Santa Teresa de Jesús: cuando Dios se hace protagonista

lunes, 8 de octubre de 2007
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Jesús tomó a Pedro, Santiago y a Juan y subió a la montaña para orar. Mientras oraba su rostro cambió de aspecto y su vestidura se volvió de una blancura deslumbrante. Dos hombres conversaban con él. Eran Moisés y Elías que aparecían revestidos de gloria y hablaban de la partida de Jesús que iba a cumplirse en Jerusalén. Pedro y sus compañeros tenían mucho sueño pero permanecieron despiertos y vieron la gloria de Jesús y de los hombres que estaban con él. Mientras estos se alejaban Pedro dijo a Jesús: Maestro, que bien que estamos aquí, hagamos tres carpas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías. El no sabía lo que decía. Mientras hablaba una nube los cubrió con su sombra y al entrar en ella los discípulos se llenaron de temor. Desde la nube se oyó entonces una voz que decía: “Este es mi Hijo, el elegido, escúchenlo”.

Lucas 9, 28 – 35

Justamente en torno a Teresa de Jesús estamos siguiendo las catequesis de estos días para preparar nuestro corazón a recibir, en la fiesta de ella, del próximo 15 de octubre, seguramente una gracia grande con la que Dios quiere bendecir nuestro camino espiritual. Ella, como San Juan de la Cruz, igual que Teresita del Niño Jesús, y otros santos de la congregación carmelitana, nos han dejado una huella importante en la espiritualidad y particularmente queremos detenernos frente a esta doctora de la Iglesia para pedir su enseñanza y los rasgos típicos de su espiritualidad que enriquecen nuestro camino interior. Seguimos detrás de las huellas, de las sandalias de Jesús que nos marcan un rumbo y nos invitan a renovarnos en el espíritu de la fe y de la confianza.

Hoy vamos a seguir como actúa Dios en la vida de Teresa: Hasta que Dios hace todo, cuando Dios se hace protagonista.  Hay un momento determinado en la vida de Teresa de Jesús donde ella percibe que Dios hace todo y con pasividad lo sufre en su resistente naturaleza y lo goza en su espíritu fogoso a ese Dios hacedor de todo. Este es el misterio de pascua, de muerte y resurrección ante la iniciativa de Dios que Teresa sufre y goza místicamente.

Místicamente quiere decir metida dentro del misterio pascual de Jesús. Trataremos de descubrir los rasgos típicos de la espiritualidad carmelitana y particularmente de Teresa que son un legado, una herencia grande para la vida de la Iglesia.

El viernes pasado, cuando iniciábamos las catequesis en torno al camino que las sandalias de Teresa de Jesús han marcado como una huella fuerte en la espiritualidad cristiana católica, decíamos que ella reconocía, mientras obedecía a escribir su autobiografía que Dios había estado presente en su vida, y elegíamos el texto de Jeremías 1, 4 “Antes de formarte en el vientre materno” y desde allí acompañábamos el camino de Teresa y su pluma que nos indicaba esta presencia siempre de Dios y que en un momento determinado ella comienza a resistirle a esta presencia abrasadora de Dios.

Es cuando ella reconoce, según ese español antiguo en el que nos deja sus escritos, su “ruin vida” su vida ruin es decir, su vida que busca resistir a la propuesta de Dios y a apartarse del camino de Dios. Sin embargo, mientras esta pulseada se va dando entre Teresa y Jesús para que llegue a ser ella después Teresa de Jesús, hay un tiempo en el que Dios asume el protagonismo.

Mientras esto va ocurriendo Dios, en un tiempo determinado, comienza a hacerse más protagonista en la vida de Teresa y puede con esa naturaleza fuerte que caracteriza a la mujer que marcó particularmente el camino de los de Ávila en su pueblo. Decir Ávila es decir Teresa de Jesús sin duda.

