Pastoral de las parroquias

jueves, 5 de julio de 2007
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Hoy hemos convocado al Padre Víctor Acha que es especialista en catequética, una de las funciones importantísimas de la parroquia, de lo que uno espera de la parroquia. ¿Cuál es la problemática que observamos y queremos charlar y revisar entre nosotros para ver si levantamos un poquito la puntería? La problemática que por ahí se observa es que la parroquia no termina de ser el sitio o el espacio para muchos buscadores de sentido. Me refiero a buscadores de sentido en el plano de la espiritualidad, es decir, aquellos que tienen sed de Dios, aquellos que le están buscando, aquellos que experimentan un llamado muy radical que tiene realmente dispuestas sus valijas para emprender un gran viaje y me refiero a un viaje existencial.

He conocido personas que han plasmando ese viaje vendiendo todos sus bienes y dedicándose a los pobres por ejemplo, otros que han plasmado ese viaje cruzando el Atlántico buscando alguna novedad espiritual en el mundo de Oriente, otros que están dispuestos a emprender ese gran viaje haciendo un giro de 180º y de consagrarse a cualquier causa con tal de que sea noble, bella, elevada.

Hay gente que realmente se da cuenta que la rutina urbana, por ejemplo, le ha tomado el alma y necesita encontrar un sentido importante, profundo y están dispuestos a pagar el costo que sea con tal de encontrar ese sentido.

Si uno manda a esa persona a la parroquia, probablemente nos diga: “no, a la parroquia no, ahí me voy a encontrar un grupo de mujeres tomando mate preparando la próxima reunión de catequesis o hablando sobre fulano o mengano o peleándose entre ellos”, contestaciones todas que he escuchado… “yo no tengo ganas de trabajar en la Liga de Madres de familia o en el grupo de Cáritas”, no logran insertarse en ningún espacio propiamente de alimento espiritual, de formación, de búsqueda de sentido de alguna causa.

Entonces nos preguntamos que pasa, porque esta respuesta la he obtenido en varias oportunidades. La pregunta sería que pasa en las parroquias que a veces se opaca esta misión evangelizadora que sólo la Iglesia tiene, desde detalles menores como pueden ser suspicacias, envidias, pugnas por el poder, comentarios, vanidades y cosas por estilo hasta el planteamiento más importante de la pastoral parroquial.

Gabriela Lasanta: Padre Víctor Acha, ¿cómo estás? Bienvenido.

Padre Víctor Acha: Gracias, acá estamos con ganas de compartir este rato.

GL: ¿Captaste el contenido de estos diálogos fugaces que por ahí he tenido? ¿Cuál es tu impresión?

PVA: Estaba haciendo memoria mientras relatabas esto, que este problema es muy antiguo, para decirlo de alguna manera. Para citar algo, los tiempos previos al Concilio Vaticano II, me estoy refiriendo a la primera mitad del siglo XX, comienza a plantearse por ejemplo en Francia, la problemática de la parroquia en el mundo urbano y en el mundo en ese momento recién industrializado y con todo el desarrollo que se dio en ese tiempo. Y así como se planteó Francia en estado de misión, un boom en la Iglesia, pensar que la misión fue hecha para irse al África o Asia y ahora se ve en Francia.

GL: ¿Esto fue antes del Concilio?

PVA: Si, año 40 y también surge la problemática de cuestionar la parroquia, particularmente la parroquia urbana por su incapacidad de contener las nuevas realidades y situaciones, problemáticas e interrogantes de la gente. Menciono esto que es lejano en el tiempo y que es lejano geográficamente pero creo que es una muestra de que en la Iglesia ya hace mucho tiempo existe esta preocupación del quehacer de la parroquia.

Creo que el tema está planteado desde diversos ángulos, se ha hablado muchas veces, se han escrito muchas cosas. Entre nosotros, en los años 60, la COEPAL, un organismo que se creo para la pastoral de la Iglesia en Argentina, inició también una búsqueda por este lado y después no prosperó y allí quedó.

Y creo que hoy, al menos en la sensación del seno pastoral de los sacerdotes, está en una gran parte esta suerte de malestar por ver que hay algo que no termina de cerrar en nuestras propuestas pastorales con respecto a los reclamos, las expectativas, urgencias de la gente.

