15/08/2018 – Compartimos algunos fragmentos de la poesía “Porque te amo María” escrita por Santa Teresita de Lisieux un tiempo antes de su muerte.
…Porque tu dulce nombre me hace saltar de gozo el corazón, y porque el pensamiento de tu suma grandeza a mi alma no puede inspirarle temor. …Porque meditando tu vida tal como la describe el evangelio, yo me atrevo a mirarte y hasta acercarme a vos. No me cuesta creer que soy tu hija, cuando veo que mueres, y que sufres como yo. … Mas no me asuste mi gran debilidad, porque todos los tesoros de la madre son también de la hija, y yo soy tu hija. ¿Acaso entonces, no son mías tus virtudes y también tu amor? Así, cuando Jesús Eucaristía baja a mi corazón, tu Cordero, Jesús, sueña estar reposando en ti misma. … Te Amo María, Porque cuando Jesús pregunta: “¿Quien es mi hermano, mi hermana y mi madre, sino el que cumple mi voluntad en todo?” no te entristeces, antes bien te alegras de que nos haga comprender entonces que aquí abajo, en la tierra, nuestra alma se hace familia suya. …Porque si yo te contemplara mas brillante que todos nosotros juntos, no podría creer que soy tu hija; y entonces, en tu presencia bajaría los ojos… …Porque tu me haces comprender, que no me es imposible caminar sobre tus huellas. Nos hiciste sencillo el estrecho camino que va al cielo con la constante practica de virtudes humildes. …Porque yo se que en Nazaret, Virgen llena de gracia, viviste pobremente. Ni éxtasis ni arrobamientos, ni milagros hermosearon tu vida. Por el común camino, Madre incomparable, caminas tu, guiándonos al cielo. …Te amo cuando te mezclas con las demás mujeres que dirigen sus pasos al templo del Señor. Por tres días se esconde Jesús a tu ternura, y entonces si sufres su ausencia. Tu dulce Niño, Madre, quiere que seas tu el ejemplo vivo del alma que lo busca a oscuras, en la noche de la fe… … Te amo María, porque tu elocuente silencio es propio de un alma que solo del cielo espera su auxilio. … Vivir contigo quiero, Madre amada, a la espera del cielo, seguirte en el destierro día a día. En tu contemplación yo me hundo absorta, y de tu inmenso corazón descubro los abismos de amor. Tu maternal mirada desvanece mis miedos, y me enseña a llorar, y me enseña a reír. Lejos de despreciar las fiestas de la tierra, las fiestas que son santas, tú, Madre, las comparte y bendices. Tú que viniste a sonreírme, Madre, en la suave mañana de mi vida, ven otra vez a sonreírme ahora…, pues ha llegado ya de mi vida la tarde. No temo el resplandor de tu gloria suprema, he sufrido contigo, y ahora quiero cantar en tus rodillas, Virgen, porque te amo ¡y repetir por siempre y para siempre que yo soy hija tuya…! La pequeña Teresa…
…Porque tu dulce nombre me hace saltar de gozo el corazón, y porque el pensamiento de tu suma grandeza a mi alma no puede inspirarle temor.
…Porque meditando tu vida tal como la describe el evangelio, yo me atrevo a mirarte y hasta acercarme a vos. No me cuesta creer que soy tu hija, cuando veo que mueres, y que sufres como yo.
… Mas no me asuste mi gran debilidad, porque todos los tesoros de la madre son también de la hija, y yo soy tu hija. ¿Acaso entonces, no son mías tus virtudes y también tu amor? Así, cuando Jesús Eucaristía baja a mi corazón, tu Cordero, Jesús, sueña estar reposando en ti misma.
… Te Amo María, Porque cuando Jesús pregunta: “¿Quien es mi hermano, mi hermana y mi madre, sino el que cumple mi voluntad en todo?” no te entristeces, antes bien te alegras de que nos haga comprender entonces que aquí abajo, en la tierra, nuestra alma se hace familia suya.
…Porque si yo te contemplara mas brillante que todos nosotros juntos, no podría creer que soy tu hija; y entonces, en tu presencia bajaría los ojos…
…Porque tu me haces comprender, que no me es imposible caminar sobre tus huellas. Nos hiciste sencillo el estrecho camino que va al cielo con la constante practica de virtudes humildes.
…Porque yo se que en Nazaret, Virgen llena de gracia, viviste pobremente. Ni éxtasis ni arrobamientos, ni milagros hermosearon tu vida. Por el común camino, Madre incomparable, caminas tu, guiándonos al cielo.
…Te amo cuando te mezclas con las demás mujeres que dirigen sus pasos al templo del Señor. Por tres días se esconde Jesús a tu ternura, y entonces si sufres su ausencia. Tu dulce Niño, Madre, quiere que seas tu el ejemplo vivo del alma que lo busca a oscuras, en la noche de la fe…
… Te amo María, porque tu elocuente silencio es propio de un alma que solo del cielo espera su auxilio.
… Vivir contigo quiero, Madre amada, a la espera del cielo, seguirte en el destierro día a día. En tu contemplación yo me hundo absorta, y de tu inmenso corazón descubro los abismos de amor. Tu maternal mirada desvanece mis miedos, y me enseña a llorar, y me enseña a reír.
Lejos de despreciar las fiestas de la tierra, las fiestas que son santas, tú, Madre, las comparte y bendices.
Tú que viniste a sonreírme, Madre, en la suave mañana de mi vida, ven otra vez a sonreírme ahora…, pues ha llegado ya de mi vida la tarde. No temo el resplandor de tu gloria suprema, he sufrido contigo, y ahora quiero cantar en tus rodillas, Virgen, porque te amo ¡y repetir por siempre y para siempre que yo soy hija tuya…!
La pequeña Teresa…
Santa Teresita de Lisieux