19/05/2025- Cada lunes compartimos las «Reflexiones para la Semana». Durante mayo caminamos junto al padre Nicolás Ceballos, sacerdote de la Arquidiócesis de Mendoza. Él nos invita a conocer y contemplar distintos paisajes de su provincia, descubriendo cómo se manifiesta Dios en todo lugar.
Luego de recorrer el desierto o secano de Lavalle y de disfrutar de las montañas, en esta ocasión nos invitó a gustar de la ciudad capital de Mendoza. Desde allí surgen 10 tips o consejos para recorrer nuestras ciudades y encontrarnos con Dios en cada calle, sabiendo que siempre camina a nuestro lado:
1- Entre el ruido de la ciudad, buscar el silencio: aunque parezca que la ciudad nunca calla, debemos tener en cuenta que Dios también habla en el susurro. Pero, ¿cómo hacemos para escucharlo? El padre Nico nos recomienda buscar al menos cinco minutos de silencio en medio de la rutina y allí, en el lugar que nos toque, dejar que Dios hable.
2- Los semáforos también son maestros: aunque estemos apurados, vayamos tarde o tengamos un compromiso, nuestro apuro no va a hacer que el semáforo vaya más rápido. El semáforo tiene su tiempo. Y allí ellos son maestros para animarnos a crecer en la paciencia. Puede ser un buen momento, dijo el padre Nico, para rezar una jaculatoria: «Mi Señor, vos que sos eterno, ayudame a valorar el tiempo».
3- Los edificios altos nos recuerdan que hay que mirar al cielo: es el momento para dejarnos sorprender por la misma creación. Y también allí podemos rezar con una jaculatoria: «Señor, haz que te encuentre siempre, haz que pueda mirar hacia lo alto».
4- Tanta gente que nos cruzamos y tantas historias: así como hay tantos desconocidos en la ciudad, también es un lugar de comunión. De tantos rostros que nos cruzamos podemos elegir uno y rezar en silencio por esa persona, por su historia, su vida y su familia.
5- Saludar es reconocer al otro: el saludo delicado, amoroso y tierno ayuda a que crezcamos como comunidad y permite transitar mejor nuestro día a día, es parte del reconocimiento del otro.
6- La suciedad también habla: las ciudades también evidencian nuestros malos hábitos. Cuidarlas es parte de nuestra tarea, porque también es esa porción de la creación que reclama nuestro respeto.
7- El apuro mata la mirada: aunque parezca muy difícil, es importante que el correr cotidiano no nos robe la contemplación. La invitación es que, al menos una vez al día, en algunos de los trámites que estemos haciendo, podamos caminar más lento, que podamos disfrutar a paso lento de los lugares y momentos que transitamos.
8- Las plazas son los pulmones de la ciudad, y también del alma: porque en el medio del cemento, la naturaleza resiste y nos recuerda el jardín de Dios, el proyecto de Dios para nuestra vida. Que en esos lugares nos animemos a dejar el celular, a conectar con lo que allí sucede y que nuestra presencia no desentone con el paisaje.
9- Los parques nos invitan a volver a jugar: desde la sencillez, podemos despertar la capacidad de asombro, de distendernos y disfrutar con los nuestros. No es el uso del tiempo que busca la ganancia, sino que cobra un sentido particular en el encuentro con otros que aleja de la rutina y nos permite disfrutar con nosotros mismos.
10- Encontrá tu lugar preferido en la ciudad: ese lugar donde siempre podés volver porque te hace bien. En el medio de la dispersión interior por tantas cosas, está ese sitio que nos unifica y nos ayuda a volver al centro.
Para escuchar la reflexión completa accedé al video del inicio