Miedo al ridículo

lunes, 23 de agosto de 2010
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Dices que no puedes volar, que no tienes alas y que sin alas no se puede volar
dices que la noche cayó y en la oscuridad no se puede volar
Dices que el invierno llegó y cuando cae la nieve es imposible no se puede volar
dices que se acerca un ciclón y con tanto viento no puedes volar
Buscas un refugio y te vas lejos de la realidad
tienes una excusa para todo y todo se congela…

SUBE A LA CIMA DE TUS MIEDOS , PIENSA FUERTE EN UN DESEO Y LO VAS A LOGRAR
SOLO IMAGINA QUE SE PUEDE , LO QUE QUIERES TE SUCEDE SI LO CREES DE VERDAD

Dices que no puedes andar , que el camino es duro y que te cansas y que mañana podrás
Qué dirás mañana y después cuando de verdad ya no puedas volar
Deja ya de ser tu rival , entrégate a la libertad
abre bien las alas y aprovecha el viento , es tu momento
Rompe las cadenas del temor . Eres amo y señor del futuro que en tus manos está
Toma por vivido lo soñado y por pasado lo pasado y comienza a volar. Alberto Plaza

 

            Los miedos siempre tienen argumentos sensatos

            Los miedos nos habitan, y rescatamos este instinto básico de supervivencia que se despliega naturalmente y que nos protege en nuestra integridad física y en nuestra integridad como seres humanos y también protegen nuestra alma cuando hay una amenaza que pone en juego estas cosas. En este sentido, los miedos son como ‘radares’ que nos orientan en nuestro viaje. Solo que paradójicamente muchos autores están hablando de que vivimos una ‘era del miedo’ en una etapa donde comparativamente la humanidad nunca ha alcanzado tantas seguridades en algunos aspectos –desde el punto de vista de la tecnología, de la previsión, desde lo jurídico, etc-. No vivimos como hace cientos de años amenazados por distintas fuerzas como puede ser la misma anarquía, la fuerza de los más poderosos, de la tiranía, la fuerza de ciertos fenómenos naturales que se pueden controlar o prever.

            Desde mi punto de vista, tantas seguridades hasta ahogan nuestra autonomía, nuestra libertad, nuestra creatividad y nos han vuelto esclavos de nuestras seguridades. Quizá no tengamos miedos a morirnos pero tampoco sabemos ya correr riesgos.        Esto es un aspecto de los miedos.              Pero el miedo se ha tornado un instinto casi permanente que adquiere en algunos casos niveles fóbicos o de ataques de pánico, o situaciones paralizantes.

            El miedo no existe en sí mismo, sino en relación a algo: a la muerte, a los accidentes, a la pérdida del trabajo, a otra persona, a alguna relación interpersonal, a ciertas reacciones psicológicas de personas con quienes convivimos. Miedo a que nos dejen de querer, a la fealdad… a tantas cosas. Y cuando un miedo se va, aparece otro. Y por eso erigimos tantos muros protectores que ni siquiera somos concientes de todos los mecanismos defensivos internos o externos que tenemos y vivimos en marcha desde esos aparatos. Muchos de ellos también son ideológicos, es decir: construimos una representación del mundo, y cualquier cosa que modifique, altere esa representación, certeza, seguridad, nos ponemos muy mal. Y ese es un síntoma por el cual nos podemos dar cuenta de cuándo estamos parapetados detrás de un esquema mental: cuando sentimos bronca, angustia, miedo, enojo en vez de tornarnos flexibles a lo novedoso. Inmediatamente sacamos nuestra ‘artillería mental’ argumentativa y disparamos con munición gruesa frente a algo que quizá decimos por qué nos enoja tanto.

