El padre Mariano Oberlin, párroco de la Parroquia Crucifixión del Señor, de Bº Müller-Maldonado (ciudad de Córdoba), trabaja incansablemente para brindar acompañamiento y ayuda a jóvenes que padecen situaciones de exclusión y marginalidad. En la parroquia cuentan con varios talleres de oficios, culturales, deportivos y recreativos. A su vez, ya cuentan con dos espacios en donde viven 15 jóvenes que están haciendo su proceso de recuperación de la adicción a las drogas.
En el programa Diálogos de Actualidad, Mariano dijo que para muchos de ellos, la vida en la ciudad puede que les resulte “muy hostil.” La gente en general suele decir “¡Uy! Pero qué vagos que son”. Pero, si bien “hay un montón gente que labura”, es necesario reflexionar y entender que “hay otras personas que su vida está construida desde otro lugar”. Por ejemplo, no cuentan con algún familiar que los despierte cada día para ir al colegio, o para desayunar, es decir, cosas que para nosotros son cotidianas, para ellos no lo son.
Otra cosa que remarcó es que para acompañarlos es necesario entender que “no hay que darles una oportunidad, sino miles. La misma cantidad de oportunidades que hemos tenido nosotros”. Y nunca dejar de “creer que es posible”, agregó Oberlin.
“Cada macana o traspié que tienen, les cuesta, porque tienen que empezar de cero. Si cada vez que se equivocan tienen que comenzar de nuevo, llega un momento que quieren abandonar todo”, comentó el Padre Mariano.
Casa, escuela y patio es un trípode desde donde se trabaja la contención para los chicos que son víctimas de este flagelo. La problemática del consumo de drogas es tan compleja que se necesita de múltiples miradas para abordarla, no solo la pastoral. Es por ello que el párroco aclaró que ellos hacen “solo una propuesta, una que puede servirles a algunos pero a otros no.”
“Todas las propuestas son válidas y hacen al gran mosaico, para que cada uno encuentre su lugar y una oportunidad”, concluyó el sacerdote.