Es el tiempo de la conversión donde ocurre esto y la conversión acontece, en esto seguimos a Maximiliano Herráiz García, como en mucho de lo que vamos a compartir por estos días, cuando Teresa comienza a hacer sus experiencias de transfiguración en la presencia del misterio de Dios, lo que se llama “experiencia mística”, que no es cualquier cosa volada, ni una experiencia fantasiosa o marcada particularmente solo por lo extraordinario o sobrenatural, como aquello que indica la presencia del misterio en su vida, por el contrario, Teresa sufre y padece esta situación de sobrenaturalidad derramada en abundancia en su vida y quisiera en todo caso no verse tan sorprendida por ella que no es en algún momento sino en el momento en el que Dios quiere, que acontece el fenómeno a través del cuál Dios le comunica aquello que ha venido a comunicarle, su presencia, su vida.

Cuando Teresa de Jesús se acerca más a la oración, y de la oración al misterio, Dios actúa con mayor fuerza en su vida.

Hay un momento en la vida de Teresa donde esto es particularmente significativo, es lo que se da a llamar la segunda conversión en su vida. Este momento señala el ingreso de Teresa a la vida en el Espíritu, dice Maximiliano Herráiz García. Es un ritmo nuevo, progresivamente cada vez más acelerado, más en Dios, más en su camino de plenitud y madurez, por eso es revelador de Dios, mucho más que todo los años que hasta aquí Dios ha estado presente en su vida.

Es el tiempo de la Epifanía. Epifanía quiere decir de la manifestación, por eso mismo, con fuerza renovadora, tan amplia y profunda, que hace de Teresa otra Teresa, Teresa de Jesús. Es como la transfiguración, todo comienza a adquirir un color nuevo y una dimensión nueva. Es que cuando Dios nos convierte hace eso, nos transfigura. Teresa aparece como un ejemplo para nosotros animarnos a abrirnos a Dios para que la gracia de la Transfiguración de Jesús opere y actúe también en nuestra propia vida.

La explicación de Herráiz del milagro de Teresa es que supo creer en el amor de Dios y esperó su triunfo velando con coraje en la oración, abierta a la puerta de la esperanza de quién sabía quería entrar, como dice ella, a regalarse y a regalarla. Cuando Teresa expresa esto habla de las mercedes, como también llama ella, o de las gracias que Dios pone en su corazón. El cambio se realiza en su estar ante Dios y esto es lo que revela como Dios venía estando ante ella, como a partir de ahora lo seguiré estando más radicalmente. Es el tiempo de la Epifanía de Dios por excelencia en su vida.

Teresa ha cuidado mucho a la hora de escribir y de explicar como han sido los acontecimientos: “He vuelto una y otra vez sobre ellos, matizando, puliendo, purificando su expresión, siempre con el deseo de querer acercar el rostro del verdadero Dios a quienes Dios le ha confiado, primero a sus hijas espirituales y también a nosotros que íbamos a ser sus lectores. En definitiva, lo que ocurre es una experiencia mística y quiero volver a repetir que mística no es cualquier cosa, es presencia de la propia vida en el Misterio Pascual. Guiada por el Espíritu Teresa se mete dentro del Misterio de Dios y Dios se mete dentro del misterio de la propia historia de Teresa.

A través de esta experiencia de estar en Dios es como Teresa ha aprendido a percibir su propia realidad, con mucha claridad y a partir de allí también ha podido descubrir en el camino de las moradas interiores dónde Dios la esperaba y quién era el Dios verdadero. De esta experiencia ha recibido la capacidad para leer su propia vida y la de todo hombre. Para ella, como para Teresita del Niño Jesús, la vivencia del auto conocimiento y del conocimiento de las almas, le viene por la Gracia de estar metida dentro del misterio del amor. El amor es una ciencia que penetra el misterio de Dios, del propio misterio y del misterio del corazón de los demás.

