¿Quién es el Espíritu Santo?

miércoles, 23 de mayo de 2012
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Muy buenos días a todos aquellos que cada mañana se siente convocados por la voz de Dios que nos regala a través de Radio María Argentina, que ya está en el corazón de cada uno de nosotros.

 

Esta mirada que la catequesis nos ofrece sobre el catecismo de la Iglesia Católica, en especial del Credo, en estos días en que estamos haciendo nuestra profesión  de fe en la tercera persona de la Santísima Trinidad "creo en el Espíritu Santo".

 

"Ven Espíritu Santo y llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu amor. Envía tu Espíritu para darnos nueva vida y renovarás la faz de la tierra.

Dios que iluminas los corazones de tus fieles con las luces del Espíritu Santo, danos el gustar de todo lo recto según el mismo Espíritu y gozar para siempre de su consuelo. Por Jesucristo nuestro Señor, Amén"

 

 

Compartimos la venida del Espíritu Santo en este tiempo donde estamos comenzando a preparar la novena del Espíritu Santo, estamos preparando el corazón para el regalo del amor del Padre y del Hijo. Este don precioso que viene a iluminar nuestra vida y la viene a llenar de su gracia y de su don.

 

El evangelio de San Juan Capitulo 16 – 20,23

 

Jesús dijo a sus discípulos: “Les aseguro que ustedes van a llorar y se van a lamentar; el mundo, en cambio, se alegrará. Ustedes estarán tristes, pero esa tristeza se convertirá en gozo.

La mujer, cuando va a dar a luz, siente angustia porque le llegó la hora; pero cuando nace el niño, se olvida de su dolor, por la alegría que siente al ver que ha venido un hombre al mundo.

También ustedes ahora están tristes, pero yo los volveré a ver, y tendrán una alegría que nadie les podrá quitar.  Aquel día no me harán más preguntas”. Palabra del Señor – Gloria a tí Señor Jesús

 

El Espíritu Santo como persona distinta del Padre y del Hijo, ayer lo compartíamos en la catequesis, este don que podemos comprender solamente animados y asistidos por el mismo Espíritu Santo que viene en nuestra ayuda, nos va a decir el mismo San Pablo, que se hace aclara, se hace explícita en el Nuevo Testamento.

Es verdad que será la Iglesia la que nos va a regalar desde los primero tiempos esta reflexión, este encuentro que sin duda lo hacemos desde el catecismo de la Iglesia Católica.

La oportunidad que nos da la Radio de compartir estas expresiones de nuestra fe nos invita a renovar no solamente la fe sino a formarnos y a alentarnos y a encontrarnos cada día más con esta verdad.

 

Sí, uno va recorriendo los numerosos datos que conocernos, evangelios sinópticos de Lucas, de Marcos, de Mateo, las cartas de San Pablo y el mismo evangelio de San Juan y vamos descubriendo cómo la revelación va mostrándonos esta presencia, esta acción del Espíritu Santo.

Será San Lucas el que va a hacer un mayor desarrollo y mucho más claro de esta presencia del Espíritu Santo en la palabra de Dios revelada por Jesucristo, es el evangelio que quiere mostrar que Jesús es el único que posee en plenitud el Espíritu Santo. Es el mismo Espíritu que actúa en Isabel, en Zacarías, en Juan Bautista, es este mismo Espíritu de Dios que va a actuar en la Santísima Virgen María, pero hay que insistir en que solamente Jesús a lo largo de toda su vida terrena posee plenamente el Espíritu de Dios.

 

Es concebido por obra del Espíritu Santo, así leemos en el primer capítulo del evangelio de Lucas. Juan el Bautista va a decir "Yo los bautizo con agua, pero viene el que es más fuerte que yo, él los bautizará en Espíritu Santo y fuego. Jesús antes de bautizar en Espíritu Santo y fuego también es bautizado en el Jordán y el Espíritu Santo se hace presente como una paloma y Lucas va a subrayar que Jesús no solo va al desierto llevado por el Espíritu sino que va lleno del Espíritu Santo, y por estar lleno del Espíritu Santo va a obtener la victoria sobre el tentador, y cuando emprende su misión lo hace con la fuerza del Espíritu Santo.

 

A la luz de estas reflexiones podemos hacer una lectura de este evangelio donde se nos va presentando a Jesús. En la sinagoga de Nazaret, donde comienza su misión Jesús se aplica a sí mismo aquella profecía del libro de Isaías 61: "El Espíritu del Señor está sobre mí porque me ha ungido para anunciar a los pobres la buena nueva" Toda la actividad evangelizadora en Jesús se realiza bajo la acción de este mismo Espíritu.

