¿Por qué casarse?

miércoles, 8 de julio de 2009

Entrevista a Verónica y Pablo Paltrinieri, integrantes del Movimiento de Renovación Conyugal.

SENTENCIA
Estaré en tu boca por donde vayas, seré yo mismo lo que tu beses
habrá primavera todos los meses y serán de nubes nuestras miradas

seré el compañero que no desmaya cuando venga el tiempo de los reveces
nos levantaremos una y mil veces ganaremos una y otra batalla

mírame a los ojos yo te sentencio a volar conmigo por el silencio
a escapar del yugo de la memoria mírame a los ojos no digas nada
la desesperanza está derrotada. Este es el amor, lo demás historia y soledad

mírame a los ojos yo te sentencio a volar conmigo por el silencio
a escapar del yugo de la memoria. Mírame a los ojos no digas nada
la desesperanza esta derrotada. Este es el amor, lo demás historia y soledad
Alberto plaza

GL: Esta canción expresa bellamente lo que queremos transmitir acerca de este tema: el matrimonio. Gran parte de la humanidad se está preguntando lo mismo frente a este tema: ¿Por qué casarse? ¿vale la pena? El matrimonio como institución está pasando por una crisis. No así ‘la pareja’: la gente sigue buscando ‘aparearse’ gracias a Dios. Pero también se están comenzando a ver otras cosas que preocupan. Un especialista en drogas daba ayer una charla donde decía entre otras cosas que preocupa ver a los chicos que a la salida de los boliches se juntan entre ellos y siguen tomando y ya no buscan contactarse. La insanía del sistema en el que estamos viviendo está comenzando a atacar ya los instintos básicos primarios, vitales. Pero no es la mayoría.
Las personas siguen atrayéndose, hombres y mujeres se siguen buscando, son tema de conversación durante buena cantidad de tiempo. La búsqueda de pareja ocupa gran parte del tiempo de las personas. Sin embargo la pregunta crítica sigue siendo ¿para qué casarse?
Dentro del paradigma que estamos viviendo, todo lo que huele a compromiso, a “para siempre”, a trabajo, a esfuerzo, a voluntad, todo lo que tenga que ver con compromiso afectivo, valores, opciones: todo está enormemente desprestigiado. Hay una sombra de temor que se cierne sobre todos estos conceptos que otrora fueron absolutamente jerarquizados. Decir ‘he trabajado 40 años en esta empresa’ era una bandera de orgullo por la fidelidad al compromiso mutuo entre la empresa y el empleado.
Aunque todavía son muchas las parejas que se casan, son muchas más las que tienen que atravesar por crisis en las que se plantea esta pregunta: ¿por qué casarse?. Cuando tratamos el tema de “vivir en pareja antes del matrimonio” intenté mostrarles que este “amor a prueba” no funciona como tal. Además, “no hay prueba si no pasás el examen”, si no entregás todo lo que tenés. De lo contrario es como decir “estoy con vos hasta que…’me aparezca algo mejor, o ‘me demuestres tal o cual cosa’. Evidentemente la prueba fracasa. La única forma de probar el amor, es “sacar boleto de ida, pero no de vuelta”.
Para el hombre de nuestros tiempos, son fórmulas extremistas. Ya no nos manejamos con estos códigos. Pero es bueno volver a preguntarse por qué casarse. Por eso estamos aquí con un matrimonio perteneciente al Movimiento de renovación conyugal, que nos van a compartir su testimonio, y a su vez nos van a ofrecer, desde la Iglesia, un acompañamiento a todos los matrimonios que necesiten ayuda.

GL: ¿ustedes pasaron por el preguntarse esto?

P: Sí. Nosotros venimos de dos familias de padres separados, por lo cual ese fantasma, ese temor al fracaso estuvo siempre presente. Allí nos prendimos a aquel mensaje de Juan Pablo II cuando decía “no tengan miedo”. Por eso tratamos de encarar las cosas de manera diferente, tratando de “poner toda la carne al asador”

GL: ¿Qué sinsabor les han dejado las experiencias de sus padres separados?

