Mirar a María, Madre de Argentina

viernes, 8 de mayo de 2020
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08/04/2020  – En el día de la fiesta de la Patrona de la Argentina, Ntra Sra de Luján, nos detenemos a reflexionar el Evangelio de San Juan 19, 25-27 en donde Jesús nos ofrece lo más entrañable a su corazón: Su Madre, y desde esa hora de entrega, nosotros, los discipulos la llevamos a casa. Tal vez tengamos que renovar ese vínculo ahora que estamos en casa.

Ella supo de exilio, de persecuciones, de habladurías, de dolores y sin embargo se sostuvo siempre con la mirada firme y de esperanza hacia adelante.

Madre del Pueblo, nuestra y Madre tuya. María en casa para regalarnos, en su fiesta, una visita que nos llene el corazón de la alegría que necesitamos en este tiempo.

 

“Junto a la cruz de Jesús, estaba su madre y la hermana de su madre, María, mujer de Cleofás, y María Magdalena. Al ver a la madre y cerca de ella al discípulo a quien el amaba, Jesús le dijo: «Mujer, aquí tienes a tu hijo». Luego dijo al discípulo: «Aquí tienes a tu madre». Y desde aquel momento, el discípulo la recibió en su casa.

Jn 19,25-27

 

 

 

 

Queremos poner a la Nación, bajo la advocación de la virgen de Luján. Creemos que realmente en ella en su patrocinio hay una parte importante de la gestación de lo nuevo para nuestra argentina. Para quienes creemos en Jesús y en la maternidad de María, creemos también que caminos nuevos tienen que abrirse para nuestra Patria, la tenemos a Ella como particular patrocinadora, gestora compañera de camino de la vida nueva que esta naciendo.

Como buena madre, María no sólo se limita a dar vida, sino también a alimentar, a educar, a acompañar, a cooperar con la obra en este caso de la redención de su hijo. Ella evidentemente esta de cara al misterio de la Trinidad, esta metida en él. Sin embargo esto lejos de ponerla a la distancia de nosotros, la pone aún más en lo hondo de nuestro ser, donde también nos inhabita el misterio trinitario, desde el momento en que Jesús murió en la cruz, venció el pecado, la muerte, y habiendo vencido esto, resucitó a todos. Asumiendo toda la humanidad nos ha puesto de cara al misterio de la trinidad. María, metida también en Él está muy cerca de todos los hombres de todo tiempo.

Ahí tenemos a nuestra Madre, ahí tenemos el lugar donde verdaderamente recibimos de parte de Dios, consuelo, alegría, gozo, ternura, compañía, para la vida, para que no nos perdamos en el fragor de lo de todos los días, en la lucha cotidiana ese costado necesario del vínculo humano que brota de la relación madre hijo. Ahí hay una madre que nos acompaña siempre, y qué Madre, abogada, auxiliadora, intercesora, mediadora.

Ella además nos acerca a lo que nos hace falta de Jesús, la fuerza que necesitamos, la luz que nos hace falta, paz que podemos haber perdido, falta de entusiasmo, de esperanza, espíritu de lucha en el que a veces no sabemos como sostenerlo. María además de ser intercesora, Madre, cercana, amiga, auxiliadora, mediadora, María es modelo y ejemplo, testimonio de fuerza, de virtud. María es un faro, un lugar desde donde poder ver, desde donde poder observar, contemplar.

Renacer por el camino de obediencia junto a María

Ella nos enseña el camino de cómo ver, el cómo contemplar, el cómo guardar todo lo que ocurre en el corazón, no como quien conserva para sí mismo sino como quién goza de ese lugar que viene de la mano de la oración y del encuentro con la palabra de Dios. Para así rumiarla interiormente y de allí con nueva luminosidad poder asumir las cosas de todos los días como ella las vivía, guardando todo en el corazón, con paz, con alegría, con gozo, sin dejarse llevar por lo que de la lucha de todos los días viene la carga del límite, de la impotencia, del fracaso, del dolor, todas experiencias directamente vinculadas a la muerte que el pecado ha dejado grabado en el corazón de la humanidad. Ella nos invita, no a negar que eso está allí, sino a descubrir que eso ha sido vencido por aquel que ella misma dio a luz. En ese sentido ella nos invita a creer. Esta es la actitud de obediencia que propone María en las bodas de Caná, “hagan lo que Él les diga”, es decir sigan el camino que Jesús les muestra, y ustedes van a encontrar lo que están buscando.

