Santos son los que se dejan conducir por el Espíritu Santo

viernes, 27 de abril de 2007
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En el día de Santo Toribio de Mogrovejo, recordando a este gran hombre de Dios, en nuestra preparación hacia la Quinta Conferencia del Episcopado Latinoamericano, recuerden discípulos y misioneros en Jesucristo, para que nuestros pueblos en El tengan vida, fundados en la Palabra de Juan 14, 6 “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida.

Estará allí el Papa Benito, ahora en el mes de mayo, inaugurando justamente esta Quinta Conferencia del Episcopado. Una de las cosas más lindas de la preparación en el documento fue el reconocer la santidad de Dios en su pueblo latinoamericano. Es justamente la vida de los santos latinoamericanos, de algunos de ellos destacable, laicos, religiosos, y hoy en el punto 183 del documento recordamos que en el año 1538 hasta el 1606, en ese lapso cortito de tiempo que dura una vida, anduvo Santo Toribio de Mogrovejo, patrono del Episcopado Latinoamericano.

Dio convincente prueba de su fe y de su talante misionero, dejando su patria y su profesión para asumir la sede arzobispal de Lima. Acepta a los 39 años la ordenación sacerdotal en Granada, y luego la ordenación episcopal que fue en Sevilla. Convocó Concilios y Sínodos para la formación del clero y la elevación moral del pueblo de Dios. Su espíritu misionero lo condujo a predicar el Evangelio, bautizar y confirmar hasta en los rincones más apartados de su Arquidiócesis, en prolongadas visitas pastorales realizadas con grandes sacrificios. Como discípulo de Jesús vivió en oración y anunció la Buena Noticia irradiando paz y alegría, pero sin doblegarse ante quienes lo acusaban y contradecían.

Hay que tener fortaleza para esto, somos débiles todos y a esto hay que saberlo soportar. Esto muestra el temple, el alma, la vida espiritual de este hombre, la experiencia de comunión. Jesús es una vivencia para el. Ciertamente no es una idea ni una formación intelectual, es una experiencia de encuentro muy hondo. Además el santo se fragua en la cruz, en la contradicción, en la crítica, en el desprecio, en los palos en la rueda. A veces uno chilla también pero eso es lo que lo hace crecer. Así es que como discípulo de Jesús, Santo Toribio de Mogrovejo nos deja un testimonio muy lindo y muy concreto para entender el comino de como debemos ser santos en nuestro estado de vida, como laicos, como casados, como consagrados, como religiosos, sacerdotes, obispos, en el pueblo de Dios, célibes, jóvenes, niños, todos podemos ser santos. Saber que nuestra madurez interior va a tener siempre la experiencia de los palos en la rueda para que la rueda no avance, y entonces saber que sin la cruz no es posible la santidad.

Dice entonces, este documento, el testimonio lindo que nos deja Santo Toribio de Mogrovejo para que no enseñemos mal la fe, para que no le hagamos creer a la gente que todo es siempre fácil, porque cuando enganchamos para la fe con mentiras va quedando el tendal y así como entran salen. Cumplir con el superior no es cumplir con el plan de Dios. Cumplir con el plan de Dios va más despacio y lleva tiempo.

Como discípulo de Jesús, vivió en oración y anunció la Buena Noticia irradiando paz y alegría pero sin doblegarse ante quienes lo acusaban y contradecían.

Nunca falta, cuando hay una obra buena, la envidia, la mala onda, los celos, la bronca, la incomprensión, la dureza de corazones. A veces, sin querer, las personas somos instrumentos de oposición al Reino de Dios que avanza. Libre y personal es la manera como tiene Dios de hacer las cosas a través de las personas que son dóciles. El Señor tiene ocurrencias, puede obrar con ciertas libertades manifiestas que con el tiempo se comprenden.

Tiene esa manera de obrar que no comprendemos las personas  normales. Los que tenemos mucho sentido común, a veces, no entendemos a los Santos porque su proceder supera nuestra lógica, y el sentido común tiene demasiado afianzamiento en su lógica y, por eso, cuando uno tiene mucho sentido común tiene que tener cuidado, hay que orar un poco más para que se eduque ese sentido común y se haga el sentido de Dios, para que Dios sea común a todos. 

