“Santa Clara nos enseña el desafío de la fraternidad”, según Hna. Clara Inés y Hna. Florencia

lunes, 11 de marzo de 2019
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11/03/2019 – En el nuevo ciclo de “Espiritualidad contemplativa”, recorrimos el carisma de las Hermanas Pobres de Santa Clara, conocidas como Clarisas. Dialogamos con la hermana Clara Inés Goitea y con la hermana Florencia Bruno, del Monasterio Santa Clara de Puán, Buenos Aires, quienes resaltaron el aporte de Santa Clara a la Iglesia, diciendo que “Tanto Clara como Francisco vivieron la verdadera fraternidad”.

En este sentido, la hermana Clara Inés indicó que “El momento en el que viven Francisco y Clara, es un momento histórico muy fuerte, donde la humanidad está buscando caminos nuevos en los que puedan reconocerse la presencia y la acción de Dios en la vida concreta del ser humano”.

Y continuó recordando que “Francisco comienza viviendo la aventura del encuentro con Jesucristo y eso despierta en esta jovencita, Clara, el mismo deseo”. “Mientras que Francisco vive desde una vocación misionera, itinerante para los demás, Clara vive la misma vocación evangélica en el claustro, como contemplativa”, describió la religiosa.

“Clara nunca es sola, es Clara y las hermanas, al igual que Francisco, que es Francisco y los hermanos, este es el aporte a la Iglesia, la fraternidad franciscana”, indicó la hermana Clara Inés.

El desafío de la fraternidad en el mundo de hoy

En torno a las dificultades de vivir la fraternidad en este tiempo de la historia, la hermana Clara expresó que “Esto tiene una raíz más profunda, hemos dejado de sentirnos hijos de Dios porque hemos dejado de ser hijos”.

La fraternidad nace de ser hijos, porque tenemos un padre en común, y en el padre en los cielos, por Jesucristo, hermano de todos los hombres”. “Sufrimos la falta de fraternidad porque olvidamos que somos hijos de Dios”.

“Hemos sacado a Dios del camino, entonces se nos oscurece la ruta. Entonces, no es fácil ver al otro, distinto, si no encuentro en él los mismos rasgos del Padre, que son mis rasgos, esto es lo que genera la fraternidad”.

Por otra parte, la hermana Florencia Bruno indicó que “A lo mejor es un poco loco para el mundo de hoy, -yo soy la última que profesé confesó- yo tengo que decirte que el tiempo de formación fue maravilloso, en un mundo que te dice que no es posible vivir en comunidad, yo tengo que decirte que sí, que es posible”.

Y completó diciendo que “Para mí fue hermoso, yo compartí el camino con una hermana muy distinta a mí, y siendo diversas, con caracteres totalmente distintos, para mi fue hermoso vivir y compartir todo este tiempo con personas que me han acompañado y que me han ayudado tanto en el camino”, dijo con firmeza la hermana Florencia.

El camino es el perdón

“Como todas las cosas hay tiempos en que uno discute, en el que uno pelea, en el que uno no tiene la misma mirada que el otro, pero para mí el camino, ha sido y sigue siendo el perdón”. “El perdón es una cosa grandiosa en el que uno puede volver a reconciliarse con el otro y volver a comenzar cada día, no es nada extraordinario, es sencillo el camino”, dijo la hermana Florencia.

Finalmente, la hermana Florencia resaltó que “Santa Clara era firme, decidida y a la vez tenía una dulzura, una cercanía con la gente y las hermanas, ella descubría en el otro lo que el otro estaba viviendo, estaba pasando, era muy cercana”. “Nosotros estamos llamadas a llevar la espiritualidad de Clara al mundo, nuestra misión es esa, estar delante del Señor en la contemplación para justamente llevarlo a Él, y llevar la luz al mundo que es Él, no nosotras, nosotras estamos acá para indicar a alguien más grande, que es Dios”, concluyó la hermana Florencia.

Mientra que la hermana Clara Inés, dijo finalmente que “A mi lo me atrajo de Clara desde el comienzo, es ser una mujer concreta, realista, con los pies en la tierra, una mujer íntegra, una mujer que está, a estar donde tiene que estar”. “No vive de una nebulosa espiritual, vive desde lo real”. “Nos enseña que ser cristiano no quita, ni anula la humanidad”. “Si Dios está, la fraternidad es posible”, concluyó la hermana Clara Inés, del Monasterio Santa Clara de Puán, Buenos Aires.