Este encuentro con el misterio de Dios es el que ha ordenado y ha confirmado definitivamente el comportamiento de Teresa de Jesús, su saber estar ante Dios y frente a Dios, metida en El, es lo que ha revelado un nuevo camino. Todo ha sido un estar de Dios siempre con ella, pero también como decía San Agustín en las confesiones, no siempre estando Teresa con Dios.

Agustín decía: “Tu estabas conmigo pero no yo siempre estaba contigo”. Podríamos decir, parafraseando al místico obispo de Iponá, Agustín, que Teresa experimentó lo mismo, y ella puede decir que esto era así, realmente, pero también ella puede decir que ella no siempre estaba con Dios. A partir de la experiencia mística en la segunda conversión, frente a Jesús coronado de espinas, como lugar puntual, donde ella reconoce que todo comenzó a ser distinto, Teresa comienza a experimentar la gracia de poder estar siempre con el.

En los últimos años de esta crisis, de este tironeo entre Dios que la busca y ella que resiste, arrecia Dios con una ofensiva última para terminar de derribar los muros que le impedían a la Santa de Ávila entrar en lo profundo de su corazón y encontrar el amor que la esperaba en la morada interior.

La resistencia de Teresa cae y Dios se hace activamente presente. Quisiera detenerme frente a esto, porque uno ha podido descubrir en la propia vida y en la vida de otros hermanos y hermanas a los cuales acompaño, que este tironeo es constante y es experiencia de los místicos, particularmente de los maestros de la vida en el espíritu, decir que mientras Dios busca abrirse camino en la vida de las personas la naturaleza humana, la acción del mal y el espíritu del mundo son los que actúan generando resistencia a la iniciativa de Dios.

En la vida de Teresa de Jesús podemos descubrirlo por la descripción minuciosa que ella hace de esta experiencia de resistencia pero más aún de esta experiencia de Dios que vence toda resistencia, que se hace presente allí donde en lo más profundo del corazón el hombre está esperando encontrarse con él.

Ojalá puedas hacer esta experiencia de transfiguración, de transformación de tu vida, que vos también puedas expresar tu momento de transformación, el momento en que todo comenzó a ser distinto cuando Dios tomó más la iniciativa. Estoy seguro que en tu vida, como en la mía, hay un momento determinado cuando Dios dijo: “Yo tomo tu historia entre mis manos, a partir de ahora yo marco el rumbo de tu vida, basta de andar por allí deambulando, ahora yo soy el protagonista de tu historia” y tu historia comienza a ser historia de salvación.

Dios nos golpea la puerta. Cuando Teresa descubre esto se da cuenta que el camino para seguir por esa senda a Dios que con amor se regala y le regala la vida nueva, no deja de lado la oración ni por un instante y encuentra un camino de amistad en el trato con Dios en el amor cotidiano a partir del ejercicio orante, es la oración su aliada.

Es el camino de la oración, del diálogo, del encuentro constante con Jesús lo que terminando por minar las resistencias que hay en el corazón de Teresa y disponiéndola interiormente para recibir lo que Dios siempre quiso darle. Cuando ella sede y se da a las mercedes del Señor, a las gracias del Señor, Dios está ahí al acecho para actuar en las disposiciones interiores que Teresa ha ido trabajando en el tiempo de las luchas y de las resistencias, que no ha sido sino un tiempo para disponerla mejor, y empieza a descubrir que lo que otros consiguen con mucho trabajo, Dios se lo da a ella con mucha bondad.

Hay previo a esto, como decíamos, un forcejeo largo y duro del que ella nos va relatando en historia de su vida en la parte primera. En este forcejeo entre la gracia de Dios que toma la iniciativa y Teresa que de una u otra manera escapa a las iniciativas de Dios, Dios va ablandando su corazón, generando su mejores disposiciones, para llevarla a la ocasión de revelarle su misterio y allí donde ella le abrió una puertita Dios se hizo presente con todo para establecer un vínculo de amor que va a terminar por hacerla esposa de Jesús.

