Quien es el Espíritu Santo

lunes, 1 de junio de 2009
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Pero ahora me voy a Aquel que me ha enviado, y ninguno de vosotros me pregunta:  "¿Dónde vas?"  Sino que por haberos dicho esto vuestros corazones se han llenado de tristeza.  Pero yo os digo la verdad: Os conviene que yo me vaya; porque si no me voy, no vendrá a vosotros el Paráclito; pero si me voy, os lo enviaré:  y cuando él venga, convencerá al mundo en lo referente al pecado, en lo referente a la justicia y en lo referente al juicio;  en lo referente al pecado, porque no creen en mí;  en lo referente a la justicia porque me voy al Padre, y ya no me veréis;  en lo referente al juicio, porque el Príncipe de este mundo está juzgado”. 

Juan 16, 5 -10

Buen día, buen comienzo de jornada para todos, iniciamos nuestro encuentro de cada mañana en la catequesis en Radio María Argentina con la señal de María y su Radio extendida en casi 100 emisoras, vamos avanzando de a poquito y somos cada vez mas los que sumamos a este darse de María nuestra madre, le agradecemos su presencia cercana, materna que guía y sostiene a su pueblo en el peregrinar.

Vamos a comenzar con esta oración

“Ven creador Espíritu, visita nuestras almas,

Tu, don divino que llenas los pechos que creaste,

Te llamas el paráclito, el don del Dios altísimo,

Fuente viva, amor, fuego y espiritual ungüento,

autor de siete dones, de Dios dedo derecho,

fiel promesa del Padre que por nosotros hablas,

alumbra los sentidos, el corazón inflama y sin cesar

conforta nuestra vida, tan frágil, ahuyenta al enemigo,

danos la Paz muy pronto, contigo como guía, todo mal

evitemos, danos ir hacia el Padre, conocer a Dios hijo

y confiar en ti siempre entre ambos el Espíritu, Amén”

Y a nuestra Madre le confiamos cada mañana un poema en estos días de nuestro amigo Julio Argentino Zelarayán, miembro de nuestro Consejo de Administración, en este hermoso texto “Bendita tú eres”, hoy oramos con este poema:

“En la primordialidad, cuando Él ya era todo,

era todo menos Creador, dijo hágase, y la nada siendo

obedeció como una esclava y te hizo según su palabra.

En el nivel más alto del tiempo, cuando Él ya era todo,

era todo menos Redentor,

María dijo hágase y la luz se hizo”

Que se haga luz la palabra en María y en el corazón de todos los oyentes dispuestos a disponernos interiormente a prepararnos desde adentro para recibir en Pentecostés la gracia del Espíritu Creador.

Se va, pero no nos quedamos solos, Él nos promete la llegada del Espíritu, el primer título de nuestro encuentro: Ruha, el nombre del Espíritu.

Iniciamos nuestra catequesis a partir de hoy siguiendo el texto de Raniero Cantalamessa e incorporando alguna otra reflexión, sobre esta base primera de “Ven Espíritu Creador” un texto muy bonito prologado por el Papa Benedicto XVI cuando era Cardenal Prefecto de las Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe.

Decía que el primer título de nuestro encuentro es Ruha, el nombre del Espíritu. Cuando iniciamos la oración del Ven Espíritu Creador, visita nuestras mentes, llena de gracia celestial a los corazones que has creado, Vení Creador, Ven Espíritu, y en particular nombramos al Espíritu por su nombre, es lo primero que conocemos de una persona normalmente, su nombre, y la llamamos por su nombre y la distinguimos de las demás y la recordamos y en ella encontramos los rasgos que hacen a su personalidad cuando la nombramos y la evocamos.

También la tercera persona de la Santísima Trinidad tiene un nombre, se llama Espíritu, pero Espíritu es el nombre traducido, cuando se ama de verdad a una persona se desea conocer todo de ella, empezando por el nombre de pila; o acaso cuando entablamos un vínculo no es lo primero que nos preguntamos, ¿Cómo te llamas, cuál es tu nombre?

El verdadero nombre del Espíritu aquel por el que le conocieron los primeros destinatarios de la revelación es Ruha, es dulce llamar al Espíritu y llamarlo así, con las mismas palabras que salieron de la boca de los profetas, de los salmistas, de María, de Jesús, de Pablo.

