Renovar la pertenencia a Cristo

miércoles, 31 de octubre de 2012
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Buen día a todos los amigos de Radio María, tengan un muy buen martes en este año de la fe que estamos transitando como Iglesia. Iniciamos como todos los días la catequesis en este espacio del Despertar con María directamente desde la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Hoy nos encontramos todavía con lluvia pero ya no es la tormenta de ayer. Pero sí con el drama de tantas personas que en este momento han tenido que dejar sus casas. También el drama del que no siempre se toma conciencia de las personas de la calle, que ellos no dejaron sus casas pero el agua les mojó lo único que tenían y entonces han tenido que empezar de vuelta, por eso comienzo con una invitación a que quienes estamos viviendo acá en Buenos Aires, en el Gran Buenos Aires en este fin de semana acerquemos ropa a Cáritas porque, insisto, a la gente de la calle la tormenta se les llevó todo.

                Desde Córdoba como siempre nuestro amigo Alejandro Segura.

                Y quizás alguno cuando está escuchando la música, el Viejo Matías, lo que hoy Alejandro nos está poniendo, piense que por ahí nos hemos equivocado de horario y estamos transmitiendo el programa que Vero tiene los sábados a la tarde, Viejos son los trapos, pero no, vamos a ver ahora cuando veamos la consigna que hoy queremos poner nuestra mirada en aquellos que ya han caminado bastante en esta vida y en ese testimonio de vida cristiana.

 

Consigna

Te invito a centrarnos en la consigna de hoy para entrar en la Catequesis. Hoy te invitamos a que nos compartas esa persona que con años de vida se ha constituido en referente y ejemplo de fidelidad en tu vida y en la comunidad. Seguramente todos tenemos esas personas que ya han caminado mucho en la vida, pero lejos de suceder lo que dice el Viejo Matías, que nadie lo miraba, al revés, uno lo mira, lo contempla, lo admira, es referencia, es un punto de inflexión también en nuestra propia vida.

                Y hoy vamos a tratar lo que el Cardenal Bergoglio viene analizando, que son los textos del Apocalipsis, las Cartas a las distintas Iglesias.

Te recuerdo que durante todo este mes de octubre hemos estado trabajando el libro del Cardenal Jorge Bergoglio: Mente abierta, corazón creyente de Editorial Claretiana. Y hoy nos vamos a detener en el Capítulo 3 del Apocalipsis, lo que le dice a la Iglesia de Sardes. Te invito a que nos dispongamos a escuchar ese texto de la Palabra de Dios, yo lo voy a leer ahora para que nos ubiquemos en el capítulo 3, en los primeros versículos, y después vamos al tema musical y ya después si tomamos la catequesis.

 

Apocalipsis 3, 1-6

Escribe al Ángel de la Iglesia de Sardes: “El que posee los siete Espíritus de Dios y las siete estrellas afirma: “Conozco tus obras, aparentemente vives pero en realidad estás muerto. Permanece alerta y reanima lo que todavía puedes rescatar de la muerte, porque veo que tu conducta no es perfecta delante de mi Dios. Recuerda como has recibido y escuchado la Palabra. Consérvala fielmente y arrepiéntete porque si no vigilas llegaré como un ladrón y no sabrás a qué hora te sorprenderé. Sin embargo tienes todavía en Sardes algunas personas que no han manchado su ropa. Ellas me acompañarán vestidas de blanco porque lo han merecido. El vencedor recibirá una vestidura blanca, nunca borraré su nombre del Libro de la Vida y confesaré su nombre delante de mi Padre y de sus ángeles. El que pueda entender que entienda lo que el Espíritu dice a las Iglesias”.

