29/08/2018 – Al hablar de las cabras y su presencia en la Palabra de Dios, María Gloria Ladislao comenzó diciendo que “estos animales son muy apreciados por su capacidad de adaptarse a las más duras condiciones; pero también por su carácter díscolo que hace que representen a la rebeldía”. Ladislao agregó que “la cabra siempre ha sido apreciada en los países con extensiones de tierra poco fértiles porque se acomoda a los alimentos más variados y por su agilidad, que le permite el acceso a los lugares más ´escabrosos`, valga la redundancia. Además, su carne y su leche sirven como alimento, y su cuero, para hacer los famosos odres”.
La biblista también expresó que “la raza de las cabras evocadas en la Biblia está dotada de un largo pelo sedoso. Según la tradición, la tienda que coronaba la Morada, el santuario del desierto, estaba hecha de tela muy flexible y resistente proporcionado por el pelo de cabra. En el Asia Menor, este tejido resistente era llamado ´cilicio`. Se utilizaba para confeccionar las carpas para los viajes y peregrinaciones. También San Pablo tenía el oficio de tejedor de carpas con lana de cabra”.
Ladisleo indicó que “en cuanto al simbolismo, el chivo o macho cabrío encarna los atributos de la fuerza masculina. Al vivir en lugares altos y escarpados, y poder moverse cómodamente por ellos, el chivo remite a la idea de superioridad. Para los griegos, y posteriormente para los romanos, el chivo era la encarnación de la lujuria, al punto que el dios Pan, famoso por esa característica, era descripto con cuartos traseros de cabra. Del mismo modo se representaba a los sátiros, semidioses compañeros de Pan y de Baco”. Asimismo, sostuvo que “el macho cabrío es, en la Biblia, un animal ambiguo. El salvaje tiene mala reputación. La palabra hebrea que lo designa significa a la vez macho cabrío y demonio. La ley de santidad` del Levítico habla del macho cabrío como ídolo y la traducción puede usar la palabra ´sátiro`. La prostitución ritual formaba parte de este culto. Se afirmaba también que el macho cabrío, animal o demonio, frecuentaba las ruinas”.
En relación al concepto del chivo expiatorio, la especialista en sagradas escrituras manifestó que “entre los diversos sacrificios que se realizaban en el Antiguo Israel, tenía especial significado el correspondiente al día de la expiación, en que se usaban dos machos cabríos en un sacrificio expiatorio. Y es que expiar es reparar un crimen o culpa por medio de un castigo o sacrificio. El ritual que debía hacer el Sumo Sacerdote en el día de la expiación está detallado en el libro del Levítico, en el capítulo 16. Entonces, la idea del chivo expiatorio tiene la única función de llevar los pecados a un lugar alejado, inhabitado por la comunidad”.
Ladislao además destacó que “el día de la expiación se continúa celebrando en el judaísmo, pero ya como día del perdón. Entonces ya no se hace ningún tipo de ritual con animales sino que es un día consagrado enteramente a la reflexión y oración, es un día de ayuno total. El ayuno tiene el sentido de desprendimiento de lo terrenal, es el fortalecimiento de la voluntad sobre los apetitos materiales y también un gesto de solidaridad con quienes sufren hambre y se”.
Finalmente y en relación a la sangre de los chivos y el sacrificio de Jesús, la especialista dijo que “en la Carta a los Hebreos, en el capítulo 9, San Pablo relata que ´Cristo vino como Sumo Sacerdote de los bienes futuros. Él, a través de una Morada más excelente y perfecta que la antigua entró de una vez por todas en el Santuario, no por la sangre de chivos y terneros, sino por su propia sangre, obteniéndonos así una redención eterna`. Esta expresión resalta las relaciones de semejanza y de diferencia que hay entre la actividad sacrificial de los sumos sacerdotes israelitas y la de Jesús. Jesús se ofreció a sí mismo, por medio de palabras y actos, en particular por la institución de la Eucaristía y por su pasión y muerte”.
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