P: Por suerte, siempre tuvimos comunicación con ellos y ellos mismos apostaron a que con nosotros las cosas podían ser diferentes. Eso, lejo de dejarnos un saldo negativo, nos llevó a invertir nuestro tiempo juntos como novios para buscar formación e ir construyendo lo que en el futuro sería nuestro matrimonio: hicimos un encuentro de novios. Incluso nos comprometimos el año anterior a casarnos. El sacerdote que realizó la ceremonia nos dijo “ustedes están ‘robando un poquito de gracia al sacramento del futuro para traerlas al presente. Esas gracias seguramente harán más potente la realidad actual, a nutrirla, y a prepararse mucho mejor para ese futuro juntos”. Eso nos marcó y lo tenemos presente diariamente.

GL: ¿Qué gracia sintieron ustedes que estaban adelantando?

V: En primer lugar, la gracia de la unidad: poder mantenernos unidos en este proyecto juntos, la gracia de la fidelidad al vínculo entre nosotros viendo lo difícil que les resultaba sostenerlo a muchos a nuestro alrededor, y por supuesto, el poder vivir toda esta preparación con alegría. Dejar atrás los miedos de las vivencias personales, de tristezas que uno va viviendo como familia para ver que uno puede apostar hacia delante. A través del encuentro de novios que realizamos, descubrimos también que el matrimonio no es algo que “te toca” sino algo que uno “elige” por considerar que vale la pena. Además, esta ceremonia previa de hacer público nuestro compromiso fue también muy significativo, porque fue un 31 de diciembre, y fue la primera vez que nuestras dos familias compartieron juntas la llegada del nuevo año, como un signo que no solo queríamos unirnos nosotros sino unir a nuestras familias en algo diferente. Fue muy fuerte sentir esta gracia de unidad, fidelidad y amor en crecimiento.

GL: ¿Cómo llegaron a la decisión de casarse en lugar de vivir juntos, o en vez de hacer un noviazgo crónico? Hoy esta es una opción que si se quiere “compite” en la conciencia de las personas con el matrimonio.

P: En nuestro caso, creo que tiene que ver con la base de nuestra fe. Dios suscitó entre nosotros un amor que en los 7 años de noviazgo fue creciendo y madurando, inclusive con alguna actividad apostólica juntos que sin duda fue muy importante. Pero llegó un momento del noviazgo en que sentimos que esto daba para mucho más. Nos imaginamos un escenario de vida juntos para toda la vida. Pero el proyecto es tan grande que ahí comienzan los miedos. Es tan fuerte, tan importante plantear una realidad para toda la vida, que nos dimos cuenta que solos no podíamos. La garantía para esto, nos la daba Dios a través del sacramento. Ninguna otra cosa podía darla, y ese fue el momento en que decidimos hacer las cosas de una determinada manera: confiando en que íbamos a tener las gracias suficientes para superar los obstáculos de las crisis que sabíamos iban a venir –y efectivamente vinieron-.

GL: ¿qué pasa con este “Garante”, Dios, cuando hay tanta crisis,  cuando algunas parejas que fracasan o experimentan que el matrimonio es una tortura? ¿Es que la garantía funciona solo en algunos casos, y en otros está en banca rota?

V: En realidad el Garante está siempre, y siempre funciona. Pero nunca lo va a hacer contra nuestra libertad. Somos nosotros los que tenemos que abrirle la puerta a este manantial de gracias que hemos recibido el día que consumamos este sacramento. El fundador del movimiento “Hogares Nuevos” nos dice: “cuando dos o tres-el tercero es Dios- se reúnen en matrimonio sacramental, Jesús está en medio de ellos”. Si se sabe decir “piedra libre!” a ese Cristo escondido es mucho lo que se gana. Cristo está escondido como en un sagrario en la propia unión de los esposos. Cristo está, pero no va a forzarnos a nada. Hay que saber buscarlo, y para eso seguramente hay que silenciar todo el entorno que tanto nos entorpece y nos va privando de esta capacidad de poder ver las cosas en su esencia profunda. Poder silenciar la rutina, las actividades de los chicos, las actividades laborales, aquellas cositas que van cambiando a nuestro cónyuge y nos van molestando, pero saber descubrir que detrás de eso hay una persona, más allá de las mañas que todos vamos tomando, y saber descubrir que en el medio, está Cristo presente dispuesto a darnos toda la fortaleza que necesitamos. En no abrirle las puertas a El consiste nuestro fracaso.

