Peregrinar a Belén

lunes, 22 de diciembre de 2008
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Buscamos celebrar la Navidad dándole un auténtico sentido, preparándonos seriamente, desde el corazón, amorosamente, abriendo el corazón de par en par para recibir al Dios hecho hombre.
Para ir introduciéndonos en este misterio queremos dejarnos guiar por Dios mismo hacia la esencia de la historia tal como se fue gestando en torno a la Navidad. Y vos estás invitado, no podés faltar porque Navidad es Jesús. Él es misterio que celebramos y nace por vos, por mí, para nosotros, para entregarnos vida nueva y en abundancia. 
Belén es nuestro corazón abierto 
Te invito a que nos situemos directa y cuidadosamente en la escena de la casa de José María. Ella barre un poco la cocina, acomoda la ropita para el bebé y luego se pasea por el jardín. Nos imaginamos cómo va Jesús creciendo en el seno de esta joven. Y vamos a percibir aquella profunda alegría que invadía a María cual sol de primavera.
Pero María no estaba sola, también allí podemos ver a José en su taller realizando sus tareas de carpintería y que va viendo pasar a su esposa embarazada, ya se le dibuja radiante una sonrisa en su rostro.
Sería bueno también que no pintemos sólo de milagros estos días, ya que todo va sucediendo con normalidad: María buscaba el agua y preparaba la comida, nada extraordinario. Las mujeres despueblo la saludaban cordialmente como lo hacían frente a cada mujer embarazada. Ellas no se arrodillaban al paso del Altísimo ni florecían las rosas a su andar. Tampoco se movían los astros. ¿Por qué? Porque todo era normal. Nada extraordinario.
Esto que repito mucho de la normalidad podríamos asemejarlo a lo cotidiano. Y sería muy provechoso para nosotros que pudiéramos reflexionar si en lo cotidiano en nuestras tareas hemos hecho un lugar para ir armando este pesebre. No sólo física sino también espiritualmente. El lugar que le doy en mi casa también puede tener alguna relación con el lugar que le doy en mi corazón. Esperar que este hecho que va a ocurrir no pase como un hecho más va a depender de la disponibilidad del corazón abierto para darle a este Belén un toque especial, distinto de las demás navidades.
Es cierto que en esta época del año estamos llenos de eventos: fin decurso, se recibe mi hijo, mi hija, graduación de mi sobrina, de mi nieta, acontecimientos, balances, cierres de actividades. Estamos corriendo de acá para allá como quien necesita rápidamente darle un cierre a todo lo que ha ocurrido en el año. Pero, ¿nos detuvimos, aunque sea unos minutos, a preguntar al Señor cómo quiere que lo esperemos este año? ¿Qué preparativos debemos hacer para recibirlo a este Niñito Jesús que se acerca? ¿Qué casita? ¿Qué techito hemos preparado a Jesús para que nazca? ¿En qué  lugar de tu casa colocaste el pesebre? ¿De qué está armado el pesebre que voy construyendo dentro de mi alma? ¿Desde dónde estoy armando el pesebre? ¿Lo estoy armando desde le remordimiento? ¿Desde el reclamo cuando vienen estas épocas festivas porque “a éste no lo voy a invitar” o “no vamos a la casa de este familiar porque estamos peleados"? ¿Desde qué lugar estoy esperando a este Señor Jesús que viene a mi encuentro?
Por eso, te invitamos a que también lo contemples a través de del bello e intenso peregrinar de la Sagrada Familia.
El sello del amor en el corazón es el que nos va permitiendo movernos, dar otro paso. Y asñi es el sello que tenían profundamente marcado J