Mirar al corazón de las estructuras y salvar el sentido

martes, 17 de enero de 2012
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Oración

“Señor, a quien queremos rendir culto, Padre que nos regalas la luz del sol y el don de la vida, danos tu Palabra que nos transforma, danos tu presencia que nos libera. Que abramos el corazón, tengamos despierta la inteligencia y el deseo de ser generosos en nuestra respuesta. Ayúdanos a no instalarnos ni escondernos atrás de falsas seguridades. Que tu Palabra Señoríos nos traspase el alma y sea espada que hiere nuestras comodidades. Háblanos Señor y que nuestra respuesta huela a gestas y revoluciones, que transforme nuestra vida, la del mundo, y ayude a trasparentar tu Reino. Amén.”

 

Marcos 2, 23-ss

“Y sucedió que un sábado cruzaba Jesús por los sembrados y sus discípulos empezaron a abrir camino arrancando espigas. Se decían los fariseos: ¡Mira!, ¿por qué hacen en sábado lo que no es lícito? El les dice: ¿No han leído lo que hizo David cuando tuvo necesidad y él y los que lo acompañaban sintieron hambre? ¿Cómo entró en la casa de Dios en tiempo del sumo sacerdote Abiatar y comió los panes de la presencia que solo a los sacerdotes es lícito comer y dio también a los que estaban con él? Y les dijo: El sábado ha sido instituido para el hombre y no el hombre para el sábado, de suerte que el Hijo del hombre también es Señor del sábado.”

 

Si recuerdan, ayer veíamos la parte anterior del texto que se fija en todo lo que Jesús, según los recuerdos que tiene Marcos, va haciendo al comienzo de su vida pública. Este capítulo del evangelio ha comenzado con la curación de un paralítico donde le ha perdonado los pecados y ha sido causa de escándalos para los escribas. Después lo ha llamado a Leví, que también los escandaliza a los fariseos porque es un publicano y ha abierto la posibilidad del seguimiento en el discipulado a los extraños que no son puros o no cumplían toda la Ley. Ayer se mete con una práctica habitual, aunque no reglamentada sino más bien piadosa que era la del ayuno habitual semanal del mundo fariseo y hoy, el centro de este conflicto en este capítulo de Jesús, con su pueblo al que siempre amó, es el tema del sábado. Hoy se va a meter directamente con una de las instituciones más claras, queridas, apasionantemente defendidas de los contemporáneos de Jesús y el cambio de mentalidad que nos proponía con el vino nuevo en odres nuevos ahora Jesús se le anima a esta fiesta, a esta estructura que es la del sábado que quizás sea la que más institucionalmente estaba metido en el corazón del pueblo de Israel. El planteo de los fariseos es un planteo genuino, lícito, lógico, razonable, para la mentalidad del momento. Lo curioso es ver como Jesús argumenta desde ahí mismo, desde la escritura.

 

Consigna: Sería bueno preguntarnos por aquellas cosas, incluso en lo religioso, que en nuestra vida hemos mamado, que están como institucionalizadas y que a veces han perdido su genuino valor, su riqueza, y que simplemente las hacemos, las cumplimos, las tenemos incorporadas como en piloto automático. El sábado nos va a recordar, como nuestro domingo, Juan Pablo II nos dice en una carta muy bonita que hemos trasladado el sábado al domingo, y lo vivimos como los fariseos. Antes de empezar a desmenuzar el texto nos preguntemos si en nuestra estructura religiosa, en nuestro pensamiento hay cosas tan metidas, tan institucionalizadas como el sábado fariseo donde sería difícil que Jesús meta una cuña y nos movilice, nos desestructure, nos cambie.

 

1.- Liberación del sábado en tensión escatológica hacia la liberación definitiva

 

Nos metemos entonces en el texto. Siempre está bueno tener la Biblia propia donde uno subraya, marca. Cuando uno subraya su propia Biblia hace la Palabra de Dios, Palabra de Dios para uno. Animarse, no es una falta de respeto sino ponerle corazón y cabeza a la Biblia.

