Posees Lo Ajeno Cuando Posees Lo Superfluo

jueves, 3 de septiembre de 2009

Entrevista a Juan Biosca González, director del Instituto Social del Trabajo (ISO) de Valencia y Secretario de Organización del Instituto Emmanuel Mounier (España).
Desde el ISO gestiona la Casa de Acogida Dorothy Day para mujeres inmigrantes y el Programa de Solidaridad con África, para inmigrantes negros africanos, así como una Escuela de Acogida y una Escuela de Formación de Adultos.
Tiene diversos artículos publicados en las revistas: Noticias Obreras, Corintios XIII, Laicado, Vida Cooperativa,  Acontecimiento y Cresol.
Es Coautor del libro: Posees lo ajeno cuando posees lo superfluo. Editorial Mounier. Madrid 2000.
Imparte conferencias sobre temas concernientes al mundo del trabajo, la economía social, pastoral del trabajo y la doctrina social de la iglesia, entre otros temas.

Los bienes de esta tierra deben ser para todos. Los hombres no son “propietarios”, sino “administradores” de los bienes de Dios, por eso el fin de la riqueza no es enriquecerse más ni rodearse de más cosas superfluas sino remediar la pobreza.
    La pobreza no es voluntad de Dios, pues en ese caso Dios no sería justo. La pobreza es una instancia cristológica para obligar a los hombres a cumplir lo anterior, es decir: aquellos que tienen es para distribuirlo o darlo
    Precisamente por eso los pobres encarnan la presencia de  Cristo y son sujetos de una dignidad divina. En el esfuerzo por ellos se lleva a cabo ese amor que es el resumen de toda la ley
    De aquí brota una antropología importante. El cristiano no debería definirse aristotélicamente por la racionalidad sin mas, sino por la solidaridad. Es el ‘homo solidarius’, y esta definición pone de relieve que la riqueza es inhumana, y que la humanidad es la verdadera riqueza del hombre.

GL: Vamos a hablar sobre el destino universal de los bienes ¿Cómo surge esta concepción dentro de la tradición cristiana? ¿qué implicancias tiene?

JB: Ya las comunidades cristianas primitivas tenían todo en común. O sea que eso es consustancial a la experiencia de la hermandad de Jesús. Los santos padres lo desarrollan y le ponen una fundamentación incuestionable: tanto de cómo se obtienen los bienes (que se obtengan legítimamente, como fruto del trabajo y no como fruto de la injusticia: no por chantaje, explotación, coima, robo) como del uso que se hace de ellos.
    Dios ha desparramado bienes en gran medida, pero tenemos que hacer uso de ellos en base a nuestra libertad: distribuir, compartir. Eso es lo que no hemos hecho, y Tenemos así países que no son pobres sino ‘empobrecidos’. Las desigualdades que se generan se van acumulando históricamente, y así llegamos a estos abismos de quien vive en lo superfluo, y de quienes se mueren por no poder comer o tener que caminar kilómetros para conseguir una vasija de agua sin contaminar.
    Esto no se da porque Dios lo haya organizado así, sino porque los hombres lo hemos desorganizado o mal organizado.
    Todos los bienes tienen una hipoteca social. El problema en la Iglesia no es la propiedad -¿eso de quién es?-, sino el uso que se hace de ella. Tenemos que hacer uso de las propiedades que tengamos que sirvan a los demás, y que sirva en condiciones de justicia.

GL: Pero si eso no se plasma en una legalidad, termina siempre dependiendo de la buena voluntad, la responsabilidad de cada uno. Entonces ¿por qué se ha puesto tanto énfasis legar en la propiedad privada, de modo tal que todos tenemos claro que alguien que ingresa en una propiedad privada está cometiendo un delito, y si alguien me arrebata algo que es mío está cometiendo un delito. Y no tenemos para nada claro que alguien que roba por necesidad no está cometiendo un delito mayor que el que él comete cuando ingresa a una propiedad privada. Hay un defasaje muy grande en la conciencia que hay de la propiedad privada: esto es mío y tengo todo un aparato jurídico que me ampara. Y al mismo tiempo tenemos una conciencia sumamente pobre acerca del destino del destino universal de los bienes.

