“Ofrenda, comida y resurrección son aspectos de la Eucaristía”, dijo el escritor y abogado

martes, 30 de marzo de 2021
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30/03/2021 – En el final del ciclo “Renacer a la esperanza”, el escritor y abogado Carlos Barrio y Lipperheide se refirió a la Eucaristía, el trabajo y la vida. “Estamos en Semana Santa, la semana que condensa toda nuestra fe, y voy a hablar de la Eucaristía. Esto es algo central de nuestra creencia cristiana. En Estados Unidos ingresé en una iglesia protestante luterana y noté que estaba vacía. Ahí valoré de forma notable la Eucaristía. Su presencia hace cálidos a nuestros templos. El Señor está presente en la Eucaristía. Y tenemos que unir la Palabra de Dios a la contemplación de la Eucaristía, su adoración”, inició diciendo.

La Eucaristía ya está presente en el Antiguo Testamento, es un signo que viene d eallá. La Eucaristía también acontece, es un acontecimiento histórico que se renueva, se revive en cada celebración de la misa. Esa es la esencia del sacramento. Ofrenda, comida y resurrección son tres aspectos de la Eucaristía. El pan y el vino son imágenes que Jesús utiliza para mostrar nuestra vida. El pan significa nuestro trabajo, nuestro trajín, la lucha de la vida diaria. Y el vino nos muestra la muerte, la pasión de nuestro Señor, pero también es alegría, es resurrección. El empresario Enrique Shaw decía que hay una transformación en la Eucaristía, y para llegar al pan y la vino hay procesos, hay trabajo en ellos, son dones”, señaló Barrio.

“¿Quiénes somos? Somos pecadores, seres imperfectos, por eso tenemos que aceptarnos, trabajar nuestros egos. De esa forma nos sumergirnos en la misericordia de Dios. El tema es presentarnos tal cual somos. Preguntante: ¿Qué te cuesta aceptar más de vos, cuáles son las máscaras que llevás? Pensá en tus lados oscuros, ofrendate. Otro momento es el grano de trigo que cae en tierra y desaparece. Tenemos que soltar cosas, animarnos  a recorrer el camino de Dios, ser libres. Pensar que podemos hacer para estar más ligeros de equipaje. Tenemos que dejar el confort, la comodidad, conectarse con el interior, arriesgar por algo más. Preguntante: ¿A qué te cuesta morir hoy que te aleja de Dios? Puede ser escuchar al otro, aceptar que la verdad esté en el otro. Eso es comunión, tratemos de no romperla, de estar cerca del hermano”, indicó el especialista.

“También la Eucaristía es una comida, es comer y beber el cuerpo de Cristo. Y estamos invitados todos a comer su cuerpo, y refiere también a saciar el hambre donde la haya. No podemos recibir la Eucaristía sin dejarnos interperlar por la necesidad del hermano. La resurrección de Jesús es alegría, es el “alégrate” del anuncio. El que está en Cristo es una nueva creatura. Esto es la dimensión de la resurrección de Jesús que hay en la Eucaristía. Este hecho conmovió el Universo. Preguntate: ¿Qué podés hacer para hacer resucitar tus distintos ambientes?”, completó Carlos

Finalmente, Barrio rezó esta oración:

Señor, te doy gracias por “el pan vivo bajado del cielo”

por tu presencia escondida y humilde en los que tienen hambre y sed,

están desnudos o desamparados, presos y olvidados.

Gracias también por los niños que juegan en las plazas, r

egando la esperanza, riendo y soñando.

¡Que tu cuerpo y tu sangre me transformen,

abran mi corazón y te siga, Señor!

Dame tu fuerza para sostenerme y aceptar lo que el día me presente,

aún cuando sea duro y me cueste entenderlo,

que en el éxito o en el fracaso anuncie siempre tu amor.

Te ofrezco lo que llevo en mi corazón,

la alegría y el dolor, el cansancio, mis incapacidades e indiferencias

por todos los que están sufriendo.

Ayúdame a no pasar de largo, a bajarme de mis redes virtuales

y escuchar lo que tienes para mí preparado y me cuesta mirar.

Te presento Señor los sufrientes silenciosos

o que gritan y no son escuchados, que tienen Covid y están entubados,

porque no pueden respirar por sí mismos.

Dales tu aliento sanador llena de calor sus manos gélidas,

 abandonadas de caricias junto a tu cruz.

Te entrego la tristeza y desesperación de quienes no tienen un trabajo,

 sus llagas abiertas, descorazonadas.

Dales consuelo, seca sus lágrimas y ablanda los rostros duros

de quienes no encuentran paz.

Dame luz para que, junto a muchas manos y corazones,

pueda transformar la creación, ideando y soñando un mundo mejor,

compartiendo el pan y así celebrar la fiesta de la vida.

Ayúdame a salir de la comodidad de mi mundo feliz

en el que no me falta nada y recorra solidariamente las calles oscuras,

los basureros malolientes, en donde las manos

se entierran en la “esperanza” de encontrar alimentos descartados,

junto a perros que mueven sus colas, como si todo estuviera bien.

Que esta ofrenda, sea fermento capaz de llenar

de trigales y espigas nuevas el desierto de nuestro egoísmo

y tu sangre haga surgir agua viva en la piedra dura

y ácida de la indiferencia solitaria.

Dame ojos transparentes que irradien calor y manos bondadosas

que alivien los dolores, como tu Madre Señor, llevando vino

para alegrar el banquete de tu reino y pan para saciar el hambre de amor.

Amén.