Rogar a Cristo con Maria

martes, 29 de noviembre de 2011
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Buenos días a todos los que cada mañana compartimos este momento de la Radio, buenos días en el Señor que nos regala esta hermosa jornada.

Este día que está radiante de sol y radiante del amor de Dios que quiere derramar en abundancia en cada uno de nosotros, tenemos que abrir el corazón y dejarlo actuar y dejarlo ser el dueño de nuestra jornada, el dueño de nuestro día.

 

Hoy vamos a ir culminando con estos encuentros sobre el rezo del santo rosario y que lo hemos compartido a través de lo que nos regalara Juan Pablo II en 2002, el rosario de la Virgen María. Gracias entonces a Dios que nos regala descubrir la importancia y el valor de este encuentro, sabiendo que donde está la madre está Jesús.

 

Vamos a pedir la luz y la fuerza del Espíritu para que nos acompañe con su gracia y con su amor en este despertar con María.

 

Ven Espíritu Santo y llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu amor.

Envía tu Espíritu para darnos nueva vida y renovarás la faz de la tierra.

Dios que iluminas los corazones de tus fieles con las luccs del Espíritu Santo,

danos el gustar de todo lo recto según el mismo Espíritu y gozar para siempre de sus consuelos

por Jesucristo nuestro Señor, Amén.

 

Rogar a Cristo con María, nuestra madre.

 

La contemplación del rostro de Cristo no puede reducirse a su imagen de crucificado, él es el resucitado.

El rosario ha expresado siempre esta condición de fe, por eso nos invita a superar la oscuridad de la pasión para fijarnos en la gloria de Cristo en su resurrección y en su ascensión. En estos días lo recordábamos, la cruz no tiene la última palabra. La última palabra la tiene el rostro de Cristo resucitado y glorificado. Contemplando al resucitado el cristiano descubre las razones de la propia fe, revive la alegría, no solamente de aquellos a los que Cristo se manifestó, a los apóstoles, a la magdalena, a los discípulos de Emaús, sino también el gozo de María que experimentó de modo intenso la nueva vida del hijo glorificado.

Por supuesto estamos hablando del primer misterio de gloria, contemplar a Jesús resucitado, a esta gloria que con la ascensión pone a Cristo a la derecha del Padre, el segundo misterio, sería elevarla a ella misma con la asunción, el cuarto misterio, anticipando así por especialísimo privilegio el destino reservado a todos los justos con la resurrección de la carne, y al fin María coronada de gloria, es el quinto misterio glorioso. María resplandece como reina de los ángeles y los santos, anticipación y culmen de la condición escatológica de la Iglesia, hacia allá vamos todos, esa es nuestra esperanza. En el centro de este itinerario del hijo y de la madre, el santo rosario considera en el tercer misterio glorioso, Pentecostés, la efusión del Espíritu Santo, que muestra el rostro de la Iglesia como familia reunida con María avivada por la efusión impetuosa de su Espíritu, dispuesta para la misión evangelizadora.

Que extraordinaria presencia tiene el amor de Dios cuando contémplanos y cuando nos quedamos mirando este tercer misterio, el de Pentecostés. Muestra a la Iglesia como familia reunida con María, la contemplación de este como de los otros misterios gloriosos a de llevar a los creyentes a tomar conciencia cada vez más viva de su nueva vida en Cristo, en el seno de la iglesia, de este modo los misterios gloriosos alimentan en los creyentes la esperanza de la meta escatológica.

Hacia allá se encamina, como miembro del pueblo de Dios en la historia toda esta Iglesia, cada uno de nosotros. Todos ponemos la esperanza, todos ponemos la mirada alegres, aún ante las dificultades, aún ante las cruces de cada día hacia este cielo nuevo y esta tierra nueva. Por eso la esperanza impulsa necesariamente a dar testimonio valiente de aquel gozoso anuncio que da sentido a toda la vida. Cuanta alegría y cuando gozo poder contemplar en los misterios de gloria la resurrección, cuanta alegría que regala al corazón del hombre.