Es la segunda vez que aparece el sábado nombrado. Aparece a mitad del capítulo I y en aquella oportunidad se lo señalaba como el bien que Jesús iba a la Sinagoga, en cambio ahora lo señala como el día del culto y del reposo. Aunque sea un poquito tedioso los invito a que nos metamos en lo que significaba para ellos el sábado, para los judíos, pensando sobre todo que era un distinción propia de la cultura judía en relación a la cultura que lo circundaba. Hay un modo de entenderlo que uno puede verlo fácil que es en el Deuteronomio 5, 2 en adelante: “Guardarás el día sábado para santificarlo como te lo ha mandado Yahvé, tu Dios. Seis días trabajarás y harás todas tus tareas, pero el día séptimo es día de descanso para Yahvé, tu Dios. No harás ningún trabajo, ni tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu sierva, ni tu buey, ni tu asno, ni ninguna de tus bestias, ni el forastero que vive en tus ciudades, de modo que puedan estar como tú tu siervo y tu sierva. Recuerda que fuiste esclavo en el país de Egipto y que Yahvé tu Dios te sacó de allí con mano fuerte y tenso brazo, por eso Yahvé tu Dios te ha mandado a guardar el día sábado”. El guardar el día sábado, y que en ese día no hubiera ninguna tarea, tenía una función preventiva frente a la explotación que veían en los pueblos que los rodeaban, frente a la explotación a los más débiles, esclavos, extranjeros, ponía banderas, ese día nadie trabaja. Hay que dejar el trabajo alienante para no vivir la alienación del trabajo. Y por otro lado aparte de esa función preventiva, de frenar el trabajo todos los días, tenía una función positiva que era permitir la diversión, el ocio, afirmar la libertad, sobretodo en esta clave de promover la celebración de la vida. En el fondo la concepción judía era la del sábado como un éxodo semanal. Ese éxodo que los había sacado de Egipto donde eran esclavos hacia el desierto para rendir culto, era como celebrarlo todas las semanas, todas las semanas íbamos como hacia el sábado, como en el éxodo, entonces esa tensión entre el resto de los días y el sábado era como una tensión hacia el sábado final, hacia la liberación definitiva, el domingo sin ocaso. En Ezequiel 20, 10 dice: “Por eso los saqué del país de Egipto y los conduje al desierto. Les dí mis precepto y les dí a conocer mis normas por las que el hombre vive y las pone en práctica y les di además mis sábados como señales entre ellos y yo para que supieran que yo soy Yahvé, que los santifico”. Toda esta riqueza del sábado que la hemos perdido hoy, a mí al menos me es patente cuando lo proponemos en la catequesis familiar dentro de el mandamiento de santificar las fiestas como un espacio donde el trabajo deja de alienarnos, donde es liberación de los débiles y esclavos donde se permite el encuentro familiar, cuando uno no lo cierra a la misa de los domingo sino a santificar la fiesta del domingo, cómo le brillan los ojos a muchos papás y mamás, porque hoy en día no está respetado ese derecho a descansar todos juntos el mismo día, hay feriados rotativos, los días de descanso que no son siempre el mismo genera un espacio en donde la familia no se encuentra, donde no pueden estar juntos, no pueden disfrutar de la naturaleza, de la interioridad, de la familia, del mundo. Me parece que esa es la clave, en lo positivo, del esfuerzo del mundo judío por tentarse sobre el sábado. Ojala que nosotros recuperáramos esa posibilidad y quizás ese grito sobre el domingo no, sobre ese día común de descanso no, pensándolo como liberación del hombre, como el lugar donde nos encontramos con nosotros mismos, con Dios, con el mundo creado.

