Nombres Para Invocar A María: Madre Y Discípula Del Señor

lunes, 8 de junio de 2009
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Entrevista a Dolores Aleixandre, religiosa del Sagrado Corazón, teóloga, Licenciada en filología bíblica, profesora de sagrada escritura, autora de numerosas publicaciones. Vive en España.

De una lectura profunda, atenta, detallista, delicada, de los Evangelio, surgen nuevos nombres para invocar a María: “Nuestra Señora del No saber” “Nuestra señora de la buena mirada” “Nuestra señora del dejar hacer” “Nuestra Señora del buen adentro”…

Los nombres para invocar a María son frutos de una reflexión muy profunda de la Palabra de Dios, pero al alcance de todo el mundo. Leyendo los textos del Evangelio en que aparece María, debemos tratar de buscar no los modelos humanos de rendir homenaje. A veces nos han presentado los dogmas marianos, en un lenguaje como de segregación, de exclusión, como si María estuviera colmada de unos privilegios que la alejan de nuestra experiencia cotidiana. Creo que hay que acercarse al Evangelio con un modelo de equivalencia inclusiva: Poner el acento en todo lo que nos asocia y nos incluye en su camino. Tener devoción a María es exponernos a que nos pase también a nosotros lo que le pasó a ella: todo aquello que ella vivió, todo aquello con que el Señor la agració no es un jardín cerrado, sino que tiene las puertas abiertas para que entremos: ella nos toma de la mano para caminar con nosotros en la misma dirección que ella caminó.

    “Nuestra Señora del no saber” puede ser no muy apetecible. ¿Quién va a querer entrar en el “Jardín del no saber” en un mundo en el que muchas veces del saber depende la vida, el futuro, depende el poder resguardarse?
    Lo primero que se dice de María en el Evangelio de Lucas cuando el ángel la saluda es: “ella se turbó y no sabía lo que significaba ese saludo”. María entra en la historia como Sujeto del Verbo “no saber”, “no conocer”.Cuando más adelante la encontramos con José encontrando al Niño en el Templo dice Lucas “Ellos no comprendieron lo que quería decir el Niño”. En el relato de la Anunciación se nos dice “la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra”. María pasa la vida entera a la sombra del Espíritu. Es una sombra que no le permite controlarlo todo, saberlo todo, conocer el resultado final del misterio de su Hijo: también al pie de la Cruz está como Señora del no saber. Claro: es Nuestra Señora del ‘fiarse’ –tener fe-. Tal vez por fiarse de su Hijo puede entrar en su camino.
    Cuando en el Evangelio Jesús narra la parábola de aquel sembrador que esparce la semilla y la semilla germina sin que el sembrador sepa cómo, creo que estaba pensando en su Madre: Yo –Jesús- he germinado y he crecido, y ella no ha sabido cómo. María no ha pretendido “dominar” los ¿cómo?. En general, Dios no nos deja dominar los cómos, nos pide que nos abandonemos a su presencia, a su voluntad, a su camino hacia nosotros. No tenemos que intentar siempre dominar los cómos.  Eso es lo que significa ser devotos de



 “Nuestra Señora del No Saber”: no pretender dominarlo todo, sino fiarse.
Muchas vecen en la vida andamos a oscuras como aquel rebaño “cruzando por cañadas oscuras” (sal 22). El rebaño no sabe por donde va, pero escucha el cayado del pastor que le orienta en medio de la noche.
Ella es peregrina con nosotros en la fe. No es ella subida mirando al cielo, sino caminante con nosotros, con sandalias, pasando por los mismos túneles que pasamos nosotros.