 

Por eso en esta mañana te invito a expresar con tu testimonio, con qué palabras, con qué gestos, de que manera estás anunciando a Cristo resucitado?

Qué bueno es dar razones para la esperanza del resucitado. qué bueno es compartirlo. En estos días has experimentado ese Jesús resucitado? has sentido su presencia? lo viste obrar?

 

 

Rogar a Cristo con María. Cristo nos ha invitado a dirigirnos a Dios con insistencia y con confianza para ser escuchados, pidan y se les dará, busquen y hallarán, llaman y se les abrirá, el fundamento de esta eficacia de la oración es la bondad del Padre pero también la mediación de Cristo ante él y el Espíritu Santo que intercede por nosotros según los designios de Dios. En efecto nosotros no sabemos cómo pedir, lo escuchamos cuando San Pablo escribe a los Romanos en el capítulo VIII y a veces no somos escuchados porque pedimos mal. Para apoyar la oración que Cristo y el Espíritu hacen brotar en nuestro corazón interviene María con su intercesión materna, la oración de la Iglesia está apoyada en la oración de María. Si Jesús, el único mediador, es el camino de nuestra oración, María, pura transparecia de él, nos muestra el camino. Y a partir de esta operación singular de María y la acción del Espíritu Santo, las Iglesias han desarrollado la oración a la madre de Dios centrándola en la persona de Cristo. Donde está la madre, está el hijo. Donde está María está Jesús. María es la escuela donde vamos a aprender a leerlo a Jesús que obra, camina y acompaña nuestra vida todos los días.

 

En las bodas de Cana se ve la eficacia de la intercesión de María que ya se hace portavoz ante Jesús de las necesidades humanas. En el tiempo de aquellos novios, hoy cada uno de nosotros, no tienen vino. El rosario es meditación y súplica, contemplación y súplica, la plegaria insistente a la madre de Dios se apoya en la confianza en que es madre y como madre su intercesión lo puede todo ante el corazón del hijo. Cuanto amor, cuanta sabiduría, cuanta providencia en ese camino que Dios eligió en nuestra historia para salvarnos y redimirnos del pecado. 

 

En el rosario mientras suplicamos a María dentro del Espíritu Santo ella intercede por nosotros ante el Padre que le ha llenado de gracia y ante el hijo nacido de su seno, rogando con nosotros y por nosotros.

 

Rogar a Cristo con María nos lleva necesariamente a la misión, por eso así como rogamos a Cristo con María, anunciamos a Cristo con María, el rosario también es itinerario de anuncio, es profundización en que el misterio de Cristo se presenta la experiencia cristiana. No tiene otro motivo y otro significado que tratar de modelar en cada uno de nosotros el corazón de Cristo. Si en el rosario se valoran adecuadamente cada uno de los elementos para una meditación eficaz, cuando lo hacemos comunitariamente es una significativa oportunidad catequética, así lo decía Juan Pablo II.

 

Para que al rezar el rosario anunciemos la buena nueva de Jesús muerto y resucitado para nuestra salvación. Cuanta importancia tiene el descubrir cuando rezamos el rosario comunitariamente, estamos anunciando la buena nueva de Cristo y lo estamos proponiendo como modelo de vida. Es el momento para preparar el corazón y desde el rezo del rosario descubrir y anunciar la buena nueva de Jesús muerto y resucitado, estos misterios gloriosos que contemplamos, la Virgen del Rosario continua de este modo su obra de anunciar a Cristo, la peregrina de la fe nos sigue incorporando a este gran misterio.