Después que vuelven del exilio, de Babilonia en el 538 a.c. ese sábado que estaba para la liberación, para que el hombre se encontrara realmente con su Dios, consigo mismo, con el mundo creado, se lo absolutiza. Se lo separa de la necesidad humana. Comienzan una serie de reflexiones que lo van alejando de ese primer sentido que tenía el sábado. Empieza la reflexión teológica a decir que el sábado fue creado antes que el hombre, que si el sábado que el hombre el sábado entonces es preexistente, y que si es preexistente hay que someterse a él sin intentar explicarlo. Y entonces esta sacralización del sábado hasta que es más grande que el hombre termina teniendo penas para la trasgresión. Entonces la trasgresión era castigada con la excomunión muchas veces e incluso hasta con la pena de muerte. Leemos en el libro de los Números 15,32 dice: “Cuando los israelitas estaban en el desierto se encontró a un hombre que andaba buscando leña en día de sábado. Los que lo encontraron buscando leña lo presentaron a Moisés, a Aarón y a toda la comunidad, lo pusieron bajo custodia porque no estaba determinado lo que había que hacer con él. Yahvé dijo a Moisés: Que muera este hombre, que lo apedree toda la comunidad fuera del campamento. Lo sacó toda la comunidad fuera del campamento y lo apedrearon hasta que murió según lo había mandado Yahvé a Moisés. Esto es la pena de muerte por la trasgresión. Y a eso se le suma que los fariseos le habían agregado un montón de leyes pequeñas que lo convertían en una gran maraña.

 

2.- Exacerbar hasta el extremo es causa de alienación

 Los fariseos le agregan una maraña de leyes pequeñas, llena de distinciones, de casos particulares que fue haciendo que se desdibujara aquello que era para la liberación del hombre, para que no se cayera en la alienación del trabajo ni en el negarse a la relación con Dios. Por eso hay que ser muy cuidadoso a la hora de leer esas leyes y no caer en la burla, porque hay que estar en el pellejo de un pueblo rodeado por otro montón de pueblos donde no existía la posibilidad ni del descanso ni del encuentro con Dios ni espacio para frenar. Todas estas leyes y normativas tienen contexto que nosotros no entendemos. La dificultad ha sido que eso fue exacerbado, llevado hasta el extremo y terminó siendo causa de alienación y no de liberación. Comenzaron siendo 39 los trabajos prohibidos en sábado, después cada uno de esos trabajos tenían 39 especificaciones más y terminó habiendo 1521 trabajos prohibidos, entre ellos el texto de hoy, la siega, porque para los rabinos el sábado terminó siendo el punto central de la ley, el mortal que cumplía el sábado cumplía toda la ley y quien lo trasgredía era comparable a aquel que caía en idolatría. No está tan lejos y está pensarlo desde ahí, es idólatra aquel que no frena nunca, que siempre encuentra cosas para hacer y siempre tiene excusas para trabajo y más trabajo. Por ahí uno conoce gente piadosa que trabaja de lunes a lunes y uno querría decirle: bueno, ¿no hay una idolatría al trabajo, al estar siempre ocupado? Para los judíos era comparable a la idolatría, al incesto y al asesinato, de modo tal que llegó al extremo que solo en peligro de muerte se podía cuidar a un enfermo y tantas especificaciones, como por ejemplo, si llega una fractura de huesos no se le puede hacer nada en sábado o si es una mano dislocada tampoco, incluso llegaban a decir que, porque siempre estos mandamientos son con preguntas, preguntan al rabino tal: ¿se puede remover la suciedad de un pie con agua fría un sábado? Entonces se terminaba diciendo que no, que ni siquiera remover la suciedad de un pie. Eso que fue tradición alrededor del mandamiento terminó teniendo tanto peso como el mandamiento y eso que hizo que en vez de expresar la vida el sábado terminara inhibiéndola. En vez de ser medio para evitar la alienación terminó generando alienación.

