11/11/2022 – Esta semana en “Historias de santidad” conocimos la vida, obra y legado del Siervo de Dios Monseñor Diego Gutiérrez Pedraza (1926-1990), de la Orden de San Agustín y primer Obispo de Cafayate.
Nos acompañó el padre Pablo Hernando Moreno, sacerdote agustino, vicario parroquial en la Parroquia San Agustín de Mendoza, quien trabajó más 20 años con el Siervo de Dios en la Prelatura de Cafayate y actualmente es el responsable de su causa de beatificación en nuestro país.
El padre Pablo nos compartió una semblanza de Monseñor Diego quien fue el primer Obispo del Valle Calchaquí, de la jurisdicción eclesiástica, denominada Prelatura de Cafayate, creada el 8 de Septiembre de 1969, siendo encomendada a los Sacerdotes Agustinos, de la Provincia del Santísimo Nombre de Jesús de España.
Era necesaria la promoción humana de todos y de cada uno de los habitantes de la zona, y el deseo profundo de Monseñor Diego era: “Llegue pronto el día en que todos los habitantes de los Valles Calchaquíes tengan, como escribe uno de nuestros poetas: Una casa en que habitar, una mesa en que comer, un libro para leer y un Cristo para rezar”. Este fue el móvil de toda su vida y obra en el rebaño que le tocó pastorear.
Estos deseos se fueron haciendo realidad a los largo de casi dos décadas que estuvo al frente de la Prelatura. Supo estar cerca de cada una de las personas, tanto del pobre, como del rico; visitó todas y cada una de las comunidades de los Valles, tanto los parroquias céntricas, como los lugares más alejados, llevando siempre su palabra cálida, profunda y evangelizadora para alentar a todos en el camino de la santidad. Especialmente atraía los jóvenes con su permanente sonrisa, alegría y humildad.
“Destaco su humildad, que tanto nos recalcó nuestro padre San Agustín. Monseñor Diego era una persona humilde y muchas veces no quería destacar. Incluso en las mismas fiestas patronales, aunque le tocaba ir en primera fila, siempre lo hacía con gran sencillez y muchas veces se lo veía con el hábito agustiniano, como para no destacar mucho con el hábito de obispo”, expresó el padre Pablo y agregó: “también la cercanía a la gente, él tenía eso que nos dice ahora el Papa Francisco: olor a oveja. Él conocía a muchas y a cada una de las personas. Visitaba en silencio a los necesitados, dejándoles su limosna”.
“Tenía una alegría desbordante y nunca le encontré enojado. Corregía lo que había que corregir, pero con humildad, cercanía y con esa alegría que es lo que más me ha llamado la atención“, recordó el sacerdote.
El padre Pablo Hernando Moreno nos trajo una hermosa semblanza del Siervo de Dios
Finalmente el padre Pablo confesó extrañar de su vínculo con Monseñor Diego, “el rezo del Santo Rosario, que no lo inculcaba sino que yo lo veía a rezar en la capilla. A veces, sin que se enterara, yo me asomaba a la capilla privada y le veía rezando. Eso lo echo mucho de menos porque él me inculcó mucho este devoción a la Virgen “.
Para solicitar más información o comunicar gracias alcanzadas por la intercesión del Siervo de Dios Monseñor Diego Gutierrez pueden comunicarse al correo del padre Pablo Hernando Moreno: [email protected]
Podés escuchar el programa completo en el audio que acompaña esta nota