            Podemos detectar nuestros miedos cuando nos encontramos con personas que nos suscitan mucha bronca o mucho enojo, y objetivamente no nos están amenazando de ninguna manera: es simplemente su modo de ser, su modo de actuar, algunos gestos, algunas actitudes. Es buen momento ese para preguntarnos ¿qué me está pasando? ¿por qué estos gestos, que no tienen su blanco puesto en mi me molestan tanto? ¿por qué hay ideas que nos enojan tanto, incluso ideas que nadie está haciendo explícitas y sin embargo nosotros las vemos, las olfateamos subjetivamente pensando que están allí latentes como acechándonos, y entonces inmediatamente –también subjetivamente- disparo toda mi artillería pesada contra esa sugerencia, contra esa atmósfera?

            Todo eso me puede estar dando una pista de que estoy a la defensiva, y si estoy a la defensiva, si me molesto más de la cuenta, probablemente haya algún miedo escondido detrás. Entonces: percibimos nuestros miedos no siempre cuando temblamos, cuando nos angustiamos, cuando nos paralizamos, sino también cuando ponemos más énfasis de la cuenta en un debate, una discusión, en la visión que tenemos sobre las cosas, en el juicio que hacemos sobre las personas, cuando algo o alguien nos suscita una fuerza desmesurada de oposición.

                También es señal de miedo el estar aferrados rígidamente a algo –a una relación, a una posición social-. A veces son opciones de vida: anticipándose a una situación de pérdida de una situación social, o de un sistema de ideas, o a determinadas ambiciones que no siempre son materiales, ante la sola posibilidad de perder esas ‘muletas’, hay quienes deciden quitarse la vida, porque la vida vale para ellos menos que eso que posiblemente pierdan.

 

ES POR TI QUE YO CANTO

Amaury Gutierrez

Hay un miedo en ti, hay un miedo en ti constantemente
Es miedo a vivir, es miedo a decir lo que piensa tu mente
Hay un miedo en ti que no te deja mirar de frente
Es miedo a vivir Es miedo a sentir Miedo a tanta gente

Di lo que piensas Di lo que sueñas
Di lo que hay en tu fuego interior  y no te arrepientas
Di tus razones Tus ilusiones
Anda dejar sentir y se mucho de ti en otros corazones
Deja salir tu otro yo aunque te asombres
deja salir el verdadero amor que escondes

           

Habíamos hablado ya del miedo a lo nuevo, y cómo había reaccionado José, los Magos y Herodes ante la novedad que traía Jesús que nacía: Jesús traía algo nuevo que rompía estructuras y esquemas. A cada uno le supuso una pérdida: a los magos salir de su tierra, a Herodes una amenaza de pérdida de poder. Cada uno tiene una manera diferente de reaccionar ante lo nuevo-

 

            HOY VAMOS A HABLAR DEL MIEDO AL RIDÍCULO

           

El miedo al ridículo que habita en nosotros es muchas veces nombrado como ‘vergüenza’. Es un miedo que incluso nos puede llegar a paralizar, y a veces puede ponernos iracundos, es decir, nos enoja. ¿En qué consiste? En miedo a que se rían de nuestras palabras como torpes, toscas, a que nos digan que somos patéticos, miedo a equivocarnos o enredarnos cuando hablamos en público o cuando tenemos que defendernos ante un tribunal… En realidad tiene que ver con el miedo a perder el honor, del que se habla muy poco pero que está al rojo vivo todo el tiempo.

En el ámbito juvenil es donde menos se habla del honor, y sin embargo es donde más se defiende. Es más: podemos ver cómo continuamente provocan la agresión porque sí, sin motivo, no saben explicarlo, y es porque sienten amenazado ese honor, y quieren defenderlo a priori. El honor sería la estima social, o del grupo, de la patota, de la barra. Las miradas que mi grupo de pertenencia tiene sobre mí. Y esto da cuenta de que hay un ‘cuerpo social’ que vale mucho más que el propio cuerpo físico, sobre todo para los jóvenes. Prefieren soportar la herida de un navajazo-es más, hasta pueden llegar a exhibirlo con orgullo-, pueden correr riesgos o soportar la amenaza de muerte, pero no van a poner en riesgo el honor, es decir, ese otro cuerpo que los acompaña continuamente que es el cuerpo de la estima social.

