Rumiar la palabra y Divina providencia

lunes, 12 de septiembre de 2011
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En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, porque me ha querido tanto, yo le pido Tata Dios, que no me falta la voz, al comenzar este canto.

Así comienza el Padre amado Asís con el Evangelio criollo.

Como experiencia comunión sacerdotal, en esta villa que dejó la huella de su amor al evangelio de los pobres- Este Cura Brochero. Queremos dejarte en el corazón el anhelo de sueños que te permitan mirar adelante con esperanza y con alegría. Queremos dejarte esta gracia de este gran Cura José Gabriel Brochero.

En cuanto miembro de la iglesia y en cuanto sacerdote, Brochero estaba llamado, a un íntimo contacto con la palabra de Dios-. La palabra que lo alimenta, la palabra que desde su alimento debe comunicar, la palabra que expresa su vocación y la palabra que lleva en su misión.

Di versar fuentes de testimonios, nos hablan de este contacto suyo, rumiante con la palabra.

Los testimonios son convergentes, era uno de ellos, en las ciencias sagradas y la meditaba a la palabra profundamente.

Le oí predicar muchas veces, era muy gráfico en sus explicaciones y se basaba en comparaciones de la vida común.

Era un hombre conocedor de las sagradas escrituras, leía con frecuencia el evangelio. Notable resulta el testimonio de don Raimundo Castellano quién dice: – en cuanto a que si era versada en las sagradas escrituras, el testigo manifiesta que difícilmente otro cura, conociera tan bien el evangelio como el siervo de Dios. En casa del doctor Galindez, los únicos dos libros que tenía sobre su mesa era, el santo evangelio y la imitación de Cristo.

Y un padre misionero decía que el siervo de Dios, conocía de memoria el evangelio y algunas cartas de San Pablo.

Sólo cuando se tiene al evangelio muy de adentro, se puede vivir con claridad, y se puede vivir con vocación de servicio,

en el compromiso por la promoción, lo que verdaderamente identifica la figura de nuestro cura gaucho José Gabriel del Rosario Brochero.

Nosotros en esta primera parte de nuestro compartir, dejamos esta consigna. “Que de la palabra de Dios por vos, rumiada, quiere decir masticada, y bien digerida, bien procesada que se hizo vida en vos, que marcó un rumbo". No la palabra que más impactó, con la que más te sentís identificada, sino la que fue operante en tu vida, la que verdaderamente te mostró no solamente un rumbo, sino que te hizo caminar por esos caminos. La palabra de Dios que es vida, es actual, es operante en Brochero… así es mi vida y celebrada. Y en vos también seguramente a la luz, de éste amante de la palabra, nosotros nos detenemos para pensar en las palabras que fueron, capaces de ver nuestras vidas, de hacernos ir hacia adelante, mucho mas allá, de los sentimientos, de los afectos, de la razón, de todo. La palabra de Dios que opera y trabaja en nuestras vidas.

Recogemos junto a Mario Llanos otro testimonio, de los que aparecen en el sumario que habla a cerca de los dones y la caridad pastoral de Brochero.

Oraba con frecuencia, dice este testimonio, y meditaba las sagradas escrituras. Este conocimiento proveniente de la escucha, la oración y la meditación de la palabra, se traducen en una predicación evangélica de calidad.

En realidad, la predicación de Brochero, era siempre basada en el evangelio, porque lo citada de memoria, su modo, su estilo, su manera de decir las cosas grandes en forma simple, lo ponía en profunda sintonía con el maestro de Galilea, con el carpintero de Nazaret, con Jesús.

Quién también nos dejó este modo, y este estilo, de hablarnos del padre de Dios y el reino que él venía a plantar en medio de nosotros, con imágenes agrícolas y de la pesca, con imágenes de vida de la familia, con historias, sin duda Brochero ha encontrado, no solamente un modo de conceptualizar con claridad. Las verdades que el evangelio nos revela a la razón, sino que la hecho pasar por el corazón a la palabra de Dios, dejándose tomar en los sentimientos y en los afectos.

Siguiendo, la manera y el estilo de quién sin duda, ha sido quién marcó su vida en el espíritu Ignacio de Loyola, con sus composiciones de lugar, en los ejercicios espirituales y con su manera tan gráfica de acercar el evangelio, desde el saber usar y saber trabajar, con la imaginación. De esto Brochero, es un gran maestro.