P: También pasa por la visión de amar la propia vida y de ser responsables de lo que Dios nos ha dado, lo que ha puesto en nuestras manos. Desde el momento del matrimonio nos dio una misión, pero también nos dio los talentos, las gracias para hacer frente a esa misión. Entonces el planteo que uno tiene que hacerse periódicamente pasa por preguntarnos qué hicimos con esos talentos. Dios no nos va a preguntar por las circunstancias que hicieron que ese camino sea complicado. La historia tiene sus sinsabores y altibajos, pero El nos dio la fuerza para seguir para adelante construyendo, y siempre termina siendo una historia maravillosa. Creo que es nuestra actitud hacia ese “toda la vida” lo que marca todo.

V. Nosotros solemos usar en los encuentros solemos usar una imagen bastante gráfica: ¿?qué hace un niño cuando recibe un regalo? Inmediatamente lo abre y comienza a ver qué puede construir con él, cómo puede aprovecharlo creativamente, etc. Y lo que recibimos en el matrimonio es eso: un regalo, y a veces lo recibimos pero en lugar de abrirlo y disfrutarlo lo dejamos a un costado. Si lo abriéramos y utilizáramos todos los elementos ¡tendríamos tanto para hacer! A veces suele pasar que uno habla de “las gracias sacramentales” y suena a algo demasiado “espiritual”, abstracto. Y en realidad pasa por descubrir lo que tenemos en la esencia misma de la persona: la capacidad de poder dejar de lado un poquito mis egoísmos para ver el otro, la capacidad de ser empáticos, de ir perdonando pequeñas cosas, de poner en la balanza y darle su justa medida a lo que es una pavada o a lo que sí necesita de más atención o ajuste. Las gracias en realidad son eso: hay que bajar de la galaxia o del pilar de agua bendita donde muchos piensan que están, y llevarlas a lo cotidiano.

P: Yo vuelvo a lo que planteaba recién de lo actitudinal: el matrimonio no es para tibios, no es fácil.

GL: Y no es fácil porque son dos: parece una sonsera el tema del número, pero cuando son tres, hay una realidad de “desempate”: generalmente triunfa la realidad mayoritaria, la de más peso. Cuando son dos, y uno dice ‘esto es blanco’ y el otro ‘esto es negro’ no queda otra que hacer un acuerdo en el amor, porque no se puede hacer acuerdo racional.

P: Es una continua negociación en el amor, y eso requiere coraje y decisión. Por eso digo que no es para tibios.

GL: Creo que hay una imagen muy idealizada del matrimonio, y suele pasar que se pasa de esa imagen ‘edulcorada’ como la del final de las películas. “y fueron felices y comieron perdices”, y a veces no hay perdices, a veces no hay fuego… Como hay imágenes idealizadas, después aparecen muchos sustos ante la realidad.
Entre la imagen idealizada y la posibilidad de hacer un gran proyecto, hay muchos recorridos, muchos caminos, muchos matices

CINCO ESTRELLAS  Paz Martinez

Muchos piensan que te llevo de mi mano Y no saben que eres tú la que me guía,
Yo vivía como lobo solitario, Desconfiado y lamiendo mis heridas
Pero tú me rescataste con un beso Enseñándome por dónde va la vida
Te amo con locura, de puro enamorado, Sencillamente tuyo, completamente amado,
Te amo cinco estrellas, sin tregua ni desmayo, Revuelo de palomas, caballos desbocados
Te amo y es la fiesta de todos los que amaron, Si miedo ni tabúes y sin jugar al santo,
Te amo amada mía sabiendo lo que hago, Sinceramente tuyo… Te amo
Aunque un día el dolor muestre los dientes Y nos muerda en la mitad de la alegría,
Seguiría yo prendido de tu mano Afectuoso como sol de mediodía
Para ti eternamente enamorado, Entregándome en manojos de caricias
DÉJAME SENTIRTE
Dejame despertarte con un beso en la verde mañana que te espera
dejame celebrar la primavera en el divino largo de tu cuerpo.

