Rajab, la mujer que abrió las puertas de su corazón al Dios de la libertad

jueves, 21 de marzo de 2019
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21/03/2019 – Entre los personajes bíblicos, esta vez la biblista María Gloria Ladislao optó por hablar de una mujer y tomó del Antiguo Testamento a la prostitua Rajab, conocida como la hospedera de Jeríco. “La prostitución sagrada estaba extendida entre los pueblos que rodeaban al antiguo Israel como forma de culto. Así, por ejemplo, un fiel de la diosa Astarté, la diosa cananea de la fertilidad, podía rendir culto a la diosa manteniendo relaciones sexuales con una sacerdotisa. En Babilonia, en la fiesta de año nuevo, el rey celebraba un banquete en su mansión, luego del cual mantenía relaciones sexuales con una prostituta sagrada, llamada hieródula, representante de Ishtar, diosa del amor y de la guerra”, comenzó diciendo la especialista, destacando que la prostitución no tenía castigo legal, pero si el adulterio.

Ladislao indicó que “aparentemente, esta costumbre también estuvo presente en Israel. Por eso no es extraño que la expresión ´prostituirse` tenga mayormente el significado de ´olvidar a Yavé por otros dioses`. La prostitución se convertirá entonces en símbolo de la idolatría. El ejercicio de la prostitución no estaba condenado por la ley, ni en Israel ni en los pueblos vecinos. Sin embargo, a medida que nos acercamos a la época de Jesús, encontraremos la condena moral de los judíos piadosos a esta práctica. Y aunque resulte obvio que prostitución y adulterio no son lo mismo, vale la pena recordar la diferencia. La prostitución es el intercambio de sexo por algún pago, el adulterio es la transgresión al contrato matrimonial. Por eso numerosas sociedades (y esto hasta la época moderna) condenaron el adulterio y no la prostitución. En el evangelio debemos distinguir entre la prostituta que unge y besa a Jesús, señalada por los presentes pero no castigada y la adúltera sorprendida en el acto de adulterio, a la cual querían aplicar el castigo previsto en la ley, es decir, la lapidación”.

En relación a Rajab de Jericó, la biblista sostuvo que “su historia se ubica alrededor del año 1200 antes de Cristo, momento en el cual el grupo de hebreos salidos de la esclavitud de Egipto ingresan en Canaán, la tierra prometida. Jericó era una ciudad estado cananea, de vida sedentaria, gobernada por un rey. La familia de Rajab vive en la muralla, y tiene unos haces de lino en la terraza, lo cual indica que probablemente tuvieran trato con los campesinos que vivían fuera de la ciudad”.

Y añadió: “Rajab llega a la profesión de fe porque ha escuchado, ha llegado a sus oídos, la obra de Yavé, el Dios que libera esclavos. Al abrir las puertas de su casa, abre las puertas a este Dios que brinda vida y libertad al pueblo. Ella hace una alianza con los espías israelitas, y así se va formando el pueblo, por alianzas entre aquellos que, en el contexto politeísta, abandonan a otros dioses y se afirman en Yavé, el liberador. Rajab sabe obrar con astucia y sigilo. Se excusa diciendo no saber de dónde venían esos hombres y desvía la atención de los perseguidores. ¿Es Rajab una traidora a su propia ciudad? Podemos pensar más bien en una mujer que abre las puertas a algo mejor. Una lectura simbólica y alegórica de todo este pasaje nos lleva a pensar en las estructuras de pecado que deben caer y dar paso a nuevas formas de vida, que nos encaminan al Reino de Dios”.

Finalmente, Ladislao expresó que “el pueblo hebreo guarda la memoria de Rajab, sabiendo que ella forma parte de Israel. Además, esta mujer es una de las antepasadas de Jesús. A su vez, el Nuevo Testamento la recuerda tanto por su fe como por sus obras, cuando en Hebreos dice: ´Por la fe, Rajab, la prostituta, no pereció con los incrédulos, ya que había recibido amistosamente a los que fueron a explorar la Tierra`”.