No es fácil entender a los Santos. ¿Y quiénes son los Santos? Los que obedecen. Los que siguen el concejo de Pedro: “Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres”. Los que se dejan conducir por el Espíritu del Señor, los que dependen del Señor, los que ejecutan lo que el Señor les pide.

Hay un obispo, allá por Centro América, un obispo muy famoso, que llenaba estadios, un hombre de la Palabra con un talento muy especial, un hombre de fe, muy amigo del Señor que estaba dispuesto a lo que el Señor le pidiera. El hombre guiaba la Iglesia con esa fortaleza que le daba una vida puesta en las manos del Señor completamente. Era realmente serio y cuando uno toma en serio la fe las montañas se mueven. No hace falta el bastón de Moisés para abrir las aguas, hace falta el bastón de la confianza y de la pertenencia auténtica en Jesús, la autenticidad consiste en poder fundar nuestra vida en Cristo y no en ningún otro motivo.

Parece que éste hombre de Dios era en serio amigo del Señor. Un día tenía muchos problemas en su diócesis. Normalmente a los hombres que se encargan en serio de las cosas de Dios se les encargan cosas que siempre los superan a ellos para que siempre dependan de Dios y en ésta oportunidad, éste hombre de Dios, este gran obispo tenía tantos compromisos, audiencias, y se puso de rodillas para orar a la mañana temprano. En su capillita privada tenia una cruz grande y un Sagrario debajo.

Dice que él estaba orando y le salió del alma, porque a los que son fieles el Señor les va guiando la oración, y entonces, el Señor le sugirió al Espíritu Santo que le dijera éstas palabras a Jesús: “Señor Jesús, ¿cómo crees que hoy puedo agradarte más? Es como si uno estuviera de novio y le dice a la novia ¿qué es lo que puedo hacer hoy para que estés más contento?, ¿qué es lo que más esperas de mí que yo pueda hacer por vos en éste día?, ¿cómo es que hoy puedo agradarte más Señor?

Y se quedó ahí. Y dice el obispo que escuchó una voz, que el Señor le habló físicamente y le dijo: “Como más me vas a agradar hoy es quedándote un buen rato en oración conmigo” 

Entonces el Obispo, en esa amistad que tenía con el Señor le dijo: “Pero Señor tu sabes todo lo que yo tengo que hacer en éste día, los compromisos que tengo hoy, te lo ofrezco en otro momento del día"

Y dice que el Señor medio que levantó los hombros encogiéndose desde la cruz y le dice: “Bueno, tu me preguntaste cómo es que me agradaría más!! Dice que el obispo se levantó corriendo, levantó el tubo de teléfono, canceló todas las audiencias y se puso de rodillas de vuelta en oración delante del Señor.

Y después él daba el testimonio diciendo: “La verdad que ese tiempito que estuve más con el Señor fue el tiempo  que me permitió solucionar un montón de problemas que hacía meses no me dejaban dormir de noche y me tenían el corazón lleno de angustias. Bendito sea Dios.

Santo Toribio “Gobernó a la Iglesia con voluntad pastoral y se dedicó a evangelizar con un amor conmovedor a los pueblos indígenas que lo llamaban Padre Santo”.

La gente sencilla dice lo que ve. Este santo se dedicó a evangelizar con amor conmovedor, no cualquier amor, no con un amor de “buena onda” sino con un amor “conmovedor”, es una palabra determinante usada expresamente. Un amor conmovedor a los pueblos, es decir no un amor a algunos, es un amor abierto con un corazón abierto universal. Ese es signo de que es obra de Jesús la vida de este santo.

El corazón no se reduce sino que se dilata, se hace capaz de toda realidad y no se queda con alguno ni anda con preferencias, ni anda con amiguismos, es amigo en la medida que tiene que serlo y es padre en la medida que tiene que serlo siempre con todos. Un corazón abierto a todos es otro llamado grande a darnos cuenta cómo es la obra de Dios, qué es lo que pasa con el Señor.