JB: Justamente en gran parte del Pueblo de Dios no se es conciente de la carga que esto supone. Tenemos que reconocer que como Iglesia no conocemos y no apreciamos en su justa medida el mismo pensamiento de la doctrina social de la iglesia. Incluso a veces, quien se aproxima por primera vez a ella se asusta. Y esto es Evangelio aplicado a las realidades terrenas del mundo económico, del mundo de la política, del mundo de la familia, del mundo del sufrimiento. La doctrina social de la Iglesia es la reflexión que la Iglesia ha hecho a la luz del Evangelio y de la tradición, de los Santos Padres, de las Encíclicas del Magisterio de la Iglesia, y también de la contribución de muchos laicos que han pensado y han actuado. Todo eso se ha puesto al servicio de la Iglesia, y la Iglesia ha ido elaborando eso. Y hasta se podría decir de una manera vanguardista (por ejemplo lo vemos en la
Rerum Novarum), coherente y sin pisar terreno que no le corresponde. De la Doctrina Social de la Iglesia no va a salir a quién hay que votar. Sí va a salir lo necesario para ir cargándose de convicciones, de experiencia que se puede ir verificando, para que en la medida que vamos desarrollando virtudes, podamos luego tener reconocimiento social de derechos.

GL: Los Padres de la Iglesia hablan de que toda riqueza tiene un carácter injusto, ya sea por la manera como se originó, o por la manera como se la maneja.
    El discurso 25 de San Gregorio Nacianceno dice: “el rico buscará la manera de desprenderse de su riqueza, dará al necesitado parte de sus bienes como mayordomo que es de lo ajeno” “¿es pobre? Se hará rico en Dios y se reirá de lo que muchos tienen como de gente que están siempre adquiriendo y se hallan siempre necesitados por desear siempre más, como quienes bebieran para tener más sed”. Es una imagen muy fuerte del alma de los ricos y de los empobrecidos.
    El discurso 54 dice “dale al necesitado techo, vestido y comida, ya que tú te regalas en todo eso más allá de la necesidad. No ames la riqueza a no ser que sirva para socorrer al pobre”
    En el discurso 5 de San Gregorio Niceno dice “Dios quiere que lo deficiente se iguale con lo abundante y lo que falta se supla con lo que sobra, y para ello pone por ley a los hombres la compasión con los menesterosos. Y es así que si la compasión no ablanda el alma para que socorra a su prójimo, no hay manera para que nadie de un paso para aliviar la desgracia ajena”
    La homilía 8 de San Juan Crisóstomo dice , y creo que con esto se van a sentir identificados muchos de los que trabajan con sectores marginados, “precisamente por ser pobre puedes practicar señaladamente la limosna, y es así que el rico, embriagado por la abundancia de su dinero solo piensa en acrecentar lo que tiene. El pobre, empero, libre que está de esa enfermedad, se desprende más fácilmente de lo que tiene. Lo que da su carácter a la limosna, no es su cantidad de bienes sino la cantidad de intención o espíritu. Así la viuda del evangelio sobrepasó a los que nadaban en riqueza, otra viuda dio hospedaje al profeta, y para ninguna de las dos fue obstáculo la pobreza”
 
    Aspirar a ser rico ¿es ya en sí mismo, entonces, un pecado?