Revisemos en nuestros grupos, nuestros entornos, hasta qué punto sentimos miedo a perder el honor frente a una murmuración, un chisme. Es serio. Esto lastima mucho. Piensen los que son chismosos en las heridas que esto provoca.

Creo que lo que le ha permitido al hombre primitivo sobrevivir ante tantas amenazas, más que la inteligencia y la razón ha sido la cooperación mutua: el hecho de contar con otros, y la fortaleza que ha adquirido desde el abrazo, la contención, el respaldo, el apoyo del otro.

El hombre tiene necesidad de estar ‘bien parado’ frente al otro, estimado. Y por supuesto, esto tiene como correlato el ser desestimado o ridiculizado frente al otro. Es inherente a nosotros, que somos seres sociales por muy individualista que sea la sociedad en que vivimos. El alma familiar hace lo que sea para incluir al excluido, porque hasta hace poco ser excluido de la familia era morir. Los círculos eran muy cerrados y excluir a alguien era muy serio. Hoy tal vez no estén tan en riesgo la sobrevivencia quizá por las seguridades jurídicas y los derechos humanos adquiridos, pero en verdad hay personas que son muertas en vida cuando son excluidas del afecto, el apoyo, la solidaridad. Están muertos por dentro. Su alma ha perdido el aliento del gusto por vivir porque dependemos mucho los unos de los otros.

La vergüenza tiene un significado positivo, porque quiere protegernos de que otro, desde afuera, penetre en nuestro ámbito más íntimo y nos ‘desnude’. Cuando en la Biblia, en el Génesis se relata que Adán y Eva se vieron desnudos, en realidad está diciendo ‘sintieron vergüenza’, pero no vergüenza por la desnudez física, sino que la mirada del otro comenzó a ser amenazante. Se perdió la confianza. En la mirada del otro apareció el brillo de lo hiriente, la posibilidad de lo impertinente, la posibilidad de la herida. Hermosa metáfora: la desnudez.

Los estudiosos de los sueños, dicen que soñar que estamos desnudos y sentir una horrible vergüenza ante la mirada de los demás, es universalmente uno de los sueños más frecuentes (el segundo, después del sueño de volar). Esto es muy profundo: este querer cubrirnos de la mirada de los demás, de la opinión, del juicio de los demás. Y tenemos necesidad de estar ‘vestidos’ para el otro. No queremos que nos pongan en evidencia, y esto puede manifestarse en muchos aspectos. Esto es muy natural, muy primario, muy instintivo en el hombre.

 

La mayor vergüenza es el abuso de nuestra confianza. Pero también podemos sentirnos avergonzados cuando hay demasiada atención hacia nosotros: si estamos en el centro de las atenciones, nos sentimos muy expuestos y tenemos miedos.

Hay un psicoanalista judío que habla de ‘¡la máscara de la vergüenza’ y dice: hay tres tipos de vergüenza: el estado depresivo de vergüenza, es decir, el exceso de timidez; el miedo a la vergüenza, y la actitud de vergüenza protectora –que sería el más equilibrado de estos estados.

No queremos que los demás vean nuestras reacciones cuando por ejemplo nos ponemos colorados, o sudamos, o cuando aparece una manifestación de nuestra vergüenza.