Dejame recorrer ese Universo que conozco sin limite o frontera
dejame descanzar sobre tu pecho que calienta mi piel como una hoguera

Dejame repasar tus accidentes detenerme a palpar cada medida
humedecer tus ojos y tu fuente y penetrar al fondo de tu vida.

Dejame demostrarte que diez noviembres purifican el alma y el deseo
que al abrazarte bajo mi cuerpo tiembles y relajado en paz me duerma luego

Dejame al despertar tener la dicha de hablar y compartir nuestros anhelos
y en la verde mañana que termina volver a repetirte que te quiero

Dejame sentirte como siempre amor
y saber que el tiempo no mata esta pasión
Sentir que aunque pasa el tiempo nos amamos
dejame sentirte tuyo dejame sentirte mia
Dejame sentirte como siempre amor
y saber que el tiempo no mata esta pasión

Dejame recorrer ese Universo que conozco a perfección
celebrar la primavera y en la entrega darle rienda suelta a la pasión
Dejame sentirte como siempre amor
y saber que el tiempo no mata esta pasión

Que el tiempo pasa de prisa… de prisa… de prisa
y lo que me mantiene vivo
y con sentido es tu amor y tu sonrisa
y ahora dejame sentir…

Compartir nuestros anhelos
nuestros sueños, caricias y fantasias
abrirle al amor la puerta igualito al primer día

Participan los oyentes:
–    Llevo 32 años en eterna crisis, con 7 hijos ¿a dónde recurro para pedir ayuda si mi esposo se niega y estoy tan cansada?
GL: Quisiera que nos cuenten su experiencia acerca de cómo operó este “Dios Garante” en momentos de crisis o de dificultades, y cómo ven ustedes que opera en situaciones tan críticas como ésta. Pero…”si uno no quiere, Dios no puede”. Esto con Dios o sin Dios. Esto para mí es ley de vida que en definitiva tiene que ver con la ley de Dios, porque Dios respeta, aunque su respeto nos duela, nos moleste y uno a veces quisiera que “rompa las puertas y entre a las patadas” para sacar a uno o al otro en el capricho en el que está, Dios no lo hace. No lo hizo cuando su Hijo estuvo crucificado, no lo hace, y hay que digerir eso: es camino de Dios, es camino de vida y así son las cosas. Cuando uno no quiere, Dios no puede. Esto quiere decir: la puerta del cambio se abre desde adentro, no desde afuera: nadie va a entrar a los patadones. Ni Dios ni vos. Ese es un aprendizaje no solo de matrimonio, sino de vida, muy doloroso, y que yo diría que marca el estadío de la madurez: cuando se asume que las cosas son como son y no como uno quisiera que fueran.

GL: Sigan contándonos gracias que ustedes han recibido a través de estos 15 años de matrimonio ya sea en pareja o personalmente, y gracias que han visto ustedes en los matrimonios que acompañan: salvar a personas de divorcios en situaciones críticas.

V: Casos como el de recién hemos visto muchos en el camino, y realmente producen una gran tristeza y ganas de poder hacer algo, y como vos bien decías, así como Dios no violenta tampoco podemos violentar nosotros y forzar a que se produzcan determinadas cosas. Sí podemos acompañarlos y fortalecerlos en que se mantengan firmes en esta decisión de buscar algo diferente, porque ese algo diferente es posible. Además podemos guiarlos en buscar formas distintas de propiciar este cambio. “El que viene haciendo siempre lo mismo, obtiene siempre los mismos resultados”. Y algo diferente puede ser plantearle al cónyuge de modos distintos la necesidad que uno tiene de que se produzca un cambio en la vida. A veces, después de tanto tiempo, tanto cansancio, tanto hastío, estamos tan dolidos que lo que hacemos es confrontar permanentemente. Y tal vez un camino distinto sea decir “me gustaría contarte cómo me siento. Me gustaría saber cómo te sentís vos” “¿alguna vez pensaste cómo estamos?”. Invitar al otro al diálogo, porque a partir de los sentimientos de cada uno van a aflorar un montón de cosas. En primer lugar, se van a bajar las defensas. Si invitamos al otro a uno de estos encuentros por ejemplo, y nos vuelven a invitar, lo primero que va a decir uno es “Mirá, otra vez nos invitaron y vos no querés ir”, y se van a subir las defensas porque se va a sentir agredida. En cambio, si comienzo por los sentimientos: “¿cómo te sentís? ¿qué te gustaría hacer? ¿qué necesitás para sentirte mejor? ¿qué te gustaría que yo haga? ¿te parece que hay algo que yo pueda hacer y yo no me doy cuenta?”. Cuando me pongo a ‘mimar’ al otro, el otro va a sentir inmediatamente esta apertura y puede ser un camino para propiciar el diálogo. Hay gente que le lleva muchos años sentirse mas o menos armadito como para poder participar de un encuentro de actividad conjunta. Pero valió la pena.

