Oración y comunión con la voluntad de Dios

miércoles, 23 de febrero de 2011
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 San Mateo 16, 13-19

  Al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos: "¿Qué dice la gente sobre el Hijo del hombre? ¿Quién dicen que es?".
Ellos le respondieron: "Unos dicen que es Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, Jeremías o alguno de los profetas".
"Y ustedes, les preguntó, ¿quién dicen que soy?".
Tomando la palabra, Simón Pedro respondió: "Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo".
Y Jesús le dijo: "Feliz de ti, Simón, hijo de Jonás, porque esto no te lo ha revelado ni la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en el cielo.
Y yo te digo: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder de la Muerte no prevalecerá contra ella.
Yo te daré las llaves del Reino de los Cielos. Todo lo que ates en la tierra, quedará atado en el cielo, y todo lo que desates en la tierra, quedará desatado en el cielo".

 

 

P. Gutavo Gatto  Encargado de la Pastoral Juvenil de la Diócesis de Villa María
 

            Hoy celebramos con toda la Iglesia esta fiesta de la cátedra de San Pedro.  Hoy estamos llamados a contemplar, a mirar esta figura docente de la Iglesia, la Iglesia que nos enseña el camino de Jesús a través de la figura de Pedro y de su sucesor, el Papa.

         Que interesante que en el Evangelio se nos cuenta la profesión de Fe de Pedro, ante la pregunta de ¿Qué dice la gente que soy  de Jesús?  Y ante el ¿Qué dicen ustedes que soy yo? Pedro sale temperamental como siempre, pero lleno del espíritu a decir, tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo.

         Nos detenemos un poquito aquí, esta es una pregunta fundamental, en esta pregunta podemos decir que se juega nuestra vida, que en esta pregunta se juega nuestra felicidad. ¿Quién es Jesús para nosotros? ¿Quién soy yo para Él? ¿Quién soy yo? ¿Quién es Jesús para vos? ¿Quién sos vos para Él? ¿Quién sos vos?

         Y nos enseña la Iglesia que el misterio de tu vida, todo lo que te pasa, todo lo que vas viviendo como joven, que viviste como niño y que vas a vivir toda tu vida, se resuelve, se descifra en el misterio de Jesús. Toda tu vida se resuelve en la vida de Jesús. Jesús nos da la clave para entender lo que nos pasa a nosotros. Que importante es entonces que hoy te hagas esta pregunta ¿Quién es Jesús para vos?

         Y lo otro es, invitarte a que podamos confiar en la Iglesia como nuestra maestra en la figura del Papa, el sucesor de Pedro, la que nos va enseñando como madre, como maestra en el camino de la felicidad. Y también invitar a todos los adultos educadores, papás y mamás que escuchan esta reflexión a que de verdad seamos maestros de nuestros jóvenes, no con nuestras palabras, sino con nuestras obras; quizás nuestro mundo hoy está huérfano de ejemplos, huérfano de personas que con su vida muestren un camino valido para nuestros jóvenes, que lo están buscando.

          Entonces ojala que esta fiesta de la cátedra de Pedro, nos ayude a amar a la Iglesia como madre y maestra, y nos ayude a nosotros a mirar nuestra vida desde la clave de la vida de Jesús.

Que tengas una buena semana.

 
Catequesis temática: Padre Javier Soteras

 

Oración y comunión con la voluntad de Dios

 

Oración inicial

Te pedimos Señor que en nosotros fluya tu presencia, tu amor, que sea tu Palabra la que habite en lo más profundo de nuestro corazón y a la luz de tu mensaje de vida podamos sintonizar con tu querer y tu voluntad.

A partir de allí, Jesús, siendo uno con voz, producir mucho fruto, sabiendo permanecer en tu presencia siempre, orando, en tu voluntad, en tu querer. Amén

A María le confiamos nuestro encuentro.

A San José le pedimos que nos tome entre sus brazos como alguna vez lo hizo con María y el Niño y nos permita retornar a aquél lugar del corazón donde la Palabra nos habita interiormente.

 

 

1Juan 5, 14-15

 “Tenemos plena confianza que Dios nos escucha si le pedimos algo conforme a Su voluntad. Y sabiendo que el nos escucha en todo lo que le pedimos, sabemos que ya poseemos lo que le hemos pedido”

 

 

1.- Oración “en” “y” comunión con la Voluntad de Dios.