Uno no se da cuenta pero a veces nos pasamos mucho tiempo de la vida reducidos. Muy cristianos, rezando y hablando de Dios pero muy reducidos. Nos quedamos con nuestros afectos, nuestras seguridades y dependencias y falta la conversión. Ese es el testimonio que nos deja este hombre de Dios, Santo Toribio de Mogrovejo, patrono del Episcopado Latinoamericano. Es lindo que nuestros obispos tengan a este hombre como patrono, un hombre inquiero celoso, pastoral, lleno de ideas, de sueños, con un amor conmovedor. Quizás el cumplió anticipadamente las palabras del papa Juan Pablo II cuando decía: “Vivir el presente con pasión”.

Un cura puede hacer de todo pero lo esencial en su vida es hacer una bendición, hacer presente el misterio de Dios en el hombre y hacer presente al hombre ante el misterio de Dios. Este es el secreto de la misión del sacerdote, del consagrado, ser este puente. Por eso se le dice pontífice, puente, que une las riveras. Esta es la misión consagrada, en la cuál uno es profundamente inútil, se cumplen en el obispo y en el sacerdote esa palabra tan linda del Evangelio: “Ustedes cuando hayan cumplido lo que hayan tenido que hacer digan no somos nada más que ciervos inútiles, hemos cumplido nada más que con nuestro deber” Eso es así especialmente en la vida consagrada, vivir la experiencia de la dependencia, la libertad del Espíritu, contradictoriamente, supone la dependencia.

La consagración de la voluntad, de la mente y del afecto a Dios, por eso los votos de pureza, de castidad, y de obediencia en los consagrados. Lo que visto sin la fe es nada más que una negación o una frustración que por otro lado, compromisos y votos no vividos ciertamente producen una frustración. Más vale no hacerlo. Pero si lo vivimos es por gracia de Dios y esto es una sorpresa que la mente y el sentido común no pueden entender, por eso aquellos que hemos recibido la gracia de hacer un camino de transformación en los cuáles Dios ha manifestado una especial misericordia no tenemos más que contar lo que Dios con tanto cariño y con tanta libertad ha obrado. No podemos callar. Pablo decía: “Hay de mí si no evangelizo”.

Hablando de Santo Toribio, dice el Documento Preparatorio de la Quinta Conferencia:

Gobernó la Iglesia con voluntad pastoral y se dedicó a evangelizar con un amor conmovedor a los pueblos indígenas que lo llamaban Padre Santo. Exigió para ellos un trato digno como a hombres libres y vasallos de la majestad real y que se les enseñara en su lengua”.

Que se les respetara la lengua porque la lengua es la cultura de un pueblo. La cultura de un pueblo fundamentalmente se expresa en la lengua. La lengua es esencial a un pueblo.

Famoso fue el catecismo trilingüe de Santo Toribio en Español, Quechua y Aimará”.

Sobre su faceta de organizador, el doctor Agustín de la Fuente destacó en Santo Toribio lo siguiente: “La mejor organización de la vida de la Iglesia, el conocimiento de la realidad del Perú, la permanente preocupación por la evangelización del hombre andino, la enseñanza de su vida ejemplar, son algunos de los planos que nos permiten descubrir el vínculo profundo entre Toribio de Mogrovejo y el Perú. Es el gran educador de la sociedad peruana. Uno de los grandes forjadores de la nacionalidad. Uno de los artífices de la nueva sociedad peruana. La obra de gobierno de Toribio de Mogrovejo: la afirmación y defensa de sus derechos y obligaciones, su apostolado con los indios, y la defensa del hombre nativo como persona humana que es. Todo esto es posible como el esfuerzo singular de las visitas por la calidad humana y la santidad de vida del arzobispo de Lima. Toda su obra muestra y es fruto de su vida y de su virtud. Austero, alegre, sobrio, caritativo, penitente, cumplidor, minucioso del deber, generoso, ganaba el corazón de los hombres y comunicaba el amor de Dios”.  

¡¡Qué linda manera de hablar bien de alguien que es obra de Dios!!

Después de esta reflexión damos gracias al Señor por este don tan grande que es un Santo para la humanidad. Lo más maravilloso es como, como la figura que usa el Señor mismo en el Evangelio cuando habla de la levadura en la masa, con un puñadito de levadura levantamos toda una enorme masa de harina para fermentar todo el pan. Lo mismo la santidad de una persona, de un hombre o una mujer que viven llenos de Jesús, llenos de escucha y dóciles, que se dejan actuar, que no están preocupados por lo que puedan lograr o no lograr, que saben poner su vida en las manos de Dios, cuánto bien provocan, que eco que tiene. Quizás puede ser pequeña la piedra.

