28/07/2021 – En el ciclo “La devoción al Sagrado Corazón en la Biblia, el biblista Gerardo García Helder habló de la octava promesa del Sagrado Corazón de Jesús: “Seré la perfección en tu amor”. “El Sagrado Corazón de Jesús es nuestro modelo por ser manso y humilde de corazón, nos enseña los roles que tenemos dentro de la Iglesia. El presbítero o el obispo tiene la tarea de hacernos sentir a todos que somos parte del pueblo de Dios, ni más ni menos que eso. El lugar de cada uno dentro de la Iglesia es fundamental, no echemos a la gente de nuestras comunidades”, anticipó. “El término perfección es una ambigüedad, hay que saber interpretarlo. Nosotros no podemos ser misericordiosos ni perfectos como lo es Dios, eso queda claro. Por la gracia de Dios, apenas si reflejamos algo de la enorme bondad que nos da el Señor. Siempre nuestro ser es imperfecto, siempre nuestras obras de caridad son limitadas. San Vicente de Paul decía que hay que pedirle perdón a pobre que le das limosna, porque es solo un aporte, una ayuda”, aseveró el especialista.
“Tenemos que pensar en las diferentes formas familias que hoy tenemos, familias ensambladas. Dios nos asiste con su gracia en todo momento. Cuántas nuevas situaciones tenemos y nos esforzamos para ver las problemáticas que nos asedian y asistir a las personas concretas. Tenemos que aceptar a las personas en sus procesos vitales, tal como son. Todos los que podemos dar algo es porque primero lo hemos recibido. El evangelista Mateo dice en las Bienaventuranzas que son felices los pobres de espíritu y me parece más atinado a Lucas que solo menciona a los pobres, a secas. Seguramente muchos de nosotros no somos pobres, pero si podemos hacernos pobres, compartiendo lo que tenemos y poniéndonos al servicio de los demás”, opinó Gerardo.
Finalmente, García Helder rezó esta oración:
¡Dame un corazón semejante al tuyo!
¡Cambia mi corazón de piedra
por uno comprensivo como el tuyo!
Concédeme tener tus mismos sentimientos,
tú, que siendo de condición divina,
no consideraste esta igualdad con Dios
como algo que debías guardar celosamente
sino que, por el contrario,
te anonadaste a ti mismo
tomando la condición de esclavo y
te hiciste uno de nosotros,
humillándote hasta aceptar la muerte y
muerte de cruz.
Sagrado Corazón de Jesús:
¡en vos confío!
Jesús dijo: “Hagan por los demás
lo que quieren que
los hombres hagan por ustedes.
Amen a sus enemigos,
hagan el bien y presten sin esperar nada a cambio.
Entonces la recompensa de ustedes será grande
y serán hijos del Altísimo, porque él es bueno con
los desagradecidos y los malos.
Sean misericordiosos,
como el Padre de ustedes es misericordioso”.
Amén.