P: Acá no hay recetas mágicas. Creo que es importante tener los pies sobre la tierra. Y de algún modo hay que partir de algún tipo de acercamiento a algún proceso de mejoría, de renovación, cambios que no se logran de un día para otro y que requieren aunque sea de una mínima intención de acercamiento de ambos.
    Acerca de las gracias que nos preguntabas, y que nosotros experimentamos y tenemos marcadas a fuego, gracias de irradiación que venimos reconociendo en nuestras vidas. Partiendo de las situaciones difíciles en las que uno llega a encontrar la forma de que el amor de Dios se manifieste: partimos de algo que muchos viven: los dos trabajando fuera de casa 14 horas diarias y casi sin posibilidad de compartir cosas juntos, y no solo sin hijos sino con dificultades para tener nuestro primer hijo. Esta realidad de separación nos molestaba a ambos y decidimos tomar una decisión: necesitábamos hacer algún tipo de actividad en forma conjunta. Fuimos bendecidos con la posibilidad de tener una actividad apostólica juntos, lo cual no es común, y esa actividad nos llevó a “abrir las ventanas”, es decir, empezar a mirar las cosas con otras perspectivas, empezar a poner en orden algunos temas y a darles el tiempo que necesitabamos como pareja. Estuvimos varios años sin poder ser padres.
V: en su momento esto nos dolía mucho. Si bien no fue mucho el tiempo, en el momento nos pareció una eternidad (ahora tenemos 4 hijos: de 9 años, 7, 4 y 1año y medio). Y lo que pudimos descubrir en ese momento fue que una de las gracias que recibimos con el sacramento es la gracia de la fecundidad. Al ver que esta gracia no llegaba, pensábamos “acá fracasamos”, pero luego descubrimos que la fecundidad va más allá de tener o no tener hijos. Nos dimos cuenta de que tal vez no habíamos sido llamados a tener hijos sino a ser fecundos en otros aspectos de nuestra vida. Al poder ver las cosas desde esta perspectiva, la realidad dio un vuelco, porque pudimos descubrir otra gracia: la de la unidad. Sentirnos unidos en esto que estábamos pasando en este momento. Y al poco tiempo Dios nos concedió la gracia concreta de tener hijos.

GL: esta es una historia escuchada repetidamente: parejas que no pueden concebir, y de pronto se abren a la paternidad de otra manera, por ejemplo acogiendo hijos –siendo hogares de tránsito-, o adoptando, y después la esposa queda embarazada. Por eso, qué importante abrirse a la paternidad como una experiencia totalizante, en definitiva, como una gracia, para que después se concrete en las propias células. Creo que es el primer mandato que reciben las células cuando se comienza a ejercitar la paternidad desde cualquier ángulo posible. En el caso de ustedes ¿cómo fue?