Si quieres te acompaño en el camino cantaba Eduardo Meana y nosotros queremos también ciertamente que el Señor nos acompañe en el camino porque saben, justamente la situación de la Iglesia de Sardes es que es una Iglesia que está desolada porque es una Iglesia que ha pecado gravemente, ha negociado, mantiene el nombre pero está muerta por dentro por eso el Señor le dice: “Conozco tus obras, aparentemente vives pero en realidad estás muerto”. Es una Iglesia maquillada, con apariencia de cristiana, pero el Señor la consuela, porque todo el libro del Apocalipsis tiene como este doble movimiento, por un lado nos espeja actitudes que debemos cambiar, como el espejo, no filtra la realidad, la muestra tal como es. El Apocalipsis en esta parte muestra situaciones de comunidades concretas que existieron pero que también existen, situaciones que se dan en nuestras comunidades y se dan en nuestro corazón. Nuestra vida cristiana se va como muriendo porque va quedando más el maquillaje, va quedando más la forma exterior. Pero el libro del Apocalipsis no es solamente un examen de conciencia, un espejar aquello que está sucediendo sino que es fundamentalmente un libro de consuelo, Dios que consuela a su Pueblo, que fortalece las rodillas vacilantes sobretodo ante la prueba y la tribulación. Y el Señor consuela a la Iglesia de Sardes mostrándole como al que tiene los siete Espíritus y las siete estrellas. Estos Espíritus y estrellas son la Iglesia misma, su realidad espiritual y luminosa que está en las manos del Señor. El Señor invita y apela a la pertenencia. Pertenecer, permanecer unido a la vid para dar frutos. Por ello recuerda la hora de la muerte y el juicio. Recuerda por otro lado la memoria de la Palabra que le fue predicada. Invita a volver a los que han permanecido fieles y promete mantenerse fiel. La Iglesia de Sardes ha pecado gravemente porque se ha alejado de esa pertenencia y por eso es invitada a reanimar la pertenencia porque “el Señor llegará como un ladrón”. Esta frase nos recuerda las parábolas escatológicas, debemos estar preparados, ceñidos, y con las lámparas encendidas, debemos ser como aquellos que esperan el regreso de su Señor que fue a una boda. Estar preparados. El Señor nos invita a examinar nuestras obras y no a quedarnos en las apariencias. El Señor nos invita a darnos cuenta que las apariencias simplemente son una imagen exterior, quizás los otros se la pueden creer pero vos sabes lo que hay en tu corazón y por eso el Señor te invita a ser sincero. La palabra sincero significa sin cera, a no creer aquello de lo cuál te has camuflado. Si el Señor es nuestro abogado, ante el Padre él saldrá a nuestra defensa pero el necesita que mostremos obras de caridad, que podamos arrepentirnos, que podamos vivir aquello a lo que el Señor nos llamó, con la vehemencia de Pablo, también nos invita: “Por eso te recomiendo que reavives el don de Dios que has recibido por la imposición de mis manos. Toma como norma las saludables lecciones de fe y amor a Cristo que has escuchado de mí, conserva lo que se te ha confiado, acuérdate de Jesucristo que resucitó de entre los muertos”. Renovar la pertenencia es reavivar la memoria, es renovar ese encuentro vivo con la Palabra, es tener memoria de aquél que nos rescató de la muerte, es en el fondo, volver una y otra vez al Señor.

                Te recuerdo la consigna de este día, queremos mirar con agradecimiento a esas personas que ya tienen un camino hecho y que con años de vida se han constituido en referentes y ejemplo de fidelidad para tu vida y la comunidad. Vamos a ir a la pausa musical y después trataremos de entender una imagen que el Cardenal Bergoglio le pone un nombre muy particular: “Mirar a aquellos que han mantenido vivo el rescoldo de la fe”, pero a eso lo dejamos para después del tema musical.

