por la fuerza. Como tengo tan claro que Dios quiere el camino de la salvación lo impongo. María no obra ni de una manera ni de otra porque el amor gratuito que se dona en el servicio es un amor muy sencillo, muy suave en algún punto pero muy penetrante como es la obra del Espíritu. El Espíritu no violenta a la persona tampoco la encierra en si misma.

El Espíritu de Dios tiene ésta capacidad de una brisa suave penetrar siempre como hacia delante como el viento. Así es el estilo mariano de la oración. En ese sentido María es educadora de nuestro corazón. María es pedagoga en gratuidad de amor y lo hace de una manera muy simple y muy concreta y esto se traduce en el servicio. El servicio es una escuela que educa el corazón y María en ese sentido nos invita a vivir en y para el servicio

El momento crucial de la vida de Jesús le hace expresar como modo más suyo de ser el servicio esto es porque ha sido educado en el servicio Jesús. Jesús ha aprendido del corazón de María esto. María nos educa también a nosotros en ese sentido.