Sanación interior

jueves, 5 de junio de 2008
Oración Inicial


Ven Espíritu Santo como caricia que calma.

Muchas cosas se revelan dentro de mí cada día,

cosas que me molestan, que me inquietan, que me resienten.

A veces mi interior se perturba por cosas que no son tan importantes,

y me lleno inútilmente de una inquietud que me hace daño.

Ven Espíritu Santo y acaríciame por dentro.

Pasa por esos sentimientos que se sublevan, y cálmalos con tu caricia santa.

Pasa por mi cuerpo lleno de tensiones, y serénalo con tu caricia suave.

Pasa por mi piel que se resiste a tantas cosas y apacíguala con tu caricia tierna.

Pasa por mi corazón que se trastorna y aquiétalo con tu caricia tibia.

Pasa por mis pensamientos que se alborotan y tranquilízalos con tu caricia delicada.

Pasa por mis afectos que me queman y apágalos con tu caricia fresca.

Ven Espíritu Santo, ven rua santa, ven aliento de vida, brisa suave, acaricia lentamente todo mi ser y con esa caricia divina pacifica, sosega, armoniza, equilibra, aplaca, suaviza, unifica todo mi ser.

Ven Espíritu Santo.

Ven a través de la poderosa intersección del Inmaculado corazón de Maria. Amen.

Maria reina de la Paz ruega por nosotros y por el mundo entero.

 

 

 

 

Sanación interior en el  del Antiguo Testamento

 

No siempre esta claro la sanación interior en el Antiguo Testamento. En la primera parte de la Biblia, incluso algunos sacerdotes dijeron porqué esta realidad tan maravillosa  de la sanación interior, no es mencionada en la Biblia. Porque el evangelio que narra tantas curaciones corporales obradas por Cristo, no menciona ninguna interior.

No es así, la Biblia habla, y más de lo que nos imaginamos, de estas sanaciones interiores, aunque no emplee el término este.

Algunos ejemplos:

Podemos afirmar que la sanación interior comenzó en el Paraíso, y fue efectuada por la misericordia de Dios, que no tiene límites. Nuestros primeros padres tuvieron que escuchar de labios del creador la sentencia  que mereció su pecado, pero oyeron también en ese momento, la promesa de la redención, (Génesis 3, 15)

“Pondré en enemistad entre ti y la mujer, entre tu linaje y su linaje, él te pisara la cabeza  mientras acechas tú su calcañal”

Nadie ha tenido un recuerdo doloroso, tan grande, como el que debieron retener Adán y Eva de su desobediencia.

Pero al recordar el árbol vedado cuyo fruto habían comido, inducidos por la serpiente, tendrían también  presente para su consuelo, la imagen de la mujer, que un día, pisotearía la cabeza de esta serpiente infernal.

Causa alegría que la imagen de Maria, esta  ligada tan íntimamente a la sanación interior.

El primer gran dolor que tuvo Eva, después de la expulsión del paraíso, fue producido por el asesinato del hijo Abel, pero el Señor la consoló, al darle un nuevo hijo a quien llamo Set. Diciendo: “Dios me ha otorgado otro descendiente en lugar de Abel, porque le mato Caín”.

(Génesis 5, 25)

 

Cuando Noe y su familia salieron del arca, debieron experimentar la más tremenda sensación de soledad y un gran temor al Señor que acababa de destruir, por el diluvio, todo lo que existía en su región. Pero el Señor sanó este miedo con la promesa de no enviar otro diluvio  y con la imagen del arco iris como recuerdo y señal de la alianza entre él y la tierra.

(Génesis 9, Cáp. 2 y siguientes)

 

Cuando Agar huye al desierto por los malos tratos que recibía de Sara, estaba sin consuelo y esperanza, entonces el ángel de Yahvé se le aparece y la reconforta con el anuncio de su maternidad y de su gran descendencia.

(Génesis 16)

 

Podes ir asociando muchos episodios y textos, del antiguo testamento a tu propia vida personal y familiar. Quizás a través de algún texto que te ilumine y te toque el corazón,  quizás hoy también el señor te sane de alguna de las cosas que estamos diciendo que fueron sanadas en estos personajes.

 

La sanación interior de José

 El famoso José del antiguo testamento, el hijo de Jacob, creo que pocos seres humanos han sufrido tanto de partes de sus hermanos, como José el hijo de Jacob.