Y en este sentido nos ha dejado más de un testimonio, este contacto vivo con la palabra, se manifiesta en hábitos concretos y simples.

Esto, los libros los llevaba cuando fue para San Luis, me dijo un viejito europeo, que lo acompañaba y que llevaba solo el evangelio, al que leía, se callaba, meditaba y después predicaba y REIRIARIO era a diario.

Yo diría si uno tuviera que decir, donde está la síntesis la biblioteca de Brochera, la palabra de Dios, los ejercicios de San Ignacio, la meditación de Cristo, el misal, y no forma parte de su biblioteca pero si, de su cosa mas linda y mas importante, el rosario. Es por este camino donde Brochero, fue como haciendo suya las verdades del evangelio.

En aquello que Juan Pablo II nos ha dicho bellamente, el rosario en posición a María. Es el modo simple de penetrar los evangelios en oración constante que como una gota, vá perforando el corazón.

Así Brochero, lo fue descubriendo al rosario de la mano de la Puritísima, quién le trajo el contacto con la palabra, que Ella siempre lleva con Ella, en lo más hondo de sus entrañas.

Desgranando rosarios vá José Gabriel del Rosario Brochero, vá sumando cuentas tras cuentas, en la búsqueda de aquellas verdades que están escondidas como semillas en el corazón de un pueblo, que al encontrarse con el testimonio

viviente en él, no hizo otra cosa que dejar sembrar en su propio corazón y dejar germinar en su propia alma, el evangelio, la palabra, la vida nueva de Jesús.

La Hermana Lucía Soto, durante los últimos años de la vida de Brochero lo atendía en su habitación, te recuerda aquella enfermedad, de la lepra lo dejó ciego a Brochero, y fue este el final de su vida, cuando entró en esta enfermedad. Dice la hermana Lucía: que según el siervo el Dios, era el pasto, la palabra que le servía para rumiar durante todo el día, ella misma lo refiere, Brochero preparaba asiduamente la predicación de cada domingo, incluso cuando estaba ciego, se hacía leer el evangelio con algunas de las hermanas, muchas veces yo misma se lo leía, cuando terminaba la lectura, me agradecía diciéndome: – Muchas gracias hermana Lucía, ya tengo pasto para rumiar todo el día.

Esto es lo que nos enseña el camino de la Lexía Divina. Brochero tal vez no sé si habrá tenido, el contacto con este método orante de la palabra de Dios, pero sin dudas a visto a como la vaca a la hora de haber procesado bien el alimento lo vá como degustando, lo vá rumiando, lo vá elaborando. Indudablemente lo elaborado, lo que la vaca haciendo de los pastos que vá comiendo. Brochero lo vio, lo sabía, lo entendía y en ese gran observador, que se lo vè a Brochero en contacto con la vida, le habrá enseñando del Señor, así también, que como la vaca para que el alimento sea bien procesado y bien trabajado para que produzca buenos frutos, no solamente hay que saber tragar, hay que saber masticar, hay que saber gustar.

Tal vez sea también la indicación de Ignacio de Loyola, en los ejercicios espirituales, cuando él dice: que para saber hacer un buen ejercicio en el espíritu, lo que nos toca es gustar interiormente las cosas de Dios, gustarlas por dentro, saber gustarla y saber detenernos en ella.

Esto es rumiar la palabra, saber gustar interiormente lo que Dios nos vá dejando en el corazón. En esa clave estamos anclados en nuestro compartir de hoy en torno a la consigna. “Cuales son las palabras que habiéndolas gustado en tu corazón, han generado vida dentro tuyo, las ha rumiado, el alimento de la palabra de Dios se ha procesado en tu corazón y te han llevado, mucho mas allá de lo pensado, de lo sentido, de lo sabido, de lo esperado. Seguramente tenes mas de una experiencia, en este sentido, tal vez no la hayas registrado, registrarla en la mañana es bueno para ahí también anclar la vida y seguir para adelante.

Seguramente que Brochero se quedó impactado por ser un Cordobés de su Córdoba querida, aunque él venía del llano en las sierras, y cuando entró sobre esta zona de valles de tras asierras, haber querido decir de lo mas hondo de su corazón, aquí llego y aquí me quedo, ni un paso mas doy, para otro lado. De aquí me sacan con las patitas para adelante, habrá dicho Brochero, de aquí me voy…muerto. Y así fue.

La belleza del paisaje que encierra el paraje donde Dios lo hizo cura, en sí mismo habla de esa presencia que enamoró el corazón de Brochero.