“Como no estaba Su Majestad sino esperando algún aparejo y así, cuando los hubo, fueron creciendo las gracias espirituales” y más adelante le dice a Dios: “No parece esperabas otra cosa sino que hubiese voluntad y aparejo en mí para recibirte”. Esta actitud de receptividad de Dios, esta actitud de disponibilidad a la gracia de Dios, esta actitud interior de apertura a la gracia de Dios, Teresa descubre que también es gracia de Dios. Hasta que cuando uno lee su vida termina por descubrir que todo es gracia y que en todo caso, la propia suerte está librada a liberar del corazón y la vida todo lo que tenemos dentro nuestro a vivir en esa gracia de Dios.

Teresa de Jesús llega a ser la que es a partir de la experiencia de encuentro, en lo más hondo de su corazón, con este Dios que se le regala. Para eso fue quitando Dios, con su trabajo también, poco a poco, las ocasiones que la sacaban de el. Fue como ordenando su vida: “Comenzando a quitar ocasiones y a darme más a la oración, dice Teresa, comenzó el Señor a hacerme mercedes”, como quién deseaba que yo lo quisiese recibir”.

Para que haya verdaderamente encuentro con Dios tiene que haber un ordenamiento de la propia naturaleza, de la propia vida, un poner las cosas en su lugar, un reestablecer la escala de valores, un saber administrar mejor nuestro tiempo, trabajo, descanso, recreación, alimentación, vinculación, porque es la vida toda la que Dios quiere tomar, no algún aspecto de nuestra vida, por eso la vida toda tiene que irse ordenando para poder regalarse Dios todo a toda nuestra vida y nosotros desde toda nuestra vida buscar la manera de responderle a Dios que todo se entrega y espera una entrega total de parte nuestra. Teresa de Jesús, en este sentido nos muestra un camino.

Las gracias que Dios tiene dispuestas para regalarnos, para darnos en nuestra vida, las bendiciones con las que Dios quiere tomar nuestro corazón suponen una actitud de receptividad de estos dones, un corazón que se prepara para recibirlo. Teresa en esto nos deja toda una enseñanza, pero esto, dice ella, también ha sido gracia de Dios. “A veces cuesta más, a veces cuesta menos, nos enseña, pero siempre es gracia de Dios”.  

Hay coordenadas en torno a las cuales uno puede ingresar en la espiritualidad teresiana y descubrir como es que acontece Dios en la vida espiritual de Teresa y como Teresa responde a este Dios que actúa en su vida. Podríamos definir a estas coordenadas así: Dios da, Dios se da y Teresa reciba. Estas son las coordenadas sobre las que avanza la vida de Teresa de Jesús.

La vida de todo hombre en realidad se juega en estas coordenadas. Dios que se da el mismo en las cosas que se entrega y nosotros que en cierto modo padecemos este entregarse de Dios al cuál en cierta forma resistirnos hasta que Dios termina por vencer y sin más resistencias encontrar su lugar en nuestra propia vida y nosotros encontrar un lugar en el mundo porque hemos encontrado al Dios de la vida.

Las coordenadas que el progreso de la vida espiritual va a ir perfeccionando ininterrumpidamente, poniendo a Dios y al hombre en sus puestos respectivos propios, dar y recibir, hacer y parecer, son parte del proceso, son parte del camino. Cuando decimos que Dios toma la iniciativa definitivamente en la vida de Teresa de Jesús decimos que la etapa mística, es decir del misterio de Dios en su propia vida, que es revelación de Dios y revelación de la vida de Teresa de Jesús hace que Dios se va adueñando de todo el escenario y con tal intensidad y con tanta profundidad que su presencia se agranda y alcanza algunas cotas que a nosotros nos causarían un cierto vértigo. Es el, Dios, quien verdaderamente vive y quién protagoniza la vida.

