El Matrimonio Cristiano: Alianza Sagrada y Camino de Santidad

viernes, 16 de agosto de 2024
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En el Evangelio según San Mateo (19, 3-12), Jesús nos confronta con una verdad profunda sobre el matrimonio, respondiendo a la pregunta de los fariseos sobre el divorcio. Jesús reafirma el diseño original de Dios para el matrimonio: una unión indisoluble entre un hombre y una mujer, un reflejo de la Alianza divina.

Desde el principio, Dios estableció alianzas con la humanidad, culminando en la nueva y definitiva alianza en Jesucristo. Cada una de estas alianzas prefigura la unidad y la indisolubilidad del matrimonio cristiano. El matrimonio no es simplemente una institución social o un remedio para la debilidad humana, sino una vocación a la santidad, una auténtica vocación sobrenatural que nos invita a vivir en comunión con Cristo.

El sacramento del matrimonio es una alianza sagrada, un reflejo del amor divino en el que esposo, esposa y Cristo forman una unidad indestructible. Este compromiso, sellado ante Dios, es una manifestación de la libertad y una promesa de fidelidad en toda circunstancia: en la prosperidad y la adversidad, en la salud y la enfermedad.

La Iglesia, en su sabiduría, resalta la importancia de la presencia de Jesús en las bodas de Caná como confirmación de la bondad del matrimonio. El matrimonio cristiano, en este sentido, es una alianza que invita a los esposos a santificarse mutuamente, a vivir en un constante camino de santificación, apoyados por la gracia sacramental.

El matrimonio es, por tanto, una vocación a vivir y reflejar el amor de Cristo, un compromiso que, lejos de limitar nuestra libertad, la plenifica al orientar nuestra vida hacia el amor verdadero y la santidad. En cada gesto, en cada promesa, el matrimonio cristiano nos llama a ser testigos del amor divino, un amor que perdura y trasciende.