02/06/2017 – El Padre Ángel Rossi en “Palabras de vida” habló sobre el Espíritu Santo, en las puertas de la fiesta de Pentecostés que celebraremos el domingo.
Preparándo el corazón para Pentecostés, este misterio de la 3 º persona de la Santísima Trinidad que se dice no tiene rostro propio ni mensaje propio. Lo novedoso del Espíritu, justamente, es el hacernos recordar, nos recuerda lo que Jesús nos dijo y nos moviliza para ponerlo en la práctica.
Al Espíritu Santo lo “pescamos” en los efectos, no en sí mismo. Él es es animador y santificador de la Iglesia, es su aliento divino, es el viento de sus velas, es su principio unificador, es su apoyo, su consolador. Es también su fuente de carisma y de cantos, es su paz y su gozo, es su premio y preludio de su vida bienaventurada y eterna.
Pablo VI decía que la Iglesia necesita su perenne Pentecostés. Es que la Iglesia necesita fuego en el corazón, palabras en los labios y profecías en la mirada. Y en Aparecida, la Conferencia de Latinoamérica y el Caribe decía “esperamos un nuevo Pentecostes”. Esperamos un nuevo Pentecostés que nos libere de la fatiga, de la desilusión, de la acomodación al ambiente, que renueve nuestra esperanza y nuestra alegría.
El desafío es un espíritu que sacuda nuestra comodidad, nuestro estancamiento, nuestra tibieza y nuestro vivir al margen del sufrimiento. Esta es la fuerza del Espíritu Santo. Así como sopla “como suave brisa”, también en el caso de los discípulos les abrió las puertas, los destrabó, los sacó para afuera. En Pentecostés la iglesia encuentra la fuerza para salir a anunciar.
Sin el Espíritu Santo, Dios queda lejos, Cristo permanece en el pasado, el Evangelio es letra muerta, la Iglesia es pura organización, la autoridad tiranía, la misión propaganda, el culto mero recuerdo y el obrar cristiano una moral de esclavos. En cambio, en el Espíritu Santo, el mundo es liberado, el hombre se perfecciona, Cristo Resucitado está aquí, el Evangelio es fuerza de vida, la Iglesia significa comunión trinitaria, la autoridad es un servicio liberador, la misión es Pentecostés, la liturgia es memorial y anticipación y la acción humana es divinizada. Ignacios Hazim, Patriarca ortodoxo de Antioquía
Sin el Espíritu Santo, Dios queda lejos, Cristo permanece en el pasado, el Evangelio es letra muerta, la Iglesia es pura organización, la autoridad tiranía, la misión propaganda, el culto mero recuerdo y el obrar cristiano una moral de esclavos.
En cambio, en el Espíritu Santo, el mundo es liberado, el hombre se perfecciona, Cristo Resucitado está aquí, el Evangelio es fuerza de vida, la Iglesia significa comunión trinitaria, la autoridad es un servicio liberador, la misión es Pentecostés, la liturgia es memorial y anticipación y la acción humana es divinizada.
Ignacios Hazim, Patriarca ortodoxo de Antioquía
En estos días la Iglesia nos invita a rezar de modo muy sencillo: “Ven, Espíritu Santo, ven dulce huésped del alma”
Por ejemplo en una oración, o cuando rompemos el corralito de nuestros intereses y salimos al encuentro del débil, en la oración el Espíritu es el que nos da las ganas, lo pescamos cuando en lugar de respuestas prefabricadas uno encuentra hombres y mujeres con palabras vivas que calientan el corazón.
Sería bueno, en estos días, descubrir cómo el Espíritu Santo obra en mí en lo sencillo y como “una brisa suave”.
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