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Rasgos del liderazgo
martes, 30 de octubre de 2007
La sal es una cosa excelente, pero si pierde su sabor, ¿con qué se la volverá a salar?. Ya no sirve ni para la tierra ni para abono: hay que tirarla.. ¡El que tenga oídos para oír, que oiga!.
Lucas 14, 34 – 35
Para quienes tenemos la responsabilidad de educar y de acompañar la vida de otros hermanos que se nos confían en nuestra condición de educadores asumimos entre otros rasgos propio de la tarea de quien educa, el de dirigir, el de asumir la responsabilidad de liderar un espacio concreto del acompañamiento, del crecimiento de los que pone Dios la vida en nuestras manos, para poder capacitarnos a desarrollar lo mejor que tenemos en nosotros dentro nuestro y sacarlo a la luz en nuestra capacidad de liderar quería proponerte algunos hábitos concretos que se exige desde este lugar de dirigencia, de liderazgo que siempre en clave evangélica es servicio, entrega, una primera manera de ponerle sal, sabor a nuestra tarea dirigencial o de liderazgo, a vos mamá, papá, maestra, educador, vos comunicador social, vos hermano que tenés la responsabilidad de coordinar una comunidad cristiana, para vos catequista que también cumplís con este rol, para vos que sos joven y que no tenés ningún rol que la sociedad te ha dado ni que la Iglesia te ha confiado pero que vos sabes dentro tuyo que hay una fuerza de conducción y que otros tienen como una necesidad de confiarte lo que les pasa y de alguna manera cuando te los encontrás en el camino descubrís que tenés alguna responsabilidad para con ellos, todo esto es un lugar de liderazgo donde la vida nos pone, donde Dios nos confía el cuidado de otros, y para poder hacer bien lo que nos toca, lo de todos los días es bueno sacar a la luz lo mejor que tenemos dentro de nosotros.
Yo quería proponerte rasgos de un verdadero estilo de conducción, de acompañamiento, el primero es el que viene con la gracia del bautismo, que hace a la profecía, somos
profetas
no somos quienes acompañamos de cualquier manera sino proféticamente acompañamos, qué significa acompañar en la propia vida un acompañamiento profético de los demás, de dónde nos viene este don de profecía, nos viene por la gracia del bautismo, nos viene porque en Jesús el Padre nos hace hijos suyos y el rasgo del corazón de Jesús emparentado con el nuestro nos permite asumir este rol particularmente suyo del profetismo, un estilo de conducción profética supera un modelo pre establecido, que le podríamos llamar burgués, estereotipado, acostumbrado a repetirse que siempre sigue el mismo esquema y no se anima a salir de los causes ya dados, no se trata de inventar todos los días una clase nueva, un estilo que todos los días sorprenda sin que nadie sepa cómo seguirte cuando tenés que asumir el rol de ponerte frente a un aula por decir algo pensando en los educadores, se trata de un espíritu renovado siempre que aún cuando vos te repitas en el firmar el libro, tomar lista, pararte frente al aula, tomar la tiza, marcar el pizarrón, indicar el texto que hay que leer, llamar la atención, alentar el corazón de los jóvenes o de los niños que se te confían lo hagas con un corazón lleno de amor que es lo propio del profetismo que ve a través del profetismo mas allá de lo que ve el que esta mas acá.