                Este tema tan lindo de Alejandro Sáenz, “Toca para mí” nos retrae a una historia real de un viejito violinista de Madrid, que supo descubrir, transmitir, y ponernos así como en comunión, como es importante que nosotros tengamos los ojos capaces de admirarnos de esa belleza tan especial que tiene un rostro marcado por los años, que ya no necesita demasiados adornos, que ya no necesita demasiado maquillaje porque lo más lindo que tiene es justamente las huellas de un tiempo que no le ha doblegado el corazón sino todo lo contrario, y esto, miren como se vincula en lo que estamos hablando porque dice el capítulo 3 del Apocalipsis versículo 4, “Sin embargo tienes todavía en Sardes algunas personas que no han manchado su ropa, ellas me acompañarán vestidas de blanco porque lo han merecido”. El Señor señala a Sardes, que hay algunos que han mantenido vivo el rescoldo de la fe dice el Cardenal Bergoglio, y que son sus compañeros los que no han manchado su ropa. El Señor mira el rescoldo que siempre queda en el corazón cristiano, no apaga la mecha que aún humea. Yo a veces lo cargo al Cardenal y le digo que tendríamos que sacar un libro con un diccionario de palabras que el Cardenal Bergoglio rescata, porque el es muy rico en su vocabulario y eso nos obliga permanentemente a ir al diccionario. En el diccionario de Larrouse dice al hablar del término rescoldo: “Brasa pequeña que se conserva entre la ceniza”. Parece que todo está apagado pero no, no está apagado, hay una brasa que arde aún en medio de mucha ceniza, es la que sigue manteniendo vivo el fuego. Esa brasa es capaz de provocar un incendio, es capaz de comunicar a otros ese fuego que lleva. A las vestiduras blancas hay que ir a pedírselas a ellas, a este resto de Israel, a ese rescoldo que es el Pueblo fiel de Dios en su conjunto y a algunos hombres santos que lo personifican. Yo quisiera personalmente también responder la consigna. Miren, nosotros en la Parroquia tenemos un Señor, se llama Miguel Nuci, todos los días viene a misa, padre, marido, ejemplar, y el se ubica en los últimos asientos vestido siempre de traje, todo un señor, y miren, es el gran hostiario de la Iglesia, el sabe acercarse a esa familia que viene quizás desesperada porque tiene un chiquito internado en el Sanatorio los Arcos a pocas cuadras de la Parroquia. El sabe intercambiar alguna palabra de fútbol porque fue un gran amante y sigue siendo del fútbol, pobre, es hincha de River, y a veces lo veo conversando con Lisandro López, un jugador, un gran jugador capitán de Arsenal que muchas veces viene a misa a la Parroquia y él habla de fútbol con maestría y con señorío, pero también se detiene con el chiquito que ayudó en la misa. No hay nadie que salga de la Parroquia sin detenerse en ese penúltimo banco donde está Miguel, donde ha participado de la misa, donde se queda haciendo su acción de gracias pero que es interrumpida una y otra vez en saludar y dar una palabra de aliento a quienes nos retiramos de la Eucaristía. Bendita providencia del Señor que a uno le pone esos rostros que a uno lo confirman en el camino, lo sostienen y sólo sabe Dios cuántas gracias uno ha recibido por su oración y su intercesión. Por eso mirar a esos hombres que han sabido atravesar pruebas, que se han mantenido fieles. El Libro del Apocalipsis dice: “¿Quienes son los que están de túnicas blancas? Tú lo sabes Señor, esos son los que vienen de la gran tribulación, ellos han lavado