JB: Como menos, una gran dificultad para ir mejorando en humanidad como persona. De ahí que el sentido contrario, estar pobre, si se sabe encajar es una ventaja. Estamos llamados a vivir en sencillez, como cristianos estamos llamados a buscar el reino de Dios y su justicia,(y esto debe ser una experiencia a contagiar a los demás)
Y en eso poner la esperanza y encontrar la alegría y la satisfacción. No es más rico el que más tiene sino el que menos necesita, es decir, el que es conciente de que para vivir no es indispensable una cantidad de medios materiales y de cachivaches, sino tener claro lo que se es,  lo que se quiere ser, el sentido de su vida. Eso plenifica más lo humano que todo un conjunto de propiedades.

GL: En la pobreza evangélica hay una radicalidad en la austeridad muy grande ¿cómo definimos lo necesario y lo superfluo?  Porque sabemos que forma parte del vicio de la riqueza considerar necesario lo que es superfluo.

JB: La Iglesia, experta y sabia en humanidad, le da la vuelta al planteamiento: el que descubre la necesidad descubre el gusto de vivir con sencillez, y sabe que lo que plenifica, lo que necesita más para vivir, ni se compra ni se vende: el amor de una persona, la honra… La iglesia nos pide “ir ligeros de equipaje” por la vida, y llenarnos de sentido. A eso aspiramos. Luego uno, haciendo uso de su libertad y conociendo las circunstancias en las que se mueve y las condiciones que tiene, ya verá si tiene que tener un par de zapatillas o dos, un saco o dos…Si tiene una necesidad en la familia, ahí tiene que haber una adecuación a atender a las necesidades básicas elementales de alimentación, salud, vivienda, cultura, autoestima… Y entre esas cosas, cada uno hará uso de su libertad. Los excesos no hace falta señalarlos: en una familia de 4 miembros no hace falta tener 3 autos.
    Creo que en todo esto hay que ver más que un ataque a la riqueza y sobre todo a lo que de una forma fragante está amasado con la injusticia y con la explotación. Los cristianos tenemos que hacer de eso una experiencia más gratificante y que contagie: que vivir con sencillez causa alegría. No necesito más.

GL: La austeridad, la sencillez, el despojo de lo superfluo bien entendido, no son patrimonio del cristianismo: todas las religiones en su corazón propician esto, porque saben que al hombre no le hace bien la superfluidad, porque la superfluidad solo intenta tapar cosas que solo se sacian con valores espirituales. Si hubiera una real y efectiva conversión de todos los hombres hacia una vida más austera ¿empezarían a cerrar las fábricas de tanto cachivache que se está produciendo por todos lados? El mundo capitalista hace una amenaza de una crisis económica y laboral muy seria: el mundo necesita consumir para de esa manera dar más trabajo.

JB: el hombre no está en la humanidad para consumir más y para ser un esclavo de la economía. La economía está al servicio de la sociedad. La realidad económica la hacemos nosotros. No es un fatalismo que la economía esté así. Es nuestra mala cabeza o nuestro interés lo que hace que exista este desorden. La realidad económica no es un ídolo que requiera devorar a las personas. No es necesario. Si necesitamos menos para vivir, viviremos con lo que necesitamos y articularemos una realidad económica para eso: si necesitamos menos cachivaches, necesitaremos menos plata. Y por otro lado, si la experiencia maravillosa de milagro que no nos animamos a hacer es compartir lo que somos y lo que tenemos, y los que queremos.

Participan los oyentes

–    Ojalá Dios me conceda la gracia de salir de la avaricia y la mezquindad.