GL: ¿Tendrá que ver lo territorial allí Padre? Es decir, en este malestar, porque la impresión que me devuelven algunos de estos diálogos es como que la parroquia es para los vecinos. Como yo estoy en una búsqueda que no tiene que ver con la vecindad, ni tiene que ver con la solidaridad entre vecinos, no me termina de cerrar.

PVA: Es una de las tantas problemáticas que tiene la parroquia estructurada como está. Recordemos que la parroquia como institución nace hace muchos siglos, en un mundo exclusivamente rural y entonces tiene otra fisonomía que hoy ya no tiene. Hoy ya no es centro.

Además la cristiandad terminó, aunque haya nostálgicos que todavía la quieren restaurar, la Iglesia no es el eje del mundo.

GL: Voy a aclarar, la cristiandad, no el cristianismo, aclaremos porque algunos se van a asustar.

PVA: El cristianismo no va a terminar porque existen manos de Dios felizmente y como nosotros a veces colaboramos con El, pienso que la vamos a mantener. La cristiandad fue un modelo de sociedad en occidente donde la Iglesia era centro y eje de todo lo que sucedía en el mundo, de lo político, social y aún económico y todo el pensamiento y la reflexión social estaba imbuido del pensamiento cristiano.

GL: El modelo cristiano regía todo.

PVA: El modelo cristiano impuesto en la sociedad como modelo social. Esto en los siglos XIX y XX se fue transformando y hoy la Iglesia es una institución más en medio de muchas, es una opción de fe más en medio de muchas y es un organismo reconocido por muchos en medio de muchos otros organismos.

GL: Un ejemplo de esto es el Tedeum que este año será interreligioso y fuera de la Catedral. Esta feliz ubicación en el tiempo de nuestro obispo diciendo que ya no somos el único modelo, hay otros hermanos que colaboran en la construcción del a Patria, hagamos una mesa común entre todos. Es un ejemplo de que ya no hay una mirada de cristiandad sino de pluralismo y diálogo.

PVA: Si correcto, y creo que como esos se van dando síntomas. La parroquia conserva en su estructura e inclusive en su jurisprudencia, el modelo tradicional y la parroquia ha sido pensada geográficamente.

GL: Como una dimensión tradicional.

PVA: La parroquia ha sido pensada como un centro de concentración, entonces me refiero a estas dos cosas, en un mundo urbano y en un mundo con comunicaciones tan fluidas como el que tenemos, porque hoy viajar de Villa Allende a Unquillo es un salto y las personas de Villa Allende se pueden sentir cómodas en la parroquia de Unquillo o viceversa.

GL: Porque siente una comunión espiritual más que la pertenencia al barrio.

PVA: Y abunda esta diversificación de las posibilidades y de las búsquedas.

GL: De hecho hay gente que se iba a la Cripta perteneciendo a una parroquia de la otra punta de la ciudad.

PVA: Te doy un ejemplo. El grupo de adultos que se va a confirmar ahora prontito en la parroquia, uno sólo es del territorio parroquial.

GL: La gente va buscando… que este cura, que este mensaje.

PVA: La orientación, el ámbito, acá me siento cómodo con estos cantos y allá no…

GL: Y se cruza la ciudad porque encontró su lugar y no tiene nada que ver el territorio donde está la parroquia.

PVA: Esta es una realidad que acontece, en los conglomerados urbanos, sin duda, y en el interior, hoy con la facilidad de comunicación sucede mucho más. Es una cuestión, la problemática de que la gente hoy busca estar allí donde encuentra lo que busca.

GL: Ahí donde hay agüita.

PVA: Y por otro lado, está la búsqueda, la institución parroquial todavía no ha llegado a comprender que la Iglesia debe ser una fuerza centrífuga.

GL: Y no centrípeta.

PVA: Allí donde está tiene que irradiar. Y de esto estamos saturados de documentos de la Iglesia que lo dicen y lo dice el evangelio mucho más claramente y o ratifican los viajes apostólicos. Entonces, la gente busca estar donde encuentra respuesta a sus interrogantes y el clima que les resulta apto para su experiencia de fe; y segundo, la Iglesia cerrada centrada dentro de sus muros y no con un proyecto evangelizador amplio de salir, de buscar, de ir a llevar la Palabra al que la necesita, en donde están las preguntas. Estas dos cosas influyen en que la parroquia esté hoy en una situación difícil. Hay otros factores pero no vamos a abrir esto enormemente, estos dos me parecen claves.