sus vestiduras y las han blanqueado en la Sangre del Cordero por eso están delante del trono de Dios y le rinden culto día y noche en su templo. El que está sentado en el trono habitará con ellos, nunca más padecerán de hambre ni de sed porque el cordero que está en medio del trono será su Pastor y los conducirá hacia los manantiales de agua viva, y Dios secará toda lágrima de sus ojos”, dice el capítulo siete del Apocalipsis. Entonces, a esta Iglesia, a esta Iglesia que en algo tiene de adolescente, que cuida más la imagen que su ser, el Señor le invita a renovar la pertenencia y a recuperar el rescoldo de la fe. Recuperar la pertenencia a la propia historia significa recuperar el respeto. Sardes ha perdido el respeto por sí misma y eso la hace indigna y a veces en esto hay que tratar de recuperar el respeto también por aquellos que justamente han sabido vivir con fidelidad y coherencia a la vida. Una señal que un sacerdote ha madurado bien es porque se ha convertido en presbítero, en anciano, sin perder juventud ni alegría. Respeto viene del latín: respitere, que significa mirar dos veces. Lo tomamos tanto como actitud de los demás ante esa persona que respetamos cuando la miramos dos veces, es decir cuando se nota su presencia, cuando la buscamos como referente, cuando nos habla incluso con sus silencios. Pero miren, uno puede fingir ser una persona respetuosa, uno puede engañar a los demás con respecto a la relación que uno tiene con Dios, una postura piadosa exterior, una liturgia celebrada con cara de estampita, el breviario abierto entre las manos, pero simplemente para aparentar que rezo. Cuántas máscaras se le pueden pegar a un sacerdote anciano si quiere crear una imagen, yo les diría un poco artificial, sobre actuada. También se puede jugar a ser respetable en una familia, como el abuelo bueno que reúne y que congrega, la abuela que está preocupada por todos, pero en el fondo manipula todas las voluntades para ser el centro de todos, se hace pequeña y a un costadito, juega de humilde, pero en el fondo, cuidado si no la tenemos en cuenta. Por eso, la respetabilidad no puede ser fingida, los jóvenes, los hijos, tienen como un sexto sentido ante los mayores y hacen que a unos se los respete y se los sienta cercanos, se los trate con cariño, se los busque y se les pida consejos, se los venere, sí, se los venere, en cambio a otros uno se les escapa porque los encuentra demasiado ficticios, o que no pueden contagiar vida, se han avejentado también en su espíritu, se pesca al que no quiere soltar manija, al que le interesa cuidar su imagen, pero uno queda admirado, sorprendido y agradecido cuando intuye que tiene a un anciano sabio, que puede acompañar y enseñar a vivir. Pablo, en su relación con Timoteo es el prototipo del anciano que está a punto de ser derramado como una libación, nos dice en la segunda carta a Timoteo capítulo 4 que sabe dejar su herencia a un joven. Pablo comienza su carta diciendo: “Al acordarme de tus lágrimas, cuando nos despedimos en Éfeso, siento un gran deseo de verte para que mi felicidad sea completa. Pablo es el anciano que en el atardecer de su vida en el que todo es lucha y persecución mantiene dos cosas, su vocación, la fe inconmovible en aquél que lo llamó para anunciar la promesa de vida que está en Cristo Jesús y su paternidad. Timoteo es su hijo muy querido de quién se acuerda de día y de noche en sus oraciones, a quién exhorta a mantenerse fiel.

