San José cree y actúa

jueves, 19 de marzo de 2015

Familia de Nazareth1

19/03/2015 – Cuando Dios habla hay que atenderlo y eso supone darle credito a lo que dice y entregarse a su decir intentando descubrir en el camino qué significa y hacia dónde conduce su querar más allá de lo que uno entienda racionalmente. Si estamos atentos a las pistas de Dios podemos entrar en un territorio siempre más grande que si nos guiamos por nuestra propia razón. 

Esto es lo que hace José, cree al igual que María, no sólo obedece al llamado sino que permanece hasta el final. La vida de ella fue el cumplimiento hasta las últimas consecuencias de aquel primer sí, hágase, pronunciado en el momento de la anunciación mientras que José en momentos de su anunciación no pronunció palabra alguna pero hizo lo que tenía que hacer. Sencillamente hizo lo que el Ángel le dijo y en éste primer hizo es el comienzo del camino de José. Así dice la Palabra hizo tal cual el Ángel del Señor le había indicado.

Él es el hombre de las herramientas concretas, el hombre del silencio, del hacer inmediato. Es el hombre que pone en práctica lo que cree, que responde en lo puntual, que sin vueltas va a la cosa.

Pensemos en el anuncio de la paternidad de José y María en donde Dios irrumpe mucho más allá de lo esperado. Todo ocurre más allá de cualquier predicción. Y el escenario se vuelve a presentar complejo: hay que ir hacia Belén por el censo y no hay lugar para ellos. Es un lugar poco favorable a las expectativas humanas, sin embargo Dios tiene preparado un lugar. Y cuando tood es celebración con los ángeles, reyes y pastores, “salgan porque el niño está en peligro, Herodes quiere acabar con Él”. Y se van al exilio donde hay un tremendo sentido de no pertenencia. Se sabe que hay una tierra que espera de vuelta pero todavía no es el tiempo. En el escenario de lo que Dios les fue pidiendo fueron transitando por territorios desconocidos.

Dios hace consistente nuestro camino misionero y discipular en la medida que vamos avanzando y respondiendo a su invitación.  Estate atento a las nuevas llamadas que Dios hace en el camino. Para eso hay que tener el corazón libre, en “santa indiferencia” y que sea lo que Dios quiera y podamos responder con una confianza grande al estílo de José y María.

En las palabras de la anunciación nocturna José escucha no solo la verdad divina acerca de la vocación de su mujer, lo que hay engendrado en ella es obra del Espíritu Santo, le dice el Ángel sino escucha la verdad sobre su propia vocación. La vocación mariana y la de José van en ésta línea. En adherir de todo corazón el acto creyente que Dios ha obrado maravillas engendrando y haciendo nacer al hijo de Dios en medio de nosotros.

La vocación de María desposada con José es la vocación de José desposado con María. Este hombre en el espíritu de las más nobles tradiciones amaba a María de Nazaret. Se había unido a Ella con un amor de esponsalidad. Dios lo llama a éste amor ahora también en cierto modo con su proyecto. Hizo como el Ángel del Señor le había mandado y tomó consigo a su mujer.

Este verbo lo mismo que lo hace José con el niño “tomar” es hacerse cargo de lo que se le entrega pero al mismo tiempo es abrazado por aquello que se le ofrece. Por eso cuando el Ángel le dice toma a tu mujer en el fondo está diciendo tomala y dejate tomar por ella. Abrazate en éste misterio creyente de amor. Te pertenece la vida que se ha engendrado en ella por obra del Espíritu Santo y vida en fe que se engendra también por tu acto creyente.

Es como cuando nosotros decimos que Dios nos pide algo y nos da aquello mismo que nos lo pide. El que abraza a María para llevarla consigo y al niño que lleva Ella en su vientre abraza a ellos y es abrazado por ellos. Cuando Dios a nosotros nos pide algo que tomemos algo de lo que nos pide nos toma en aquello que nos pide. Con la gracia que se nos confía viene a nosotros el don que nos da. A nadie se le pide nada que esté fuera del alcance de sus posibilidades. Con el don viene la gracia. José es consciente de esto y nos invita a confiar en la tarea que Dios nos confía.

 

 

José guía y custodia el camino

José entiende que lo que Dios le pide está a mano de su posibilidad de ser no tanto por él mismo sino porque Dios le da aquello mismo que le pide y en ese sentido se hace obediente en el amor. Dios nunca nos pide algo que esté por encima de nuestras posibilidades, de hecho para lo que nos pide nos da la gracia. El obediente seguidor de los caminos de Dios, José, el que abrazando a su esposa es abrazado profundamente por Ella abraza en Ella el amor de Dios que viene en su vientre. El hijo que iba a nacer era también hijo en la fe de José. En el ejercicio de su paternidad, junto a María, está cargado de las gracias con las que Dios lo asiste y le facilita en medio de las muchas dificultades.

Padre Javier Soteras

fragmento de Catequesis del 18 de diciembre del 2014