 

 Esta es una oración que nos pone en conformidad con el Plan de Dios y nos pone en ese plan para participar con Dios de su acción salvadora para nuestra vida y poder compartir desde ese lugar de redención la presencia de un Dios que rescata, que salva, que renueva, que recupera. El que logró en nosotros lo quiere hacer en los hermanos. Reproducir en gestos y en actitudes, en el modo de estar parado en la vida, ese testimonio que Dios necesita de nosotros como instrumento para despertar a muchos al deseo de vivir según el querer de Dios. Es un camino, el de la oración en y la voluntad de Dios de Alianza y Comunión, hasta llegar, como dice Pablo, a tener los mismos sentimientos de Cristo Jesús, la misma voluntad de él. La pregunta que surge siempre que oramos confiando en la voluntad de Dios es: ¿Por qué Dios necesita nuestra oración si el va a hacer según su querer y según su voluntad? ¿Por qué Dios no quiere va a hacer lo que va a hacer sin nosotros? ¿Por qué nos pide que le pidamos para que el obre lo que tiene que obrar? ¿Por qué no lo obra directamente? ¿Por qué lo quiere hacer con nosotros?

San Agustín encuentra una respuesta a este modo de pararnos frente al misterio de Dios y la libertad humana y nos dice: Dios nos creó sin pedir permiso pero no nos redime sin hacerlo. La coparticipación en el misterio de la redención es parte del plan de salvación de Dios, nos quiere como protagonistas, como co-protagonistas, porque el es el principal protagonista. El Señor, para hacer lo que quiere hacer, quiere contar con vos, quiere contar con cada uno de nosotros. Entre las cosas que el cuenta para llevar adelante su tarea está nuestra oración. Y en particular esta de interceder para disponernos interiormente a vivir según su querer y su voluntad. Para aceptar cuál es su querer, cuál es su firme voluntad, oramos constantemente, insistentemente, oramos intercediendo por lo que necesitamos recibir porque en la intercesión nosotros, sin cambiar el querer de Dios nos disponemos a recibirlo según el lo pensó y nos disponemos para que se haga su querer en lo más profundo de nuestro ser. Cuando trabajamos nuestra interioridad con la intención de abrirnos al querer de Dios también desde la oración, lo que hacemos es arar la tierra, trabajarla, para que una vez llegada la semilla, produzca mucho fruto en nosotros. Orar en la voluntad de Dios para disponernos a vivir según la voluntad de Dios. Cuando oramos en la voluntad de Dios, en su querer, y nos disponemos en la entrega, en la confianza, en el aflojarnos, en el creerle que el va a hacer más de lo que suponemos que nosotros, por nuestra pobre manera de entender, nos hace falta, seguramente seremos sorprendidos. Cuando oramos entramos en contacto con Dios y con su voluntad, por lo tanto, con su saber y con su querer. Desde la oración nos abrimos para entender cómo y de qué manera podemos participar en los designios de Dios que, según su amor, todo lo dispone para nuestro bien. Yo estoy seguro que en más de una oportunidad te encontraste en la encrucijada de la vida, donde tuviste que soltarte para que, como dice Jesús en el Evangelio al final, decirle al Padre: “Si es posible que pase de mí esta circunstancia pero que no se haga mi voluntad sino la tuya” Y seguramente Dios, el Padre, te sorprendió y te abrió al querer del Hijo Jesús, en el Espíritu Santo regalándote la posibilidad de vivir más allá de lo que suponías podía ser esa circunstancia crucial de tu vida. Recuerdo cuando apareció en mi cuerpo un cáncer encapsulado y las circunstancias de dolor rodearon a la vida de la familia en aquél momento y cómo, poniéndonos todos en la voluntad de Dios, rápidamente el Señor nos fue mostrando los caminos para salir adelante y lo que parecía cercano a la muerte, en este caso, se transformó en una fuente de vida, de renovación en la fe, de pensar en las cosas que verdaderamente importan, de acomodar todo para lo que era el comienzo del proyecto de Radio María en Argentina; fue justamente en los mese previos a la aparición de este proyecto. Por decirte una circunstancia crucial que a mí particularmente me abrió a muchos dones y gracias con las que Dios me bendijo, bendijo a otros en el momento de la entrega, de la ofrenda. Cuando uno le dice que se haga tu querer, que no se haga el mío, que se cumpla tu voluntad, se abre un horizonte tan grande a nosotros que no lo podemos medir, no lo podemos pesar, no lo podemos cuantificar. Dios es grande cuando se cumple su voluntad en nuestra vida.