 

Clavo mi remo en el agua Llevo tu remo en el mío, Creo que he visto una luz al otro lado del río

El día le irá pudiendo poco a poco al frío. Creo que he visto una luz al otro lado del río

Sobre todo creo que no todo está perdido. Tanta lágrima, tanta lágrima y yo, soy un vaso vacío

Oigo una voz que me llama casi un suspiro. Rema, rema, rema-a Rema, rema, rema-a

 

En esta orilla del mundo lo que no es presa es baldío. Creo que he visto una luz al otro lado del río

Yo muy serio voy remando muy adentro sonrío. Creo que he visto una luz al otro lado del río

Sobre todo creo que no todo está perdido. Tanta lágrima, tanta lágrima y yo, soy un vaso vacío

Oigo una voz que me llama casi un suspiro Rema, rema, rema-a Rema, rema, rema-a

 

 

               El miedo al deshonor, a la exclusión, a la crítica, a bajar del pedestal de la estima de los demás, nos llevan a invertir gran cantidad de energía. Y Jesús tiene unas palabritas muy interesantes para este tipo de temores. Cuando Jesús se dirige a los Apóstoles y sabe que los envía entre otras cosas a expulsar demonios, curar leprosos, sabe también que los envía también como a ‘corderos en medio de lobos’, es decir, sabe que los envía con un mensaje provocador, tan fuertemente inclusivo que no iba a agradar a nadie, un mensaje que moviliza los cimientos mismos de todo el aparato social y la cultura vigente en su tiempo. Y entre las cosas que sabe que le van a pasar cuando los envía, es que sabe que los van a entregar, a denunciar, a llevar presos. Y les dice: “Cuando los entreguen, no se preocupen de cómo van a hablar o qué van a decir. Lo que deban decir se les dará a conocer en ese momento, porque no serán ustedes los que hablarán, sino el Espíritu del padre que hablará en ustedes (Mt 10,19)

               Siempre pasaremos por algún ‘tribunal’ que nos examinará: siempre habrá una palabra crítica, una mirada desafiante, alguien que nos critique, en definitiva: siempre habrá alguien que nos ‘desnude’.

               Y Jesús nos dice “no se preocupen” de cómo se van a defender, de cómo se van a cubrir, de lo que van a decir o cómo van a hablar. Es decir. No se preocupen tanto por atrincherarse y preparar armas.

               Aquí se abordan dos aspectos del miedo, y es muy interesante analizar en esta clave este texto de Jesús.

               La posición que adopta Jesús frente a los fariseos, escribas y sacerdotes, es decir, al poder político-religioso –que por aquel entonces eran juntos-. Imaginemos lo que significan esos dos poderes juntos. Por ejemplo, cuando una persona hoy va a un tribunal, a un juez con un litigio (bienes, tenencia de los hijos, etc), por el camino, tiembla. Porque un juez, un tercero, toma decisiones en situaciones muy caras para nosotros. Es decir, uno tiembla ante el poder que tiene otra persona, porque carece de posibilidades, de recursos para retener o adquirir lo que necesito, o para defender una causa.

               La sensación psicológica que invade a una persona cuando está frente a un poder muy grande que tiene la facultad de quitarle incluso hasta la vida misma, no puede ser otra que de miedo. Y ese poder no necesariamente debe ser un tribunal. Puede ser por ejemplo estar frente a un violento, o a un jefe, etc.

 

               En tiempo de Jesús, la sentencia de un poder religioso –que era también político- tenía un valor de exclusión de la sociedad y al mismo tiempo de maldición. Era algo que atravesaba toda la existencia de la persona. En Jesús no se dio ante esto la violencia, la agresión. Sí por momentos el enojo. Pero por momentos es dulce, les tiende la mano para enseñarles, para incluirlos. Es maravillosa su actitud por su autonomía, por su libertad, por su dignidad.

               Podríamos objetar: sí, porque era el Hijo de Dios. Pero El nos dibuja el perfil de la plenitud humana. Y si sacamos las cosas extraordinarias –que también son para nosotros-, en cuanto a las actitudes, a la personalidad, al modo de desenvolverse, a la libertad profunda que este Hombre tenía mientras transitaba por esta tierra, este es un modelo alcanzable para todos nosotros. Desde ese lugar ¿qué nos recomienda?

