Nuestra relación con los bienes materiales

jueves, 16 de febrero de 2012
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Buen día a todos los oyentes de Radio María y a todos los que colaboran con la emisión de la catequesis.

 

Qué bueno descubrir el paso de Dios por la historia y sobre todo agradecer la esperanza que uno tiene en el corazón de un Dios que sigue actuando, que se sigue manifestando y que nos sigue regalando su Amor.

 

Pedimos al Señor que nos envíe su Espíritu Santo para que podamos compartir su palabra y su enseñanza y podamos continuar con el camino que empezamos esta mañana de continuar y de aprender de esta carta Encíclica de nuestro Papa "Aprender desde la verdad".

 

Ven Espíritu Santo y pone en nuestros labios palabras de sabiduría y de amor, que tu palabra y tu presencia quemen nuestro interior y arda en nuestro corazón,

Ayúdanos a descubrirte en la presencia del hermano, en la presencia del que camina a nuestro lado, en este día y como lo hemos hecho esta semana pedimos al Señor por nuestra patria, con esta oración:

 

 

Jesucristo, Señor de la historia, te necesitamos.

Nos sentimos heridos y agobiados.

Precisamos tu alivio y fortaleza.

Queremos ser nación,

una nación cuya identidad

sea la pasión por la verdad

y el compromiso por el bien común.

Danos la valentía de la libertad

de los hijos de Dios

para amar a todos sin excluir a nadie,

privilegiando a los pobres

y perdonando a los que nos ofenden,

aborreciendo el odio y construyendo la paz.

Concédenos la sabiduría del diálogo

y la alegría de la esperanza que no defrauda.

Tú nos convocas. Aquí estamos, Señor,

cercanos a María, que desde Luján nos dice:

¡Argentina! ¡Canta y camina!

Jesucristo, Señor de la historia, te necesitamos.

Amén.

 

 

 

 

Compartimos el Evangelio de San Marcos Capitulo 7, 35 al 37 que dice así:

 

Cuando Jesús volvía de la región de Tiro, pasó por Sidón y fue hacia el mar de Galilea, atravesando el territorio de la Decápolis.

Entonces le presentaron a un sordomudo y le pidieron que le impusiera las manos.

Jesús lo separó de la multitud y, llevándolo aparte, le puso los dedos en las orejas y con su saliva le tocó la lengua.

Después, levantando los ojos al cielo, suspiró y le dijo: "Efatá", que significa: "Ábrete".

Y en seguida se abrieron sus oídos, se le soltó la lengua y comenzó a hablar normalmente.

Jesús les mandó insistentemente que no dijeran nada a nadie, pero cuanto más insistía, ellos más lo proclamaban

y, en el colmo de la admiración, decían: "Todo lo ha hecho bien: hace oír a los sordos y hablar a los mudos".

Palabra del Señor. Gloria a tí Señor Jesús

 

En estos días hemos venido reflexionando sobre el contenido de la carta Encíclica "Caritas in veritate" La caridad en la verdad, del Papa Benedicto XVI, este documento es del año 2009, ubicado en un contexto muy particular, momento de esta gran crisis que va afectando a distintos sectores. Y la palabra del Santo Padre que viene a iluminar un camino de continuación a lo que la doctrina social de la Iglesia viene realizando a lo largo del tiempo y de la historia, conmemorando también los cuarenta años de una Carta Encíclica de Paulo VI "El Progreso de los pueblos" y por eso este regalo particular de ir reflexionando y de iluminar con el evangelio las realidades de todos los días de nuestra vida.

 

El Santo Padre hace énfasis en que se debe realizar lo que se piensa sobre la razón de ser de las empresas y creo que aquí podemos tener una mirada local y particular. Pensar en nuestras empresas pequeñas, en nuestros negocios, en nuestra actividad comercial. Para todos los católicos y todos los hombres de buena voluntad, el Papa utiliza esta expresión: la empresa no puede tener como único objetivo ganar dinero, olvidando que todos los que desarrollan esta actividad tiene una responsabilidad social con las personas que contribuyen a la vida de cada unidad. Es decir, también corresponde a las empresas trabajar por los intereses de sus trabajadores, de sus clientes y de sus proveedores. En fin, los intereses de la comunidad donde la empresa desarrolla su actividad. Mucho menos aún, las empresas pueden aprovechar en su propio beneficio la posición dominante, el estar contra los derechos de sus trabajadores, de sus clientes, de sus proveedores.

