26/05/2023 – En el día de San Felipe Neri compartimos la Catequesis del día junto al padre Matías Burgui, sacerdote de la Arquidiócesis de Bahía Blanca.
Habiéndose aparecido Jesús a sus discípulos, después de comer, dijo a Simón Pedro: “Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que estos?”. El le respondió: “Sí, Señor, tú sabes que te quiero”. Jesús le dijo: “Apacienta mis corderos”. Le volvió a decir por segunda vez: “Simón, hijo de Juan, ¿me amas?”. El le respondió: “Sí, Señor, sabes que te quiero”. Jesús le dijo: “Apacienta mis ovejas”.Le preguntó por tercera vez: “Simón, hijo de Juan, ¿me quieres?”. Pedro se entristeció de que por tercera vez le preguntara si lo quería, y le dijo: “Señor, tú lo sabes todo; sabes que te quiero”. Jesús le dijo: “Apacienta mis ovejas.Te aseguro que cuando eras joven, tú mismo te vestías e ibas a donde querías. Pero cuando seas viejo, extenderás tus brazos, y otro te atará y te llevará a donde no quieras”.De esta manera, indicaba con qué muerte Pedro debía glorificar a Dios. Y después de hablar así, le dijo: “Sígueme”.
San Juan 21,15-19
Estamos celebrando la memoria de san Felipe Neri. Felipe Neri, también conocido como San Felipe Neri, fue un sacerdote italiano y santo de la Iglesia Católica. Nació el 21 de julio de 1515 en Florencia, Italia, y es conocido por su vida de santidad, su caridad y su amor por Dios y por los demás. San Felipe Neri es considerado uno de los grandes santos del Renacimiento y es especialmente venerado como el “Apóstol de Roma”.
San Felipe Neri tenía una forma muy particular de orar. Él le decía a Jesús constantemente: “¡Basta, Señor! ¡Si me mandas tantos consuelos, me vas a hacer morir de amor!”. Claramente su experiencia es propia de un místico, pero, si nosotros prestamos atención en serio, algo de eso vamos a poder percibir. ¿Sabés por qué? Porque Dios está en los detalles.
Ponete a pensar en las personas enamoradas… Quien está enamorado, quien ama, presta atención hasta el más mínimo detalle. Bueno, así es Dios con nosotros, nos ama con locura, por eso está en los detalles pequeños de tu vida.
Mirá lo que dice el libro del profeta Oseas: “Yo los atraía con lazos humanos, con ataduras de amor; era para ellos como los que alzan a una criatura contra sus mejillas, me inclinaba hacia él y le daba de comer” (Os 11, 4).
Consigna: ¿Qué personas en tu vida son un testimonio de amor? La única manera de dar testimonio de amor, es haber pasado por la experiencia de la misericordia de Dios.
Juan 21 del 15 al 19. Es lindo ver cómo el amor de Dios es pedagógico, cómo se va manifestando, cómo se va haciendo patente en nuestra vida, ver cómo el Señor te llama, te invita, cree en vos, aunque nadie confíe en vos, aunque el mundo te dé la espalda, aunque pienses que no podés hacer nada bien, aunque te vaya mal con tu familia, en el trabajo, en tus ambientes, siempre, siempre, no lo dudes, Dios está ahí. Dios te ama, Dios te elige, Dios te sostiene, Dios te perdona y te sigue llamando. Ese es el amor que compartimos en la palabra, en el evangelio de este día.
Casi estamos llegando al final de lo que nos muestra Juan, de ese relato tan lindo que él hace de la vida de Jesús, y vemos ese encuentro del resucitado con Simón Pedro. Después de aparecerse a los doce, de prepararles una comida ahí a orillas del mar, lo saca aparte a Pedro, lo mira a los ojos y le pregunta tres veces, porque fueron tres las veces que él lo había negado, le pregunta si lo amaba.