 

Cuánto que tenemos para decir de este Espíritu que va a sostener la misión evangelizadora de la Iglesia, a partir de la promesa del Resucitado "voy a enviar sobre ustedes la promesa de mi Padre, ustedes permanezcan en la ciudad hasta que sean revestidos de poder desde lo alto" Lucas Capítulo 24, y cuando leemos el libro de los Hechos de los Apóstoles descubrimos cómo la promesa se cumple en el día de Pentecostés, qué bueno es escuchar una y otra vez, "quedaron todos llenos del Espíritu Santo y se pusieron a hablar en otras lenguas según el Espíritu les concedía expresarse".

 

En los últimos días, dice Dios, derramaré mi Espíritu sobre toda carne y profetizarán sus hijos y sus hijas. Cuánto amor el de Dios al revelarnos a su hijo Jesús, cuánto misterio encontramos en la palabra de Dios, en este poder ir y venir desde el antiguo testamento al nuevo testamento y descubrir que es el mismo Espíritu que animaba a Joel el que animaba a los apóstoles, el que completaba plenamente la obra en Jesús, pero también el que sigue animando nuestra vida hoy.

 

San Lucas considera a los apóstoles como representantes del pueblo de Dios en tiempos difíciles y por eso subraya que este Espíritu de profecía se derrama en todo el pueblo de Dios.

 

San Pablo va a poner de relieve una dimensión particular, el Espíritu que renueva y prepara los tiempos finales. Para San Pablo el Espíritu Santo es la fuente de la vida nueva y eterna comunicada por Jesús a su Iglesia.

 

Este recorrido que vamos haciendo sintéticamente, es para poder ir descubriendo en los distintos pasajes al Espíritu Santo.

 

También nos podemos ir preguntando ¿quién es el Espíritu Santo para mí? y podemos ir descubriendo cómo el Espíritu Santo va a obrar en la vida personal de cada uno de nosotros.

 

En la primera carta a los Corintios leemos que Cristo, el nuevo Adán, en virtud de la Resurrección se convirtió en Espíritu que da vida, se transformó en la fuerza vital del Espíritu de Dios hasta llegar a ser principio de vida nueva para cada uno de nosotros, los creyentes.

 

Qué hermoso descubrir que Cristo nos da la vida a través de la efusión del Espíritu Santo, que nuestra vida es vida de hijos, no de esclavos, porque hemos recibido en nuestro corazón el espíritu de hijo. Desde nuestro bautismo hemos recibido la gracia de poder llamar a Dios Padre. Es una vida en Cristo, es una pertenencia exclusiva a él, es un sentirnos incorporados a la gran familia de la Iglesia.

 

San Pablo escribiendo la primera carta a los Corintios nos dice "en un solo Espíritu hemos sido todos bautizados para no formar más que un cuerpo" es el Espíritu Santo quien suscita la fe, quien derrama en los corazones la caridad, quien guía la oración de los cristianos.

 

Si vivimos según el Espíritu, obremos también según el Espíritu. Esta nueva vida se contrapone a la vida de la carne, va a insistir San Pablo cuando escriba a los Gálatas, los deseos de la carne no agradan a Dios, encierran a la persona, en la cárcel de asfixia, de egoísmo, de una mirada sobre nosotros mismos. Cada uno de nosotros por la gracia recibida estamos llamados a abrirnos al amor donado por el Espíritu Santo.

 

Que hermoso cuando la carta a los Gálatas nos habla de "gustar de los frutos del Espíritu", que son el amor, la alegría, la paz, la paciencia, la afabilidad, la bondad, la fidelidad. Con todo, dice San Pablo, ahora solo poseemos las primicias del Espíritu será en la resurrección final, cuando el Espíritu Santo complete toda su obra, incluso renovando al mismo Universo.

 

Tal vez, la pregunta de hoy sería ¿quién es el Espíritu Santo para vos? como lo explicarías, cómo lo darías a conocer a tu hermano.

 

Podemos detenernos en algunos de los personajes que aparecen en los evangelios, contemplarlo, en cada uno de ellos, también estamos nosotros.

 

En la narración de la Anunciación se va a manifestar como aquel que obra, "el Espíritu Santo vendrá sobre ti – dice el ángel a María – y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra" aquí podemos reconocer que el Espíritu Santo es principio de acción, especialmente aquí en la encarnación, se atribuye al Espíritu Santo la potencia del amor.