La otra parte de este nombre es Santo, ha pasado ya a ser parte de su identidad, el que lo llamemos Santo al Espíritu que vive en nosotros, pneuma también le decimos. Para los judíos el nombre era tan importante que casi se identificaba con la persona misma, de hecho cuando nosotros en el mandamiento de Dios decimos, “santificar el nombre de Dios” es santificar y honrar al propio Dios, cuando nombramos a la persona, nombramos a la persona misma, cuando la llamamos por su nombre es ella toda, la que se hace evocación a nosotros, esto ocurre con el nombre Ruha que contiene la primera y fundamental revelación sobre la persona y la revelación del Espíritu Santo. Por eso es importante que empecemos con Él este camino de preparación a la llegada de su presencia en Pentecostés.

¿Qué significa Ruha en hebreo? En su origen y en su raíz significa el espacio atmosférico entre el cielo y la tierra, que puede ser sereno o agitado, un espacio claramente abierto como si fuera una pradera, donde uno pierde la mirada y no se pierde a sí mismo, donde se percibe mas fácilmente el soplo del viento por extensión, el espacio vital, en el que nos movemos y respiramos.

El Espíritu Santo, Ruha, es este espacio y vayamos al sentido que la palabra tiene particularmente en la escritura, Ruha significa dos cosas que están estrechamente relacionadas, el viento y la respiración. Esto también aparece en el texto griego pneuma para el latín spiritus, tiene está doble acepción, esta doble vocación, este doble sentido, viento y respiración, viento y soplo, por tanto son mas que meros símbolos del espíritu, es el Espíritu un viento y un soplo, decir Ruha es decir esto mismo.

Ven Espíritu Santo, ven viento del cielo, ven soplo del cielo, Ruha. Esto es lo que decimos cuando lo llamamos, al comienzo del Génesis, se habla del espíritu de Dios que aleteaba sobre las aguas, aquí la cercanía entre el espíritu y el viento es tal que los traductores modernos con frecuencia no saben si traducir esa expresión como espíritu de Dios o viento de Dios.

Es sinónimo, es lo mismo decir viento que decir espíritu y de hecho se decanta ora por un ahora por la traducción un poco después que leemos, Dios formó al hombre del polvo de la tierra y soplo en su nariz un hálito de vida y entonces entramos a este otro lugar propio del espíritu cuando de Ruha se habla no solo de viento sino también el soplo.

Este soplo de la primera creación es una primera manifestación embrionaria para algunos de los que intentan descubrir el sentido de la presencia del espíritu desde el comienzo.

En los Hechos de los Apóstoles el Espíritu Santo aparece mediante el signo del viento impetuoso, en Hechos 2,2, en el evangelio de Juan el Resucitado comunica el mismo Espíritu mediante el signo del soplo y de la respiración con un gesto que evoca el propósito de los orígenes, si al principio la creación comenzó con un soplo, sobre el que había sido creado desde el barro, ahora la nueva creación viene de un expirar un soplo de Jesús en la cruz que nos trae vida nueva.

Sopló sobre ellos y les dijo, reciban el Espíritu Santo y antes había expirado él en el cruz. Entregó el Espíritu dice Juan 19, 30; el viento sopla va a decir el mismo Juan 3, 8 cuando le habla a Nicodemo, el Espíritu sopla, tu no sabes de donde viene ni adonde va, hay un rumor, hay un ruido pero no se puede distinguir su sentido, lo mismo con todo el que nace del Espíritu, el que entra en la dinámica de la vida nueva del Espíritu, la imagen del viento impetuoso, del vendaval sirve para expresar la potencia, la libertad y la trascendencia del Espíritu divino.

Abrirnos al Espíritu Santo es abrirnos a esta fuerza transformadora, a este vendaval de libertad, de trascendencia, de divinidad.

El viento es en el Biblia la manifestación de una fuerza arrolladora, indomable, así es el Espíritu Santo, es una presencia que arrolla, es capaz – dice en Reyes 1, 11 – de remover los montes y quebrar las peñas, y en el Salmo 107 dice “Subir las olas a los cielos y bajas los abismos” es capaz de todo esto ¿como no soltar el alma a que sea conducida por esta fuerza que nos trae vida nueva?

El Espíritu Santo que nos habita interiormente por gracia bautismal y que necesitamos darle un lugar nuevo en nuestra existencia para que toda ella sea transformada.

Lo tenemos aprisionado tal vez, encarcelado, no le hemos dado el lugar que se merecía, porque está como olvidado, a perdido el rostro no tiene nombre, nos va tomando entre nosotros, se llama viento, soplo, es impetuoso, es capaz de traer arrolladora vida nueva, indomable espíritu, capaz de hacer todo nuevo, capaz de derribar los muros que impiden que avancemos y de sostenernos en nuestro andar porque es además una respiración, un susurro, un hálito de vida, el Espíritu es al mismo tiempo terrible y fascinante, nos genera temor y amor, el Espíritu Santo… lo vamos conociendo.