En Juan 18, Pedro está en el Sanedrín ya lleva dos negaciones, el que había dicho hace un par de horas “yo jamás te negaré”, lo niega tres veces. Pedro se encuentra en una situación fría y confusa, sin saber cómo lidiar con las consecuencias de sus acciones. Se ha metido en un lío del cual no sabe cómo salir, y para empeorar las cosas, una mujer se le acerca y lo pone en evidencia. En ese momento, Pedro entra en negación y utiliza un lenguaje fuerte y despectivo para negar cualquier conocimiento de la situación. Su negación es tan contundente que deja perplejos a quienes presencian la escena.
En medio de su negación, el gallo canta, marcando el amanecer y un recordatorio de la negación de Pedro. Es entonces cuando Pedro comprende plenamente la gravedad de lo que ha hecho y se enfrenta a la realidad de su negación. En la Biblia, se relata que Pedro estaba a tiro de piedra de Jesús, es decir, muy cerca de él. Por eso llora amargamente.
Jesús resucita. Esta frase plantea una cuestión sin resolver, y es necesario abordarla. Juan 18 y Juan 21 mencionan nuevamente las brasas y el encuentro de Pedro con Jesús en la orilla. Allí, Pedro llega antes que los demás discípulos y encuentran a Jesús y a Pedro junto a unas brasas. El frío de la mañana se hace presente nuevamente. En ese momento, Jesús se dirige a Pedro y le hace la misma pregunta tres veces: “¿Me amas?”. Sin embargo, es importante destacar que Jesús se dirige a Pedro como “Simón”. Jesús quiere tener una conversación profunda con esa parte de Pedro que niega, que falla y que se siente perdida. Quiere hablar con esa parte de Pedro que no sabe cómo salir de sus errores y que carga con los mismos pecados de siempre.
Pedro, en un acto de reflexión y sinceridad, responde que sí ama a Jesús. Entonces, Jesús le pide que cuide de sus ovejas, confiando en él a pesar de sus fallas. Esta experiencia de Pedro, junto con sus negaciones anteriores, se convierte en una poderosa lección y predicación para él. Las negaciones de Pedro se convierten en un testimonio valioso, ya que a partir de ese momento, Pedro predica sin olvidar sus propias heridas.
Dios desea sanar y conversar con cada uno de nosotros. No importa lo que hayamos vivido o las faltas que hayamos cometido, Dios está dispuesto a sanarnos si estamos dispuestos a enfrentar nuestras negaciones y pecados. No es necesario llevar títulos o apariencias, lo que Dios busca es nuestra disposición a enfrentar nuestras fallas y permitirle trabajar en nosotros. Él quiere hablar con esa parte de nosotros que necesita sanación y perdón.
El pecado no tiene la última palabra. Nunca tu pecado puede ganar si vos confiás en Dios. Nunca puede tener la última palabra el error, la culpa, la ansiedad, la falta de perdón, ni siquiera las caídas que hayas tenido, por más terribles que sean. Solamente tenés que creer en esas oportunidades que Dios te da y acercarte a Él. Por eso no hay nada que el Señor no pueda perdonar. Tenés que creer, eso sí, tenés que creer y pedir perdón y creer en esa mano tendida, en esos ojos de misericordia con los que te mira Jesús. Por eso qué lindo poder hacer una especie de lección divina, una lectura orante de la palabra de Dios y ponerte vos en la escena, pensar que hoy vos también sos Pedro. Hoy Jesús te pregunta por tu nombre, ¿Me amás? Y claro, a vos que hoy estás escuchando, también me animo a decirte que el Señor te lo está preguntando a través de mis palabras. ¿Me amás? Ojo, no te apures en contestar. Tomate tu tiempo y da una respuesta de corazón a lo que el Señor te pregunta.
Acordate que el amor se dice, se expresa, pero también se muestra en obras concretas. Se te tiene que notar. Había una canción hace muchos años que decía, si tú dices que amas al Señor, que se te note. El seguimiento, entonces, es una respuesta al amor que Dios nos tiene. Quizás hoy nos puede ayudar a meditar un poquito esto, el orar la gracia del amor recibido y dado, el misterio del amor que Dios te tiene y que se quiera hacer carne hoy en tu vida.
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