Si tienes un lago sereno, luna llena entre las montañas, si tenemos una gran masa de agua aplacada totalmente, una pequeña piedra en las manos bastará para que arrojándola, cae, apenas se la siente, pero el eco que se produce en toda esa agua serena muestra cuánto produce esa caída de la piedra en esa gran masa de agua. Dios con poco hace mucho. Esta es una de las cosas que tiene que ver con la sabiduría de las personas que viven de la fe. Es que la confianza en Dios es algo tremendo, transformador, algo que no se puede explicar. Cuando uno vive y depende del Espíritu de Dios, cuando la escucha se hace el eje de su vida, uno adquiere esta disponibilidad y deja de vivir de los fantasmas. Cuando uno deja de lado los miedos, deja de lado todo lo que tiene que cambiar, todas las preocupaciones, ya sea cosas que hay que hacer o cosas que hay que transformar en uno.

Cuando uno deja de preocuparse de los defectos, de los errores, de las debilidades, y empieza a poner en serio la vida en concreto, la vida en positivo, cuando una persona que vive la fe pone su vida en Jesús realmente y dice: “Bueno Señor, vos sos el fundamento de mi existencia, yo voy a empezar a escucharte en serio, te voy a hacer caso, voy a dejar de estar mirando mis fantasmas, mis miedos, mis inseguridades y te prometo que me voy a dejar conducir por vos, y se dispone a ello en serio”, es cosa seria. Será pequeña la piedra, pero en este lago, cuando cae, produce un eco terrible.

Una persona que tiene fe, que vive de la confianza en Dios, que espera en Dios, es una persona transformadora de la realidad. La santidad no es un acto de magia, no depende simplemente de oraciones, no depende de muchas misas ni de muchos rosarios, no es ni oración, ni obras buenas, ni renuncias, ni sacrificios, la santidad puede tener todo eso pero fundamente tiene un aire, una forma, un ámbito, un estilo, es una actitud, es un estar de una manera determinada. No pasa por hacer esto o aquello, pasa por estar dispuesto a lo que Dios me pida. La santidad es la total disponibilidad, el sí al proyecto de Dios. 

Lo interesante es que con esta propuesta nos estamos dirigiendo a todos, hablamos de Santo Toribio, pero no pensemos que era un ser extraordinario, era un ser humano, con cualidades ciertamente, pero era también hijo del pecado original y su educación fue limitada, no fue perfecta, sus papas no eran la Virgen y San José, sus papas eran como cualquiera, como nosotros, le habrán dado algunos elementos, habrá tenido alguna suerte en la vida, por supuesto, algún ámbito determinado que colaboró, no hay ninguna duda, pero aunque uno nazca en un ambiente desfavorable, aunque uno nazca en uno favorable, aunque sea joven o viejo, ninguna de estas circunstancias, por más hermosas que sean, son fundamentales para la santidad. Hay una sola cosa que es fundamental y es que las personas abran las orejas, escuchen a Dios que lo llaman y se animen a decir: “Aquí estoy, envíame”

El Documento de la Preparación para la Quinta Conferencia: Discípulos y misioneros para que nuestros pueblos en El tengan vida, en el punto 31 nos dice: “Recordamos con admiración y gratitud la fe, el heroísmo, la valentía y la santidad de quienes fueron instrumentos de la evangelización en el pasado lejano y más reciente. A pesar de nuestros pecados y las debilidades de la Iglesia, sus vidas y sus obras nos facilitan descubrir los signos de la bendición de Dios en nuestros días”. Decimos que el mundo está podrido pero hay que mirar la gente buena.

Dios podrá respetar las libertades humanas, hacemos desastres, pero Dios siempre obra, no puede callarse y contenerse cuando tiene una alegría. Dios es la alegría misma, ¿quién lo va a callar? ni el pecado lo calla. Tarde o temprano revienta la alegría de Dios y hace explotar las limitaciones en las que nos somete el pecado.