               Jesús nos recomienda que frente a los demás no nos sintamos obligados a justificar nuestra conducta, ni tampoco invirtamos tanta energía en defendernos de los reproches de los otros. El habla a los discípulos, da por sentado que terminarán frente a un tribunal porque es conciente de lo subversivo, de lo incómodo, lo desestructurante de su mensaje, y sin embargo pide que no se preocupen por lo que van a decir. Está queriendo expresar una actitud muy vigente aún para nosotros. Cuando estamos tironeados, como si estuviéramos frente a un tribunal, lo que tendemos a hacer es a justificarnos y defendernos. Y cuanto más nos justificamos y defendemos, más entramos en desventaja. Eso es lo que la sociedad argentina les viene diciendo a los partidos políticos en general, y sin embargo ‘no les baja la fiche’. Si analizamos a cualquier político con micrófono en mano, los discursos son siempre defensivos, y los que los escuchan, cada vez menos confianza les tienen. Y no porque lo que digan no sea cierto (esa es tarea de cada uno: diferenciar la estrategia que ellos usan desde el miedo o desde lo defensivo, de lo que es la verdad y lo que es la realidad). No solo los políticos tienen este tipo de discurso defensivo, y los oyentes notan esta estrategia defensiva que está marcada por el miedo. Y la defensa nos va enredando cada vez más como un pájaro que quiere liberarse de una red, cuanto más se mueve, más se enreda.

               Jesús recomienda lo contrario: ‘no te preocupes’ por lo que piensen los demás, no prepares justificaciones detalladas, no ensayes comportamientos meticulosos. Confía en aquello que se te ocurre en el momento. Podemos ser quienes somos, porque en nosotros habita Dios. Expresemos, sabia, sencilla, espontáneamente, lo que se forma en nuestro corazón.

 

               Tenemos en la historia ejemplos grandes, como el que recordamos todos los 1º de mayo con “los mártires de Chicago”. Cuando en la revolución de los trabajadores les leen la sentencia a los condenados a la horca, hay firmeza en algún rostro, oración en otro, orgullo en otros. Y segundos antes de ser estrangulados, uno de ellos grita “la voz que vais a sofocar será más poderosa en el futuro que cuantas palabras pudiera yo decir ahora”

               Para que no creamos que es solo un privilegio de los apóstoles, pongamos atención en la actitud de estos hombres: es un privilegio de quien se pone al día con su propio corazón, del que hace las paces con sus propias causas, del que acepta las consecuencias de amar o defender una causa. Y al mismo tiempo, ese aspecto visionario, – “la voz que vais a sofocar será más poderosa en el futuro que cuantas palabras pudiera yo decir ahora”- totalmente cumplido: al poco tiempo se proclamó la jornada laboral de 8 hs.

 

              

               Este segundo aspecto del miedo que jesús deja entreverar en sus palabras es justamente el miedo no solo al ridículo sino a que nos lastimen. El nos dice ‘no tengan miedo a los que pueden matar el cuerpo sino a los que pueden mandarlo a la gehena’. Si tomamos la gehena, el infierno, como símbolo del fracaso de una existencia, o si el fracaso es el infierno, pensemos ¿a quién hay que temer? La respuesta: no temer a quien tiene el poder de quitarme la vida, sino a quien tiene el poder de hacer que mi vida fracase.

               Si tengo miedo al ridículo, le estoy dando poder al otro sobre mi, y en ese sentido, mi sentimiento de autoestima o de la estima que tengo por mi causa o mi verdad, depende del otro. Una cosa es ser prudente, ver cuál estrategia es la que me sirve para hacer valer una verdad tratando de que todos me acompañen y que todos tengan la posibilidad de escucharla, y otra cosa es callarse por miedo al poder que el otro tiene sobre mi o por miedo a lo que el otro piense sobre mi, o miedo a lo que el otro pueda hacerme. Le estoy dando poder sobre mi. Se convierte en mi gobernador.