Las manos de una madre, la sonrisa de los niños y el amor
Rompen las fronteras que separan credos, razas y color
Porque nuestro mundo encuentre paz, y por
Los que no han nacido

Ave maría, ave maría, gratia plena madre sancta
Gratia plena oh, oh madre sancta
Ave maría, ave maría, porque el milagro es la magia del amor
Que nos une

A pesar de toda la violencia, la tristeza y el dolor
Después de que termina la tormenta ara todos brilla el sol,
Para recordarnos que el amor, es capaz de lo imposible

Ave maría, ave maría, gratia plena madre sancta
Gratia plena oh, oh madre sancta
Ave maría, ave maría,
Porque la esperanza sea la luz del corazón
Para siempre

Ave maría, porque el milagro es la magia del amor
Gratia madre
Ave maríaFernando Lima

“Nuestra Señora de la buena mirada”: en el Magnificat ella dice “porque ha mirado la humillación de su esclava”: la buena mirada aquí no es la de ella sino la de Dios. Ella en realidad es la “bien mirada”. Nos cambia la vida cuando somos bien mirados. Dice San Juan de la Cruz “…que bien puedes mirarme después que me miraste, que gracia y hermosura en mi hallaste…”, y es porque cuando nos miran de una manera amorosa somos capaces de vernos con la mirada del otro. Un niño que se ha sentido mirado con amor, aunque no sea muy listo, va a crecer envuelto en esa mirada amorosa (pensemos en los niños con discapacidad: crecen mirados por una ternura especial). Cuando de niños nos han mirado amorosamente, se nos “esponja el alma”. Hay un poema de Gabriela Mistral que dice “Si tú me miras, yo me vuelvo hermosa”. Nos volvemos hermosos cuando otro nos declara hermosos. Cuando decimos “esta persona me ha caido en gracia”, el acento no está puesto en mis méritos sino en la mirada del otro que me agracia.
    María es conciente de que ella está llena de gracia porque los ojos de Dios la están agraciando , la están transformando.
Cuando de niños nos decían “no hagas tal cosa, que Dios te está mirando”, era como que Dios tenía puesta su mirada solo en lo que hacíamos mal o algo malo. Una mirada de castigo, terrible.

Un cuento: Un chino, -que no sabía nada de cristianismo-, ntra junto a un español en una iglesia. Ve a Cristo en la cruz y pregunta ¿quién es éste?. Le responde ‘Es el Hijo’. Luego mira la imagen de la Virgen dolorosa y pregunta: ‘¿y ésa?’. Le responde ‘Es la Madre’. Luego ve el símbolo del ‘ojo de Dios’, y pregunta ‘¿y eso?’. Le responden: ‘Ese es el Padre’. Entonces el chino exclama ‘¡qué familia tan desgraciada!”.
Nosotros no somos una familia desgraciada. Todo lo contrario: tenemos la gracia de estar envueltos en la mirada amorosa de Dios, y María fue la primera.

“Nuestra Señora del dejar hacer”: en el Evangelio de Lucas nos ponen a Marta y María. María muestra la vida contemplativa. Marta la vida activa. Y se nos manifiesta que es más importante la contemplación que la acción. Pero justo antes de eso está narrada la escena del buen samaritano, donde Jesús le dice al escriba “vete y haz tú lo mismo”. Nos está mostrando, al usar el verbo hacer en imperativo, la importancia del hacer en la vida. Pero como Lucas sabe de las tonterías que podemos hacer cuando nos lanzamos a hacer cosas por hacer, pone la escena de Marta y maría para recordarnos que “antes de hacer cosas hay que sentarse a los pies del maestro a escuchar por dónde nos quiere conducir, a qué hacer nos quiere guiar”. Por eso, al concluir la escena de la Anunciación, María no dice “voy a hacer” lo que Dios quiere, sino que dice “hágase en mí”, es decir, que la acción sea de Dios y pase a través mío. Yo soy un instrumento en su mano. Ese es el “dejar hacer” de maría. Todos estamos llamados a pasar de un hacer compulsivo a un dejar hacer a Dios a través nuestro.

ABEL PINTOS – OJOS DE CIELO
Si yo miro el fondo de tus ojos negros
se me borra el mundo con todo su infierno.
Se me borra el mundo y descubro el cielo
cuando me zambullo en tus ojos tiernos.

Ojos de cielo, ojos de cielo,
no me abandones en pleno vuelo.
Ojos de cielo, ojos de cielo,
toda mi vida por este sueño.
Ojos de cielo, ojos de cielo…

Si yo me olvidara de lo verdadero,
si yo me alejara de lo más sincero,
tus ojos de cielo me lo recordaran,
si yo me alejara de lo verdadero.