P: En la tarea apostólica, acompañando a otros matrimonios. Cuando hicimos el primer encuentro de renovación conyugal decidimos hacer apostolado juntos, y en esto de “irradiar”, de hacer llegar a los demás y tratar de mostrar cómo, de la misma manera que nuestra realidad se transformaba  a través de ésta gracia, tratar de transformar la realidad circundante. Y pudimos ver cómo ese entorno comenzó a transformarse simplemente gracias a una cuestión testimonial, a una vida llevada de una determinada manera con todos los altibajos y con todos los problemas, pero comenzar a ver cómo todo el entorno comienza a transformarse: las amistades en épocas de crisis: dejándose ayudar a través de como nos fuimos acercando a ellos, tomaron esta decisión de buscar un mecanismo distinto para generar los cambios y volver a estar juntos, cómo fuimos centro aglomerante de nuestras propias familias a partir de estas historias de desavenencias iniciales –hoy somos un poco ‘núcleos’ de nuestras propias familias-, y las veces que hemos podido participar en dar retiros, uno ve cómo simplemente siendo herramienta de un mensaje cómo esa semilla cae en tierra fértil y se fecunda. Nosotros tenemos una visión sobre cómo uno puede transformar la realidad a partir del testimonio.
    En el tema de la fecundidad en nuestro matrimonio, mi rol fue acompañar también a Verónica en esto que en el caso de la mujer, lo que pasa creo que es más fuerte que en el varón, que en cierto sentido está como menos involucrado. En mi caso personal mi rol pasó por ser testigo e irradiar testimonio de una vivencia de fe determinada vivida en pareja, y de no tener miedo, animarme a trasmitirla en entornos en los cuales no es visto como algo común –como por ejemplo en el trabajo-. Ese animarme me dio cada día mas fortaleza y certeza de que estaba por buen camino

GL: Aquí llega un mensaje de un oyente: “Para mi el casamiento es fóbico: como se interpreta “caso y miento”, sería nos unimos con la protección del Supremo que nos bendice y protege con la providencia, de lo contrario hacemos un mero contrato y si no hay que darle para adelante y agarrarse todos los días de los pelos”. Para muchas personas realmente es así: primero “caso, engancho” y luego “miento”. Realmente esta oyente creo ha descripto bien la forma en que muchas veces el casamiento se ha expresado. A veces se vivencia tal vaciamiento del amor conyugal, que en lo único que se puede pensar es en “atrapar” al otro y mentirle porque en realidad es una institución basada en el amor y ese amor no existe. De todas maneras, yo quisiera también salvaguardar esta permanencia, esta fidelidad, los aspectos institucionales del matrimonio aún cuando el afecto, el amor, ya no estén. Quiero decir: quisiera que se trate con más respeto ese “aguante” de la gente, ese pasar muchos años en sombras. Quisiera que se trate con un poquito más de misericordia y comprensión a la mujer que aguantó a su marido durante muchos años por amor a sus hijos, porque muchas veces se la trata con desprecio, como una ‘pobre idiota’, como una tonta, como la que postergó la vida por sus hijos. Por favor: vamos más despacio: no es cualquier cosa mantenerse a flote en una tormenta con un barco averiado. No es cualquier cosa pilotear y ser timonel en una tormenta, sin faro, sin rumbo, y decir: tengo que sostenerlo porque llevo tantos niños a mi cargo, porque hay un nido que sostener, porque es peor si el nido se cae y los pichones quedan expuestos. Esa fidelidad árida, a veces chinchuda, de ceño fruncido…pero fidelidad al fin. Muchas veces, sobre la base de esas muertes, de esas renuncias se ha podido sostener la vida, se ha podido criar a los hijos, educar. Y detrás de la vida de los que dieron un paso adelante hay dolor y mucha entrega.
    En resumen: visto desde una perspectiva de honestidad y transparencia que hoy está muy de moda, a veces es “cazar y mentir”, pero también les invito a cruzar a la otra orilla y valorar al  que, o a la que, o a los dos que, a pesar de todo, siguieron juntos por amor a sus hijos.