Como la lámpara de la belleza de lo creado, ha puesto en contacto Brochero, con la palabra y lo abrió a la inmensidad del cielo.

Fíjate lo que dice Brochero, respecto a ese paisaje que lo rodea.   El amor eterno de Dios hacia el hombre, está escrito en todas las maravillas de la creación, Él brilla en todas las obras como omnipotentes, los prodigiosos fenómenos de la naturaleza, que a cada paso nos asombran, publican por todas partes ese amor. Lo mismo hacen esos luminosos astros que embellecen el firmamento igual cosa publican los refulgentes modos de estar las estrellas, que tachonan y esmaltan la bóveda del cielo, el cambio período de estaciones, la riqueza del mundo vegetal y animal, todo lo grande y sublime que presenciamos en el universo predican que Dios amó al hombre desde la eternidad y que en él puso los ojos de su amor y de su predilección. Porque crió a este basto universo para el hombre, para engrandecerle el alma, para ensalzarle el corazón y por eso lo hizo Rey de lo creado.

Esta expresión Brocheriana, nos pone en sintonía con este paisaje, cuando uno vè el paisaje tras asierras y se encuentra con Brochero y este escrito dice – claro-, es como cuando uno vá Asís, se encuentra con el paisaje que vivió Francisco, dice – ese hombre pertenece a ese paisaje-.

Este hombre rudo, fuerte, luchador, es como una de las cabras que anda por las sierras, este hombre seguro del amor de Dios, es porque ha visto tanta belleza por estos lados. Si vos conoces por acá podrás entender de que estoy hablando, no como cordobés, sino como hijo de Dios, como Brochero, que además de ser cordobés, y de amar a esta tierra, amar su tierra, amar su pago, sintió la presencia del amor grande de Dios que lo invitaba, a confiar en Él como el Tata que mira por todos.

Sin dudas que ese amor que le brota en lo profunda del corazón y que se lo comunica a la imagen del Tata Dios, que le hace ver cuanto vela él por sus hijos. 

Si no velara por nosotros cuanto vela con los pájaros del cielo, como dice Evangelio Lucas en el capítulo 12 , o como los lirios del campo que no tejen ni hilan sin embargo, tan bellamente cuidados por las manos Dios. Cuanto más Dios vá a velar y vela por nosotros.

Esta es la conciencia que Brochero tiene.

Su persona y su actitud dice uno de los testigos, infunden fe a los que lo traten, en cierta oportunidad oyó decir que un niño se ahogaba en Río Primero en Santa Rosa, entonces de rodilla se puso a orar, y un señor que estaba cerca logró rescatar al niño.   Muchos consideraban que este caso de salva taje, se logró gracias al siervo de Dios, que a la sazón era niño también él del corazón. Hay que hacer notar que el hombre que intervino en esas circunstancia, se había alejado un tanto del río, donde los niños se estaban bañando, regresando imprevistamente se encuentra con río creciendo y se llevaba la correntada al niño, que logró rescatar. Según el parecer de todos, por los ruegos del siervo de Dios, dice el testigo.

Un hombre de gran fe Brochero, tenía la confianza puesta en Dios, y vivió su sacerdocio siempre alegre, siempre gozoso, siempre generoso. Sin duda lo que marcó todo su ser sacerdote, fue en la fe en Cristo, el maestro el que le mostraba, Dios, el Padre, el Tata, lo que marcó su camino en su formación fue la caridad pastoral. 

La caridad pastoral ha sido como el lugar de donde Brochero, bebió y mamó su ser cura, entre la gente.

Sin duda la oración y el rumear la palabra, pero esta puesta en contacto con lo de todos los días. Como Dios lo ponía en contacto a él, desde la naturaleza en la cual lo invitó a ser cura. Aquí, entre las cabras y los paisanos, entre burros y la s sierras, en mula y andando en los arroyos, buscando la forma de traer agua a su gente, queriendo abrir caminos y abriéndolos soñando con un tren que comunique a todos, armando los ejercicios espirituales, llegando a convocar a mas de 900 paisanos de la zona, que bajo el signo de San Ignacio se encuentren con Jesús, Brochero tuvo un lugar desde donde, todo podía concentrarse, todo podía armonizarse, todo podía bien, bien pero muy bien armarse.

La variedad y riqueza de su ministerio amplio, encontró un lugar, el corazón y la caridad del pastor.