13/02/25- Actualmente encontramos una tendencia a reducir los momentos de encuentro familiar. O al menos de la gran familia. De aquellos grupos numerosos, donde los abuelos tenían un rol valioso, se pasó a encuentros más reducidos en los que los más grandes van quedando en lugares de menor valor, especialmente cuando se avanza en edad.
Esos espacios, que los mayores compartían, en los almuerzos domingueros, en los encuentros informales, en los intercambios de ayudas o consejos, en llamados telefónicos o incluso viajes, se fueron reduciendo.
Por ello, una de las quejas más habituales en las personas mayores es que ellos deben invitar, llamar, organizar, si no hijos y nietos no parecen capaces de proponer un espacio de encuentro. Lo que implica comenzar a percibirse como menos importantes, o incluso, como un peso para la familia, particularmente cuando fallece uno de los cónyuges, se carecen de otras redes sociales o al requerir ciertas ayudas.
El silencio aparece como una condición de adaptación en la familia y cualquier aporte puede ser considerado una molestia.
En contrapartida las actuales generaciones de personas mayores se van incluyendo más en encuentros o actividades con pares.
Por ello, nunca hay que quedarse aislado y solo. Siempre es necesario tender redes de apoyo.
Lo dialogamos con el Dr. Ricardo Iacub, especialista en personas mayores.