Como era el preferido de su padre porque era el hijo de la ancianidad, sus hermanos le aborrecieron hasta el punto de no poder ni siquiera saludarle.

(Génesis 37, 4)

Un día fue enviado por Jacob para que visitase a sus hermanos y viese si los ganados estaban bien, pero cuando sus hermanos le vieron de lejos y antes que se les  acercara conspiraron para matarlo. Y se decían mutuamente: “hay viene ese soñador, vengan matémosle y echémosle a un pozo cualquiera y diremos que algún animal feroz lo devoro”

(Génesis 37, 18-21)

Pero Rubén su hermano, se compadeció e impidió que lo mataran. José fue vendido como esclavo a unos mercaderes que pasaron por ese lugar.

En Egipto, José fue vendido a  Putifar, eunuco de Faraón y capitán de los guardias. José se ganó el favor del egipcio y llegó a ser el encargado de toda su casa y de cuanto poseía. Pero por no acceder a la seducción perversa de la esposa de Purificar, fue calumniado por ella y encarcelado durante varios años.

Dios lo acompaño y lo bendijo en la cárcel, y lo libró cuando interpreto los sueños que había tenido el faraón y cuyos significado no pudieron conocer los adivinos de la corte.

El Faraón al conocer la sabiduría de José, lo exaltó a la dignidad de primer ministro, y le encargó la administración de los granos, durante los años de abundancia y de los de escasez que le siguieron. Cuando el hambre llego al país, Cananeo donde moraba Jacob, llevo sus hijos a Egipto para que adquiriesen granos. José los reconoció inmediatamente,  pero hasta el final actuó sin que ellos comprendieran que su hermano a quien habían vendido como esclavo era ahora el gran primer ministro de Egipto.

Desde el comienzo José se conmueve a la vista de sus hermanos. Pero cuando regresan con Benjamín, tuvo que darse prisa porque le daban ganas de llorar de emoción por su hermano, y entrando en el cuarto lloro allí, luego se lavo la cara y salió. Conteniéndose dijo: “sirvan la comida”, él fue tomando de delante de sí, raciones para ellos. Bebieron y se alegraron en su compañía.

(Génesis 44, 30-34)

 

Las lágrimas, desempeñan un papel muy importante en la curación interior, especialmente en la del odio, y estas aparecen repetidas veces en este relato, pero especialmente cuando José de descubre a sus hermanos.

Ya no pudo contenerse delante de todos los que en pie le asistían, exclamó  “echen a todo el mundo de mi lado”, y no quedo nadie con él, mientras se daba a conocer José a sus hermanos y se hecho a llorar a gritos. Y lo oyeron los Egipcios, y lo oyeron hasta la casa del faraón.

(Génesis 45, 1-3)

 

La sanación interior que experimentó José fue tan grande, que dijo después a sus hermanos: “vamos acérquese a mi”, y añadió esta reflexión admirable: “ahora bien, que nos le pese mal, ni les de enojo haberme vendido acá, pues para salvar vida me envió Dios delante de ustedes. Dios me ha enviado para que puedan sobrevivir en la tierra y salvarles la vida mediante una feliz liberación. No fueron ustedes los que me enviaron acá, sino Dios.

(Génesis, 45, 4-9)

 

Imposible encontrar en un hombre, sentimiento más noble para tranquilizar a quienes los habían vendido por odio como esclavo. Hasta allí llega la sanidad interior cuando es profunda. Dice después el texto: “echándose al cuello de su hermano Benjamín, lloro, luego beso a todos sus hermanos, llorando sobre  ellos. Después de lo cual sus hermanos  estuvieron conversando con él”

(Génesis 45, 14-16)

 

Cuanta Luz, sobre la sanidad interior del odio nos da esta historia de José y su conducta con sus hermanos.

 

Que te parece si vos también, la lees, la meditas, quizás también el Señor quiera quitarte este odio, resentimiento, rencor, hacia hermanos carnales, o de la comunidad.

 

 

 

Dios sana la tristeza de Ana

 

El libro primero de Samuel, nos describe la profunda tristeza de una mujer llamada Ana, y la manera como consiguió mediante la oración una profunda sanación.

