24/12/18.- Que la Navidad sea nacimiento de Jesús en el ámbito de la vida familiar y de nuestra sociedad. Que podamos vivir el don de la paz, y de la alegría fundante, para comenzar a conquistar el mundo nuevo, que en Cristo, se nos regala.
Lc. 2,1-14
María hoy nos regala la presencia de su hijo, que ha colmado todo su ser y está en su vientre, para ofrecerlo especialmente en este tiempo en el que se aproxima la Navidad, en un nuevo nacimiento para cada uno de nosotros y para el mundo entero. María nos ofrece al Príncipe, al Rey de la Paz.
María conduce al Pueblo de Dios, con su guía maternal, sencilla, humilde, siempre laboriosa, casera y cercana, por el camino de la Paz. Ella hace eco en su corazón de aquel que vendrá a comunicarnos el don de la paz, de aquel que vendrá a guiar nuestros pasos por el camino de la paz.
Navidad acontecerá si nosotros disponemos el corazón y la familia se abre a darle la bienvenida al niño que busca un lugar dónde ser cobijado.
El auténtico fundamento de la alegría de la Navidad estriba en el hecho de que el Verbo eterno, imagen perfecta del Padre se ha hecho “carne”, niño frágil solidario con los hombres débiles y mortales. En Jesús, Dios mismo se ha acercado y permanece con nosotros, como don incomparable que es preciso acoger con humildad en nuestra vida.
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