 

¿En qué situaciones de vida la comunión con el querer de Dios te permitió superar lo que parecía imposible? Seguramente en más de una situación te viste entregado para descubrir que lo que parecía un atolladero, de repente se transformó en un camino ancho por donde transitar de la mano de un Dios que cuando nos hace vivir según su querer y su voluntad, aunque nos parezca muy duro lo que nos pide siempre nos lleva más allá y nos hace madurar y crecer.

 

 2.- La oración centrante en la voluntad de Dios para estar en comunión con El y dar mucho fruto.

 

Toda oración tiene estas características, es para vivir en el querer de Dios. No son los que dicen Señor, Señor, los que alcanzarán el Reino de los Cielos sino los que escuchan la Palabra de Dios y la ponen en práctica, dice Jesús. La oración centrante en la voluntad de Dios, que es una de las características de la oración en Cristo, nos lleva a recorrer un camino de profunda comunión con el Señor. El Señor advierte que la posibilidad de dar mucho fruto en él está en la medida en que permanecemos en él. Permanezcan en mí y darán mucho fruto lo dice en aquél maravilloso texto del evangelio de Juan, 15, cuando refiere la voluntad de comunión del Padre, el Hijo y el Espíritu, en la vida de los discípulos, como un sarmiento la vida de los discípulos unidos a la vid en el Misterio Trinitario. Este es un camino a través del cuál nosotros, el de aprender a vivir orando en la voluntad de Dios, aprendemos a permanecer en Dios. Esto es el fin de la oración. La oración no puede ser evasión, no puede ser búsqueda de una solución mágica a nuestros conflictos. La oración es un camino de disposición para que Dios viva en nosotros y nosotros podamos vivir en él. Donde captamos como Dios se acerca a nuestra vida y nuestra vida se hace al querer de Dios y su voluntad. Orar, orar siempre, orar incesantemente, no es pasarse el día rezando sin más sino, en la oración buscar el sentir de lo más profundo del querer de Dios en el corazón, como allí mismo somos invitados a entrar en comunión con él siempre y constantemente gracias al Espíritu que vive en nosotros, que ora en nosotros. Este camino de oración centrante en la voluntad de Dios consiste en constante e incesantemente vivir en súplica de intercesión con un solo objetivo, abrirnos al querer de Dios, disponernos sencillamente a que se haga su voluntad. Y “el querer de Dios es que todos los hombres se salven” dice la Palabra,  por lo tanto, el vivir en el querer de Dios es vivir en clave de Dios en mí para que Dios desde mí esté en todos y yo en todo en comunión con él. Este es el gran motivo por el cuál todos los hombres anhelan para entrar en el gozo y la alegría de haber sido creados por Dios para la comunión de unos con otros. Cuando encontramos este camino se deshace la angustia, la tristeza, la desilusión y gana el corazón el gozo, la alegría y la paz. Un camino centrado en la voluntad de Dios, la oración centrante en el querer de Dios.

 

 

 

3.- Preámbulos para la oración centrante

 