Son extrañas las ideas de "Caritas in veritate" sobre la economía, y el Santo Padre cree que es importante recalcar la responsabilidad social de las empresas y pensamos en todo lo que hacemos todos los días con lo cual vivimos. Nos ha invadido el criterio de que si tenemos un negocio, es solo para ganar dinero y se tiende a olvidar las obligaciones con la comunidad.

Es importante meditar estas ideas en el contexto de las exigencias del evangelio y vamos a descubrir que estas enseñanza ponen de relieve un aspecto que engrandece el trabajo de cada uno de nosotros, que no se tiene un objetivo egoísta sino que las actividades económicas existen para su bien y para el bien de la sociedad.

 

Las reflexiones sobre el número 40 de esta carta nos han llevado a la necesidad de repensar toda la teoría económica del capitalismo, cuando la actividad empresarial se rige solo por el lucro, por el dinero y por el poder que trae el lucro y el dinero hay que buscar un nuevo camino, hay que inyectar este ingrediente cristiano que es la actitud abierta al don y al compromiso comunitario.

 

No es fácil que piensen distinto personas que dedican su vida a construir un negocio y que siempre se han guiado por la idea de que el fin es obtener más ganancias en su propio beneficio. No es fácil dejar que este pensamiento de compromiso con la comunidad los guíe a este criterio cristiano del don. Tener una actitud que los lleve al dar y no solo a vender. A pensar en el don y no solo a cambiar sus servicios por dinero.

 

Para que nuestro pensamiento este basado en el evangelio debemos tener un toque de conversión, para que el manejo de nuestros bienes sea en función a la mirada que tiene el evangelio y la palabra de Dios.

 

Podemos sintetizar esto diciendo que el pensamiento cristiano no es solamente para el día domingo, debemos comprender la coherencia que significa vivir una sola vida, no dos ni tres, según el escenario en que nos movamos, es una exigencia del evangelio.

 

Recorriendo otros textos del Papa Benedicto XVI, en la Pascua del año pasado nos ponía a pensar sobre el significado de la limosna junto con el ayuno y la oración y nos decía que son expresiones del compromiso de conversión, el deseo de convertir el corazón, el descubrir este don que hemos recibido. Una mirada distinta en nuestra actividad diaria en lo económico.

 

La consigna de hoy sería: ¿Sos consciente que todo lo que tenés es don de Dios para tu hermano?

 

Todo esto es tuyo pero tiene un sentido social, cómo pensás tu trabajo, solo para sacar dinero y más dinero, o una oportunidad para crecer en familia y en comunidad?

Es importante que desde mi emprendimiento tener compromiso social.

 

¿De qué manera desde tu actividad comercial o empresarial estás comprometido con la sociedad? Es importante el poder descubrir si solamente perseguimos el tener más, el ser mas o el tener más poder a través  del dinero.

 

También debemos tener una mirada agradecida y de esperanza hacia aquellos que ya lo han comprendido y lo viven así todos los días.

 

Retomando lo que nos decía Benedicto XVI: la práctica de la limosna, la práctica del ayuno, son las que nos ayudan a comprender y tienen mucho que ver con el manejo de los bienes materiales que ocupan un lugar particular en esta Encíclica. El ayuno, que puede tener distintas motivaciones, adquiere para el cristiano un significado profundamente religioso, haciendo más pobre nuestra mesa aprendemos a superar el egoísmo para vivir en la lógica del don y del amor. Soportando la privación de alguna cosa aprendemos a apartar la mirada de nuestro yo para descubrir a alguien a nuestro lado y reconocer a Dios en los rostros de tantos hermanos.

 

Para el cristiano el ayuno no tiene nada de intimidista sino que te abre a Dios y a las necesidades de los hombres y hace que el amor a Dios sea también el amor al prójimo.

El ayuno, la limosna, la oración no tiene nada de intimidista, su mensaje significa que tiene un sentido desde la renuncia personal abrirse a Dios, y desde la mirada de Dios a la necesidad del prójimo.

 

En nuestro camino nos encontramos también ante la tentación de tener, la avidez de dinero que va minando el primado de Dios en nuestra vida, que nos hace olvidar con engaños que Dios es lo primero en nuestra vida.

El afán de poseer provoca violencia, muerte, corrupción, por esto la Iglesia recuerda la capacidad de compartir.

La idolatría de los bienes, no solo nos aleja del hermano sino que nos despoja del ser hombre, de nuestra dignidad, nos hace ser infelices, nos engaña, nos defrauda, poner nuestra actividad económica, poner el deseo de crecer y de progresar en el lugar de Dios, única fuente de la vida.

