06/04/22- La semana pasada dialogamos sobre el rencor. Decíamos que el rencor enferma. Es un gran ‘intoxicador’ . Alguien que fomenta un rencor, que vive en él, llena su mente de pensamientos negativos y su organismo de cierta sustancia, y puede llegar a enfermar. Ahora hablamos de la contracara del rencor: el perdón. Si el rencor enferma, ¿el perdón sana? ; ¿sabías que el perdón también segrega en nuestro cuerpo una sustancia que alivia y es saludable? Se lo preguntamos al Dr. Roberto Ré, médico psiquiatra y fundador de la Red Sanar.
El perdón es un acto que exige empatía, fortaleza, generosidad, compasión… Perdonar no es sencillo. Es un acto de amor. Tiene dos miradas: interna y externa. Hay que trabajar sobre el EGO. Reconocer la realidad. Perdonarse. Preguntarse ¿elijo o no perdonar? Pero luego hay otra parte del perdón para la que necesitas perspectiva, comprender por qué el otro te ha hecho daño, y eso requiere haber trabajado primero con uno mismo.
Saber perdonar pasa por tener capacidad para la empatía, por ponernos en el lugar del otro. Comprender es aliviar. Cuando uno está lleno de odio y rencor es incapaz de ponerse en el lugar del otro. Cuando uno baja ese nivel de tensión interna -digamos que la tensión es cortisol y la empatía es oxitocina y uno se desequilibra con el otro-, entra suavemente en la oxitocina, que es la que le permite empatizar. En el perdón, empatizar es entender qué le pudo pasar a esa persona para llegar a hacernos daño.
– Sentir arrepentimiento. – Cuando se encuentre con el ofendido, saber explicar que pasó, con verdad. – Reconocer la responsabilidad en el daño. – Declarar su real y sano arrepentimiento. – Hacer una oferta de reparación. – Pedir perdón.
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