P: En realidad, si nos ponemos a mirar al matrimonio desde una perspectiva de proceso a largo plazo, siempre al final de este camino hay muchos barcos averiados, mucho golpe, muchas tormentas. Entonces creo que el planteo central tiene que ser, cuando llegue el momento de los balances ¿cuál es la medida del éxito de mi vida? ¿Va a ser como marido, como padre, como profesional, los logros, los bienes adquiridos? ¿dónde está la medida del éxito?. La medida del éxito va a estar en la medida en que amé. Cuando nos veamos cara a cara con el Creador poder decirle “Señor, amé y fui amado todos los días de la vida que me diste, más allá de los sinsabores y las dificultades que tuve en el camino”

V: Hay algo que es clave en esto, y es el ‘no cortarse solos’, por lo que decíamos antes: el matrimonio es de a dos, de a tres con Dios en el medio, y si los dos no toman una decisión en conjunto difícilmente lleguen a buen puerto. Pero también es cierto que los dos solos, aún con la ayuda de Dios, también se les hace muy cuesta arriba y por eso es tan importante poder acercarse a otros matrimonios que puedan acompañarlos, apuntalarlos. No necesariamente tienen que ser creyentes ni matrimonios de la iglesia. Acercarse a otros matrimonios que simplemente estén recorriendo el mismo camino –porque ninguno está en un grado excelso de perfección-. Nosotros damos infinitas gracias a todos los matrimonios que nos han dado testimonio y nos han acompañado, y que nos han mostrado el camino y tal vez no nos han dicho nunca nada, pero solo su presencia, solo ver cómo se miraban nos mostraban a nosotros caminos lindos, cómo resolver determinadas situaciones, cómo tratarse en público. No nos dieron instrucciones, pero nos mostraron caminos.

GL: Un psicoanalista que está tratando el tema de las adicciones, dice “necesitamos salir de esta cultura de una fiesta permanente”. Cuando yo te escuchaba decir recién que durante la travesía va a haber muchos barcos averiados, volvía a la pregunta inicial: entonces, ¿para qué casarse?. ¿Para qué voy a embarcarme si ya de antemano me están diciendo que voy a estar averiado, que muchos barcos quedan varados, que muchos también se hunden? Y sin embargo hay muchos especialistas –psicólogos, psicoanalistas,etc- que están acusando recibo del peligro de construir una cultura que permita imaginar que la vida es un goce permanente, que la vida no se constituye cuando se renuncia a algo de gozo.
    A la hora de los balances, el que opta por un compromiso –matrimonial o cualquier otro compromiso donde no hay ‘pasaje de retorno’- puede llegar al final de la vida con muchos magullones y golpes. Pero lo que me pregunto es ¿cómo llega el que nunca se comprometió a nada? Recién ahora estamos viendo los resultados de ese tipo de opciones…

“…en la unión conyugal, el amor debe ser genuino, es decir, plenamente humano, total, exclusivo y abierto a una vida nueva. En un mundo en que tantas veces vemos un amor falsificado y contrahecho de mil maneras, la Iglesia pide como uno de los deberes más apreciados y urgente para la salvación del mundo, el testimonio de inestimable valor de la indisolubilidad, fidelidad matrimonial. No separeis lo que Dios ha unido…” Juan Pablo II

AMADA MIA
       Amada mía, después de tantos años, después de tantas noches compartidas,
después de tantos sueños soñados cada día, te sigo amando tanto Amada mía.
Tus ojos negros se clavan como siempre, tu beso es una llama que aún me quema.
Yo sigo siendo el árbol, y tu, la tierra mía. te sigo amando tanto Amada mía.

Amada mía, después de tantas horas de camino tu sigues siendo playa, yo sigo siendo río.
Y como siempre sigo aspirando el aire que respiras. Me sigo enamorando en cada amanecer

Amada mía de risas y de llanto compañera de tardes amarillas. Luna de medianoche y sol del mediodía,
serás por siempre campo y yo semilla.
Amada mía, un día del otoño se vestirán de blanco mis cabellos.
Se quedarán dormidos tus besos en mis besos, y buscaré tus manos para mecerlos.

Amada mía, después de tantos años a tu lado yo sigo siendo brisa, y tu, montaña y llano.
Amada mía después de tantos mares navegados, tu sigues siendo orilla y yo, gaviota.
JOSE LUIS PERALES –

Hay un teléfono como para quien quiere acercarse a hacer un primer contacto e ir conversando y pedir ayuda. Hay un celular para atender exclusivamente a la gente que quiere contactarse a través de este proyecto que tenemos con Radio maría. 0351-155948684, y