Introducción:
Este es un texto para los niños de hoy, los de ayer y -¿por qué no?- para los niños de siempre, ese que llevamos con nosotros, muy dentro y que -en algunas oportunidades- se nos escapa o lo sacamos a la superficie de nuestra piel y queda a flote en el corazón como para decirnos que aún está ahí, que sigue existiendo y reclamando su propio lugar.
Este texto es sólo para niños. Para niños pequeños o mayores, pero sólo para niños. Para niños según el tamaño del cuerpo o según las dimensiones del alma. En definitiva, para niños del corazón. No importa que esos niños ya sean papás, tíos o abuelos.
Este texto no tiene censura de edad y se llama “Prohibido para mayores”. Esta prohibición no es para aquellos que sean viejos de alma sino para aquellos que tengan el alma vieja. Sólo la niñez y la juventud del corazón nos pueden hacer sonreír, bailar y reconciliarnos con la fiesta y la algarabía de la vida.
Te invito a que hagamos un viaje hacia el paraíso olvidado o perdido de nuestra infancia y la de tus seres más queridos: tus hijos, tus nietos, tus sobrinos. Realicemos una peregrinación por los sentimientos, recuerdos y emociones.
Que esta sea nuestra acción de gracias y nuestro homenaje a todos los niños y niñas del mundo. Ellos se merecen y esperan una Argentina mejor y un mundo más humano. Son ellos los que nos ayudan a seguir, día a día, la construcción de un país más colmado de esperanza y dignidad. Ellos nos ayudan a cantar una canción de amor en medio de la violencia y la guerra, del desánimo y el drama. Ellos nos contagian la convicción de seguir. Soñando podemos crecer cantando en libertad. Unamos nuestras voces a las de ellos y sintamos que ese mundo que imaginábamos cuando éramos niños, no está tan lejos y que aún permanece intacto…
Texto 1:
¡Vení!… ¿Querés que vayamos al país de las maravillas, o veamos los muchos mundos que hay detrás del espejo, o nos escondamos en el ropero y nos sumerjamos en otros tiempos que transcurren en paralelo o naveguemos por las aventuras de mares atestados de piratas?; ¿querés que iniciemos este viaje hacia el reino de la infancia, a la tierra del “Nunca Jamás” o al País del “No Me Acuerdo”?… Vení, te llevo en mi bicicleta con alas, subiendo por el arco iris y flotando en una nube. La mochila está llena de fotos y de una entrañable música…
¡Vamos…. Que el reloj se ha dormido y ahora las agujas marcan el tiempo de la infancia!
Texto 2:
La primera cuna de todo niño es el vientre de su madre: mantas hechas de repliegues de piel; tibieza acuosa de un mundo líquido, vital y protector que lo envuelve; calidez de carne y afecto.
De adentro del cuerpo materno, como de una fuente de vida, surge el alimento que lo sustenta. La madre es el primer alimento de su hijo. Pecho y calor de mamá, mañanas con luminosos rayos de sol que salen del interior. Niño que late junto a al ritmo del corazón materno, boquita que quiere beber la sabia tib