18/09/2019 – La devoción a Nuestra Señora de la Consolata nació en Turín (Italia) en los primeros siglos del cristianismo. Cuenta la tradición que fue San Eusebio, desterrado a Palestina por el emperador Constancio, en el año 354- quien al regresar, le trajo a su amigo San Máximo, una imagen de la Virgen María que, según decía, había pintado san Lucas.
Máximo colocó el cuadro en una capilla, al lado de una iglesia dedicada a san Andrés. Y así, la imagen que venía de la misma tierra de Jesús y de María empezaba a formar parte de la historia de la comunidad cristiana de Turín.
Luego durante una guerra se destruyó el templo de san Andrés y la imagen quedó sepultada bajo los escombros, años más tarde al encontrarla se erigió una Capilla con su nombre, pero también fue destruida y desapareció por segunda vez
Posteriormente el cuadro fue encontrado por el ciego de Briançon a quien la Virgen le devolvió la vista y le indicó donde encontrar el cuadro. En Argentina hay una gran devoción a la Virgen de la Consolata, hay una parroquia en la Arquidiócesis de Buenos Aires, otra en Rosario, un Santuario en Sampacho, diócesis de Río Cuarto (Córdoba), una parroquia en su honor en la ciudad de San Francisco, también en la provincia de Córdoba. Hoy peregrinamos junto a Nuestra Señora de la Consolata en Rosario, Argentina. ¿Te animás a emprender el viaje?
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