Mensaje del Cardenal Ángel Sixto Rossi a los periodistas y comunicadores

viernes, 25 de julio de 2025

25/07/2025 – En un encuentro reciente con periodistas y comunicadores, el Cardenal Ángel Sixto Rossi, Arzobispo de Córdoba, ofreció una reflexión sobre los desafíos y el propósito fundamental de la comunicación en la actualidad. Sus palabras, en el marco del Jubileo de los Periodistas, resonaron en un contexto donde la profesión se enfrenta a múltiples presiones. Ante la tentación de la desesperanza, y comprendiendo el «cascoteo» que a menudo afecta a quienes ejercen el periodismo, el Cardenal Rossi hizo hincapié en el poder de la esperanza. Invitó a «esperar juntos», concibiendo la esperanza como un proyecto inherentemente comunitario que exige una comunicación atenta, reflexiva y capaz de abrir caminos de diálogo.

«Los animo, por tanto, a descubrir y a contar las numerosas historias de bien escondidas entre los pliegues de la crónica; a imitar a los buscadores de oro, que tamizan incansablemente la arena en busca de la minúscula pepita», expresó. Subrayó la importancia de encontrar y dar a conocer estas «semillas de esperanza», ya que ayudan al mundo a ser «un poco menos sordo al grito de los últimos, un poco menos indiferente, un poco menos cerrado». Su mensaje fue claro: debemos saber encontrar siempre los destellos de bien que nos permiten esperar, incluso en medio de las adversidades. En un mundo cada vez más dominado por la tecnología y los algoritmos, el Cardenal Rossi alertó sobre el riesgo de «tecnocratizar» la profesión y perder la esencia humana. Su llamado fue rotundo: «No olvidar el corazón«.

Invitó a los periodistas y comunicadores a cuidar su corazón, a evitar que se endurezca. Esto implica, según sus palabras, «ser mansos y no olvidar nunca el rostro del otro». Recorrió ejemplos históricos citando al Cardenal Radcliffe, desde San Maximiliano Kolbe en Auschwitz hasta Alexie Navalny y Nelson Mandela, para ilustrar cómo los regímenes tiránicos buscan borrar nombres y rostros, despojando a las personas de su identidad y poder. «Una sociedad que sacrifica el ‘culto del rostro’ es una sociedad que convierte en esclavos», afirmó, recordando que en la antigüedad griega al esclavo se le llamaba «aprosopos», «el que no tiene rostro».

Nuestro servicio, remarcó, debe «emprender una aventura fascinante: evitar que el hombre importe menos que las cosas o las ideas, o las estadísticas, o los números». Instó a hablar «al corazón de las mujeres y los hombres a cuyo servicio está dirigido su trabajo», a no permitir que las reacciones instintivas guíen la comunicación. Es fundamental, dijo, practicar una comunicación que «sepa sanar las heridas de nuestra humanidad» y dar espacio a la confianza del corazón, esa flor frágil pero resistente que florece en los lugares más impensados, como la esperanza de madres, padres migrantes o niños en medio de conflictos. El Cardenal Rossi animó a ser «testigos y promotores de una comunicación no hostil, que difunda una cultura del cuidado, que construya puentes y atraviese los muros visibles e invisibles de nuestro tiempo». En sus propias palabras, debemos ser «constructores de puentes, no voladores de puentes«, contando historias llenas de esperanza y escribiendo juntos la historia de nuestro futuro.

Finalmente, el Cardenal Rossi abordó la crucial cuestión de la verdad y la violencia en el uso de las palabras. Reflexionó sobre cómo se ha naturalizado el «canibalismo» verbal y la costumbre de hablar mal de los demás, un comportamiento que calificó como «el pecado de los cobardes» y «la consolación de los mediocres». Enfatizó la necesidad de no usar las palabras para «combatir, aplastar, humillar, ofender». Por el contrario, nos instó a utilizarlas para «animar, curar heridas, deshacer el hielo que aprisiona a tantas existencias, para buscar un sendero de acceso a soledades desesperadas, desclavar puertas cerradas, echar una mano a alguien que ya no puede más».

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