12/08/2016 – “No se enciende una lámpara para cubrirla con un recipiente o para ponerla debajo de la cama, sino que se la coloca sobre un candelero, para que los que entren vean la luz”.
Lc 8,16
Decía Madre Teresa de Calcuta que “la alegría de amar a Jesús procede de la alegría de compartir Sus sufrimientos. Por eso no te permitas estar preocupado ni angustiado, cree en la alegría de la Resurrección. En todas nuestras vidas, como en la vida de Jesús, la Resurrección tiene que venir, la alegría de la Pascua tiene que amanecer”.
Madre Teresa te pide que se note que estás enamorado de Jesús, que has encontrado la razón de tu vida, que lo es todo para vos, que es Él el de los grandes detalles y de las presencias que no se pueden obviar, el que despierta lo mejor en vos, que te trae la paz que buscas, que es la alegría y la razón por la cual vivís, que es la locura que te despertó la única razón por la cual entregar la vida. En ese sentido, Madre Teresa de Calcuta decía: “´Jesús es la luz que yo enciendo`. Nada podía impedirle que esparciera la luz del amor de Dios en los lugares con más problemas del mundo. En agosto de 1982, se aventuró a ir a un Líbano desgarrado por la guerra, y desde allí escribió a sus hermanas: ´Acabamos de abandonar Beirut. Todo ha sido una continua manifestación del amor de Dios con nosotras y con Su gente, con continuas acciones de amor en ternura y en cariño. Llevé un gran cirio pascual con la imagen de Nuestra Señora con el Niño. El jueves el bombardeo fue terrible. Encendí el cirio esa tarde hacia las 16.00. A las 17.00 todo se paró de repente. Desde entonces hay una total tranquilidad. Cruzamos y trajimos a 38 niños lisiados y enfermos mentales. El cirio se consumió anoche. Si tienen el cirio de Pascua, por favor enciéndanlo ante Nuestra Señora en acción de gracias, les contaré el resto a mi regreso`”.
Allí donde hay tinieblas, ella decía que había que encender una pequeña luz para iluminar los ambientes. Esto fue lo que identificó su vida: “ven y sé mi luz”, le dijo el Señor. Teresa de Calcuta pasó sus últimos 20 años de vida bajo el signo del dolor y de la enfermedad, tras haber dado todo por Cristo. “Cuando estaba en Roma en 1983, se cayó de la cama y fue hospitalizada. Providencialmente, los médicos descubrieron un grave problema cardíaco. En el hospital, Madre Teresa escribió su personal respuesta a la pregunta de Jesús acogida en Mateo 16, 15: ´Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?`:
Tú eres Dios. Tú eres Dios de Dios. Tú eres Engendrado, no creado. Tú eres de la misma naturaleza del Padre. Tú eres el hijo del Dios Vivo. Tú eres la Segunda Persona de la Santísima Trinidad.
Tú eres Uno con el Padre. Tú estás con el Padre desde el principio. Todo fue hecho por Ti y por el Padre. Tú eres el Hijo Amado en quien el Padre se complace. Tú eres el Hijo de María, concebido por el Espíritu en el seno de María.
Tú naciste en Belén. Tú fuiste envuelto en pañales por María y recostado en el pesebre lleno de paja. Tú fuiste calentado con el aliento del borrico sobre el que viajó Tu Madre cuando Te llevaba en su seno.
Tú eres el hijo de José, el Carpintero, como eras conocido por la gente de Nazaret. Tú eres un hombre sencillo sin mucho saber, según te juzgaban los sabios de Israel.
¿QUIEN ES JESÚS PARA MI?
Jesús es el Verbo hecho Carne. Jesús es el Pan de Vida. Jesús es la Víctima ofrecida por nuestros pecados en la cruz. Jesús es el Sacrificio ofrecido en la Santa Misa por los pecados del mundo y por los míos. Jesús es la Palabra -para ser hablada. Jesús es la Verdad -para ser dicha. Jesús es el Camino -para ser recorrido. Jesús es la Luz -para ser encendida. Jesús es la Vida -para ser vivida. Jesús es el Amor -para ser amado. Jesús es la Alegría -para ser compartida. Jesús es el Sacrificio -para ser ofrecido. Jesús es la Paz -para ser dada. Jesús es el Pan de Vida -para ser comido. Jesús es el Hambriento -para ser alimentado. Jesús es el Sediento -para ser saciado. Jesús es el Desnudo -para ser vestido. Jesús es el que no tiene hogar -para ser recogido. Jesús es el Enfermo -para ser curado. Jesús es el que está solo -para ser amado. Jesús es el Rechazado -para ser aceptado. Jesús es el Leproso -para lavar sus heridas. Jesús es el Mendigo -para darle una sonrisa. Jesús es el borracho -para escucharle. Jesús es el Retrasado Mental -para protegerle. Jesús es el Pequeño -para abrazarles. Jesús es el ciego -para guiarle. Jesús es el Mudo -para hablar por él. Jesús es el Tullido -para caminar con él. Jesús es el Drogadicto -para ser su amigo. Jesús es la Prostituta -para apartarla del peligro y ser su amigos. Jesús es el Prisionero -para ser visitado. Jesús es el Anciano -para ser servido.
PARA MÍ
Jesús es mi Dios. Jesús es mi Esposo. Jesús es mi Vida. Jesús es mi único Amor. Jesús es en mi Todo en Todo.