 

3.- Abrir caminos en sábado para que pase Jesús es tarea del discípulo

Ese es el contexto del texto que hemos leído, y en ese contexto de pronto Marcos dice: “Jesús atravesaba los sembrados”. Lo nombra a Jesús. Acá en ese contexto los estudiosos le dan mucha simbología a esa expresión porque es curioso que lo marque a Jesús atravesando los sembrados, es curioso que después que estén todos los fariseos mirándolo, porque dice: Todos los fariseos se acercaron. Hay atrás una simbología. Algunos dicen que los sembrados que está cruzando Jesús es todo lo que ha enseñado en Galilea hasta acá, que eso es lo sembrado. La expresión “lo sembrado” en el evangelio de Marcos nos remite siempre al capítulo cuatro que dice: “El que siembra salió a sembrar”, la gran parábola del evangelio de Marcos, que está vinculado a la Palabra, a la enseñanza sembrada. Entonces Jesús, que sale a atravesar los sembrados como podría ser la simbología de su trabajo hecho en galilea y nos llevaría al evangelio del sembrador. Y sus discípulos nombrados acá, recuerdan que en el texto anterior no había querido llamarlos discípulos sino que eran los amigos del novio, se abren camino, abrían camino. No están imitando a Jesús, no están siendo aleccionados por el, no caminan detrás de Jesús sino que van abriendo camino, son los pioneros en el seguimiento de Jesús y lo hacen desde esta acción. El camino que después va a esbozar más claramente en el seguimiento discipular en el evangelio de Marcos y que va a terminar de condensarse como estrategia en el evangelio de Lucas. Lucas tiene este gran camino de: Endureció el rostro y subió a Jerusalén. Ese tema del camino ya está presente, muy presente, en el camino entre los dos ciegos en Marcos. Eso que se va a abrir recién en unos capítulos más adelante acá ya empieza a esbozarse. Si uno une lo que hemos estado diciendo que el sábado era pensado como el éxodo semanal, el camino, la figura del camino, tiene que ver con el éxodo y la libertad. Fíjense, “se van abriendo camino”, y qué hacen para abrir camino, van arrancando espigas un sábado. No menciona que tengan hambre ni que se las coman, está más centrado en el gesto de arrancar, de segar, que era lo prohibido, que en el hecho que las fueran comiendo. Hasta hay muchos que discuten si realmente lo hacen por hambre o por convicción, para contrastar. Uno se tiene que quedar en esto, Jesús atravesando los sembrados y los discípulos abriendo camino. Estos amigos del novio han aprendido a verlo curar en sábado, curar los leprosos, perdonar los pecados, incorporar un recaudador en sus filas, comer con ellos, lo han escuchado decir lo del vino nuevo, empiezan a abrir caminos. El discipulado como un abrir caminos para generar libertad en los demás. La pregunta es si no será hora que nosotros empecemos a abrir camino también en esto. Por ahí abrimos caminos en algunos temas y en otros somos más pusilánimes, más quedados. Los amigos del novio, los amigos de Jesús también abren camino en este derecho al descanso, al espacio vivido con libertad, no solamente desde la rigidez de un culto, de un mandato, sino esto del camino exodal hacia un día y ese día como reflejo del domingo sin ocaso, del sábado para todos. Preguntémonos si nosotros somos esos amigos que vamos abriendo camino al lado de Jesús, con gestos concretos, con palabras concretas, jugándonos el pellejo en esto de abrir caminos por la libertad. Tantas veces uno en la teoría tiene clarísimo esto del domingo, del festejo, de frenar el trabajo, y asiste a un montón de lugares donde ese descanso no está respetado, donde el trabajo está alienado y no abre camino sino que es parte de los que hacen fila para comprar, para celebrar, o para lo que sea en los lugares que están abiertos de lunes a lunes, donde uno ve las mismas caras de los empleados y en el fondo es un modo de complicidad. Lo curioso es que estos abren caminos en relación al mundo fariseo porque los fariseos habían convertido lo que era un espacio de libertad de vida en algo alienante. Abrir camino en la alienación de los demás, abrir camino desde Jesús para que los demás descubran en el mensaje y en el camino de Jesús un camino de libertad, un camino donde no hay posibilidades es una deuda para muchos de nosotros incluido el que habla. Ante eso, los fariseos en general, le preguntan.