 

 

La tradición de la Iglesia nos dice, Juan Pablo II en su carta nos vuelve a recordar, son los días miércoles y domingos que rezamos estos misterios de gloria, lo que no quita que en tiempos de Pascua, en las fiestas de la Santísima Virgen, volvamos a estos misterios de gloria al recordarnos la resurrección y la ascensión de Jesucristo, el cumplimiento de la venida del Espíritu Santo a su Iglesia reunida, la glorificación de María como madre de Dios y madre nuestra, nos hace renacer a la esperanza de la vida nueva y plena. Abren el horizonte final, llegan al camino de seguimiento al Dios de la vida.

 

Para ir concluyendo con estas reflexiones a partir de esta carta apostólica de Juan Pablo II, podemos enumerar algunos valores espirituales que descubrimos en esta oración tan antigua. Así como descubrimos que nos configura a Cristo, así como fuimos descubriendo que nos lleva al amor de Dios, que nos hace anunciarlo, así como descubrimos que con María rogamos a Cristo, también ir descubriendo algunas de las maneras en que podemos rezar el rosario, ya sea personal o comunitariamente o en familia, el enumerar algunos valores espirituales nos va a hacer bien para redescubrir y ayudar a redescubrir, es una oración sencilla, la oración de los pobres y los humildes, y nos muestra un camino hacia la sencillez y hacia el espíritu de pobreza.

 

Oración sencilla.

Esta oración que es contemplativa nos da la posibilidad de detener la mirada agradecida sobre todo lo que nos rodea, porque mirando los diversos momentos de la vida de Jesús aprendemos a ser contemplativos en la acción.

Esta oración es catequética, el anuncio sencillo y popular que se hace de la fe ayuda a vivir mejor las verdades del Evangelio.

Esta oración es creativa, el encuentro con Jesús nos cuestiona constantemente sobre nuestro modo de vivir el seguimiento, de ser discípulos, nos desafía para dar respuestas cristianas a las situaciones que se nos presentan.

En el rosario aprendemos y vivimos con María, el misterio de la salvación, solo tiene sentido cuando encarnamos el encuentro con Dios, el que tuvo María en sencillez y humildad.

 

Oración sencilla, oración contemplativa, oración catequética, nos anuncia las verdades del evangelio, oración creativa, nuevas formas vamos descubriendo para ser discípulos, aprendemos y vivimos con María el misterio de la salvación. Cuanto para agradecerle a Dios cada vez que podemos rezar el rosario.

 

Lo que hemos compartido hasta aquí no es más que expresar la riqueza de esta oración tradicional, que tiene la sencillez de una oración popular pero también la profundidad teológica de una oración adecuada para quien siente la exigencia de la contemplación. La Iglesia ha visto siempre en esta oración una particular eficacia, cuanta veces nos encomendamos, cuantas veces pedimos al Señor, cuantas veces pedimos a nuestros hermanos que nos ayuden con el rezo del rosario, que nos ayuden con el contemplar cada uno de estos misterios para que el Señor colme de gracia nuestro corazón. Por eso la Iglesia siempre ha encontrado en la oración del rosario, un camino para que se muestre el amor de Dios. Desde los orígenes de la oración, desde que la comenzamos a conocer es una oración orientada hacia la paz, por el hecho mismo de que contempla a Cristo, príncipe de la paz. Quien interioriza el misterio de Cristo, aprende el secreto de la paz y hace de ello un proyecto de vida. También por su carácter de meditación, en la sucesión del avemaría, el rosario ejerce sobre quien lo contempla, una acción pacificadora que lo dispone a recibir y a experimentar en la profundidad de su ser, y a difundir a su alrededor esta paz.

Cuántos de nosotros tendremos también esta experiencia con plena seguridad, cuanto tenemos que aprender cuando en el correr de todos los días podemos perder esta paz en el corazón, el rezar aunque sea un misterio del rosario vuelve a centrar la mirada en aquel que es el centro de nuestra vida, Jesucristo.