GL: Como imagen, imagino un valle con un caserío dando vueltas por ahí la parroquia “talan-talan” y todo el mundo a la parroquia a misa, la parroquia centrípeta, es decir, todas las fuerzas convergen hacia ella.

Me preocupa otro aspecto que creo que si está en nuestras manos el poder revertir, que es la mediocridad que a veces hay en algunas parroquias o en el ambiente parroquial, independientemente de toda la fuerza y la santidad que el padre o un grupo de laicos quiere impulsar dentro de la parroquia y lo cierto es que una persona quiere integrarse a la búsqueda de la vida de la fe, quiere integrarse a la espiritualidad y de pronto viene y se encuentra con que la inserción que se le propone está teñida de un montón de problemas domésticos, de poca monta, de envidia, de celos, de competencia. Uno diría que son cosas que están presentes donde está la naturaleza humana pero a veces se instalan como un escenario visible de la vida parroquial, no como eso a lo que uno llega después de andar en la cabalgadura de la vida después de mucho tiempo, sino que es lo primero que se ver. Realmente redecillas domésticas que ahuyentan a las personas y que le ofrecen un panorama como de mucha mediocridad espiritual y estamos justamente hablando de gente que quiere huir de la pavada, que ya tiene demasiada pavada en la oficina, en su barrio, en su cuadra y busca un ambiente de una hondura espiritual mayor. ¿A qué se debe esto y cuáles son las manifestaciones?

PVA: Yo creo que ninguna persona tiene vocación por la mediocridad, estamos hechos para crecer y todo en nuestra naturaleza, tanto lo físico como lo psicológico, lo afectivo son impulsos a crecer y de hecho las frustraciones se dan cuando no podemos canalizar esos impulsos y allí en ese marco suelen surgir las mediocridades en el ámbito de lo personal. Cuando yo voy encontrando que además de mis condicionamientos interiores tengo ventanas que se me abren desde mi entorno cultural y social, yo tengo posibilidades de cambiar, de crecer, de transformar, de asumir el cambio como una manera de vivir ya que nuestra vida es cambio. Cambian mis uñas, cambia mi cabello, mi piel, todo cambia, entonces ésta es una condición que no sólo existe a nivel de la persona individual, sino a nivel de la sociedad del conjunto humano que lo conforma.

Una sociedad o un grupo humano cae en la mediocridad cuando no hay ventanas que se abren desde las cuales yo puedo ver otras perspectivas, cuando son demasiadas las puertas o las ventanas que se han cerrado para dejarme enclaustrado en un solo espacio. Me parece que estos son fenómenos que se han sucedido y han dejado a la parroquia como un ámbito de puertas y ventanas cerradas. Hay que entrar y cerrar la puerta de donde uno está, inclusive del lugar donde uno está porque ¡cuidado que me vayan a tocar ese que es mi lugar!, ¡ojo con eso, no te metás porque eso lo decido yo! Y todas esas limitaciones tan mediocres o mezquinas tienen que ver con esta falta de perspectiva, de horizonte para ver que hay algo que me convoca, detrás de esa ventana hay un paisaje que me llama a sonreír, hay un paisaje difícil que me invita a comprometerme para cambiar algo.

GL: Perdemos de vista el Reino, en concreto.

PVA: Totalmente.

GL: Para lo cual existe la Palabra.

PVA: En términos del Evangelio, perdemos el Reino. No vamos a sembrar, no vamos a regar, no vamos a cosechar, no vamos a buscar, no vamos a dejarlo todo para ir en busca de lo que se nos perdió. Nada de eso, estoy mencionando las parábolas del Reino, porque todo eso no lo podemos ver porque las puertas y ventanas están cerradas. Están cerradas en el ámbito de mi grupo de Acción Católica, en mi grupo de Cáritas, en mi grupo de Ligas de Madre, en mi grupo parroquial de jóvenes y cuidado que no estoy cuestionando las instituciones, sino la modalidad que le hemos dado hasta hoy a las instituciones.