–    El tema del poderío económico de la Iglesia: ¿qué estaría pensando Cristo con lo que está ocurriendo en el Vaticano? ¿Qué hace la Iglesia como institución, que pregona la coherencia entre doctrina y vida? Creo que no está dando buen ejemplo
GL: Las riquezas del Vaticano escandalizan por ser vistas como incoherentes con la doctrina de la Iglesia en materia económica y social
JB: Juan Pablo II, en una de sus encíclicas: “Centésimus anus” (hecha en homenaje a Rerum Novarum) tiene una cita expresa en este sentido de que en situaciones de un verdadero padecimiento hay que pensar en enajenar ciertos bienes de la Iglesia, la Iglesia debe estar en condiciones de entregar sus bienes y pasarlos a los pobres. El Cap.4 está completamente dedicado al tema de la propiedad y el destino universal de los bienes. Allí está el marco que la misma Iglesia propone y se propone.
    Creo que los oyentes plantean tiene su carga de razones, pero hay que hacerlo valer también mirando la Iglesia en todas sus caras. No cabe duda en que tenemos que mejorar. Pero eso se hará cuando cada uno de nosotros lo vayamos aplicando a nuestras realidades más pequeñas. Diríamos “de Roma viene lo que a Roma va” El Vaticano es en cierta manera expresión de cómo vivimos y de lo que creemos. No es una superestructura que tenemos en la Iglesia. Es también reflejo de nuestro pecado. No quiero con esto ‘echar fuera la pelota’ y solo poner la carga de la prueba en nosotros. Pero sí quiero decir que el método cristiano es evidentemente que hay que denunciar lo denunciable, pero más hay que anunciar y hay que testimoniar. Y es ese testimonio de una vida de amor a la pobreza lo que vale, más que esperar que los obispos vendan cuadros, etc. En el caso de necesitar que eso se haga, se hará como expresión de todo un conjunto de renuncias que debemos hacer en el pueblo de Dios, y en eso todavía nos falta mejorar mucho.   

GL: El Vaticano es un resabio de una cultura imperial que fue aquella en donde se plasmó la organización de la Iglesia. Inercias, ecos, que –no sé por qué- no se pueden todavía frenar. Y eso es una incoherencia. Y los que preguntan ¿por qué no venden todo?. Y…¿de quién es eso? Es patrimonio artístico. ¿Lo van a vender para darle de comer a un pobre? Implica un cambio de rumbo de toda una humanidad, no de un Papa que adopte –si es que puede- ese tipo de decisiones. Es cierto: es una incoherencia ver a un Vicario de Cristo vestido como un Emperador. Esto evidentemente no cierra con la imagen de Cristo Cordero que es llevado al matadero. Ahora, el modo no es quedarse esperando que el cambio venga de arriba. El modo es generar en toda la iglesia como pueblo de Dios una transformación, una metanoia, que traiga como consecuencia obvia una transformación de las cabezas o de las cúpulas de la Institución. No nos quedemos criticando hacia arriba. Vayamos transformando al modo de San Francisco de Asís

JB: Y el método de San Francisco no es nuevo en la Iglesia. Además, también hay que hacer conocer lo que no sale a la prensa. Muchas comunidades cristianas, instituciones religiosas, funcionan con ‘presupuesto cero’, y cuando termina el ejercicio económico reparten lo que tienen de superavit, y quedan con un mínimo remanente para poder seguir. Mucho de lo que se entrega y se hace en países empobrecidos es obra de la Iglesia. Creo que en general hay una imagen bastante distorsionada de lo que somos como iglesia y de nuestra pertenencia a esa comunidad. Si lo negativo, lo que hay que cambiar, siempre lo situamos en el Vaticano, hay un cierto maniqueísmo. No cabe duda de que necesitamos mejorar por propia coherencia  con el Evangelio y con Jesús como modelo que pasó haciendo el bien y compartiendo con los demás. Estamos en la Iglesia no porque seamos más buenos que nadie, sino porque queremos seguir ese modelo, y queremos hacer esa experiencia y la queremos compartir y contagiar a los demás, porque es una experiencia gozosa. Pero si vivimos amargados porque no lo acabamos de creer, si vivimos acomplejados, por supuesto que tenemos que hacer un proceso de conversión muy grande. Y en lo económico, en lo superfluo, no cabe duda, pero utilizando el método magistral de San Francisco, o el ejemplo de muchas comunidades que hoy lo están haciendo de manera muy loable.
No quiero que se vea mi intervención como que ‘le estoy echando agua al vino’ para rebajar la crítica. Ante el Evangelio, todos estamos en falta, en déficit.