 

Es además oración por la paz por la caridad que promueve, si la hacemos como verdadera oración de meditación el rosario favorece el encuentro con Cristo en sus misterios, muestra el rostro de Cristo en los hermanos y nos lo ayuda a descubrir especialmente en aquellos que más sufren. Cómo podrían seguirse los pasos del Cristo que resucita para nuestra salvación, del Cristo que se rebela en nuestra vida desde el momento de su vida pública y que lo vamos descubriendo en los misterios de la Luz sin proponerse el testimonio de sus bienaventuranzas en la vida de cada día, como contemplar a Cristo cargado con la cruz, crucificado sin necesidad de sentirnos cirineos en cada hermano, cómo se podría contemplar la gloria de Cristo resucitado, contemplar a María coronada como reina sin sentir el deseo de hacer este mundo más hermoso, más justo, más cercano al proyecto de Dios, oración por la paz. También el rosario es la oración de la familia y por la familia. Sin duda que no hace mucho tiempo era una de las oraciones mas  apreciadas de las familias cristianas y seguramente favorecía la comunión en esta vida familiar. Familia que reza unida, permanece unida, y el rosario de manera particular se presta desde el contemplar la vida de Jesús, también en reunir la familia.

 

 

El santo Rosario por antigua tradición es una oración que se presta para reunir a la familia, contemplando a Jesús cada uno de sus miembros recupera la capacidad de volverse a mirar a los ojos para comunicar y solidarizarse, para encontrar el perdón recíproco, para comenzar de nuevo con un pacto de amor renovado en el Espíritu de Dios. Cuántas cosas que nos regala este contemplar a Jesús en familia, para renovar la confianza en el rezo del rosario en familia y por nuestras familias es que recuperamos la capacidad de volver a mirar a los ojos, la capacidad de comunicarnos, la capacidad de ser solidarios rezando unos por otros, el perdón recíproco, comenzar de nuevo desde el amor que renueva el Espíritu de Dios en nosotros. Cuantos problemas de nuestras familias en este tiempo, especialmente en aquellas comunidades y sectores económicamente más desarrollados derivan de una creciente dificultad para comunicarse. No se consigue estar juntos y a veces los momentos de reunión familiar quedan absorbidos por la imagen de un televisor, aunque parezca difícil, aunque muchas veces parezca imposible, volver la mirada a la posibilidad de pedírselo al Señor para que a su tiempo pueda ir logrando rezar en familia, que hermoso desafío, para volver a comunicarnos, para volver a encontrarnos, que gran motivo para reunirnos en torno a la mesa. Rezar el rosario en familia significa introducir en la vida cotidiana otras imágenes muy distintas, las imágenes del misterio que salva, la imagen del Redentor, la imagen de su madre santísima. La familia que reza unida el rosario reproduce el clima de la casa de Nazaret, Jesús está en el centro, se comparten con él las alegrías y los dolores, se ponen en sus manos las necesidades y proyectos. Se obtiene de él la esperanza y la fuerza para el camino, se reproduce nuevamente el estilo de vivir en Nazaret, allí María lo iba contemplando, la familia que reza unida permanece unida y la bendice Dios.

 

Cuánta acción de gracias le damos hoy a Dios por los gestos y las actitudes que hemos experimentado de este Jesús resucitado en medio nuestro y le pedimos a María que nos ayude a descubrir en medio de la dificultad, en medio del problema, en medio del dolor, en medio de nuestras desesperanzas tantas veces, pedirle que rogando a Cristo con María encontremos la paz y la alegría del corazón, esa alegría que nos invita a reflexionar los misterios de gozo.

 

Mientras vamos disponiendo el corazón para cerrar este encuentro de la catequesis, le damos gracias a María por ayudarnos a estar cada día más cerca del amor de Jesús.

 

Gracias porque desde el compartir estas reflexiones nos podamos encontrar con Jesús y podamos descubrir cuanto amor tiene por cada uno de nosotros.

Que el Señor te bendiga y te proteja en este día, seguimos rezando unos por otros, en forma especial por el padre Javier Soteras.