“A pesar de nuestros pecados y de las debilidades de la Iglesia, sus vidas y sus obras nos facilitan descubrir los signos de la bendición de Dios en nuestros días”. ¡Qué lindo! yo digo: que lindo que nos animemos nosotros a ser una esperanza para los demás, ser un signo claro de la obra de Dios. Por eso, el que tiene la fe, no la esconda, no la viva para adentro, ningún árbol sólo vive de las raíces ni se piensa para irse para el fondo de la tierra, todo árbol echa raíces pero necesariamente echa cuerpo, tronco, ramas, flores y frutos. No ocultar la fe, no callar a Jesús, no callar lo que creemos como cristianos, no callar la defensa de la dignidad humana, en nombre del Evangelio, no callar la justicia, no callar la caridad, ejercitarla, comprometernos e involucrarnos en ser santos concretamente en nuestra relación con nuestros vecinos. Tanto bien podemos hacerle a la gente que nos parece indiferente, apática, que ni nos mira, ni nos saluda, no nos cuesta nada saludarlos, y aunque no nos respondan no importa.

En esta hora de la catequesis hacemos presente nuestra preparación inmediata a la celebración de la Quinta Conferencia, que va a ser algo muy determinante para la Iglesia en el mundo y Dios quiera que el Espíritu de sus frutos. Lo que compartíamos que a pesar de nuestros pecados y de las debilidades de la Iglesia, sus vidas y sus obras nos facilitan descubrir los signos de la bendición de Dios en nuestros días. Dice el documento: “Agradecemos el signo actual más notable, el crecimiento del número de quienes se encuentran con Jesucristo y se comprometen con El”.

A veces sólo pensamos que vamos para atrás pero en realidad es que hacemos juicios muy superficiales, sin visión de fe, sin visión de la realidad más profunda. A veces vivimos demasiado de la sensación, de las impresiones aparentes, sin embargo, el Señor obra su obra, no todo tampoco es obra de nuestros éxitos, esa es una concepción exitosa de la Iglesia, concepción triunfalista, el espíritu es libre, no necesita del éxito externo de la estructura eclesial, necesita de corazones que lo escuchen y le digan aquí estoy, que lo acojan, allí el Señor se va a manifestar en la medida que El quiera.

Se manifestó en una zarza en la que se encendió el fuego y no podía consumirla a la zarza. Y después el Señor habló a través de la burra de Balaham. ¿Cómo no se va a poder manifestar con libertad el Señor hoy? Lo ha hecho siempre, eso es lo que agradecemos, eso es lo que tenemos que observar. El número de quienes se encuentran con Jesucristo y se comprometen con El. “Crece de manera vigorosa el fermento constituido por personas y comunidades cuya vida es atrayente, porque permanecen en el amor y en la misión de Cristo”. Se transforma en atractiva la vida en Jesús.

Es una vida llena de gozo, la persona tiene paz. Una persona que tiene paz en éste mundo es un signo tremendo de la presencia de Dios, es un cartel enorme. Una persona que tiene puesta su confianza en Dios es un problema para la sociedad de hoy. Vamos a tener que volver a leer el libro de Isaías cuando dice: “Matemos al justo porque nos molesta su proceder”. Es un signo evidente de la pascua. Jesús aplica su pascua y la revive en la conversión de tantos corazones. La Iglesia agradece en este tiempo eso, “Crece de manera vigorosa, aunque no lo creamos, el fermento constituido por personas y comunidades cuya vida es atrayente. Muchísimo.

No hay que mirar el día de ayer y el día de hoy solamente, miremos unos días atrás que también es nuestro tiempo lleno de las riquezas y novedades de Dios. Cosas maravillosas surgen en el mundo porque permanecen en el amor y en la misión de Cristo, porque en ellas viven el misterio de la Iglesia, misterio de Comunión Misionera, crece el fermento que tiende a una nueva cultura de sabia cristiana. Evidentemente estamos en un tiempo privilegiado de la Iglesia. No nos quedemos en la cáscara de la crítica.

Esta bendición de Dios que convierte a nuestro continente en Continente de la Esperanza nos compromete a dar una respuesta gozosa y misionera”.