 

(Primera Samuel 1, 1-19)

 

Este texto nos muestra, esta mujer estéril, agobiada por la tristeza, que acude al Señor y se desahoga delante  de él. De no haberlo hecho se habría ahogado en su pena. En su oración no se queja de las burlas que recibe de Penina, solamente clama a Dios por un hijo.

En la oración dice Ana:

“Señor de los ejércitos si te fijas en la humillación de tu sierva y te acuerdas de mi y no te olvidas de tu sierva y le das a tu sierva un hijo varón, se lo entrego al Señor de por vida y no pasara la navaja por su cabeza”.

 

El fruto de esta oración de desahogo, es la paz que experimentó al final.

Se fue la mujer por su camino, dice el texto, entro en la habitación, comió, y no pareció ya la misma.

(Primera Samuel 1,18)

 

Pero además de la sanación de su tristeza, recibió también del Señor, la sanación de su esterilidad, porque dice el versículo 20:

“Concibió Ana, y  dio a luz un niño que llamo Samuel, porque dijo: “se lo he pedido a Yahvé””

 

Muchas veces sucede que cuando alguien recibe la sanación interior consigue luego, la sanación corporal, porque muchas enfermedades son psicosomáticas.

 

Esta mujer agradecida cedió su hijo a Yahvé, y  entono un hermoso cántico en acción  de gracias, que es llamado el prototipo del cántico de la Virgen Maria en el Magnificad, eso podemos leerlo en Primera Samuel 2,1-12.

 

Con tranquilidad medita, ora,  estos textos sin prisa psicología, de reloj.

 

 

Sanación del rey David

 

Sabemos el odio tan profundo que profeso el rey Saúl a David,  odio gratuito e injusto que busco muchas veces la muerte de David. Sin embrago David cuando recibe la noticia de la muerte de Saúl, en lugar de alegrarse, tomando sus vestidos, los rasgo, en señal de luto y lo mismo hicieron los hombres que estaban con él, se lamentaron y lloraron y ayunaron hasta la noche.

(Segunda Samuel 1, 11-13)

 

Y entono después una elegía, que es modelo en su género.

 

(Segunda Samuel 1, 17-27)

 

Esta sanación interior de David, fue tan profunda que pregunto: “¿Ha quedado algún hijo de Saúl?, para que yo tenga con él una misericordia sin medida”. Y cuando le trajeron a Medival, nieto  de Saúl, le dijo: “no temas quiero favorecerte por amor a Jonathan, tu padre haré que te devuelvan todos los campos de tu padre Saúl, y tu comerás siempre a mi mesa”.

Igual conducta observa con su hijo Absalon, el que quiso destituirlo y quitarle la vida. Cuando David recibió la noticia de su muerte, se estremeció, subió a la habitación y rompió a llorar, decía entre sollozos: “hijo mió Absalon, hijo mío, quien me diera haber muerto en tu lugar hijo mío”.

(Segunda Samuel 19, 1)

 

Las lágrimas lavan las heridas del corazón herido y empieza a sanarlo.

 

 

 

La curación integral del rey Exequias

 

(Isaías, 38)

Nos describe la grave enfermedad, y la curación integral del rey Exequias. Este hombre recibe por medio del profeta Isaías, de su pronta muerte, así habla Yahvé: “da órdenes acerca de tu casa porque vas a morir y no vivirás”. Exequias, ora con gran fe al Señor y llora delante de él con abundante lágrimas. Dios se apiada y por medio del mismo profeta dice a Exequias, “he oído tu plegaria, he visto tus lagrimas y voy a curarte, dentro de tres días subirás a la casa del Señor.”

Cuando este rey sano de su enfermedad, entonó un conmovido cántico y en èl glorificó al Señor, por la triple sanación que le concedió, la del pecado, la de la amargura y la corporal, sanación integral de toda su persona.

Y él dice: “te glorificare todos mis años, Señor por ello te alabo, realmente se eleva mi espíritu y consolado vivo, entonces mi amargura se tornara en bienestar, pues tu preservaste mi alma de la fosa de la nada, porque echaste a la espalda todos mis pecados”.

Hermosa oración del rey Exequias

Hay hermosos textos en el antiguo testamento, sobre la sanidad interior.

