15/04/2016 – Los judíos discutían entre sí, diciendo: “¿Cómo este hombre puede darnos a comer su carne?”. Jesús les respondió: “Les aseguro que si no comen la carne del Hijo del hombre y no beben su sangre, no tendrán Vida en ustedes. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene Vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día. Porque mi carne es la verdadera comida y mi sangre, la verdadera bebida.
El que come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí y yo en él. Así como yo, que he sido enviado por el Padre que tiene Vida, vivo por el Padre, de la misma manera, el que me come vivirá por mí. Este es el pan bajado del cielo; no como el que comieron sus padres y murieron. El que coma de este pan vivirá eternamente”.
Jesús enseñaba todo esto en la sinagoga de Cafarnaún.
Jn 6,52-59
“Una vez que supe existías Señor, ya no pude vivir sino para vos” decía un autor. Una de las cosas que atentan en el permanecer en Jesús es un cierto regodeo espiritual intimista, estar con Jesús para sentirme bien, enmarcada en una especie de “autoreferencialidad” diría el Papa Francisco. Para el cristiano vivir en Jesús es vivir por Él, y al vivir por Él no me puedo encerrar en mi mundo. “Así como yo, que he sido enviado por el Padre que tiene Vida, vivo por el Padre, de la misma manera, el que me come vivirá por mí. ” nos dice la Palabra hoy. Y Jesús nos envía, nos lanza afuera, a los demás. En cambio nosotros a veces buscamos al Señor intimistamente, para estar con Él y con nadie más y queremos como encerrarlo para nosotros mismos.
Con Jesús, por Jesús y en Jesús salgo no para irme, sino para estar con los hermanos. El Señor una vez que estamos con Él nos lanza a ser buenos samaritanos al encuentro de los hermanos, especialmente los más necesitados.
El Jesús encerrado en nosotros mismos, no incomoda, no inquieta, no despierta nada. Más que cristiano me convierto en un “yoista”, en na especia de “domesticación de Jesús” en donde ya no es ni Dios, ni Jesús sino una prolongación mía.
La eucaristía es fuente de la caridad, por eso es el gran lugar para estar con Él. En este año en que celebramos el Congreso eucarístico Nacional le pedimos al Señor un cristianismo renovado, y le pedimos “Jesucristo Señor de la historia te necesitamos”. A la vez escuchamos que Él nos dice “A ustedes también los necesito”. Dios quiera que nuestras comunidades, porque queremos permanecer en el corazón misericordioso del Señor, también seamos capaces de hacer “gestos decidores” que nos ayuden a como comunidad expresar que queremos permanecer en Él.
Padre Alejandro Puiggari
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