Estamos orando y le pedimos al Espíritu que venga con lo impetuoso de su presencia para derribar todo aquello que no nos permite caminar como corresponde, que sabemos que hoy es obstáculo y que no podemos vencer por nuestra propia fuerza y solo confiando en su fuerza arrolladora será posible que se abra un nuevo camino para nosotros en la sociedad en la que vivimos, oramos y confiamos que el Espíritu puede mas de lo que hasta aquí hemos entendido.

Los que estudian el fenómeno religioso, es decir, el modo en que se expresa el pensamiento religioso en las distintas culturas han destacado un hecho que se observa constantemente en todas las formas superiores de la religiosidad, pero especialmente en la Biblia, lo divino se percibe como un misterio que al mismo tiempo es terrible y fascinante. Es decir capaz de suscitar temor y amor a un tiempo, capaz de aterrorizar y capaz de atraer.

San Agustín cuando tiene su primera experiencia de transformación y de conversión percibió de cerca el misterio de Dios, se estremeció de amor y de espanto, dice él, y no sabía que hacer, ardía de deseo.

La Biblia confirma ampliamente esta observación sobre lo religioso y esta experiencia de la fenomenología tan bien descripta de lo religioso en su propia vida, como lo hace el Obispo de Iponá.

En el salmo 76, 8 hablando de la cercanía de Dios reza así. “Tu eres terrible, ¿quién puede resistir al estallido de tu presencia y de tu ira?” es una frase que se dirige a Dios, cuyo amor es ensalzado en todas partes. No es que Dios sea complicado o cambie de naturaleza, somos nosotros quienes no conseguimos abarcar con una sola mirada su realidad infinita y absolutamente sencilla.

Necesitamos ángulos distintos para conocerlo, así como necesitamos dos ojos para poder descubrir la profundidad de los objetos, así también necesitamos de esta doble experiencia de la cerca y terrible manifestación que subyuga, atrae y al mismo tiempo desarma y pone de pie, lo que parece contradictorio se da en un mismo sentido y con una profunda presencia del Espíritu en nosotros, el Espíritu Santo personifica de la manera mas evidente este misterio de Dios que es al mismo tiempo, poder absoluto y ternura sin límites, movimiento imparable y quietud infinita.

Es bella su presencia y al mismo tiempo sacude todo lo que se acerca a Él y adonde Él se acerca, sin destruir transforma, seduce y es difícil estar en su presencia. Así es el Espíritu…. Intentaremos reflexionar sobre esta dualidad y profundidad con la que el Espíritu se nos revela, es tierno y al mismo tiempo absoluto e impetuoso en su poder.

La experiencia de Moisés frente a su presencia en el Monte Sinai revela está condición de terrible presencia ante la cual difícilmente se pueda estar de pie si uno no es asistido por el mismo Espíritu que nos envuelve y nos hace en Dios vivir, movernos y existir.

El tercer punto de nuestro encuentro es: El Espíritu viene en ayuda de nuestra flaqueza.

En la secuencia de Pentecostés oramos diciendo: “sin tu divino poder (pneuma) nada inocente hay en el hombre y sin él, nada podemos. En el Antiguo Testamento se habla a menudo del Espíritu de Dios que se apodera de determinada persona como si fuera un ciclón que la invade como ocurre por ejemplo en Sansón comunicándole una fuerza sobrenatural.

Así aparece en Jueces 6, 34, hablando cerca de Gedeón y lo que tiene combate por delante: “Entonces el Espíritu del Señor descendió sobre Gedeón, el tocó la trompeta y los de Abiezer se reunieron detrás de él, envió mensajeros por todo el territorio de Manasés y ellos también se le unieron, lo mismo que hizo Aser, Zabulón y Neptalí y todos ellos acudieron al encuentro”. Van al combate, no pueden ir sino guiados, sostenidos, embriagados por el Espíritu Santo.

Ese Santo Qadosh que en Isaías 63, 10 aparece claramente así ¿Qué significa Qadosh concretamente? La palabra Santo que ha ido mutando y desvirtuándose en un uso moderno que le ha dado un carácter de bondad, de piedad y de pureza que tranquiliza pero que no tiene que ver con aquella expresión primera con la que aparece en la palabra de Isaías 63,10, donde de lo que habla Isaías que cuando oyó está presencia de Dios y los serafines proclamaban tres veces que era santo, los quicios y los dinteles temblaban y el templo estaba lleno de humo, o sea muy lejos de toda aquella concepción de quietud.

