11/10/2018 – Mons. Eduardo García y Mons. Dante Braida, hicieron su aporte como padres sinodales sobre “Los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional”. El obispo auxiliar de Mendoza señaló que “se conversó sobre diversos temas que afectan hoy a los jóvenes en todas partes del mundo: las migraciones, el diálogo entre generaciones, la dimensión afectiva y sexual, la relación con el mundo digital”. Asimismo, se asumió la importancia del arte, la música, el deporte y el mundo educativo, como “ámbitos privilegiados para el acompañamiento”, ya que el joven pasa muchas horas de su vida en esos ámbitos. Por su parte, Mons. García dijo: “En continuidad con el tema de los jóvenes y el discernimiento vocacional en lo que se refiere especialmente a la vida sacerdotal y consagrada noto que en muchas ocasiones hay una discontinuidad nociva y alienante en el proceso, dado que cinco minutos después que atraviesan la puerta de la casa formativa o seminario nos olvidamos que siguen siendo jóvenes. En muchos casos entran en caminos formativos que infantilizan, despersonalizan, y anulan los carismas propios desde los cuales el Señor los llamó a servir a su pueblo. El joven que ha sido líder en la iglesia, que ha tenido responsabilidades laborales y familiares fuertes debe hacer “tabula rasa” con su vida, con su historia, con sus raíces y pasa muchos años luchando contra un enemigo que no existe y que pareciera que es el mismo. Y en esa lucha estéril se termina por anular la riqueza propia para entrar en una dinámica en la que prevalecen las formas uniformes que ahogan lo propio y el especifico de cada vocación. El liderazgo se considera un atentado a la comunion y a la humildad. La amistad; tan valorada por Jesús y presentada por Santo Tomás de Aquino como la forma más perfecta del amor, cuando se da, es puesta bajo sospecha con la famosa frase peyorativa de “amistades particulares”. Todas las amistades son particulares… se propone, no pocas veces, un amor tan ascético y espiritual que buscando amar a todos termina no amando a nadie y secando el corazón.
Ciertos procesos apuntan más a la domesticación que a la cristificación. Dios, lejos de uniformarnos, con la buena nueva del Espíritu busca purificar y potenciar los dones naturales como riqueza que quiere derramar sobre el pueblo de Dios. Esta puede ser una perspectiva que anime a muchos jóvenes a entregar la propia vida.”
El Papa Francisco también les habló a la Asamblea trienial de los jóvenes organizada por la Conferencia Episcopal de las Antillas “Me pregunto: ¿Son jóvenes o jóvenes envejecidos? Porque si son jóvenes envejecidos no van a poder hacer nada. Tienen que ser jóvenes “jóvenes”. Con toda la fuerza de la juventud para transformar. Y lo primero que tienen que hacer es ver si se “instalaron”. No, si están instalados la cosa no va. Tienen que desinstalarse los que están instalados, y empezar a luchar. Ustedes quieren transformar, quieren llevar adelante y han hecho suyas las directivas de la Exhortación post-Sinodal sobre la familia para llevar adelante la familia, para transformar la familia del Caribe. Llevarla adelante hoy para mañana, o sea, en el presente para el futuro. Y hoy, ustedes, para entender el presente tienen que saber describirla, saberla comprender para enfrentar el mañana. Y en el camino de hoy a mañana necesitan de la doctrina sobre la familia y la tienen en el capítulo cuarto de la Exhortación: ahí está el núcleo. Estúdienlo. Véanlo y van a tener las pautas de progresión. Pero hoy y mañana. Nos queda el ayer. No se puede mirar al mañana sin mirar al ayer. No se puede mirar el futuro sin reflexionar sobre el pasado. Ustedes se preparan para transformar algo que les fue dado por sus mayores. Ustedes reciben historia de ayer, reciben tradiciones de ayer. Ustedes tienen raíces y sobre esto quiero detenerme un minutito: no se puede hacer nada en el presente ni en el futuro si no estás arraigado en el pasado, en tu historia, en tu cultura, en tu familia; si no tenés las raíces bien metidas adentro. De la raíz te va a venir la fuerza para seguir adelante. Todos nosotros y ustedes no fuimos fabricados en un laboratorio, tenemos esa historia, esas raíces. Y lo que hagamos, los frutos que demos, la belleza que podamos hacer en adelante, vienen de esas raíces. Un poeta termina su gran poema con este verso: «Todo lo que el árbol tiene de florido, le viene de lo que tiene soterrado». Miren hacia atrás también para tener raíces, miren a sus abuelos, miren a sus viejos y hablen con ellos, y tomen eso y lo llevan adelante. Transformado, pero ahí van a tener las raíces, la fuerza para transformar la familia. Es una tensión transformante. No se puede transformar sin tensión. Les dije que el núcleo de Amoris laetitia era el capítulo cuarto. Cómo vivir el amor. Cómo vivir el amor de la familia. Hablen entre ustedes sobre el capítulo cuarto. Ahí van a tener mucha fuerza para seguir adelante y hacer la transformación. Y no se olviden una cosa: que el amor tiene fuerza propia. El amor tiene fuerza propia. Y el amor no termina nunca. San Pablo dice: La fe y la esperanza acabarán cuando ya estemos con el Señor, en cambio el amor seguirá con el Señor (cf. 1 Co 13,13). Ustedes están transformando algo que es para toda la eternidad. Esa fuerza propia que quedará para siempre. Lindo trabajito se han puesto a hacer. Sigan adelante. Que Dios los bendiga, rezo por ustedes y por favor, no se olviden de rezar por mí. Adiós.”
Fuente: Vatican.va, Aica