Tal vez no hayamos dicho algo que es clave para entender la oración centrante en la voluntad de Dios. Algunos preámbulos para esto. Primero, es que Dios quiere para nosotros lo mejor, es un Padre Bueno y tiene todo para darnos lo mejor que brota de su querer y voluntad, por lo tanto, entregarnos a la voluntad de Dios y discernir su querer desde la oración es disponernos a recibir los tesoros más grandes que la vida tiene para ofrecernos en Aquél que es Señor de la Historia. No lo hacemos vagamente, lo hacemos con la convicción de que en las manos del Padre la historia está, que aunque nosotros crucemos por oscuras quebradas, por momentos, al final encontramos la ruta, el sendero que nos conduce a la plenitud de la vida. Cuando esta certeza crece en nosotros entendemos la oración de Jesús en Getsemaní: “Padre, si es posible que pase de mí este Cáliz”, esta situación no querida, no deseada, ante la cuál siento estupor, rechazo, pero que no se haga mi querer, que se haga tu querer Padre bueno porque en tu querer está lo mejor para mí, aunque atravesar por esa situación sea doloroso, después seguro que la Gloria estará de mi parte porque confío en ti Señor, que eres Señor de la Vida, capaz de vencer la muerte misma. El que se dispone a orar, la oración centrante en la voluntad de Dios, de manera insistente, lo hace desde un corazón en donde la certeza de que Dios va a orar aquello por lo cuál intercede es sin dudas: Dios va a hacerlo. Pidan, y mientras pidan sepan que aquello que han pedido, ya lo están recibiendo, lo dice la Palabra. Muchas veces, yo en particular, he experimentado los caminos que hay que elegir o por donde Dios nos va a conducir como obra y en lo personal, a partir de estar frente al Santísimo orando el Rosario y tal vez te ocurra a vos también que justamente allí, en la oración, cuando te dispones a escuchar la Palabra de Dios, a darle un tiempo a meditar en ella, a estar a solas con el Señor, expresándole lo que profundamente en tu corazón está como deseo, como preocupación, como búsqueda o como lucha, como lugar de resistencia, es allí en donde el Señor se revela, se manifiesta, se muestra. Oramos insistiendo en la oración sencillamente para que el querer de Dios, que es nuestro mayor bien, se haga realidad. No oramos, dice Santo Tomás de Aquino, para cambiar las disposiciones de Dios sino para que se realice aquello que Dios mismo había dispuesto cumplir a pedido de nosotros en la oración. Cuando oramos se junta nuestro querer con la voluntad de Dios y todo resulta más claro. Y ¿cuál es el querer de Dios? Que confiemos, que nos aflojemos, que nos entreguemos, que en El sepamos esperar y en El nos sepamos redescubrir vivos y con capacidad de dar vida, es decir, redimidos con la capacidad de mostrar a otros la redención que Dios obra en el corazón cuando a su voluntad nos entregamos.

 

                                                                                                                                               

4.- La oración es el camino que nos conduce a la gracia de Dios, a esa que siempre estuvo dispuesto a darnos.         

 

Venimos insistiendo sobre la oración. Orar con el corazón, orar insistentemente, orar intercesión, orar de manera constante, hacer de la oración, más que un hábito, un modo de vivir, de respirar, necesitamos de la oración para permanecer en la presencia de Dios y para conformarnos a su querer sabiendo que en su voluntad de amor está la gran riqueza, el tesoro escondido para nosotros. El quiere para nosotros lo mejor, si lo pedimos, está a la mano. El está a favor nuestro con su obra, con su poder y su voluntad para encontrarse con ese poder y esa voluntad y ese amor de Dios, hay que orar y orar incesantemente, hay que conectarse. Es como cuando uno necesita información y, salvando las distancias, se conecta a la red para captar la mayor cantidad de información que necesita para lo que está buscando, así también en nuestra búsqueda en la vida, de la manera en que estamos conectados con Dios y esto por el camino de la oración, recibimos los impulsos de Vida, con mayúscula, que Dios quiere regalarnos. Oremos así y en conformidad con su querer, con su voluntad, abriéndonos a el, dejándolo todo en las manos de él, que él lo sabe todo, lo puede todo, lo entiende todo. Nuestras vidas en sus manos, el acto de oración de intercesión básicamente es un acto de amor y de entrega, es de confianza. ¿Por qué lo repetimos a este acto? Porque nuestra frágil naturaleza tiene una memoria débil ante este hecho y necesita una y otra vez recordarse frente a quién estamos y cómo es que el nos contiene, como en el vivimos, nos movemos y existimos. Cuando en el camino de la vida el combate por la vida se hace más duro, ya no alcanza con uno mismo. Mejor si se hace fuerza con otros. Este será el próximo punto de nuestro encuentro.

 

 

5.- Mejor si se hace fuerza con otros

 