 

Todo un desafío para nuestro tiempo, toda una mirada que la Iglesia nos invita a tener. Esto de pensar también en el compromiso con el hermano desde mi actividad.

 

Quizá se pueda pensar que es utópico que las personas dedicadas a los negocios no enfoquen su vida exclusivamente al dinero, que aprendan a compartir y a comprometerse. Hoy la mirada del Santo Padre nos invita a pensar y a mirar hacia adentro, esta mirada nos hace encontrar con Dios y desde Dios con el hermano. Un cambio de mentalidad en quienes manejamos la economía es lo que el Santo Padre invita a tener. 

 

Se comprende muy bien esto en el marco de las exigencias del evangelio sobre los bienes terrenales, vale la pena recordar alguno de esos textos que nos hablan de la relación de cada uno de nosotros con los bienes terrenales. El capítulo 6 del Evangelio de Mateo, "no junten tesoros y reservas aquí en la tierra donde la polilla y el óxido hacen estragos, donde los ladrones rompen el muro y roban, junten tesoros y reservas en el cielo donde no hay polilla ni óxido para hacer estragos, donde no hay ladrones para romper el muro y robar" la razón que nos da el Señor para no juntar riquezas en la tierra es poderosa, porque donde esté tu tesoro allí estará también tu corazón. Nadie puede servir a dos señores, porque aborrecerá a uno y amará al otro, o bien se entregará a uno y despreciará al otro, no pueden servir a Dios y al dinero.

Con esta enseñanza del Señor concuerda la de la doctrina social de la Iglesia que nos dice que no es el hombre para la economía sino la economía para el hombre.

 

El dinero, los bienes de la tierra son todos instrumentos, la advertencia que nos hace en esta mañana es que no podemos considerar al dinero como el fin de nuestra vida y vivir para tenerlo o para alcanzarlo.

 

Ante la propuesta del Señor de no juntar tesoros en la tierra sino en el cielo, algún negociante podría preguntar al Señor: Y yo, ¿qué obtendré a cambio?

 

 

¿Qué me das a mí a cambio de mi compartir? puede parecer gracioso el planteo pero para quien está acostumbrado a no dar nada gratis, a cobrarlo todo, sería lógica la pregunta.

De hecho Simón Pedro no lo había terminado de comprender cuando Jesús hablando de las riquezas le hizo esta consulta a Jesús ¿ Nosotros que lo dejamos todo que vamos a recibir? estaba preocupado también y Pedro venía de una actividad comercial como era la pesca.

Acabamos de leer una respuesta del Evangelio, no se trata de dejar algo por nada a cambio, se trata de modificar el destino, es invertir en una entidad más segura, junten tesoros y reservas en el cielo donde no hay polilla ni óxido para hacer estragos, donde no hay ladrones para romper el muro y robar.

 

Qué desafío que nos presenta la palabra de Dios para pensar nuestra vida, nuestra actitud y nuestro compromiso en nuestras actividades comerciales, cuál será nuestra herencia? otra respuesta la encontramos en la Primera carta del Apóstol San Pedro Capítulo I: Al resucitar a Cristo Jesús de entre los muertos nos dio una vida nueva y una esperanza viva, reservada para ustedes la herencia celestial, ese tesoro que no perece ni se echa a perder, ese tesoro que no se deshace con el tiempo, y lo protege el poder de Dios por medio de la fe con miras a la salvación que nos tiene preparada para los últimos tiempos, Por esto estén alegres aunque por un tiempo tengan que estar afligidos con diversas pruebas. Si el oro debe ser probado pasando por el fuego y es solo cosa pasajera, con mayor razón la fe que vale mucho más. Esta prueba les merecerá alabanza, honor y gloria el día en que se manifieste Cristo Jesús.

 

Qué raro puede aparecer que nos estemos haciendo esta pregunta sobre nuestra relación con los bienes de la tierra, con nuestra actividad empresarial, comercial, con nuestros emprendimientos.

 

Son tus bienes materiales, tu trabajo, tu empresa, tu negocio, medios para satisfacer las necesidades o los utilizas como fines para alcanzar un lugar en la sociedad, tener más poder, una carrera sin límite. Cómo te estás llevando con las cosas, con los bienes, ¿estás dispuesto a compartir, estás dispuesto a tener un compromiso social desde tu actividad laboral?