 

4.- Liberar el sábado para que todos los hombres crezcan en libertad

Los fariseos, todos, son los que preguntan qué hacen en medio del campo segando, que estaba prohibido. Muchos dicen de esto que son incongruencias narrativas porque qué van a hacer todos los fariseos mirando en el medio del campo como si tuvieran una cámara. Lo importante es que “le decían”, es una cosa más técnica pero en la Biblia, el evangelio de Marcos a veces se usa el pretérito imperfecto “decían” o el pretérito indefinido “le dijeron”, que son dos modos del pasado. En griego tiene otro nombre, pero no importa, importa esto que cuando se usa el imperfecto “decían” en general Marcos lo que quiere es hacer entender que no ha sido un gesto puntual, un reclamo puntual, sino un reclamo repetido en el tiempo. No se lo dijeron una vez sino varias veces. Pareciera que es una tensión de la primera comunidad cristiana en relación al sábado que ha tenido con el contexto judío e incluso con los mismos judíos que al principio festejaban el sábado, lo vemos esto en los Hechos de los Apóstoles. Ha sido una inquietud el como hacer con esto del sábado y se lo reprochan al maestro igual que en el texto anterior porque sienten que el es el responsable, ya no de una práctica ascética, como era el ayuno, voluntaria, sino sobre el mayor precepto, el más sagrado de su religión. En el fondo no entienden esta libertad de los discípulos y creen que están mandados por Jesús, que Jesús es el que les maneja la vida. Fíjense que no los llaman “discípulos” sino que les dicen “estos” porque les interesan como judíos, era una ley judía en general. Y Jesús en su respuesta no usa el pasado, el texto dice “les dice” porque insisto, pareciera que es un cuestionamiento que sigue siendo actual y la respuesta es también actual. El modo de responder de Jesús es propio también de la época, del debate, que es responder desde un texto bíblico. El texto que usa es el texto de 1Samuel 21 en donde David entra al templo: “Se levantó David, se fue y Natán volvió a la ciudad. Llegó David a Nov donde el sacerdote Agimelec. Vino Agimelec temblando al encuentro de David y le preguntó: ¿por qué vienes solo y no hay nadie contigo? Respondió David al sacerdote Agimelec: El rey me ha dado una orden y me ha dicho que nadie sepa el asunto al que te mando y lo que te ordeno. A los muchachos los he citado en tal lugar. Así pues, ¿qué tienes a mano? Dame cinco panes o lo que haya. Respondió el sacerdote a David: no tengo a mano pan profano pero hay pan consagrado si es que los muchachos se han abstenido al menos del trato con mujeres. David se lo explica y: Dióle entonces el sacerdote panes consagrados porque no había allí otro pan sino el pan de la presencia, el retirado delante de Yahvé para colocar pan reciente el día que tocaba retirarlo” Fíjense que Jesús se abstiene de decir de quién lo obtiene para resaltar el protagonismo de David. ¿Por qué necesita resaltar Jesús el protagonismo de David? Porque se está comparando con el rey ideal para el judío, el modelo de rey del judaísmo era David, que no sólo interpretó la ley que ya existía, la del sábado, la de los panes sagrados, sino que la extendió a los que estaban con él. Y ahí está lo importante, Jesús, que es el dueño del sábado, Jesús que dice que el hombre no está hecho para el sábado sino el sábado para el hombre, pero que a eso lo extiende a todos y ahí está el término de comparación, no es una ley solo para él, no es él solo el que tiene esta libertad sino que todos van a tener esta libertad y no pone la necesidad del hambre de la gente suya, el centro está en la libertad del hombre, por eso termina con esta sentencia independiente tan bonita que es “el sábado ha sido instituido para el hombre y no el hombre para el sábado”. El Hijo del hombre es el Señor del sábado también, poniendo en el centro a aquello que se había corrido del festejo. Todo lo pensado para el sábado es para evitar la alienación del hombre y para que el hombre crezca en libertad.