María si nos sostenemos en fidelidad y en obediencia a las promesas de Dios, ella es la gestora que las lleva a término, que las lleva hasta el final. ¿Cómo se hace ese camino?, por la oración y el vínculo con ella. Particularmente la oración del rosario, es el lugar elegido por María para vincularse con nosotros. Un texto muy bonito nos ha dejado San Juan Pablo II, en torno a este don de su maternidad. El Papa, nos muestra cómo la Virgen, a través de la oración del rosario ejerce esta maternidad, nos llama a vivir en esta actitud de confianza, de obediencia, por el camino de la oración, la caridad del servicio y es un testimonio y un ejemplo para nosotros.

 

María de Lujan queremos el camino de la Justicia

El arzobispo de Buenos Aires, Jorge Mario Bergoglio, hoy nuestro Papa Francisco, pronunció la homilía en el marco de la misa de la 38 peregrinación a Luján.

“Hoy, en la casa de nuestra madre le venimos a hacer un pedido: que nos enseñe a trabajar por la Justicia. ¿Saben ustedes a quién se le ocurrió hacer este pedido? A ustedes mismos. Sí, porque en las oraciones que escriben cuando visitan Luján fue apareciendo esta oración que hoy es el lema: Madre, enseñanos a trabajar por la justicia. Es un lema que late en el corazón de los peregrinos de la Virgen y que se ha hecho oración. Peregrinos que somos los hijos de esta querida patria nuestra. Luján es la Casa de todos los hijos de la Virgen y por eso estamos haciéndole este pedido: que nos enseñe a trabajar por la Justicia, y que nos enseñe a trabajar por ser personas justas en la vida.

“Posiblemente, este pedido, hecho aquí en Luján, haya surgido del corazón de tantos peregrinos después de haber sido recibidos y escuchados. Porque aquí en Luján, a cada peregrino se lo recibe y se lo escucha. Y ser recibidos y escuchados es un gran acto de justicia, y gracias a todo esto estamos en paz, rezando y nos brotan cosas muy sinceras en el corazón, ocuparnos más y mejor unos de otros. Esto ya es ser justos. Aquí en Luján aprendemos a ser personas justas, porque con el corazón sereno y perdonado, nos llenamos del amor de Dios, por eso la mirada es mucho más profunda. Es mirar la vida desde Dios, es mirar la vida con Dios, que es El justo, el gran Justo.

“Cuánto bien nos hace venir a Luján para aprender a ser buenos hijos, buenos hermanos, que se ocupan por el bien de los otros. Por eso aquí hacemos este pedido para todos nosotros, para toda nuestra Patria. Es el mejor lugar para hacerlo. Que aprendamos a trabajar todos por la justicia y para esto, que siempre tengamos el corazón abierto, el corazón grande que nos anime a hacer este pedido”.

“Que a nadie le falte esa actitud del corazón, la de tener que aprender cada día a ser más justos en la vida. Que se nos enseñe dónde habrá que poner una mirada más abierta y disponible, menos egoísta o interesada, que se nos enseñe a que no hagamos la nuestra, a que no se diga de cada uno de nosotros: “Este hace la suya” sino hacer una mirada , una gran mirada que nos haga hermanos, que nos preocupemos siempre por los demás”.

“¿Y cómo puede ayudar la Virgen a trabajar por la Justicia? Lo vamos a pensar juntos mirándola a Ella, en la puerta de la Basílica o mirando la Basílica.

Ustedes vinieron en peregrinación ofreciendo sus vidas por los otros, rezando por tantas necesidades, las de ustedes o esas que les pidieron que trajeran en el corazón hasta aquí los amigos, los vecinos, los familiares.Ya que vas a Luján, llevá una intención mía, pedile a la Virgen por esto. Al llegar al Santuario vivimos esto tan lindo de ser recibidos, y esto es lo que nos llena el corazón, nos da esperanza, y así es como podemos continuar la vida: con la bendición de Jesús y de su Madre”.
“Y de esta manera, con Jesús y con su Madre, es como podemos trabajar por la Justicia. Porque cuando nos reconocemos hijos y hermanos, es cuando en nuestro corazón nace esa actitud generosa por la vida y es cuando buscamos lo mejor y más grande para los otros. Jesús en la Cruz nos entrega su vida y le pide a la Virgen que nos cuide”