 

 

El mandamiento nuevo que nos dejó Jesús debe producir este cambio en nuestro comportamiento con los demás. Es lo que nos estamos preguntando y lo queremos compartir.

 

En el capítulo 5 del Evangelio de Mateo el Señor nos enseña a ser generosos, a no ser tacaños: … y al que quiera quitarte tu camisa, déjale también el abrigo. De qué manera nos invita Jesús a dar más de lo que nos pidan. Al que te pida, dale. Y al que quiere tomar de ti prestado, no se lo rehúses. De nuevo la idea es dar con generosidad. El Señor no nos pide que seamos ingenuos, que permitamos que ladrones y abusadores se   aprovechen de nosotros. Nos conviene también meditar y encontrarnos con el significado profundo de la palabra AMOR.

 

El Papa Benedicto XVI en su primera Encíclica "Dios es Amor" explica la inmensidad del Amor, Ágape, que es el amor generoso como el de Dios con su criatura, el amor generoso de la madre con su hijo, el amor heroico por el prójimo de aquel que está atento para salvavidas, vel bombero, aquel que está al servicio del otro. Este es el amor que Jesús quiere que tengamos, hacer el bien con aquellos que son nuestros hermanos. Es el amor dispuesto a ayudar al prójimo sin esperar agradecimiento. Será que Jesús nos pide demasiado? , si, pide mucho, lo pide todo. Dios nos pediría demasiado cuando nos pide que amemos a nuestros enemigos, nos pide el corazón porque tenemos la capacidad de hacerlo. Hoy Dios nos está diciendo, aprovecha al máximo tu capacidad de amar y de comprometerte con el hermano. y no solamente la capacidad sino la seguridad de que él nos ayuda con su gracia.

Tenemos que pedir su ayuda cuando nos encontramos en dificultades, con él en nuestro auxilio lo podemos todo. Todo lo puedo en aquel que me conforta va a decir San Pablo en la carta a los Filipenses. Qué ejemplo nos pone Jesús, que amemos a nuestros enemigos para que seamos hijos de nuestro padre que está en los cielos, es decir para que nos comportemos como verdaderos hijos e hijas de nuestro Padre Celestial que también ama a sus enemigos, que hace salir el sol sobre buenos y malos.

 

Y por último la invitación clara y contundente a la santidad. Por su parte sean ustedes perfectos como es perfecto el Padre de ustedes que está en el cielo.

 

Gracias a todos los que siguen compartiendo con nosotros estas reflexiones.

 

Dios no nos dice que hay que despreocuparse de los asuntos materiales Dios no va a cubrir nuestras deudas ni nuestras necesidades haciéndonos llegar un bono, Dios nos va a dar la creatividad, la iniciativa, las capacidades para vivir pero también para ayudar a vivir al hermano.

Dios ha confiado a cada uno de nosotros el administrar este mundo y mediante el trabajo continuar su obra creadora. En medio de este trabajo. la ciencia como la tecnología van contribuyendo a esta obra creadora confiada a los hombres sin querer hacerse Dios.

 

Esta referencia a la acción maravillosa de Dios en la naturaleza, nos recuerda sobre todo el no perder la capacidad de admiración ante el milagro de la vida, no perder la capacidad de admiración ante lo que vivimos a diario, el descubrir cómo Dios siempre acompaña nuestro caminar, no estamos solos, su providencia acompaña y protege, aún cuando no vemos claro, aún cuando parece que Dios se olvidó de nosotros. Nunca se va a olvidar de nosotros, nunca nos va a descuidar, nunca va a dejarnos de dar la fuerza y la oportunidad para sentir que él es nuestro Padre.

 

Por eso la invitación de Jesús a ordenar nuestra vida en torno a los bienes materiales, la invitación que nos hace la Iglesia a través de su doctrina social no es un llamado a la irresponsabilidad, una cosa es vivir responsablemente el presente de manera que en el futuro recojamos la cosecha de lo que hemos sembrado y otra muy distinta es querer dominar el futuro acomodándolo a nuestros intereses.

 

 

No le des instrucciones a Dios sobre lo que debe hacer respecto de nosotros. Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Pongamos nuestro futuro en manos de Dios y vivamos esta libertad que nos regala ser sus hijos.

 

 

 

Llegamos al final de nuestro encuentro, muchas gracias a todos los que se hicieron presentes a través de sus reflexiones.

Que Dios te regale el tener un corazón generoso, compartir y honrar la vida desde el amor, que Dios te bendiga y te haga feliz.