GL: Dice aquí un oyente que “no podemos echarnos la culpa los unos a los otros”. Me parece muy bueno esto,  porque cuando se tocan estos temas en ambientes comunitarios, empieza uno con la lupa a ver pavadas como ¿es superfluo o necesario comprar comida hecha?…Acá la cosa no va por buscar la paja en el ojo ajeno.
    A mi no me gustaría que todo el tema se derive hacia el Vaticano, porque volvemos a poner afuera lo que está destinado para poner en nuestro adentro.

Uno de los padres de la Iglesia decía “¿acaso es tuyo lo que tienes? Se te han encomendado los bienes de los pobres aún cuando esos bienes lo hayas adquirido por herencia paterna, aún cuando provengan de tu legítimo trabajo. Porque ¿acaso no podría Dios quitártelos? Si no lo ha hecho, es porque quiere que puedas mostrarte generoso con los necesitados. No porque Dios te haya mandado como si dieras de lo tuyo pienses que es efectivamente tuyo. Te lo prestó para que con ello alcances la gloria. No pienses que es tuyo cuando en realidad le das lo que es suyo.

Que esta gracia de la solidaridad y la justicia se derrame abundantemente en todos nuestros corazones, en las estructuras del mundo, en las estructuras políticas y en el sueño de un mundo más justo
OREMOS HERMANOS, PORQUE ORAR ES BUENO Y HACE BIEN

GL: Respecto a todos los que cuestionan las riquezas del Vaticano, que deberían venderse para alimentar a pobres. No se trata de si alcanza para todos los pobres o no. Se trata de que nuestra salud espiritual depende de cuanto amemos y cuan coherentes logremos ser con el mensaje que nosotros creemos valioso. Se trata en definitiva de un gozo espiritual que es el hacer la voluntad de Dios. No andar especulando de cuánto va a servir, porque ahí ya estamos entrando en una dimensión economicista del mensaje evangélico que no es lo pertinente. Mas bien, ¿cuánto transparentamos en nuestros gestos –muchos de los cuales no tienen una carga de mala intención ni mezquindad- al mensaje que Jesús quiso dejar claro? Forma parte del mensaje del Evangelio preguntarnos si no vale la pena. Por ejemplo digo “vendo un cuadro de Da Vinci para ver para cuánto alcanza”. Ahí se está jugando la jerarquización que nosotros hacemos de los bienes, incluso de los bienes artísticos, muchas veces por encima de las mismas personas

–    Lo del Vaticano es patrimonio de la humanidad. Hay quienes se enojan por estas cosas, y no se enojan porque 8 países tengan toda el hambre del mundo
GL: Pero hay quienes sin enojarse dicen que ambas cosas tienen que revertirse

– En mi familia tratamos de compartir todo lo que tenemos con familiares, amigos, vecinos y quienes lo necesiten (por ejemplo el auto, o la casa para alojar a quien lo necesite-. Y nos causa alegría actuar así. Nos sentimos permanentemente juzgados por los que tenemos alrededor y critican nuestra manera de vivir, y cuando provienen de personas que amamos, duele mucho
GL: Creo que en este testimonio ha florecido toda la esencia de este mensaje: no se trata de un mensaje de privación sino de un gozo, es decir, vivir los bienes como algo que no nos pertenece, sentirse administrador más que propietario, es un estilo de vida que propicia muchísima libertad, una experiencia gozosa y a la vez de confianza en la Providencia de Dios.

