23/08/2021 – Esta semana, en el ciclo “Las maravillas de la Creación”, el físico y astrónomo Gabriel Ferrero continuó brindándonos datos asombrosos, en este caso, acerca de las galaxias.
“Sobre todo en las noches de verano, en las primeras horas de la noche, si observamos hacia el sur podemos notar que hay una ‘nubecita’ hacia el sur, una nubecita bastante alta en el cielo un poquito hacia el oeste del sur, que no se va con el viento, no cambia de lugar, está siempre allí. Para verla tenemos que ir a un lugar que este bastante oscuro, lejos de las luces, si es posible donde el aire también esté limpio. Y allí podemos ver esta nubecita que se llama la “Nube mayor de Magallanes’. Hay también una nube menor, más chiquita, un poquito más difícil de ver, pero que también se observa hacia el sur, temprano en las noches de verano, pero un poquito más baja”.
“Esas dos nubes en realidad, observadas con un telescopio potente, se ve que no son nubes, sino un conjuntos muchísimas estrellas que están muy juntas y a cientos de miles de años luz de distancia de la tierra”.
“Este grupo de estrellas está separado de otro grupo de estrellas muchísimo más grande del cual nosotros formamos parte y que se llama la Vía Láctea. La Vía Láctea es una galaxia, es nuestra galaxia, un conjunto de estrellas formado por cientos de miles de millones de estrellas, entre las cuales está nuestro Sol y prácticamente todas las estrellas que podemos ver durante la noche. Nosotros estamos adentro de la Vía Láctea pero podemos distinguirlas. De hecho, si miramos al cielo en estas noches podemos notar que hay una zona del cielo donde se ven muchas estrellas, toda juntitas y apretadas y forman como una especie de cinta como una banda que cruza el cielo desde un extremo hasta el otro.”
El licenciado Ferrero nos trajo también la historia de la astrónoma estadounidense Henrietta Swan Leavitt, quien estudió en una escuela para mujeres afiliada a Harvard, que amaba la astronomía y que se presentó como voluntaria en el observatorio astronómico del propio Colegio de Harvard, en una época en la cual las mujeres no podían ser astrónomas profesionales.
Henrietta era llamada ‘computadora’ y se ocupaba del análisis del brillo de las estrellas en placas fotográficas producto de las observaciones realizadas.
Sus estudios permitieron determinar la magnitud absoluta de las estrellas. Es decir, el brillo real que tienen las estrellas y que puede ser distinto del que observamos en apariencia y que resultaría de gran importancia para la tarea de medir el universo.
Te invitamos a escuchar el programa completo en el audio al inicio de esta nota