               Es indudable que estos mártires de Chicago fueron ejecutados por quienes tuvieron poder sobre ellos. Pero también es indudable que en sus expresiones, sus actitudes, sus rostros, a todo el mundo le quedó claro que no tuvieron poder para hacer de su causa un fracaso. Es más: mueren diciendo: “esta causa no es mía, me podrán matar a mi, pero detrás de mí serán millones los que la defiendan”. Y entonces no soy esclavo de mi gobernador o de mi tribunal o de mi jefe o de quien sea. Y ese no ser esclavo me permite incluso amar a mi adversario, que es lo que propone también Jesús.

               Los que no me desean nada bueno, también tienen que ser integrados en mi capacidad de ser amados. Tan solo observan para ponerme en evidencia cuando cometa un error, para cerrarme la puerta en cuanto me equivoque. Tienen cara de hielo, mirada impenetrable, tratan de enfrentarme abiertamente. No importa. Mostrate como sos. Si en tu corazón no hay malicia, no hay intriga, si no hay aniquilamiento, venganza, rencor ¿a qué o a quién le temes?

               Jesús nos señala entonces un camino para superar el miedo. Es la llamada a no hacernos tanto problema, a no rompernos la cabeza, a no invertir tanta energía en defendernos del poderoso, del que me enjuicia, me castiga, como sí invertirla en lo constructivo.

 

Si te arrancan al niño, que llevamos por dentro, Si te quitan la teta y te cambian de cuento
No te tragues la pena, porque no estamos muertos. Llegaremos a tiempo, llegaremos a tiempo.

Si te anclaran las alas, en el muelle del viento, yo te espero un segundo en la orilla del tiempo
Llegarás cuando vayas más allá del intento. Llegaremos a tiempo, llegaremos a tiempo

Si te abrazan las paredes desabrocha el corazón No permitas que te anuden la respiración
No te quedes aguardando a que pinte la ocasión, que la vida son dos trazos y un borrón.

Tengo miedo que se rompa la esperanza, que la libertad se quede sin alas
Tengo miedo que haya un día sin mañana. Tengo miedo de que el miedo, te eche un pulso y pueda más
No te rindas no te sientes a esperar.

Si robaran el mapa del país de los sueños, siempre queda el camino que te late por dentro
Si te caes te levantas, si te arrimas te espero. Llegaremos a tiempo, llegaremos a tiempo.

Mejor lento que parado, desabrocha el corazón, no permitas que te anuden la imaginación
No te quedes aguardando a que pinte la ocasión que la vida son dos trazos y un borrón.

Tengo miedo que se rompa la esperanza, que la libertad se quede sin alas
Tengo miedo que haya un día sin mañana. Tengo miedo de que el miedo te eche un pulso y pueda más
No te rindas no te sientes a esperar.

SÓLO PUEDEN CONTIGO, SI TE ACABAS RINDIENDO, SI DISPARAN POR FUERA Y TE MATAN POR DENTROLlegarás cuando vayas, más allá del intento. Llegaremos a tiempo, llegaremos a tiempo.

            A veces el miedo que sentimos no es concretamente ante una autoridad, o a quien tiene poder sobre nosotros, sino a usar los recursos que tenemos al alcance. Y eso nos lo tenemos que cuestionar: ¿por qué no hago uso de los recursos cuando mi causa es justa? Puede ser que hay algo –en lo que yo creo que mi causa es justa- que todavía no he podido procesar, una sombra, una culpa, algo que todavía no termina de resolverse para convencerme de que mi causa es justa, y eso hay que trabajarlo y objetivarlo, tal vez con una ayuda de un tercero. Porque no hay que perpetuarse en el rol de víctima. Eso es lo que muchas veces hace falta preguntarse: ¿qué beneficios me trae este rol de víctima?