Si el sol que me alumbra se apagara un día
y una noche oscura ganara mi vida,
tus ojos de cielo me iluminarían,
tus ojos sinceros, mi camino y guía.

“Nuestra Señora del buen adentro” ¿dónde queda ese adentro? El Evangelio nos dice de María que ella “guardaba todas estas cosas y las meditaba en su corazón”. “Meditar” , en castellano, suena a “algo que se hace con la mente”. Pero la palabra que usa Lucas, en griego, en realidad dice  que María “reunía en el corazón lo que estaba disperso”. Ella, a lo largo de toda su vida, ha escuchado: en la anunciación “tu Hijo será grande”, y en Belén es un recién nacido, pequeño, ha escuchado “será Hijo del Altísimo”, pero de momento es hijo suyo, “Dios le dará el trono”, pero resulta que el trono es un pesebre, “y su reino no tendrá fin”, pero Belén es una cuadra. Oía en las sinagogas que “el Mesías huele a aloe y mirra en sus vestidos”, pero aquí huele a estiércol. ¿Cómo juntar la palabra del Evangelio  con la vida? Es todo el trabajo de la vida cristiana. Como decía Mons. Angeleli, “hay que tener un oído puesto en el Evangelio y otro en el pueblo. Y eso es lo que hacía María: tenía  por un lado la palabra en el corazón, y los ojos en lo que ocurría. Y muchas veces parece que las dos cosas van en dirección contraria. María, en el buen adentro de su corazón, en el laboratorio de su corazón, está trabajando para que palabra y vida se junten y se integren. Eso es todo lo que hacemos con la fe: cuando leemos o escuchamos noticias terribles, y luego participamos de la Eucaristía y rezamos “Padre nuestro que estas en el cielo…venga a nosotros tu Reino”, hacemos un esfuerzo de fe para unir el Padre en quien creo con los datos terribles que nos da la realidad. Tenemos que hacer ese trabajo de juntar, y no sabemos cómo. Por eso es a “Nuestra señora del no saber” a quien debemos acudir para que nos oriente, porque ella es maestra. Y debemos pedirle que no se nos rompa el corazón en el intento de unir dentro de él las cosas. Porque la tensión que genera ese esfuerzo hace que muchas veces nos fuguemos a las idealidades de la fe, o nos fuguemos hacia un realismo escéptico, que son los dos caminos equivocados. Ella está allí, en el centro, diciéndonos: “hijos, no os vayais para el lado del espiritualismo que no vais a ninguna parte, ni tampoco a la amargura de un realismo que pierde referencia a la Palabra”.
“Nuestra Señora del Buen camino”: María pasó su vida caminando. Primero caminó a casa de Isabel, además caminó de prisa: era una muchacha ágil y animosa. Después va de Nazareth a Belén, con casi 9 meses de embarazo, en un viaje largo y penoso. Luego va a Caná a casa de los novios. La vamos a ver detrás de Jesús en su vida pública, y cuesta arriba del Calvario, y después a casa de San Juan, y después al Cenáculo a esperar al Espíritu. Ella es una caminante incansable. Este tema de caminar la vida entera tantas veces es cansador y sentimos ganas de sentarnos. Ella está ahí, animándonos, como esos guías que a veces van delante en el camino y en el caminar. La metáfora del camino es casi la metáfora de la vida cristiana: vamos unos con otros animándonos cuando estamos cansados, haciendo pausas, curando las heridas de otros, dejándonos curar.

Libros escritos por Dolores Aleixandre: “Las puertas de la tarde” , “Envejecer con esplendor” “Esta historia es mi historia: narraciones bíblicas vividas hoy”, “La fe de los grandes creyentes”, “Bautizados con fuego”, “Círculos en el agua” “Cantar a Jesús”,”Compañeros en el camino”, “Iniciar en la oración”, “Dame a conocer tu nombre”, “Palabras para la espera”, “Relatos desde la mesa compartida”, “Mujeres en la hora undécima”, “Dichosos vosotros. Memoria de dos discípulas”.