Algunos nada más:

 

Salmo 103

Bendice alma mía al Señor,

No olvides sus muchos beneficios,

Él que todas sus culpas perdona,  

Que cura todas sus dolencias,

Rescata tu vida de la fosa,

Te corona de amor y de ternura

 

Salmo 41. 1-4

 

Dichoso del que  cuida del débil, del pobre,

Le sostiene Yave en el lecho de dolor

Tu rehaces entera la postración en que se sume.

 

Salmo 147,3

 

Yahvé sana a los de corazón roto y venda sus heridas

 

 

Jeremías

 

Nos dice el Señor:

 he aquí que yo les aporto su alivio y su medicina.

Los curare y les descubriré una corona de paz y seguridad.

Con amor eterno te he amado por eso he reservado gracias para ti, es un hijo tan caro para mi Efraín, en efecto se han conmovido mis entrañas por el ternura hacia él no ha de faltarme.

 

Isaías 49

 

Acaso olvida una mujer a su niño de pecho, sin compadecese del hijo de sus entrañas. Pues aunque esas llegasen a olvidar, yo no olvidare, dice el Señor.

 

Isaías 54

 

Porque los montes se correrán y las colinas se moverán, mas mi amor por ti no se apartara de tu lado y mi alianza de paz por ti no se moverá, dice Yahvé que tiene compasión de ti.

 

Isaías 47

Yo le curare y le consolare y le daré animo a él y a los que con él lloraban, poniendo alabanzas en sus labios.

 

Especial mención merecera la cita de Isaías 61 que tuvo pleno cumplimiento en  Jesús, como él lo dijo después de leer el texto en la sinagoga de Nazareth

El Espíritu del Señor esta sobre mi, por cuánto me ha ungido, a anunciar la buena noticia a lo pobres me ha enviado, a vendar a los corazones rotos, ha  pregonar a los cautivos la liberación  y a los reclusos la libertad, a consolar a los que lloran para darles diademas en vez de cenizas, aceite de gozo en vez de vestido de luto, alabanzas en vez de espíritu abatido.

 

Profetas Óseos hallamos estas hermosas palabras del Señor

Óseas 11, 4

 

Con cuerda humanas los atraía, con lazos de amor y era para con ellos como quien alza un niño contra su mejilla, me inclinaba hacia él para darle de comer.

 

 

Óseas 11, 8-10

 

Mi corazón se revuelve  dentro a la vez que mis entrañas se estremecen. No volveré a destruir a Efraín, porque soy Dios, no hombre porque no me gusta destruir

 

Óseas 13, 5

 

Yo sanare su infidelidad, los amare con generosidad.

 

 

Joel 3, 5

 Y sucederá que todo el que invoque el nombre del Señor será sanado.

 

Es algo maravilloso como la sanación interior que el Señor hace de nosotros puede llegar hasta nuestra infidelidad

 

 

Sofonias 3,17

 

Yahvé, tu Dios esta en medio de ti, un poderoso salvador, el exenta de gozo por ti, te renueva por su amor, danza por ti por grito de júbilo como en los días de fiesta.

 

El amor esponsal de Dios. Este amor esponsalicio, nos enferma interiormente el pecado que es desamor, nos sana el amor que tiene su fuente en Dios que es amor, amor gratuito, incondicional.

 

El Antiguo Testamento nos presenta en distinto pasajes el amor de Dios al ser humano en el grado más alto de duración, es decir  el amor esponsalicio.

En muchos pasajes aparece este amor nupcial de Dios, que es capaz de sanar como ninguno las heridas que el desamor ha causado en el corazón humano.

 

Digo desamor, ingratitud, infidelidad, tantas otras cosas.

 

 

Isaías 54

 

No temas, que no avergonzaras, ni te sonrojes, que no quedaras confundida

Por que tu esposo es tu hacedor, Yahvé es su nombre.

 

Isaías 61

 

Con gozo me gozare en Yahvé, exulta mi alma en Dios porque me ha revestido de ropa de salvación,  como  el esposo de pone una diadema, como la novia se adorna con sus joyas

 

Isaías 62

 

No se dirá de ti, jamás abandonada, ni de tu tierra se dirá jamás desolada, sino que a ti se te llamara mi complacencia, porque Yahvé se complacerá en ti y tu tierra será desposada,  porque como se casa un joven con una doncella, será casara  contigo tu edificador y con el gozo de esposo  por su novia, se gozara por ti tu Dios.