Es tormentosa su presencia, tormentosa en cuanto llena de vida, no era precisamente una palabra que tranquilizaba. Ay de mí! Estoy perdido dice Isaías.

Santo es un término absolutamente luminoso, lleno de la presencia de los divino, expresa el sentido de separación de trascendencia, de alteridad absoluta y por esto mismo exige adoración, silencio, purificación, decir que Dios es Santo, es como decir que es un fuego devorador, Santo, Santo es el nombre del Espíritu, es terrible su presencia, es temible su poder, Santo es el que pertenece a la esfera de lo divino y está en cierto modo opuesto a lo humano.

Esta trascendencia es separada, esta trascendencia terrible – que lejos está de constituirse en algo solamente bueno, piadoso, puro y tranquilizante – se ha hecho cercana a nosotros por la presencia de Jesús quien ha sido tomado – cuando regresa de Galilea – por la fuerza del Espíritu y ha hecho cercana a nosotros el amor de Dios comunicándonos el Espíritu con el que ha venido a hacer nuevas todas las cosas.

Ahora, lo que era totalmente de otro se ha hecho totalmente cercano, igualmente terrible y capaz de sacudirlo todo. Es por eso que queremos detenernos esta mañana sobre aquellos lugares donde nos sentimos que la vida tiene que ser sacudida, como cuando uno agarra una alfombra donde ha pisado durante mucho tiempo  al levantarte de la cama y de vez en cuando había que sacudirla para sacarle la tierra. Así la vida también necesita ser sacudida y purificada por una presencia que transforma, y el que sacude la existencia es el Espíritu.

La pregunta sería: ¿dónde la propia vida está siendo movida, está pidiendo ser sacudida? No es que Dios va a sacudir sin que haga falta sacudirnos sino que lo hace porque nos hace falta.

Nos sentimos atraídos hacia algo nuevo sin terminar de encontrar qué es aquella novedad que se nos propone, para eso hay que ponerse en marcha, o acaso uno cuando se levanta no sacude su espíritu lavándose la cara con agua fresca para despertar mas rápidamente, uno está como sacudiendo la naturaleza para iniciar una nueva jornada y empezar el desafío nuevo que se presenta, sino quedamos como adormecidos en nuestro propio sentir y queda la naturaleza apegada a las sábanas, al dormir, al sueño, al letargo, hay que sacudir la naturaleza y en esto invocamos al Espíritu, estamos cansados de ver un “status quo” de situación social, política, económica que parece toda enredada bajo un mismo sentido y las diferencias son tan pocas en ideas y en propuestas que decimos, ¿cuándo se va a sacudir el tablero de lo que esta ocurriendo para que aparezca algo nuevo que está latiendo y no termina por aparecer?

Necesitamos hacer un “reality” para burlarnos de lo que no funciona y ver bajo la figura caricaturesca de quienes están llamados a representarnos alguna diferencia que no se nota en otro lugar y votamos en función, en parte, de lo que la caricatura mas denota como rasgo distintivo de uno o de otro, pero sin ir a lo profundo.

Lo caricaturesco siempre es burlesco, no nos hace falta burlarnos de la realidad para entender su diferencia a no ser que no exista la diferencia y entonces tengamos que dibujar una caricatura de la realidad porque la realidad en sí misma parece demasiado opaca, hace falta sacudir la realidad y para eso invocamos la presencia del Espíritu que muestre verdaderamente con claridad y distinga, que permita notar las diferencias, y entonces caminar la vida como un nuevo desafío.

Terrible, terriblemente acogedor; temiblemente amable, limpio, puro, simple y al mismo tiempo bello, Espíritu de Dios, Santo Espíritu, lejos de ser por ser Santo, algo que tranquiliza, por el contrario Isaías cuando encuentra en el canto de los serafines que tres veces dicen ante la presencia de Dios a quien adoran, Santo, Santo, Santo, él mismo dice, ¿dónde estoy? Estoy como perdido, es decir, lleno de lo divino pero totalmente otro, tan cercano y al mismo tiempo tan renovador.

En las puertas de la celebración del bicentenario, María nos invita a sumarnos a este deseo profundo instalado en el corazón de la Iglesia Argentina de ser protagonistas, pasando de ser habitantes a ser ciudadanos de una patria que necesita de nuestro compromiso, el mismo que te pedimos a vos a lo hora de hacer posible que este fuego se mantenga siempre vivo y extendido cada vez mas.

Muchas gracias por entender este mensaje y poner lo mejor de lo tuyo a favor de este proyecto.