¿Por qué a veces no obtenemos lo que pedimos en la oración?

viernes, 30 de septiembre de 2022
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30/09/2022 – Compartimos esta semana una nueva edición de “Palabras jóvenes de grandes hombres”, un ciclo que nos introduce en el apasionante mundo de los Padres de la Iglesia, su vida, sus escritos, pero sobre todo lo que ellos pudieron encontrar como claves para dialogar con el mundo. El tema de este año es “La oración de los primeros cristianos”.

En el espacio nos acompaña el padre Alejandro Nicola, Doctor en Teología, especializado en Patrística, con la colaboración de Augusto Carranza.

Los Padres de la Iglesia encontraron el manantial de vida, la fuente, en la oración y hoy nos brindan claves para nuestra propia oración. Por eso nos preguntamos: ¿Por qué a veces no obtenemos lo que pedimos en la oración

En esta oportunidad comenzamos con un texto del Evangelio donde Jesús dice a sus discípulos:

«Pedid y se os dará, buscad y encontraréis, llamad y se os abrirá; porque todo el que pide recibe, quien busca encuentra y al que llama se le abre.Si a alguno de vosotros le pide su hijo pan, ¿le dará una piedra?; y si le pide pescado, ¿le dará una serpiente? Pues si vosotros, aun siendo malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¡cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará cosas buenas a los que le piden!» (Mt 7, 7-11) .

Pero es cierto que hay muchos que piden y no reciben, que buscan y no encuentran, aman y no se les abre… entonces como debe entenderse esto de que todo el que pide recibe?

San Agustín nos va a ayudar en esta noche a responder a esta inquietud en uno de sus múltiples sermones sobre el tema de la oración:  “Encontramos que hay malos que pidieron y recibieron, mientras que hay buenos que pidieron y no recibieron”

¿Qué es lo que Dios escucha?

Había dicho San Agustín recién que: “El Señor conoce a los que le pertenecen (2Tim 2, 19) y que de ellos todo el pide recibe… pero todos los que le pertenecen, piden y ninguno de ellos pide y no recibe?

Escuchamos la respuesta que da, la experiencia de Pablo y el aguijón en la carne y la fuerza de la gracia en la debilidad. (2 Cor 12, 9).  En este sentido compartimos la metáfora del médico y la medicina, que tiene un sabor feo o es un tratamiento doloroso:

“Dios escucha a todos los que le pertenecen en lo referente a la salvación eterna, pero no escucha a todos en lo que toca a los deseos temporales… Créele al médico: lo que te está aplicando es doloroso, pero útil; te produce dolor, pero te trae la salud.”

 A veces Dios no concede la salud que se le pide. San Agustín continúa así su meditación:

“Algunas veces también es útil no recibir. Cuando Dios no cura el cuerpo, es porque quiere curar el alma… El que te niega algo ahora, te arma para esa vida, para ella te prepara, para ella te instruye.”

”Alguna vez alguien no recibió porque no pidió como corresponde a un fiel; alguna vez no recibió porque era más fuerte y debía ejercitar en esto su paciencia”

Hay que pedir ser buenos: “A nuestros hijos les damos aquellos bienes que no los hacen buenos. Si podemos dar bienes que no los hacen buenos y sin embargo son bienes ¿ Que nos queda para pedir a Dios sino los bienes necesarios para que seamos buenos?. Si somos malos y tenemos un Padre bueno, pidamos , busquemos, golpeemos, para que nos haga buenos, para que el bueno no tenga hijos malos…”