Jesús es todo para mí. Jesús, yo Le amo con todo mi corazón, con todo mi ser. Le he dado todo, incluso mis pecados, y Él se ha desposado conmigo con ternura y amor. Ahora y por toda mi vida, yo soy la esposa de mi Esposo Crucificado. Amén”.
Mientras los años iban pasando, ya en el final de su vida, una conciencia iba creciendo en Teresa de Calcuta: la convicción de ser nada ante el todo de Dios. “Durante los últimos años de su vida, Madre Teresa dedicó mucha parte de su tiempo y de sus energías al desarrollo y al crecimiento de la rama masculina de su familia religiosa. Los Misioneros de la Caridad Contemplativos, formado por sacerdotes y hermanos, fue fundado el 19 de marzo de 1979, en la fiesta de San José. El movimiento Corpus Christi, una institución internacional dedicada a fomentar la santidad de los sacerdotes, fue reconocido oficialmente por la Congregación para el Clero en la fiesta del Sagrado Corazón, el 26 de junio de 1981. Y los Padres Misioneros de la Caridad empezaron a trabajar el 13 de octubre del año 1984 en Nueva York. En 1985, al acercarse el quinto capítulo general, Madre Teresa expresó nuevamente su gran deseo de ser dispensada de su responsabilidad como superiora general y de ser ´solo una simple hermana más en la comunidad`. Compartió su pensamiento con el cardenal Picachy: ´Yo he escrito a nuestras Hermanas para que recen y voten por otra persona que ocupe mi lugar. Hay muchas Hermanas capaces de hacerlo incluso mejor. He hecho por la gracia de Dios mucho, porque le dejé las manos libres a Jesús, sabiendo que no puedo hacer nada por mí misma. La convicción de mi nada ha hecho la obra y toda la Congregación completamente Suyas. Él hará cosas todavía más grandes si encuentra a alguien que sea más nada que yo`”.
Si algo caracterizó el vínculo con Jesús fue vivir en fe en Él, sobre todo en las noches oscuras de su alma. “Fue en esa época que Madre Teresa decidió compartir su lucha interior con otro sacerdote, el padre jesuita Albert Huart de la provincia de Calcuta. Él lo recuerda así: ´Fue muy probablemente en el retiro previo al Capítulo General de 1985. Madre vino a hablar sobre la terrible noche de su alma. No era una fase transitoria sino que había durado años. Lo que me impactó al instante fue que añadiera a la descripción de esta dolorosa e interminable noche: ´Padre, me doy cuenta de que cuando abro la boca para hablar a las hermanas y a la gente sobre Dios y la obra de Dios les llevo luz, alegría y ánimo. Pero yo no obtengo nada de ello. Dentro de mí está todo oscuro y siento que estoy totalmente apartada de Dios`. Estas palabras me sonaron como puro Juan de la Cruz. El contraste entre su noche interior y su capacidad para trasmitir a Dios de palabra y de obra a otros, me permitió hacer todo lo que pude para asegurarle que Dios estaba trabajando poderosamente con ella, y para animarla a que aceptara esas tinieblas como parte de Su obra. Pero, en este tipo de noches, unas pocas palabras bien intencionadas, no alivian el dolor; o por lo menos, no mucho`. La ´noche` continuó tan oscura como siempre. El Padre Huart ofrece esta metáfora particularmente adecuada para caracterizar la experiencia de Madre Teresa: ´Al escucharla, la imagen que surgía en mí era la de una casa bañada por la luz cálida y radiante del sol, rodeada de exuberante vegetación y flores y, sin embargo, por dentro todo oscuro y frío`. Había dejado de mencionar su oscuridad por escrito y rara vez hablaba de ella, pero sufría tan intensamente como durante los últimos treinta y cinco años. Sin embargo, a pesar de ello, o más bien, a causa de ello, continuó siendo una fuente de luz y de inspiración para los demás. Otro sacerdote llegó a la profundidad de su prueba interior a los largo de los últimos años de vida. El padre William G. Curlin, entonces párroco de una parroquia en Washington, D.C., recuerda: ´He tenido el privilegio de dirigir varios retiros espirituales para Madre Teresa en Calcuta y otro tanto en Estados Unidos. Recuerdo qué intensa era su hambre por profundizar su relación con Jesucristo. Una tarde en particular, Madre Teresa y yo conversábamos sobre la aridez espiritual. Una de sus hermanas oyó por casualidad nuestra conversación y subrayó: ´Madre, debe recibir un gran consuelo de Dios para sostener su misión para los más pobres de los pobres`. Más tarde durante una Hora Santa, uno de los miembros de su familia religiosa me entregó una nota escrita por Madre Teresa. La leí y después miré hacia donde ella estaba sentada en la capilla. Me devolvió la mirada, se arrodilló y se puso frente al Santísimo Sacramento entronizado en la Custodia. Ese gesto confirmaba sus palabras: ´Querido Padre, rece por mí. ¿Dónde está Jesús`. A lo largo de los años de amistad con Madre Teresa, compartió frecuentemente conmigo la sequedad espiritual que acompañaba su trabajo como misionera de la caridad`”.
Esta pregunta la llevó siempre a buscar más y más al Señor, en medio de la oscuridad de su fe. Cuantas cosas hermosas y bonitas que surgen del corazón cuando Jesús nos hace instrumento suyos, frágiles pero también bellos y contundentes. A través de la figura de Teresa de Calcuta, lo más importante es que podamos descubrir quién es el Señor en nuestra vida, que podamos seguir esa inspiración que brota de lo más profundo de tu ser. Así lo hizo ella y hoy está en la Gloria del Señor.
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