13/07/2018 – El Padre Ángel Rossi, reflexionó sobre el empeño heroico puesto de manifiesto en el rescate a los niños tailandenses, en contraposición con el empeño en nuestro país, por destruir la vida naciente, con la ley del aborto. Comenzó diciendo que “Vivos y salvos, fue el grito de triunfo que recorrió el mundo entero estos días ante esta experiencia que ha tenido en vilo a la humanidad entera, de cualquier raza, lengua, religión o nación, siguiendo el proceso minuto a minuto de este operativo de rescate de los niños tailandeses”.
“Los vamos a sacar con vida fue la consigna, y tras esa motivación tan lógica como humana se alistaron técnicos, geólogos, médicos, enfermeros, psicólogos, policías, rescatistas, buzos nacionales e internacionales, periodistas de todos los rincones del mundo, cada uno poniendo desde su profesión y especialidad su granito de arena”, expresó el Padre Ángel.
Ahora imaginemos que un periodista hiciera una encuesta a cualquiera de este equipo de salvataje, o de los parientes, papás, mamás, abuelos, hermanos, que aguardaban ansiosos a la entrada de la cueva y lo hiciera con una sola pregunta:
¿Qué desea usted para estos niños?
La respuesta sería unánime, ¡Qué salgan con vida! Y quizá más de uno le diría al periodista: Oiga … ¿Qué le pasa? ¿Cómo se le ocurre semejante pregunta?
Pero ahora dejemos de imaginar – propone el Padre Ángel – y díganme qué diferencia hay con el intento de legalizar el aborto:
Aquellos niños tailandeses tienen una decena de años, éstos otros apenas semanas o meses.
En vez de un útero pétreo, uno humano, maternal, calentito, cobijador.
A ambos hay que sacarlos, nadie se queda a vivir en esa cavidad. Y la pregunta que surge es la misma para ambos casos: ¿Cómo querés que salgan? La respuesta es obvia, es de sentido común, nace no de una filosofía, ni de una ideología, ni de una religión, sino de lo más entrañablemente humano que tenemos: ¡Qué salgan vivos!
Dejando la imaginación, son bellísimas las cartitas que los niños desde la cueva mandaron a sus padres:
“Estoy bien (escribía Dom)… no se preocupen por mí y no se olviden de prepararme la fiesta de cumpleaños”.
“Mamá, papá, los quiero (escribe otro). Si salgo, por favor llévenme a una barbacoa (nosotros diríamos: llévenme a comer un asadito, o un choripán, o a McDonald´s).
Si nuestros niños por nacer pudieran escribir sus cartitas, quizá dirían algo parecido.
Finalmente, el Padre Ángel señaló que “Estamos a tiempo de una respuesta digna, bastaría con escuchar el propio corazón, o la respuesta que daría tu hijo, o tu nieto, si tuviéramos la valentía de preguntárselo, porque rotunda y humanísimamente, seguramente dirían: ¡Qué vivan! ¡Qué vivan!
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