“Nuestro acercamiento al dolor del otro nos humaniza, nos hace mas compasivos “, padre Fernando Cervera

13/06/2019 – Este martes, como cada semana, conversamos con el sacerdote jesuita Fernando Cervera acerca del dolor, la aflicción y la felicidad, desde a la bienaventuranza de Jesús “Felices los afligidos, porque serán consolados”

El padre Fernando comenzó su reflexión en el marco de este mes dedicado al Sagrado Corazón y esta imagen donde el Señor nos muestra sus llagas. “Este tiempo-dijo- nos lleva a pensar en esta bienaventuranza de la aflicción que nos llama tanto la atención. La Biblia nos presenta el libro de Job que es el libro por excelencia de los afligidos.”

Muchas veces nos cuesta acercarnos al propio dolor, sobre todo al de las personas que tenemos cerca. El dolor está siempre en la vida, en cada momento de cambio, de crecimiento.

Adán y Eva pierden el paraíso y ya no lo pueden volver a recuperar, hay dolor de una perdida, duelo. Es el dolor de lo irreparable, de perder el paraíso y quedar desnudos, desamparados. En estas situaciones de dolor, dijo el padre Cervera, “la familiaridad con Dios también se vuelve algo extraño, de vergüenza y  sensación de desamparo. Y esta pérdida que nos produce el desamparo, nos pone en ese lugar de vulnerabilidad ante la tentación.”

Jesús, modelo de dolor que construye y repara

En el momento previo a la muerte de Jesús, consciente de lo que le iba a suceder, Jesús se pone en nuestro lugar como alguien que lo va a vivir intensa, dramática y finalmente. “Éste es un punto importante-señaló el sacerdote- para nosotros los cristianos, Cristo siempre está presente en todas las situaciones, no las niega, no las quiere suprimir ni superar, sino que las asume. Cuando a mí me cuesta asumir algo, ahí tengo que saber quién me acompaña en este momento.”

“El dolor nos abre la puerta a un contacto, que de otra forma, no hubiera sido posible. El dolor tiene un cierto lugar constructivo, hasta tal punto reparador, pero vinculante. Es una experiencia no agradable, que sin embargo nos vincula con otros o con nosotros mismos. Ésta función cambia de sentido cuando se transforma en tristeza, la tristeza está emparentada con la sensación de pérdida total, de lo irreparable. A la tristeza la podemos asimilar con el sufrimiento, cuando uno le da muchas vueltas, o se anticipa, porque se ha encerrado un poco en el dolor, ni lo atraviesa, ni le ve la posibilidad constructiva.”

El dolor  despierta la solidaridad

Jesús nos habla de que en el dolor está la posibilidad de la felicidad, aquellos que se animan a transitarlo serán felices, porque van a encontrar a un Dios que es consuelo. Serán consolados.

El padre Fernando señaló que “el dolor nos da una posibilidad grande, nos da la fe, creer en uno mismo, creer en la vida. La fe es algo que abre la vida, que la abre de la nada. La bienaventuranza nos ira llevando a aflorar dentro del corazón, mientras la oramos.”

El dolor toca la aflicción, una realidad limite del ser humano, que nos cuestiona mucho la existencia, a veces abre puertas y ventanas a esta presencia, nos lleva a un primer paso con el encuentro de la consolación.

“La cruz es el signo de que el amor ha sido más fuerte que el odio y que la maldad. Jesús es la vela que sostiene e impulsa el barco en el que andamos. La persona de Cristo o las personas que nos reflejan a Cristo, son las que nos ayudan a poder transitar los puentes que nos llevan hacia adelante. Nuestro acercamiento al dolor del otro nos humaniza, nos hace mas compasivos “

Hay una muerte, una transformación que es dolorosa y es inevitable, y que además es signo de crecimiento. Una transformación que exige saber perder, saber renunciar: “Si el grano de trigo no muere, se queda solo, pero si muere da mucho fruto” (Jn 12,24).

“La consolación que nos trae Jesús, hace caer todos los velos y nos hace encontrarnos con que Él está ahí, no nos ha dejado solos. Pero nos da esa apertura, y a la vida no la miramos de la misma manera, la afrontamos con otro sentido y esa es la puertita que el dolor abrió y que no la podemos planificar, pero que al afrontarla se nos hace posible.”

Escuchá la reflexión completa del padre Fernando Cervera

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