 

5.- El sábado, una invitación a recordar la creación para santificarla

No sé si han tenido oportunidad de leer Dies Domine, carta que Juan Pablo II escribe fechada el 31 de mano de 1998. Tiene algunas referencias a esto que estamos hablando que es muy lindo tenerlas en cuenta. Siempre esta Palabra de Dios que nos habla uno la tiene que leer a la luz de la tradición, del Magisterio y Juan Pablo en esta carta donde quiere revalorizar, donde quiere resaltar de nuevo la importancia del domingo tiene expresiones muy atinadas, muy lindas, muy bonitas y yo me voy a dedicar a algunas solitas que espero que al leerlas no queden muy tediosas. En un momento Juan Pablo II refuerza esta idea de “Recordar para santificar” en el punto número 16 de esta carta y dice así: “El mandamiento del decálogo con el que Dios impone la observancia del sábado tiene en el libro del éxodo una formulación característica, recuerda el día del sábado para santificarlo. Más adelante el texto inspirado da su motivación refiriéndose a la obra de Dios, pues en seis días hizo el señor el Cielo y la Tierra, y el mar, y todo cuanto contienen, y el séptimo descansó, por eso bendijo el Señor el día del sábado y lo hizo sagrado. Antes de imponer algo que hacer el mandamiento señala algo que recordar, invita a recordar la obra grande y fundamental de Dios como es la creación, un recuerdo que debe animar toda la vida religiosa del hombre para concluir después en el día en que el hombre es llamado a descansar. El descanso asume aquí un valor típicamente sagrado, el fiel es invitado a descansar no sólo como Dios ha descansar sino a descansar en el Señor, refiriendo a él toda la creación en la alabanza, en la acción de gracias, en la intimidad filial y en la amistad esponsal”. Este primer punto del papa Juan Pablo sobre recordar para santificar vuelve a enfocar en aquello que quería preservar el sábado original antes del exilio, antes de que se llenara de reglamentaciones. Recordar, volver a pasar por el corazón esa obra grande y fundamental de Dios como es la creación. Les comentaba que cuando en la catequesis familiar lo proponemos, es curioso como mucha gente que ha venido a vivir a las sierras, a Punilla, que ha hecho la opción por vivir acá y que cuando la hizo la hizo pensando en el contexto natural, en la tranquilidad de las sierras, pasado un poco el tiempo, ya se ha llenado tanto de trabajo y aflicciones, que repite el esquema urbano. Ustedes, quizás la mayoría escucha la radio en grandes ciudades, pensar que gente de acá que hizo la opción por un ritmo más tranquilo termine teniendo el mismo ritmo que hay en Córdoba en Colón y General Paz, o en el Obelisco, les puede sonar ridículo o hasta patético, pero es así, y recordar para santificar es volver a decirle a esta gente que vive acá o en cualquier lugar del mundo, que la creación está hecha para ser recordada como amor de Dios y que para eso es necesario tomarse esos tiempos y que esos tiempo son realmente liberadores, son tiempos no de ocio, no de ocio en el sentido que estoy al vicio sin hacer nada, sino recordando, volviendo a meter en el corazón y haciendo del descanso un valor típicamente sagrado. El gesto este de abrirse camino sacando espigas del texto de hoy donde ni siquiera menciona que se las coman o que lo hayan hecho por hambre, me parece que tiene ese     sentido, quiere decirle en el contexto de ellos, contexto fariseo, que el hombre es el dueño del sábado, y que en ese señorío no hay que andar metiendo tanta norma y tanta regla, porque también hoy diríamos eso es generador de stress, sino un espacio, una apertura en el medio de la semana donde el descanso, diría Juan Pablo II, es recuerdo del mundo creado.