Tu Padre, tu creador, tu Hacedor.

Óseas, 2

 

Yo te desposare conmigo para siempre, le desposare conmigo justicia y equidad, en amor y compasión, té desposare en fidelidad y tu conocerás a Yahvé

 

Que lindo es hablar de este amor gratuito e incondicional de Dios, un amor infinito e infinitamente puro. Un amor que se acerca a tu puerta, que quiere hacer alianza para siempre. Un amor que quiere renovar en tu vida la esperanza, justamente a través de una sanación integral, este amor poderoso todo lo puede, pero depende de vos, tenes que abrir la puerta de tu corazón, que tiene llave por dentro, ha este amor que quiere derramarse en tu vida, como una miel pura, suave, transparente, que va tocando todo tu ser y lo va sanando porque es el amor de Dios que llega a tu vida.

 

Lo meditamos, en estos días, a solas, en familia, comunidad,

 

 

 

 

 

 

Oración Final

Por los enfermos en su alma, que no se dejan amar por Dios, aquellos que dicen que creen en Dios, pero no le creen  a Dios y no se dejan amar por Dios, no se dejan mirar por Dios.

Aquellos replegados sobres si mismo, aunque son de misa dominical y comulgan o rezan diariamente no permiten al amor de Dios irrumpir en sus vidas como manantiales de agua vivas para hacer nuevas todas las cosas.

 

Padre Dios, Padre Creador, infinitamente bueno, bello.

Padre Dios, que nos amaste  con amor gratuito e incondicional desde toda la eternidad, y en Jesús tu audiovisual, tu icono, nos miraste, nos hablaste y nos presentaste un proyecto y un plan maravilloso, original, único e irrepetible para cada uno, un plan de amor que nos haga vivir aquí y ahora el cielo en la tierra, como resucitados.

Queremos Padre, alabarte, bendecirte, glorificarte y darte gracias, por tu fidelidad, por el regalo que nos diste en este días a través de estos textos, de experimentar tu cercanía, que sos un Dios cercano no un Dios lejano, un Dios intimo, un  Dios enamorado de cada uno de nosotros, un Dios que nos seduce, que nos enamora, un Dios que nos recrea, ese Dios sos vos y estas aquí en la puerta de mi corazón, queriendo entrar, queriendo irrumpir, para transformar en vergel el desierto de nuestro corazón, aquello que esta seco, medio seco, aquello que esta inerte, aquello que se ha transformado en desesperanza, en desaliento, en tristeza, en indiferencia, en que me importa, en rutina, el repetir las cosas a diario, a tontas y a locas, sin ilusiones, sin un porque y un para que, la rutina que inunda todo tu ser y que hacer, en el matrimonios , en la familia, en el trabajo, en el apostolado, en el ministerio. Señor Dios de vida, te abro las puertas de mi corazón, rompo los cerrojos, quito los candados, y abro las puertas, para que irrumpas ahora en este momento, en cada unos de los oyentes, donde se encuentre y que están queriendo recibir esta efusión de este amor gratuito, e incondicional, que ha sanado a José, a Ana, a David, y a tantos, en el Antiguo Testamento, este  amor de un Dios creador, que sano a nuestros primeros padres  a Adán , a Eva y que también quiere sanar las taras, las consecuencias, de esa malísima, pésima opción que hicieron nuestros padres,  Adán y Eva, al no querer recibirte al optar vivir alejados de vos. Por eso que todo este árbol inmenso, que tiene sus raíces allá en nuestros primero padres, vaya teniendo en este momento por su tronco, sus ramas, toda la sanación, que yo en este momento, en el aquí y ahora de la historia necesito recibir. Porque necesito experimentarme amado, por vos Padre, por eso, Abba, Padre, te pido que también cada uno de los oyentes que realmente quieran hacerlo estén abierto y disponibles reciban en este momento toda la fuerza renovadora de tu amor, que vaya sanando las heridas, quitando las durezas, arrancando esos cayos del corazón, rompiendo cadenas, liberando, gracias, Señor por tu amor, gracias por tu fidelidad.

Bendito y albado seas Padre, te alabamos, te bendecimos, te glorificamos por este amor, excepcional, esponsalicio, puro, libre, gratuito, gracias Padre. Amen.

 

                                                                                  Padre Francisco Rubén Bellante