Los primeros capítulos del evangelio de Lucas hablan tantas veces del Espíritu Santo, desde el momento de la Encarnación, en Isabel que en ocasión a la visita de María quedó llena del Espíritu Santo, Isabel que saludo a su bendita pariente bajo la inspiración del Espíritu Santo. Así aún mas en Simeón al que el Espíritu Santo se había manifestado de modo personal, era el mismo   Espíritu Santo quien le había anunciado a Simeón de antemano que vería al Mesías del Señor antes de morir. Pronuncia aquellas palabras proféticas que van a resumir toda la misión del hijo de María. Sin duda María se hallaba bajo el influjo del Espíritu Santo.

Este Espíritu Santo que le dio la intima la perfección del misterio, sin duda que impulsó su alma para aceptar su misión y para cantar con gozo todo lo que Dios había obrado de manera providencial. Toda esta historia de salvación obrada en aquella joven de Nazaret.

En estos santos personajes se va delineando un paradigma de la acción del Espíritu Santo, el amor que da luz, que da fuerza, consuelo, impulso para obrar, pero la insistencia es en la vida misma de Jesús. Toda su vida se desarrolla bajo el impulso y la dirección del Espíritu Santo, en él se cumplen todas las profecías.

 

 

Esta presencia del Espíritu Santo que en los Hechos de los Apóstoles nos muestran a la primera comunidad cristiana unida por un fuerte vínculo de comunión fraterna, todo los creyentes vivían unidos y tenían todo en común, vendían sus bienes y repartían la ganancia de todos según la necesidad de cada uno. No cabe duda que el Espíritu Santo está en el origen de esta manifestación de amor. Su efusión en Pentecostés pone las bases de la nueva Jerusalén, la ciudad construida sobre el amor, completamente opuesta a la vieja Babel, esta imagen que aparece en el Génesis 11 del antiguo Testamento. En Babel habían decidido edificar una gran torre cuya cima llegara hasta el cielo, el autor sagrado ve en esto un orgullo insensato que termina llevando a la división y a la discordia, a no poderse comunicar. Por el contrario en Pentecostés, los discípulos se abren humildemente al don que desciende de lo alto y en Babel todos hablan la misma lengua pero no se entienden, en Pentecostés se hablan lenguas diversas y sin embargo todos lo entienden muy bien. Es el milagro del Espíritu Santo.

 

Nos decía el beato Juan Pablo II, puede decirse que en el Espíritu Santo la vida íntima de Dios uno y Trino se hace enteramente don, intercambio del amor recíproco entre las personas divinas y que por el Espíritu Santo Dios existe como don. Espíritu Santo es pues la expresión personal de esta donación, de este ser amor.

 

San Agustín dirá: la suma caridad que une a ambas personas. al Padre y al hijo. En efecto el Padre engendra al Hijo amándolo, el Hijo es engendrado por el Padre dejándose amar y recibiendo de él la capacidad de amar. El Espíritu Santo es el amor que el Padre da con total gratuidad que el Hijo acoge con plena gratitud y lo da nuevamente al Padre. El misterio de esta comunión resplandece en el cuerpo místico de Cristo, la Iglesia, animado por el Espíritu Santo. Este mismo Espíritu Santo es el que nos hace uno en Cristo Jesús.

El Espíritu Santo actúa sirviéndose de mediaciones humanas, a través nuestro, cuando nos dejamos llenar por el Espíritu Santo también nosotros construimos comunión.

En esta mañana le pedimos esta gracia al Espíritu Santo, que nos ayude a vivir la unidad del Espíritu desde nuestra propia vida.

 

Vamos terminando nuestro encuentro de esta mañana recordando algunas palabras de Juan Pablo II en el año del jubileo del año 2000, nos decía; el amor afectivo que debe reinar en toda la Iglesia debe estar animada por la caridad fraterna que regala el Espíritu y exige que cada uno de nosotros que somos Iglesia, se esfuerce para hacer un serio examen de conciencia que disponga los corazones a acoger la acción unificadora del Espíritu Santo. San Bernardo decía “todos tenemos necesidad unos de otros, el bien espiritual que yo no tengo y no poseo lo recibo de los demás”

 

Gracias a todos por compartir , que el Espíritu Santo nos renueve y nos llene de gozo, que Dios te bendiga.