Cuando hay circunstancias en la vida donde uno se da cuenta que se complica de más y ya no le alcanza a uno con lo propio, necesita de los otros. Siempre es esto, pero hay momentos en que particularmente se necesita del todo en los demás y es la oración centrada en la voluntad de Dios, acompañada y sostenida por el amor de los hermanos, por el amor fraterno. Es la experiencia que hacemos en Jericó, es el poder de la oración de Jesús en medio nuestro. “Ustedes únanse en la tierra y pidan al Padre Dios y aquello que pidan unidos en la oración, el Padre se los va a conceder” dice Jesús. Es interesante en este estar unidos a otros orando, no es estar de cualquier manera sino fraternalmente unidos en comunión. Pedir en unidad, pedir de corazón, pedir insistentemente, pedir con la certeza de que Dios está en medio nuestro y por lo tanto pedir sabiendo, que aquello que pedimos en comunión discernido en Dios de qué es lo que nos hace falta, eso vamos a recibir. “Si te decís también que has de orar especialmente por  el pueblo de Dios, es decir por todo el cuerpo y por todos los miembros de tu Madre la Iglesia, que viene a ser como un sacramento del amor mutuo, que solo ruegas por ti, también tú serás el único que suplica por ti, y si todos ruegan por sí mismo, la gracia que obtendrá el pecador será sin duda menor que la que obtendrá el conjunto de los que interceden si estos fueran muchos, pero si todos ruegan por todos, habrá que decir también que todos ruegan por cada uno. Concluyamos, dice San Ambrosio, por lo tanto, si oras solamente por ti, serás como ya hemos dicho, el único intercesor a favor tuyo, en cambio, si tú oras por todos también la oración de todos te aprovechará a Ti. Tú forma parte del todo, de esta manera obtendrás una gran recompensa. La oración de cada miembro del pueblo se enriquecerá con la oración de todos los otros miembros en lo cuál no existe ninguna arrogancia sino una mayor humildad, un fruto más abundante”. Oremos, oremos intercediendo por todos, oremos en comunión, oremos en red de oración, oremos en Jericó, que estamos reavivando e invitándolos a dar un paso más, por eso te invitamos a que ores sabiendo que hay un pueblo orando que intercede, al que perteneces, del que formas parte. Es lo que en el credo llamamos la comunión de los Santos, la que nos permite permanecer en esta conciencia mutua en la oración y el cuerpo todo se ve beneficiado cuando en cada una de las partes en esta conciencia de pueblo oramos haciendo fuerza con otros.

 

 

6.- Orar con María

 

Con María oramos y con María recibimos las gracias que el Hijo nos da por voluntad del padre y este querer del hijo es el Espíritu en sobreabundancia que nos habita y que nos permite recorrer los caminos que en este tiempo nos llevan a recibir los dones de la salvación para todos. Es la experiencia de los discípulos en Pentecostés, oran con María y en ese lugar de encuentro en el cenáculo Mariano reciben el Don, el prometido, el Paráclito, el que el Padre en Jesús les había confiado. La gracia en el Espíritu Santo. Cuando oramos con María en la voluntad del Padre, por Jesús nos llega a nosotros este don maravilloso del Espíritu Santo. Esta oración particularmente adquiere fuerzas cuando con ella contemplamos los misterios de su Hijo en la súplica repetida en torno a los misterios en la oración del Rosario. Lo vamos a compartir en estos días particularmente, además de compartir mañana la Lectio Divina como modo de oración en la Palabra de Dios, vamos a compartir esta semana la oración de la liturgia en la Eucaristía siguiendo el texto que Juan Pablo II nos regalara al final de su vida y la oración mariana del Rosario también en la enseñanza del Papa en Rosarium Virginis Mariae. Pero es justamente esta oración mariana, tan querida tan querida para nosotros, que ocupa un eje central en nuestro modo de ser radio y de anunciar la Buena Noticia que nos educa y nos forma en los misterios de Jesús. Cuando oramos con María oramos en la voluntad de Dios que configura el rostro de Jesús en los misterios que con ella contemplamos por la vida del Espíritu en nosotros y así se va produciendo esto que decíamos al comienzo de la catequesis, vamos aprendiendo a tener los mismos sentimientos de Cristo Jesús por ese habitar y familiarmente pertenecer de esos misterios a la contemplación que nosotros hacemos con María en la oración mariana del Rosario que es una oración vocal y contemplativa, prendida en los misterios de Jesús y en ese sentido, guiados por Cristo en el Espíritu Santo a lo que Jesús ha venido a mostrarnos, la voluntad del Padre. La oración centrada en la voluntad de Dios ha sido nuestra enseñanza en la catequesis temática del día de hoy, lo hemos recorrido desde la oración y la voluntad de Dios para estar en comunión con el y dar mucho fruto por un camino que conduce a la gracia de Dios, que siempre estuvo dispuesto a darnos lo que le pedimos solo que lo hacemos con insistencia para disponer el corazón a recibir la gracia que Dios nos tiene preparada. Cuando la vida lo exige y siempre diría yo, es bueno hacerlo con otros, en comunidad, acompañado especialmente por aquellos que en el cielo nos asisten por su fraternal compañía, los santos, y entre ellos particularmente María.

 

 

Padre Javier Luis Soteras