                Vamos a un tema musical y después seguimos ahondando en esta invitación que el Espíritu hace a la Iglesia de Sarde de volver a aquello que está en su origen, en su vocación, no simular sino pertenecer.

                “Cuando la belleza pase” nos acompañó en este momento musical Mercedes Sosa, y habla de una belleza que deja lugar a otra belleza, porque yo miro el rostro de la Madre Teresa y no me digan que no es un rostro bello, sus pies cansados, llagados, de tanto andar, esas manos que tanto han perdido. Miren, confieso que yo soy de aquellos que la figura de Juan Pablo II le robó el corazón, como a tantos, y a mi me impresionaba ese atleta de Dios, ese … Recuerdo perfectamente, yo estaba trabajando en un colegio el día que lo nombraron Papa, no sabíamos quien era Wojtyla, no sabíamos pronunciarlo, no sabíamos si era del África, o de qué continente, hasta que después empezamos a hacernos como familiar y escuchábamos tanto hablar de él, el hombre que le gustaba hacer esquí, el hombre deportista que hizo hacer una pileta en el lugar de veraneo en Castelgandolfo, ese hombre que uno admiraba también humanamente además de descubrir que era un hombre de Dios. Pero les confieso que si yo me he quedado con la imagen del anciano Juan Pablo, de ese hombre que paradójicamente no hubo quizás Papa en la historia que haya caminado y transitado tanto, por algo se llamaba Pablo, sin embargo terminó en una silla de ruedas. Quizás no ha habido hombre, sucesor de Pedro, que haya tenido ese don de comunicación, esa capacidad de transmitir con sus gestos, con su palabra, con su rostro, todo lo que creía y anunciaba. Terminó enfermo de esa enfermedad del Parkinson que va como paralizando incluso el rostro, los gestos. Ese hombre que habló por todos lados, millones de personas escuchamos su voz, sin embargo en la última audiencia, en el último Ángelus allá en el Vaticano, cuando salió no pudo ni siquiera pronunciar una palabra, solo bendijo. Pero es que ese hombre, justamente un testigo fiel ya estaba anticipando aquello que iba a ser desde el cielo, ya no necesitaba caminar, ya no necesitaba comunicar nada, simplemente unirse a esos testigos fieles que nos bendicen e interceden para que nosotros seamos capaces de darnos cuenta de este llamado que nos hace Dios a vivir en esa pertenencia. Por eso que lindo testimonio cuando uno empieza a escuchar el testimonio de…, ésta es la fe de la Iglesia, la de ese niño que se emociona cuando toma la comunión, la de ese chiquito que cuando se va a dormir con su mamá o con su papá le reza al ángel de la guarda, la de ese hombre cartonero que vi ayer bajo la lluvia y que sin embargo se detuvo frente a la imagen de la Virgencita de Luján, a la noche, y bueno, él no iba a dejar de saludar a su Madre aunque esa noche todo hacía presagiar que iba a ser dura, difícil, la de un señor que se llama Marino, que tiene 96 años que en una Parroquia vecina hace todos los días un rato de adoración al Santísimo, va y se siente en su tercer banco, ahí cumple como adorador al Santísimo su hora de adoración, y tiene 96 años. O si no Alberto, un hombre que ha perdido la visión pero vive desde la fe y por eso es capaz de ver mucho más de lo que vemos nosotros, y todos los jueves a las 15hs hace su rato de misericordia, canta en el coro, ayuda en Caritas, sigue siendo voluntario. Cuantos ejemplos uno puede encontrar de estos testigos fieles, vestidos de blanco, vestidos de blanco porque no solo han podido vencer la tribulación sino que las pruebas de la vida no le quitaron la alegría, porque el Cardenal Bergoglio dice que “La alegría es el signo que nuestro corazón está bien ante Dios, y el bien último de nuestro corazón no consiste en el dominio de ninguna situación, sino de lo que sucede a nuestro corazón”, por eso cuando nos preguntamos por nuestra alegría, por ejemplo nosotros la alegría sacerdotal, ministerial, no tenemos que dar la respuesta en términos de eficacia, ni de ascética, ni de números, tenemos que encontrar la alegría en la alegría de los corazones de nuestros hermanos, ya que de alguna manera hemos sido llamados para eso, para llevar la Buena Noticia, para poner en comunicación con Aquél que hace nuevas todas las cosas. Pero el Cardenal Bergoglio dice que hay dos notas que nos pueden ayudar a darnos cuenta si vamos por el buen camino y vamos creciendo en esta pertenencia que nos va haciendo de alguna manera también referentes de otros hermanos, y es sabernos responder a dos preguntas: Si vamos estando listos para ser derramados en libación, si nos vamos convirtiendo en hostias puras e inmaculadas para entrar con nuestro Dios, primera pregunta: Si nos animamos a ofrecernos como ofrenda pura al Señor, si nuestra vida de alguna manera sabe hacerse pan y se hace entrega que sabe morir en el altar de cada día. Y segundo, si estamos cuidando bien nuestras creencias, si no las estamos tirando, si no las estamos, de alguna manera, usándolas para nosotros, la herencia es preparar otros corazones para pasarles la antorcha, pero una antorcha encendida, no apagada.