Después de este recuerdo del mundo creado, en el punto 17, el papa va a hablar de otra dimensión del recuerdo.

 

6.- El sábado, una invitación a recordar la salvación para agradecerla y sostenerla

Vamos a la segunda parte de Juan Pablo. Y antes, no solo es alienante el trabajo que no admite ni permite el descanso y es rentado sino que también puede ser en el contexto de muchas mujeres que escuchan la radio y de lunes a lunes tiene que hacer de amas de casa y trabajar todos los días y no hay diferencia en el domingo, y eso tiene las dos patas, por un lado no sentir que en la familia nadie les genere a ustedes, (digo ama de casa porque sigue siendo lo más habitual entre nosotros pero puede ser algún varón que esté dedicado a las tareas domésticas), ninguna pausa, ninguna distinción entre el domingo y el resto de los días, y también puede ser que quienes están escuchando puedan revisar si a sus hijos, a sus maridos, a quienes conviven con ustedes, les han generado esa actitud, ese hábito. La mamá, la esposa, la tía, o quién sea que esté a cargo de la casa, el domingo es distinto. El modo de trabajar, el modo de compartir la tarea, se abre a una dimensión que es exclusiva de ese día y que permite este descanso que nos propone Juan Pablo. Quizás alguna ama de casa se anime a contarnos esta experiencia como exitosa o como frustrante de un domingo distinto.

Juan Pablo, después de esto del recuerdo de las maravillas en relación a la creación, en el punto 17 nos dice esto: “El tema del recuerdo de las maravillas hechas por Dios en relación con el descanso sabático se encuentra también en el texto del Deuteronomio 5, 12-15 donde el fundamento del precepto se apoya no tanto en la obra de la creación cuanto en el de la liberación llevada a cabo por Dios en el éxodo”. Y cita textual el papa: “Recuerda que fuiste esclavo en el país de Egipto y que el Señor tu Dios te sacó de allí con mano fuerte y tenso brazo, por eso el Señor tu Dios te ha mandado a guardar el día sábado”. “Esta formulación parece complementaria de la anterior. Considerada juntas manifiestan el sentido del día del Señor en una perspectiva unitaria de teología de la creación y de la salvación, el contenido no es pues primariamente una interrupción del trabajo sino la celebración de las maravillas obradas por Dios en la medida en que este recuerdo lleno de agradecimiento y alabanza hacia Dios esté vivo, el descanso del hombre en el día del Señor también asume su pleno significado, con el descanso el hombre entra en la dimensión del descanso de Dios, participa del mismo profundamente, haciéndose así capaz de experimentar la emoción de aquél mismo gozo que el creador experimentó después de la creación viendo cuánto había hecho, y todo estaba muy bien”. El recuerdo no solo es el mundo creado sino de estas maravillas que Dios ha hecho en nosotros para nuestra salvación. El recuerdo gozoso es que nos ha salvado y en este sentido también cobra significado profundo la Eucaristía, como la memoria de la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús donde nos reunimos en domingo para recordar, hacer memoria de esta salvación. Estas dos patas que pone el papa en nuestro domingo, día de descanso, celebración, que reemplaza al sábado son el marco para entender el texto y no caer en una práctica de fariseo.

Los invito a compartir lo que tenga que ver con esto de abrir camino como los discípulos, amigos de Jesús, para recuperar esa dimensión de liberación, de combate a la alienación, de un trabajo constante, de un estilo de vida que nos ha comido o ha dejado sin existir el sábado judío, el domingo nuestro, donde queremos recordar las maravillas de la creación y las maravillas de la salvación, no con un culto de solamente una hora de un domingo o sábado a la tarde sino con un recuerdo constante de un día en donde freno, en donde cambio de actividad, donde hago memoria, contemplo y admiro el mundo creado por Dios y la salvación operada en general sobre todos los hombres, sobre la humanidad, y en particular sobre cada uno de nosotros.

 

 

Padre Roberto Álvarez

Cosquín, Córdoba