Por el camino del amor que hace libre

viernes, 29 de marzo de 2019
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Un escriba que los oyó discutir, al ver que les había respondido bien, se acercó y le preguntó:  “¿Cuál es el primero de los mandamientos?”.  Jesús respondió:  “El primero es: Escucha, Israel: el Señor nuestro Dios es el único Señor; y tú amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma, con todo tu espíritu y con todas tus fuerzas.  El segundo es:  Amarás a tu prójimo como a tí mismo.  No hay otro mandamiento más grande que estos”.  El escriba le dijo:  “Muy bien, Maestro, tienes razón al decir que hay un solo Dios y no hay otro más que él, y que amarlo con todo el corazón, con toda la inteligencia y con todas las fuerzas, y amar al prójimo como a sí mismo, vale más que todos los holocaustos y todos los sacrificios”. Jesús, al ver que había respondido tan acertadamente, le dijo:  “Tú no estás lejos del Reino de Dios”.  Y nadie se atrevió a hacerle más preguntas.

Mc. 12, 28 – 34

Hay una hermosa posibilidad de encontrarnos con Jesús detrás de este diálogo que abre con el maestro de la ley, que le pregunta capciosamente, cuál era el mandamiento más grande. Hay que entender la pregunta capciosa, tramposa del corazón de quien lo hace, es un maestro de la ley.

Se trata de la pregunta de un maestro de la ley, ni nada más, ni nada menos. La respuesta del Señor va como desmontando la espiritualidad de este maestro de la ley, como también su respuesta va desmontando nuestros ídolos en el corazón.

Toda la actitud del discípulo de Jesús, respecto a Dios queda resumida en un punto doble: amar a Dios por encima de todas las cosas, y amar al prójimo como uno se ama a sí mismo. El comportamiento religioso queda definido en la relación con Dios y con el prójimo. Y el comportamiento humano, en relación con los otros y con Dios, se resuelve bajo el signo del amor. Por eso Agustín dirá: “ama y haz lo que quieras”.

Liberarse de los ídolos, y optar por el Dios que nos ama profundamente nos hace personas libres. De hecho, Jesús lo va a decir “la Verdad los va a hacer libres”. Y la verdad más grande es que Dios es amor, hacernos uno con Él, por el camino del amor. El amor libera.

El que ama a sus padres jamás hablará mal de ellos, ni los hará enfadar. El que ama a los amigos, no les va a mentir ni les tendrá envidia. El que ama a los hijos no será perezoso para ir al trabajo, ni se va a emborrachar, ni malgastar el dinero. El que ama a su novia, nunca se aprovechará de ella y será fiel.

El amor ordena. Y cuando decimos que te permite hacer lo que querés, porque te hace libre, entendemos la libertad ordenada. Ordenada hacia el bien, al cual el corazón se siente inclinado. Por la fuerza misma del amor. No se trata de una fuerza caprichosa este “haz lo que quieras”. Sino, “fíjate bien qué merece ser amado”, va a decir san Agustín.