            Si no defendemos nuestra causa justa, podemos llegar a permitir que se perpetúe una conducta violenta, abusiva, incluso ilegal. La ley es importante como limitante a nuestro egocentrismo, a nuestro egoísmo. La ley es muy importante sobre todo en estos tiempos. Para convivir tenemos que tener normas, pautas, leyes. Si no hay ley, no solo hay anarquía sino que hay injusticia. Cuando no se respeta la ley, el mas pequeño es devorado por el mas fuerte, por el más prepotente, triunfa el tramposo, el mentiroso, el malvado. Y la ley comienza en la casa. Hay que poner leyes en la casa y las leyes tienen que respetarse, para que nuestros hijos aprendan después a respetar la ley de la escuela y la ley de la calle y la ley de las instituciones.

            Sabemos que muchas veces las leyes son incompletas, pero mas vale tener una ley incompleta que no tener leyes.

            Es muy duro tomar contacto con la maldad, más aún cuando esa maldad se despliega en los seres que en algún momento amamos o queremos amar. Es la prueba de fuego que en los cuentos de hadas tiene que atravesar el héroe para llegar a la heroína. Los cuentos maravillosos son la forma que la humanidad ha encontrado de plasmar los momentos dramáticos de la vida en los que uno contacta con la maldad de los otros.

            A veces la maldad de los otros hacia nosotros –dentro de una institución por ejemplo- está asociada a la envidia, o al miedo al  o los cambios que tal vez proponemos, a través de los cuales logramos resultados mejores de los que los demás logran con todas sus amenazas. Es muy doloroso contactar con la piedra del corazón de los hombres. Pero hay que hacerlo, sin odios y sin rencores. Sin asustarse, sin escandalizarse. Ese es el desafío. Cruzar por ese túnel estrecho –que lo hace estrecho la maldad humana- para convertirnos en un ‘profeta de la luz’. Entonces sabremos lo que se sufre cuando se sufre incomprensión, persecución, odio, resentimiento, y podremos seguramente ayudar a otros a tenderle la mano desde la vereda del sol.

 

En Eclesiástico 22, 9-15, nos dice la Palabra de Dios “…razonar con un necio es razonar con un somnoliento…Llora por un muerto, porque ha perdido la luz. Llora por un necio, porque ha perdido la inteligencia. Llora serenamente por un muerto, porque él reposa. La vida del necio en cambio, es peor que la muerte. El duelo por un muerto dura siete días, pero el del necio y el impío, todos los días de su vida. No hables demasiado con un insensato ni vayas detrás del que no tiene inteligencia. Cuídate de él para no tener molestias y no salpicarte cuando él se sacuda. Apártate de él y estarás tranquilo, y su estupidez no te fastidiará. ¿qué cosa es más pesada que el plomo?¿y cómo llamarla sino ‘necio’? La arena, la sal y una masa de hierro, pesan menos que un hombre sin inteligencia”

 

 

Anoche me dormí abrazando las nubes con almohadas de sueños en una cama de ilusiones
desde niña me imaginé esta vida cruzando retos para llegar a mi cima
en un instante perdí toda la certeza las dudas y el rencor se marcaron en mi esencia
Será una pesadilla, no puede ser verdad, me despierta un derrumbe empiezo a deslizar

Casi se me acaba la fe, casi se me escapa el amor, casi se me quiebra la inocencia
se me agota toda la fuerza para luchar un día más casi me rendí hasta que pensé en ti

Veo en mi reflejo un rostro traicionado frente al fantasma de un cuerpo cansado
¿por qué hoy, por qué yo, por qué esto? preguntas con respuestas que vendrán solo con el tiempo
Será una pesadilla no puede ser verdad me despierta un derrumbe, empiezo a deslizar

Casi se me acaba la fe, casi se me escapa el amor, casi se me quiebra la inocencia
se me agota toda la fuerza para luchar un día más, casi me rendí hasta que pensé en ti

Cuando solo escuchas el latido de tu corazón encontrarás entre su ritmo y el silencio la razón…