JBG: De hecho el amor es el único bien, el único recurso que cuanto más se da, mas se tiene. Los demás bienes se agotan. Esa experiencia proviene de lo divino. De ahí que en la tradición de la Iglesia se diga “da mas gusto dar que recibir”, es decir, disfruta más del regalo quien lo da que quien lo recibe cuando se da con el corazón. De ahí el mensaje del Evangelio “dadles vosotros de comer”. No miremos lo que hacen las jerarquías. Creamos en el poder revolucionario de ese gesto, y en el efecto multiplicador que puede tener. Atrevámonos a hacerlo, no esperemos que lo hagan los otros. Si es mi felicidad, si en eso gozo, disfruto, tengo que hacerlo ya. Por supuesto que hay luces y sombras. Aunque al final vaya a ganar el amor, siempre saboreamos la cruz, y la vamos a tener ahí, porque está en la condición humana. Pero quien tiene memoria de esa experiencia sabe hacerlo como experiencia de conversión y resurrección a pesar las críticas, los malos entendidos, la maldad, porque su fe y esperanza no la tiene puesta en el reconocimiento de las personas sino en Dios.

“Las riquezas, en efecto, y la cima de los honores y demás vanidades de este género con las cuales los mortale privados de aquella verdadera felicidad se creen felices, ¿qué consolación pueden producir cuando más propio de ellas es remediar las necesidades que encumbrar, cuando atormentan más con el temor de perder lo alcanzado que con el ansia de conseguir lo deseado” (San Agustín)

GL: El Evangelio es claro y no tiene medias tintas. En sucesivos párrafos leemos que no se puede servir a Dios y al dinero, que es más difícil que un camello pase por el ojo de una aguja que un rico entre en el reino de los cielos, que la raíz de todos los males y de todos los pecados es el dinero. Es decir, Jesús en el Evangelio termina acusando a la codicia.
    Ojalá nosotros, a través de esta charla y de todos los que quieran estar comprometidos con una sociedad más justa, puedan entender que lo que aquí hemos intentado transmitir es una MUY BUENA NOTICIA: UN ESTILO DE VIDA GOZOSO. El cambio, la mudanza,  es muy simple: la mudanza es la distribución de los bienes

JBG: Hay otra cita del Evangelio: la del joven rico que se acerca a Jesús para preguntarle qué necesita para ser perfecto. Ante el pedido de Jesús de dar a los pobres sus bienes, no se atreve, no da el paso.

LO QUE NECESITAMOS NO ES UNA LEY, UN DERECHO. LO QUE NECESITAMOS ES CRECER EN VIRTUDES Y DESCUBRIR LA VIRTUD DE LA POBREZA.

 Los tesoros de la tierra desaparecen Nuestro tesoro está en el cielo

VUELE ABAJO Facundo Cabral
No crezca mi niño, no crezca jamás, los grandes al mundo le hacen mucho mal
El hombre ambiciona cada día más y pierde el camino por querer volar
Vuele bajo porque abajo esta la verdad esto es algo que los hombres no aprenden jamás
Por correr el hombre no puede pensar que ni el mismo sabe para adónde va
Sigue siendo niño y en paz dormirás sin guerras ni máquinas de calcular   Vuele bajo…
Diógenes cada vez que pasaba por el supermercado se reía porque decía que le causaba mucha gracia y a la vez le hacía muy feliz ver cuántas cosas había en el mercado que él no necesitaba. Es decir: rioco no es el que más tiene sino el que menos necesita. Es decir, , mano ocupada, mano perdida. Es decir: el conquistador, por cuidar su conquista se transforma en esclavo de lo que conquistó, es decir que jodiendo, se jodió. San Francisco tenía una de las formulas de la felicidad “deseo poco, y lo poco que deseo lo deseo poco”
Dios quiera que el hombre pudiera volver a ser niño un día para comprender
que esta equivocado si piensa encontrar con una chequera la felicidad
Bienaventurados los pobres porque de ellos es el reino de los cielos. Si se me permite, y de esto doy fe, donde hay justicia, pero ante todo donde hay amor, que es la más alta justicia, el Reino de los cielos incluye la tierra, aunque los hombres …no aprenden jamás