Los años que siguen son un desarrollo y una creciente verificación de estas palabras que Teresa estampa al comienzo de este nuevo libro que es su vida desde el momento de la conversión. Dice ella: “Quiero ahora tornar a donde dejé mi vida, es como otro libro nuevo de aquí en adelante, digo otra vida nueva, la de hasta aquí era mía, la que he vivido desde que comencé a declarar estas cosas de oración es que vivía Dios en mí, sea el Señor alabado que me libró de mí”.

Y aquí me quisiera detener. Lo que ella experimenta ante la presencia de Dios, además de la grandeza de Dios, es que está libre de ella misma, de su propia esclavitud, de su propia cárcel, de sus propios caprichos, de sus propias terquedades, de sus resistencias, de sus vanidades, de su flojedad. Cuando Dios toma la iniciativa Dios cambia el rumbo, por eso queremos detenernos frente a las iniciativas de Dios. En el camino de la vida espiritual uno se da cuenta que de esto se trata, de ver donde está donde está Dios tomando iniciativas para seguir la iniciativa de Dios.

A nosotros naturalmente, como respuesta resistente, nos sale querer tomar iniciativas, nuestra fuerte naturaleza busca la manera de querer arrebatarle a Dios el protagonismo, y de esto ella va a aclarar más adelante: toda mi vida ha sido esto, un tratar de entender quién era el que tomaba la iniciativa, si Dios o yo. La vida espiritual, la vida en el espíritu, la vida de Dios en nosotros, el protagonismo de Dios en nuestra propia historia encuentra este escollo que hay que resolver. Es solo cuando terminamos por encontrarle la vuelta a que es Dios el que debe tomar la iniciativa comenzamos a descubrir que nuestra historia puede ser historia de salvación, historia en Dios.

Cuando se percibe esta iniciativa de Dios entramos en la quietud interior, es una gracia sobrenatural y ella describe con mucha claridad: “Comienza Dios a comunicarse con esta alma, quiere particularmente comenzar a obrar en ella, cautiva, la libera, oh Jesús y Señor mío, que nos vale aquí vuestro amor, porque tiene el nuestro tan atado que no dije libertad para amar en aquél punto a otra cosa sino a vos”.

De esto se trata, cuando se liberan las fuerzas interiores que resistían a la presencia de Dios, Dios asume su protagonismo y nosotros vamos aprendiendo a ir detrás de aquél que tiene respuestas para nuestro aquí y ahora. El Señor nos quiere regalar, en Santa Teresa de Jesús, en Teresa de Ávila, un camino donde el protagonista es el y si Dios es el protagonista, ¿a qué vamos a temer nosotros?, ¿de qué vamos a preocuparnos?, ¿cómo no descansar en él?, ¿cómo no disfrutar de la vida?, ¿cómo no relajarnos, soltarnos, y aprender a vivir como Dios quiere que vivamos siendo realmente felices?

Cuando Dios tomó la iniciativa”  hay un momento determinado en la vida de Teresa de Jesús y ella lo descubre como la gracia de conversión que acontece cuando, bueno, allí estaba Dios en el Cristo sufriente, coronado de espinas, hablándole de cuánto la amaba y cuán ruin vida ella hasta aquí había llevado, y le decía: hasta que no me conviertas el corazón no me muevo de aquí y lloraba arrepentida de su vida hasta aquí vivida y con deseos grandes de vivir de una manera nueva.

Cuando uno tiene que calibrar un instrumento delicado le tiene que encontrar el punto, tiene que encontrarle el punto justo para que todas las piezas que lo constituyen queden puestas en su lugar y pueda funcionar como tiene que funcionar, algo parecido ocurre en la vida espiritual, pasa cuando uno está escuchando la radio y no se escucha bien y encuentra el punto justo para sintonizar y escuchar mejor, así pasa también en la vida en el espíritu, cuando nosotros le encontramos el punto justo, en realidad es cuando descubrimos que Dios es el que tiene que tomar la iniciativa para transfigurar y transformar nuestra vida.