El que profetiza siendo boca de Dios habla en nombre de Dios de los tiempos presentes y se anima a vislumbrar los tiempos que vendrán, educar y acompañar el proceso de crecimiento de las personas supone siempre tener los pies muy sobre la tierra y saber el presente que nos toca vivir con todos los desafíos, las dificultades, los riesgos y todas las posibilidades que se abren y al mismo tiempo ver que si se sigue por un camino o por otro las consecuencias que devienen en un sentido o en otro son distintas, entonces uno puede animarse a indicar testimonialmente el futuro a partir del presente que describe, acompaña, enfrenta, asume con grandeza, para esto hace falta ser un gran lector en las profecías de los signos de los tiempos que nos toca vivir. Jesús es el Dios de la historia, en realidad el Dios de Israel es el Dios de la historia, no es un Dios lejano, es un Dios amigo, compañero que se compromete con las cosas nuestras de todos los días y en ese compromiso suyo deja una marca, una huella, un signo, en el tiempo se descubre, hay momentos en los que uno se da cuenta en el compartir con otro por lo que dice, por lo que piensa, por lo que proyecta, por lo que quiere, por lo que trabaja, acá está Dios, hay presencia de Dios, hay momentos comunitarios, hay momentos de la sociedad donde se descubre eso, hay momentos donde se descubre lo otro, acá no está, en el tiempo y en signo de la marca de Dios en el tiempo se descubre hacia dónde Dios muestra el rumbo, quienes tenemos la responsabilidad de educar, de dirigir, de liderar tenemos que ser profetas del presente y del futuro.
Del presente porque en el presente está la huella de Dios que marca el tiempo que vendrá, te invito a que te abras a esta gracia de acompañar a tu hijo, alumno, al que te confían, a tu hermano de comunidad con mirada profética descubriendo por dónde Dios está pasando en su vida en el momento en el que Dios pasa por el mundo y a dónde lo quiere guiar, a dónde lo quiere conducir, sin arrogarte una mirada absoluta pero abriéndolo al otro desde dentro a vincularse con aquello que el sabe interiormente que es lo mejor para sí y que lo saque fuera para ir por donde Dios lo quiere llevar, el profetismo, un rasgo típico de quien lidera en el espíritu de Jesús.
En los momentos mas duros de la vida de la comunidad primera Jesús tiene una actitud con la que asume el liderazgo en medio de las sombras, las oscuridades, los miedos, las situaciones mas críticas por las que aparecen los discípulos tienen que ver con la pos muerte de Jesús, Jesús ha muerto crucificado, ha muerto por la pasión dolorosa de un juicio totalmente injusto, ha muerto con un marco de conspiración alrededor de su persona que lo lleva a la muerte de cruz, y los discípulos han estado en parte al margen, en parte involucrados, en parte acobardados en todo lo ocurrido, esto pone una distancia entre el lugar donde Jesús pasó y el lugar donde los discípulos se quedaron, no fueron con él, aunque alguno de ellos lo prometió “iré hasta donde vayas Jesús”, Pedro, que después se encuentra llorando amargamente ante el canto del gallo, frente a esta situación después del encuentro entre ellos y Jesús ya resucitado el Señor tiene una actitud que acorta la distancia, el del
diálogo
, Jesús rompe el hielo con un saludo, con una bendición, con una invitación en actitud dialogal, el diálogo en toda su riqueza y su posibilidad ofrece un instrumento capaz de sacar de la sombra al que se nos confía y llevarlo a la luz que tiene que ir descubriendo el mismo dentro suyo hasta donde Dios lo quiere conducir.
Jesús en esto es un maestro y tal vez el texto que pueda ayudarnos a encontrar la pedagogía de Jesús en el diálogo lo tengamos claramente referenciado en Lucas 24, 13 cuando Jesús aparece caminando junto a los discípulos que van de Jerusalén hacia Emaus cabizbajos, discutiendo cómo es que ocurrió lo que ocurrió, el Señor sin que ellos se den cuenta se les mete en su conversación y empieza a establecer a través de preguntas pero básicamente a partir de la escucha una manera nueva de pararse frente a lo que hasta ahí era amargura, tristeza, desazón, qué hace Jesús, lo primero que hace es escucharlos, después enseñarles y luego detenerse y en el detenerse compartir y en el compartir abrirles la mente con la luz de su presencia.