Yo siempre recuerdo una frase de Carreto que fue uno de los presidentes internacionales de la Acción Católica y después sacerdote. En una asamblea de Acción Católica en Roma dijo: “Lo hemos perdido casi todo para Dios porque vivimos a la sombra de la Iglesia”.

GL: A ver, está fuerte la imagen.

PVA: Todo esto que era para Dios lo hemos perdido casi todo, lo que de este mundo teníamos que poner en las manos del Padre, porque nos hemos quedado a la sombra de la Iglesia.

 

GL: ¿Y que sería “quedarse a la sombra de la Iglesia”?

PVA: Y allí, en un rinconcito donde la Iglesia me cubre, me protege y yo me aíslo. No puedo ver la vida, no puedo ver el sol y la lluvia y todo lo que se mueve alrededor porque estoy acá, acurrucado en éste ámbito cerrado. Estoy hablando de los años 30 o 40.

GL: De alguna manera uno advierte desde cuando se vienen viendo algunos problemas.

PVA: Son cosas que no son nuevas, esta inquietud tiene historia y nosotros tenemos que hacernos cargo de esta historia. Entonces, esto de que hagamos de nuestras instituciones un ámbito de sobreprotección para darnos allí no nos permite crecer. ¿Qué pasa con un niño sobreprotegido?

GL: Es insoportable.

PVA: Preguntémosle al psicólogo sobre el futuro de ese niño. Nos diría cosas que saldríamos todos corriendo.

Si nosotros hacemos de la Iglesia un espacio de sobreprotección de los que estamos, perdemos toda perspectiva y seremos caprichosos de la Fe, y seremos claudicantes de la historia y del compromiso porque necesitamos que nos protejan y eso nos lleva a una suerte de narcisismo tremendo. Osea, quedarnos admirando nuestra propia imagen, nuestro grupo..¡qué maravilloso es!, es este espacio…¡qué bien que estamos! Y el de afuera tiene la culpa porque no se acerca.

GL: Que tema este, porque esto que vos decís, lo ve sólo alguien que está fuera, el que está dentro, como sobreprotegido, cómodo, seguro con sus vínculos no lo advierte. Y cuando el que está afuera les dice que están muy encerrados en ellos mismos, el que está dentro se molesta o se enoja. Es como vos decís, una ventana cerrada.

Yo creo que hoy el Padre nos ha ayudado enormemente a denudar nuestras pobrezas y a tratar de revertir esa situación. En otro capítulo, seguramente, veremos todo lo que la parroquia si contiene, si hace, si fecunda, si fertiliza. Gracias Padre Víctor.

PVA: Simplemente decir que seamos optimistas porque en esto de trabajar por el Reino está Jesús a la cabeza. El es el que abre camino, porque nuestra Fe se sostiene en una esperanza que creemos que es cierta y en la esperanza de una resurrección que la vamos gestando en la historia y que el mundo resucitará definitivamente cuando lo hagamos definitivamente nuevo y que la humanidad no camina para atrás aunque en los pocos años de vida que tenemos nos parezca que si. En los milenios que tiene la humanidad, es una humanidad que sigue creciendo y siendo cada día más humana.

Estamos viviendo, lo dice todo el mundo, no es novedad, un cambio de época, eso significa algo que no nos damos cuenta, pasamos de una época de la historia, de una manera de vivir, de pensar, de sentir, de hacer, de buscar, de creer, a otra y esta otra se está gestando.

Por eso estamos viviendo un momento difícil, en momento del temblor, del movimiento de las olas, pero no tenemos que tener miedo, el Señor viene y está con nosotros.

Por eso me parece que este tiempo difícil y problemático fuera y dentro de la Iglesia hay que vivirlo así, con el optimismo de la Fe, que es una Fe que tiene una esperanza cierta y una Fe que sólo se puede vivir si la expresamos en el amor.

GL: Yo simplemente quería decirle a todos esos buscadores de sentido que a lo mejor han sido áridos en sus búsquedas por malas caras, por trompas, por actitudes mediocres, que la Iglesia también es como la casa del Padre, con muchas habitaciones, no dejen de buscar porque en alguna, seguro van a encontrar su lugar.