Por eso me parece interesante que le pidamos al Señor, al mirar a esta Iglesia de Sardes, que nos ayude a pasar de lo aparente a la realidad verdadera, a dejar de aparentar que vivimos para animarnos a vivir, y para eso hacer memoria de la Palabra recibida, para eso estar vigilantes y atentos, y para eso también poner nuestra mirada en eso hermanos de la comunidad que tenemos, en la comunidad que nos muestra que ser cristiano no es tanto poner una cara de santito, no es tanto poses externas, sino es vivir con Cristo y tener entonces esa autoridad que te hace no ser el centro de la escena sino sencillamente estar al costado, pero mostrando que vale la pena seguir este camino.

Vamos al último tema musical y ya después vamos a ir cerrando y quizás conectándonos con Córdoba.

Cuando yo insisto que a la catequesis la hacemos entre todos es porque vieron cuando a los cuadros impresionistas le van agregando pinceladas, le van agregando algo nuevo, lo interesante es descubrir que en la Iglesia vivimos esta verdad que es única pero que es sinfónica, y entonces muchas veces nos acontece que vamos descubriendo como el Señor se va haciendo presente en la historia nuestra a través de diversos instrumentos. Yo nunca me voy a olvidar una vez que me encontré confesando, una persona me contaba como se había acercado al Señor a través de un sacerdote que realmente le había cambiado la vida, y para mí fue una sorpresa porque a ese sacerdote yo lo conocía, y yo tenía la impresión, si se me permite la expresión, la imagen de que era un chanta y sin embargo Dios lo utilizó porque ese hombre había entregado su vida y podía ayudar a mucha gente. A veces sucede que una persona en una comunidad puede ser referente para muchos, por ahí es un anciano venerable y para otros pobrecito es un abuelo que siempre está protestando. Y yo creo que en esto de los testimonios siempre todo es valioso porque nos va mostrando como el Señor va actuando, y eso es lo lindo, que cuando uno va entendiendo lo que la Iglesia va a prendiendo. Algo hermosísimo que decía siempre Monseñor Rovai, obispo que fue profesor mío en la facultad, decía “la teofanía de un Dios que le gusta el nosotros”, de un Dios que nos abre perspectivas. Por eso yo les agradezco muchísimo que en este tiempo en que estamos ya cerrando la suplencia del padre Javier ustedes con sus mensajes me vayan como ayudando a ponerle ese color, ese matiz, esa presencia que ayuda tanto.

Y hablando del padre Javier, yo no conozco Radio María Córdoba, conozco acá, el estudio muy lindo, la sede que tienen en Villa Ortuzar, pero la verdad es que no conozco Radio María en Córdoba, si Dios quiere por ahí en los próximos días voy a estar por allá, pero saben lo que tengo ganas de conocer, es a los papás del padre Javier. Porque a mí me impresiona a veces cuando estamos charlando en la parroquia, después de alguna actividad nos tomamos un ratito unos mates para conversar y yo lo veo al padre Javier que el que está siempre tan, yo diría, seguro, vieron ese modo que tiene de hablar con tanta frescura y al mismo tiempo con tanta seguridad, cuando habla de su mami o de su papi uno se da cuenta que la emoción lo traiciona en el buen sentido, y me hizo acordar cuando antes de salir para el viaje, que lo iba a llevar a Roma y al África, hablaba con su papá, uno le veía una ternura que emocionaba. Por eso yo estoy seguro que si hoy Javier se pudiera estar comunicando y dando también su testimonio, no dejaría de hablar de ellos, así es que nos unimos, seguimos rezando también por su regreso, lo dejamos cuando llegue, también poder descansar un poquitito para que después retome, no se asusten que esto es una suplencia, que ya va a venir el Messí que estamos todos también esperando y acompañando en la oración.

 

Padre Alejandro José Puiggari

Director de la Junta Nacional de Catequesis