20/09/2018 – José Luis Carreño describe bellamente la hermosa experiencia de la oración, encuentro de amistad con Dios:
¿Qué es rezar? Es decir: “te quiero“, y lo es -no lo iba a ser- decir: “me pesa“; y el “quiero ver” del ciego, y el “límpiame” angustioso de la lepra; las lágrimas sin verbo de la viuda; y el “no hay vino” en Caná de Galilea. Y es oración, con la cabeza gacha, después de un desamor, gemir: “¡qué pena!”. Cualquier sincero suspirar del alma, cualquier contarle a Dios nuestras tristezas, cualquier poner en Él nuestra confianza, -y esta vida está llena de “cualquieras”- todo tierno decir a nuestro Padre, todo es rezar… ¡Y hay gente que no reza…!
¿Qué es rezar? Es decir: “te quiero“,
y lo es -no lo iba a ser- decir: “me pesa“;
y el “quiero ver” del ciego,
y el “límpiame” angustioso de la lepra;
las lágrimas sin verbo de la viuda;
y el “no hay vino” en Caná de Galilea.
Y es oración, con la cabeza gacha,
después de un desamor, gemir: “¡qué pena!”.
Cualquier sincero suspirar del alma,
cualquier contarle a Dios nuestras tristezas,
cualquier poner en Él nuestra confianza,
-y esta vida está llena de “cualquieras”-
todo tierno decir a nuestro Padre,
todo es rezar…
¡Y hay gente que no reza…!
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