Algo parecido hace Jesús en el diálogo con la samaritana, Jesús con una paciencia pedagógica y en progresividad va sacando a la mujer de la mentira, de la esclavitud, del enojo, del tener que cargar todos los días para sacar del pozo de Jacob a encontrarse con la fuente de agua viva, con el Mesías, con aquel Judío que le pide de beber a una samaritana y en un diálogo marcado por el cansancio, por el calor, por la sed, por una cosa intrascendente en principio comienza como a trascenderlo todo y a mostrarle un rumbo, un camino, cuando hablamos del diálogo en clave pedagógica para el liderazgo, estamos hablando de un diálogo intrascendente si se quiere, dónde esta la novedad que debe incorporar quien lidera en Jesús un espacio educativo en Jesús, la trascendencia de lo intrascendente, cómo sería la trascendencia de lo intrascendente, lo da el espíritu con el que nosotros asumimos lo cotidiano, lo simple, lo sencillo, para nosotros el misterio de la redención ocurrió entre pañales y vino en pesebre con chico que llora y una madre que le da la teta, es el pesebre de Belén te parece algo mas sencillo, mas tierno que eso, algo mas humano que aquello, sin embargo hay una luz que desciende sobre ese lugar que es una estrella del cielo que marca que allí ha ocurrido algo, hay unos pastores que vienen desde lejos porque han recibido un mensaje, en la noche que les dice allí en medio de los pañales está pasando algo, para poder captar en la intrascendencia de las cosas lo trascendente hay que tener espíritu de fe, es decir no dialogamos de cualquier manera, dialogamos desde un espíritu de fe, en espíritu creyente, lo intrascendente se hace trascendente porque nosotros nos dejamos guiar en las cosas de todos los días por la presencia de aquel que habiéndose metido en lo nuestro nos muestra una nueva realidad, Jesús en este sentido es un gran pedagogo, aprende a peder tiempo en el diálogo de lo intrascendente y vas a ver cuánta cosa nueva aparece con una conversación tan simple cuando en espíritu de fe aprendemos a vivirla.
La tercera dimensión en nuestro estilo de conducción en clave de Jesús es el
servicio
, es decir no conducimos desde cualquier lugar, la autoridad en la conducción nos viene del habernos puesto a los pies de los otros, no hay que recurrir tan rápidamente como solemos hacer a veces al lugar que ocupamos, a nuestro título, a nuestra potestad jurídica, cuando uno por la fuerza quiere hacer valer su derecho, el de ser la autoridad es porque lo mas fácil es que haya comenzado a perderla y haya comenzado a vaciarse de sentido la autoridad que le toca, para esto es bueno ir construyéndola en el trato con las personas que se nos confían, no tanto imponer sino ofrecer, no tanto dirigir desde arriba sino mas bien suscitar desde abajo, no tanto organizar y ordenar sino animar, alentar, sostener, no tanto despertar las iniciativas sino animar a la participación responsable, servir la vida exige un profundo respeto a la libertad, a la de los que se nos confían, esto supone alegrarnos y servir a la libertad del otro de la originalidad del otro, de que el otro es como es, no como a mí me gustaría que sea, esto supone tener el corazón abierto a lo nuevo que el Espíritu pueda suscitar en el corazón de las personas, en el corazón de la comunidad, servir la vida que es a lo que se nos llama, conducir a través de otros conductores también, cuando Moisés se encuentra que no le da la vida para llevar adelante al pueblo le toca le pregunta a su suegro Jetró, que parece que era un viejo sabio, qué hago y él dice búscate mas o menos 72 que sean confiables en el pueblo y particípales tu preocupación y compartí con ellos tu misión y ahí surgen los que el espíritu suscita en los ancianos de Israel los que van a compartir con Moisés la tarea. En la tarea de conducir hace falta participar con otros en la función de y esto hace crecer a todos, a quienes tienen la responsabilidad mayor, a quienes la comparten con él y a quienes se sirve en el lugar de la tarea de acompañar descubren que se hace cercano el proceso, la cercanía que ofrece el que participa con el que conduce ayuda mucho, con los que colaboran en el proceso de acompañamiento.
Padre Javier Soteras
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